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miércoles, mayo 30, 2012

Editor: ESTRELLA CARMONA, EXPOSICIÓN PICTÓRICA

IMAGENES DE LA EXPOSICIÓN PICTÓRICA DE
ESTRELLA CARMONA


En nuestra pasada entrega, Ivonne Moreno Uscanga escribió un texto sobre la obra de esa magnífica artista plástica que fue Estrella Carmona; lo hizo como un homenaje en el primer aniversario de que ella pasara a formar parte los cuardros creados por ella misma.
A la par de este mínimo homenaje en tierras veracruzanas, en la Ciudad de México se montó una gran exposición con gran parte de la obra de Estrella. Su esposo, Edú Laufer  nos ha hecho llegar imágenes de dicho montaje, que habla no solamente del cariño que la artista hacía fluir entre quienes la rodeaban, sino de la importancia y calidad de su obra.
 LOS ELEMENTOS DEL REINO, no puede dejar pasar este momento, y dar a conocer, así sea a través de la multmedia, la estatura de un ser que no tuvo nada en su interior que un universo hoy muy cerca de nosotros...Aquí:
Galería EJE, Av. Eje Central Lázaro Cárdenas # 425, entre Quebrada y Caleta, Col. Narvarte. Tel. 54400880





“ROL DE CORNUDOS”
Rolando Revagliatti

Este blog agradece esta colaboración de Rolando, cuyo perfil mayor puede verse en los siguientes links
Rolando Revagliatti

A buscarse en la resumante especificidad
y exquisita consistencia
en tal constelación y refriegue
humanísimos
al principio aflora el acaponado
y florece luego el bragazas
y no nos damos cuenta y pisamos un poquito
al floripondioso cagón

Sí avisamos al de confiada evidencia:
en el fabuloso jardín no faltará el escamoteado
el fogueteiro, el gótico flamígero
en sus macetas, sin salirse, predestinados
retoñantes, en sus canteros, con las respectivas
y confusas o epigramáticas traducciones al pima-papago
al familia ges, al charrúa, al familia tupí-guaraní
en carteles retorcidos por el sol
expuestas las variedades a miradas serviocroatas y rumanas
y tropezones escoceses, indodravídicos y suahelíes
en venta, en alquiler y hasta en conquista los variopintos
hurtables, coleccionables
para eventualmente exhibirse en paquetas vitrinas
Aun el más suburbano
cada cual un espejo florido
hiperclorhídrico
inasequible al desaliento allí lo posee
si sociable, el jonjabero
(podrá con él reírse a sus anchas)
si conciliador, el krausista
si olfateable, el lavándula
Hay variantes de las variaciones
castizos desde luego muchos
y con motes tales: meapilas
(y van por lo menos dos con deyecciones)
nazi, ñiquiñaque, otorrinolaríngeo, por usucapión
o prescripción adquisitiva
Ya lo veis, nadie podría quedarse sin alguno
nadie podría quedarse sin ser por accidente, alguno
alguno es vuestro o alguno sois
por transparencia o por desidia
o por tantas y tantas
hay que encontrarse
insisto, estetas
podéis recrear modelos, tomar de aquí y de allá
añadir, comprimir, suturar
Trazo para los cronistas este mapa gentil
conoceréis más tarde el exhaustivo
que encararéis lineal o atravesadamente
libres sois para pecar y comprender
(atados por vuestra inalienable condición)
sois vosotros mimados en este jardín interesante
que devino museo por el quiritario, el reconcomido
el susceptible de contagio de amor
el tránsfuga del buen sentido
para obsequiar a celosos y celados os recomiendo al ultra
(en dosis morigeradas)
el vivalavirgen (por ese no sé qué de equívoco)
el wagneriano(señero)
el xifoide(ver página doscientos siete)
el yambo(ver página doscientos once)
y el zurriburri (ver página doscientos dieciseis).


miércoles, mayo 23, 2012


POLVO DE ESTRELLA

Exposición Homenaje a Estrella Carmona
Galería Eje, México D.F.
Ivonne Moreno Uscanga



  Los homenajes  y  los reconocimientos de personajes en relación a su obra, pueden resultar aleccionadores para quienes queremos revisar con detenimiento  el legado de lo ausentes.

 En el caso de la plástica, ellos, resultan  importantes desde la perspectiva de asociar conceptos, bocetos, dibujos y cuadernos de apuntes a sus pinturas  y composiciones  de  las cuales hemos seguido su trayectoria a detalle. Así sucedió el sábado 12 de mayo, en la enorme y espléndida Galería Eje, donde se rindió una merecida ceremonia luctuosa (primer año de su fallecimiento)  a Estrella Carmona, bajo la curaduría y museografía de Tarsicio Padilla y Luis Eduardo Laufer.

 A la luz de una colección titulada TEMPESTADES DE ACERO, los destellos de Estrella volvieron a darse, acompañados de varios de sus amigos y  de la familia Carmona Ronzón.

Lo trascedente para nosotros los espectadores fue  percatarnos del minucioso trabajo artístico de la pintora veracruzana, en lo alusivo a la temática expuesta, antes  en El Lenguaje de los Misiles  en el Centro Cultural Veracruzano y en Poshumano en Casa Principal, espacio cultural del IVEC.

 Lograr un conjunto propositivo con la denuncia de un problema social manifiesto en la sociedad contemporánea, le llevó a Estrella a develar su aguda óptica de ciudadana crítica.

                                                               

Estrella Carmona además de una sólida formación en el terreno plástico, estudió  Etnología en la Escuela Nacional de Antropología y Filosofía en la Universidad del Claustro de Sor Juana. Dicho  perfil la conduce a  filósofos como Nietzsche y Schopenhauer, pilares donde abrevó un explosivo y catártico nihilismo estético.

Para varios críticos y apreciadores de su carrera pictórica, aun para ella misma, la influencia de David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco es notoria, en su obra,  sobre todo de este último con su imponente hombre en llamas, para conseguir la monumentalidad de sus piezas protagónicas: los robots y las máquinas de guerra.

Su discurso visual habrá de perdurar porque está impregnado de una sustancia ética que abarca  un campo muy amplio de problemas… porque fue receptiva y su repertorio está empapado de intuiciones e invenciones excitantes…(Raquel Tibol)

No obstante Estrella consigue, un sello personal y desde luego distintivo, en su discurso plástico, hoy ya connotado  de manera simbólica, por ser  factor de la  denostación social  vívida en nuestros días a causa de  la avasallante tecnología mutilante de la alteridad, foco de deshumanización:

ella que  sabía mirar al otro con simpatía, con afecto, con la dulzura de la amistad y la afinidad, representó  con insólita energía lo los individuos provistos de corozas protectoras contra las bélicas Tempestades de Acero que incendian un continente tras otro. Su preocupación tenaz y constante sobre el dolor que ensombrecía al mundo que le tocó vivir (Raquel Tibol)

Estrella Carmona nos establece con su plástica, en diversos campos de batalla, no solo  en el  de las reyertas y las balas, el de las invasiones o allanamientos, sino en el de las hegemonías, resultante  por lógica  el más extremo, pues es el conductor al cambio de identidades donde el peor, el más poderoso, el dueño de los medios electrónicos y el manipulador de las verdades a medias y la estulticia es quién brilla y domina.


Así el contenido sintáctico de Estrella  es fuerte y abrasivo pero denunciante, no pasa desapercibido pues es actual, beligerante, tal como el estandarte ideológico de los expresionistas, cansados de las crímenes de guerra y de los oligopolios.

…la  era tecnológica y las formas industriales son su punto de partida, lleva al cuadro de esta energía a base de grandes diagonales y expresionismo extremo. Los temas de poder y la anarquía … destaca en su ideario y en sus motivaciones la persistencia de la pintura como afirmación moral y trascendente… ( Rita Eder)

Sus pinceladas fuertes, nos hacen detenernos en sus acrílicos, en sus tintas, en sus imponentes óleos donde el fuego de sus amarillos y rojos, a veces mediados de hermosos grises, como en La captura de Lepanto, nos orillan a retomar los seños del Quijote como panacea a la pérdida de la paz y de los sueños.

Navegantes y apocalípticos cibernautas tienen conjunción en la obra de Estrella Carmona, si nos apegamos a rutilante imaginación, desde luego provocada por la pintora,  donde no se soslaya, evaluar su creatividad, perdurable en  el polvo de Estrella, implícito en su nombre.

viernes, mayo 18, 2012

Ricardo Hernández Hernández: AURA de Carlos Fuentes


Ricardo Hernández Hernández: AURA de Carlos Fuentes
Al igual que muchas personas, se me hace increíble pensar que un famoso escritor de pronto haya dejado su último suspiro en el aire y sus ojos cerrados para siempre se hayan despedido tranquilamente para emprender un viaje largo, largo; profundo como un sueño mas; como de esos que había experimentado ese gran señor de las letras en sus novelas y cuentos: Carlos Fuentes.

Una de esas novelas cortas que tanto me gustó y que se trata de sueños y fantasías, es precisamente Aura, historia situada en el año de 1961 en la ciudad de México. Aura es una novela corta en que la fantasía penetró hasta tocar la capa más sensible de los sueños. Siguiendo paso a paso la historia, uno se va haciendo preguntas como:“¿y luego?”, “¿Qué pasará después?”. Es una historia donde los personajes se desenvuelven en una atmósfera lúgubre, oscura, casi vampiresa.

Los tenues hilos de luz que describe el escritor Carlos Fuentes, nos hace suponer que en el interior de la casa, todo es tinieblas, y la luz solo llega a existir a través de los diálogos.

Felipe Montero es un joven historiador que ha sido contratado por la dueña de la casa, la señora Consuelo Llorente, anciana de mas de cien años de edad, quien le asigna a Felipe Montero un trabajo para terminar de organizar las memorias de un general para que puedan ser publicadas. Al ver el clima que ahí reinaba, pudo haber renunciado inmediatamente a tal oferta de trabajo, sin embargo, la presencia de la sobrina de la anciana, Aura, lo hace cambiar de opinión.

En el trascurso del tiempo, en que Felipe Montero pasa viviendo en esa casa, todo se vuelve confusión para el joven historiador, en ese clima de incertidumbre, donde todo es duda, no hay respuestas, las respuestas van surgiendo en la medida en que Felipe Montero va descubriendo que las condiciones de la existencia de una, depende de la otra. Al término de la historia, Felipe Montero se ha enamorado de Aura. Piensa en sacarla de esa casa vieja, y que por vez primera, los hermosos ojos verdes de Aura, puedan conocer el mundo, de allá afuera: “Te amaré siempre. No puedo vivir sin tus besos, sin tu cuerpo…”

Se funden en una noche de caricias, platican, se aman, tienen sueños, tienen fantasías, sobre todo para Felipe Montero, que durante ese trance de amor, cambias las cosas repentinamente, ya no está acariciando a Aura, él piensa que esta aún con ella, mientras se da cuenta que los labios que besa parecen ser de la anciana:“(…) Verás bajo la luz de la luna el cuerpo desnudo de la vieja, de la señora Consuelo, flojo, rasgado, pequeño y antiguo, temblando ligeramente por que tu tocas, tú lo amas, tú has regresado también…”

Es sin duda una historia electrizante donde el suspenso parece estar en cada detalle de la casa, en cada movimiento de los personajes. Estoy seguro que si lee la historia por la noche, no podrá dormir, y se le irá el sueño como le pasó a Felipe Montero…y a mí.

Carlos Fuentes, nació el 11 de noviembre de 1928 en Panamá y murió a los 83 años de edad en la ciudad de México, D.F, el 15 de Mayo de 2012.

Daniela Aspeé Venegas: Aura de Carlos Fuentes


Aura de Carlos Fuentes,
un poema a la desesperada necesidad erótica
1

Daniela Aspeé Venegas

Pontificia Universidad Católica de Chile


Aura, del escritor mexicano Carlos Fuentes, es una obra que, en su brevedad, tiene la capacidad de confundir al lector y de hacerlo descubrir, al mismo tiempo, modos de ver la existencia que no se habría podido explicar de otra manera. Esta obra, por medio del erotismo fantástico, de los símbolos tenebrosos y de la creación de un ambiente fúnebre y exquisito, consigue llegar al análisis de la existencia de todo ser humano, a través de la explotación de uno de los miedos más grandes que han afectado a la humanidad: la muerte y su previa decadencia. En esta corta novela se da la utilización del erotismo como símbolo de la vitalidad, lo que implica que su pérdida signifique el comienzo de la decadencia tan temida.

Según Tzvetan Todorov “Lo fantástico es la vacilación experimentada por un ser que no conoce más que las leyes naturales, frente a un acontecimiento aparentemente sobrenatural” (34). Siguiendo esto, el mundo al que se enfrenta Felipe Montero en Aura cumpliría con el efecto de vacilación, es decir, sería fantástico frente a este historiador que no conoce más que las leyes naturales, razonador analista de los hechos objetivos y contables. Sin embargo, termina rechazando estos principios al convertirse en un elemento componente de ese mundo ajeno a lo racional. Felipe Montero es una creación que ha surgido a partir de una necesidad. Esta necesidad es la de recuperar la vitalidad que el avance natural de la existencia ha perdido. Esta vitalidad se manifiesta en la pasión erótica que es el elemento, cuya presencia o ausencia, marca los límites entre lo que llamaré el comenzar a vivir y el comenzar a morir.

La unión que establezco entre vitalidad y sexualidad la explicaré a través de un breve análisis de la sexualidad masculina. Uno de los rasgos primordiales de la configuración de género masculino, refiriéndome en este caso a la masculinidad hegemónica [2], es poder imponer supremacía a través de la dominación sexual. La vinculación emocional deja ver cómo la dominación histórica de los hombres en el plano sexual puede significar un factor relevante en las relaciones de poder [3] y en las relaciones de producción [4] que, según R. W. Connell, en su texto “La organización social de la masculinidad”, guían las manifestaciones de la masculinidad (37).

El varón hegemónico no cumple con los requisitos de la masculinidad si no puede ejercer su sexualidad. En este sentido, la sexualidad es parte de la definición del ser humano. Así, el avance natural del tiempo implica un envejecimiento físico del hombre que desemboca en su muerte; este envejecimiento incluye la capacidad de responder ante la sexualidad y el erotismo. Mantener vivo este erotismo, esta pasión sexual, significa retomar la vida. Es en este punto donde puedo establecer la unión con la obra de Carlos Fuentes. Me atrevo a afirmar que Aura es un poema a la necesidad desesperada de todo ser humano de recobrar la pasión erótica que ha perdido por culpa de la naturaleza y volver a través de ella a la juventud.

En Aura vemos dos extremos, la plenitud y la decadencia de un erotismo vital (vital por todas las razones antes expuestas). Felipe Montero ingresa a esta decadencia sin entenderla, pero constituye un elemento de la plenitud y su presencia es necesaria para recobrarla. La plenitud de ese erotismo, al haber trascendido la barrera de la decadencia, toma el carácter de eterna. Desde un comienzo Montero se enfrenta a una decadencia llena de elementos relacionados con la plenitud sexual, pero despojados de su función. Felipe, al igual que Aura, es la proyección de esa necesidad, de la que he hecho mención, de Consuelo. Ambos son, en conjunto, el erotismo que desea recobrar Consuelo, son ella naciendo y renaciendo a su erotismo, el cual, para traspasar su propia decadencia, Consuelo necesita hacer eterno. A continuación veré cómo se manifiesta esto a través del texto, fijándome principalmente en los símbolos.

Como ya había mencionado, desde un principio Montero se enfrenta con elementos sexuales despojados de su función al encontrarse insertos en la decadencia de la sexualidad a la que servían. La primera manifestación de esto podemos verla cuando Felipe llega a la dirección que salía en el aviso del diario y llama a la puerta sin recibir respuesta: “Tocas en vano con esa manija, esa cabeza de perro en cobre, sin relieves: semejante a la cabeza de un feto canino en los museos de ciencias naturales” (Fuentes 10). Según el Diccionario de los símbolos de Jean Chevalier, el perro corresponde a un símbolo de aspectos antagónicos. En Aura dos de sus significaciones serían correspondientes. Según lo dicho por Chevalier “La primera función mítica del perro, universalmente aceptada, es la de psicopompo, guía del hombre en la noche de la muerte, tras haber sido su compañero en el día de la vida” (816). Por otro lado, también correspondería a un “símbolo de potencia sexual y por consiguiente de perennidad, seductor, incontinente, desbordante de vitalidad como la naturaleza en primavera” (819). Así, el ingreso de Felipe Montero al mundo de Consuelo Llorente está marcado por el llamado sin respuesta de la pugna entre la muerte y la vida, entre la decadencia y el re-nacimiento. Vemos la plenitud sexual y la decadencia que ésta evita en un solo elemento. Es un perro que parece un feto en un museo de ciencias naturales, es decir, están presentes los dos extremos: el nacimiento y la muerte conmutados en recuerdo. La puerta que abre a Felipe el mundo al cual ha sido llamado está marcada por los dos extremos en pugna de dicho mundo: la necesidad de romper la decadencia que lleva a la muerte

La decadencia se hará más evidente cuando Montero ingrese a la habitación de Consuelo:

Sólo tienes ojos para esos muros de reflejos desiguales, donde parpadean docenas de luces. Consigues, al cabo, definirlas como veladoras, colocadas sobre repisas y entrepaños de ubicación asimétrica. Levemente, iluminan otras luces que son corazones de plata, frascos de cristal, vidrios enmarcados, y sólo detrás de este brillo intermitente verás, al fondo, la cama y el signo de una mano que parece atraerte con su movimiento pausado (Fuentes 12).

La combinación de elementos descritos en la anterior cita recuerda un velorio. Las luces que dan a la habitación una iluminación más que discreta -“luz, grisácea y filtrada, que ilumina ciertos contornos” (Fuentes 11)-, rodean la cama, se convierten en los veladores del lecho de Consuelo. Este eterno velorio denota una vitalidad pérdida, esa vitalidad es lo que se necesita para dar luz al mundo en el que Montero ha ingresado. Sin embargo, la presencia del conejo abre un sendero a la esperanza en este ambiente mortuorio. Según el Diccionario de Símbolos de Cooper, el conejo “es símbolo de fecundidad y lujuria, pero llevar pieles de conejo en los rituales significa docilidad y humildad ante el Gran Espíritu. [...]. El conejo es un símbolo precristiano de renacimiento y renovación de la vida al iniciarse el equinoccio de primavera”. Entonces, el conejo como símbolo de fertilidad y de renovación, siendo un elemento que escapa y regresa indistintamente, manifiesta que el velorio sólo es una etapa a la espera de la recuperación y el retorno.

La señora Consuelo es la decadencia, la vejez, la cercanía a la muerte, la vitalidad perdida, la necesidad erótica. Su cuerpo no posee ni vitalidad ni muerte, su cuerpo está carente y, por ende, decadente. Y junto a ella está lo que necesita, la coneja, una primera manifestación de Aura: “al extender la mano no tocas otra mano, sino la piel gruesa, afieltrada, las orejas de ese objeto que roe con un silencio tenaz y le ofrece sus ojos rojos: sonríes y acaricias al conejo que yace al lado de la mano que, por fin, toca la tuya con unos dedos sin temperatura que se detienen largo tiempo sobre tu palma húmeda” (Fuentes 12). Observamos aquí el contraste entre el necesitado y la necesidad, juntos, tocándose, pero no compenetrándose. Falta traspasar el límite del cuerpo, ya perdido, para recobrar esa vitalidad decadente, que está fresca en la coneja y marchita en Consuelo.

Desde un comienzo la relación entre Felipe y Aura será sensorial. Lo que determinará su relación son los ojos:

La muchacha mantiene los ojos cerrados, las manos cruzadas sobre un muslo. Abre los ojos poco a poco, como si temiera los fulgores de la recámara. Al fin, podrás ver esos ojos de mar que fluyen, se hacen espuma, vuelven a la calma verde, vuelven a inflamarse como una ola: tú los ves y te repites que no es cierto (Fuentes 17)

Según Jean Chevalier, el ojo “es naturalmente y casi universalmente símbolo de la percepción intelectual” (770). Esto es la clave que determina en qué se basa la atracción incontenible entre Aura y Felipe. Su relación es una proyección del deseo de Consuelo, lo que lleva a que entre ambos no exista conexión física, a que su relación sea en respuesta a lo que Consuelo ha proyectado en ellos. Su plenitud erótica nace en la mente de Consuelo, por lo que la configuración de ambos está determinada por la percepción intelectual de ella, siendo esto lo que los une. Así, es evidente que sean los ojos de Aura los que produzcan tal atracción en Felipe. Si los ojos son el centro de la percepción intelectual, es lógico que la compenetración profunda se produzca a través de ellos, sobre todo porque se transformarían en la ventana directa a la mente de Consuelo y a la necesidad que ella ha proyectado en Aura y Felipe con sus propios conceptos, con la percepción que posee de sí misma, de su esposo muerto y del erotismo que ella conoció y la mantuvo viva. Si a esto le agregamos el dato de que los ojos de Aura son verdes y que poseen una cualidad especial que los transforman en paisajes marinos, la relación entre la necesidad de Consuelo y el modo de contacto entre Felipe y Aura se hace más evidente. El verde posee una significación relacionada con la fuerza vital y la esperanza. Pero además el verde es color natural del agua, estableciéndose la relación con el mar que da a los ojos de Aura una configuración de paisaje. El mar y las olas implican esta necesidad expresada con la pasión que requiere. Las olas son, en una de sus significaciones, “símbolo de la pureza” por el elemento de la espuma, lo que da el primer paso al renacimiento anhelado. Por otro lado, el mar “es símbolo de la dinámica de la vida. Todo sale del mar y todo vuelve a él: lugar de los nacimientos, de las transformaciones y de los renacimientos” (Chevalier 689). Estamos frente a lo que Consuelo anhela, ese re-nacer, esa transformación de su destino lógico y biológico, el manejar su desenlace en un nivel superior, en otro ambiente, lo que el mar representa de forma exacta.

El cuarto de Felipe contrasta con el resto de la casa principalmente por un elemento, la luz: “recuerdas que deben ser cerca de las seis de la tarde y te sorprende la inundación de luz de tu recámara” (Fuentes 18). El claro contraste entre el cuarto de Felipe y el resto de la casa debe ser explicado a través de un análisis de este símbolo. La gran variedad de significaciones que posee la luz pueden resumirse en la siguiente definición: “La luz es la manifestación de la moralidad, de la intelectualidad y de las siete virtudes. Su color blanco alude precisamente a esa síntesis de totalidad” (Cirlot 286). Es, entonces, necesaria para el proceso de descubrimiento que debe sufrir Felipe. Montero necesita superar las barreras intelectuales, racionales y morales para acceder al nivel superior al cual ha sido llamado. Su racionalismo de historiador debe ser suplantado por la investigación que realiza en los escritos de Llorente, para llegar a un desenlace alejado de ese racionalismo guía de su metodología de trabajo, en el que se comprueba el final de Aura.

El resto de la casa está sumida en la oscuridad, pero no porque carezca de luz, sino porque no la necesita. El mundo que ha surgido en la casa está en una etapa de espera por la recuperación de la vitalidad más allá de la muerte, por lo tanto ha habido una superación de lo físico. Así, sólo se utilizan los sentidos de percepción: el olfato (percepción de la esencia), la vista (percepción intelectual), y el oído (percepción del otro), mientras que son rebajados los sentidos físicos: el tacto y el gusto. Cuando Felipe consigue el entendimiento final, la luz que necesitaba se esfuma, ya que superó las barreras que lo limitaban y prescinde de la razón para entenderlo: “Cuando te separes de la almohada, encontrarás una oscuridad mayor alrededor de ti. Habrá caído la noche” (Fuentes 58). La necesidad de que Felipe acceda a este nivel obliga a que no vuelva a tener contacto con el mundo racional que él conoce, el mundo de vitalidad limitada y reglamentada. Por eso es impedida su salida de la casa.

Bajo la luz del aura, Felipe ve una imagen que lo confunde entre la realidad y la imaginación: “cinco, seis, siete gatos -no puedes contarlos: no puedes sostenerte allí más de un segundo- encadenados unos con otros, se revuelven envueltos en fuego, desprenden un humo opaco, un olor de pelambre incendiada” (Fuentes 28). Esta imagen infernal no puede dejar de relacionarse con el nido de ratones que Felipe encuentra en el sitio donde debe buscar los manuscritos (Fuentes 26). Los gatos acompañan la esencia de Aura: “Caminas, sonriendo, hacia ella, te detienes al escuchar los maullidos dolorosos de varios gatos” (Fuentes 20). El dolor, el infierno en el que están sumidos, son manifestación de la prisión moral y religiosa. Aura aún está condenada a esos barrotes porque Consuelo no ha logrado superarlos y Felipe no ha conseguido el entendimiento. Los gatos prisioneros en el infierno deben ser libres, como lo eran en la plenitud de la existencia de Consuelo, donde no había cadenas morales ni físicas, donde ella gozaba de una libertad interna marcada por la inocencia, el erotismo y la juventud del cuerpo:

Un día la encontró [Llorente], abierta de piernas, con la crinolina levantada por delante, martirizando a un gato y no supo llamarle la atención porque le pareció que tu faisais ça d’une façon si innocent, par pur enfantillage e incluso lo excitó el hecho (Fuentes 38-9).

Es esa libertad la que Consuelo necesita alcanzar a través de Aura y Felipe, pero para ello Montero debe conseguir el entendimiento. Los ratones son esa incomprensión, la decadencia, los gatos para eliminarla deben quedar en libertad. Los ratones son, entonces, la barrera de la razón que Felipe debe superar a través de un proceso racional y un proceso simbólico: el entendimiento de los manuscritos y el contacto con Aura.

Llegar al entendimiento para Felipe no es fácil ni rápido. En un momento él accede a la razón de ser de Aura, pero no la comprende:

Sabes, al cerrar de nuevo el folio, que por eso vive Aura en esta casa: para perpetuar la ilusión de juventud y belleza de la pobre anciana enloquecida. Aura, encerrada como un espejo, como un icono más de ese muro religioso, cuajado de milagros, corazones preservados, demonios y santos imaginados (Fuentes 39).

Pero necesita más que este descubrimiento para entender, necesita vivir su función en la necesidad de Consuelo, acceder a la esencia de Aura, descubrir que él es un elemento que también depende de ese mundo, de esa necesidad, porque él es la perpetuación de la plenitud del general Llorente, ya que si deja de ser esto pasa a ser nada:

pegas esas fotografías a tus ojos, las levantas hacia el tragaluz: tapas con una mano la barba blanca del general Llorente, lo imaginas con el pelo negro y siempre te encuentras, borrado, perdido, olvidado, pero tú, tú, tú. (Fuentes 57).

En su cuarto, Felipe manifiesta físicamente la atracción por Aura, viviendo el erotismo que Aura requiere para existir: “Te observas en el gran espejo ovalado del guardarropa, también de nogal, colocado en la sala de baño. Mueves tus cejas pobladas, tu boca larga y gruesa que llena de vaho el espejo; cierras tus ojos negros y, al abrirlos, el vaho habrá desaparecido [. . .]. Cuando el vaho opaque otra vez el rostro, estarás repitiendo ese nombre, Aura” (Fuentes 19). Que la manifestación de este erotismo se realice frente a un espejo otorga un primer indicio de la consistencia de Aura, como creación basada en la necesidad de Consuelo por recuperar y trascender a través de una vitalidad, representada por el erotismo. El espejo corresponde, en uno de sus sentidos, a “un símbolo de la imaginación -o de la conciencia- como capacitada para reproducir los reflejos del mundo visible en su realidad formal” (Cirlot 194). En este caso, los reflejos son de un mundo invisible, pero no por eso menos real: el mundo de Consuelo y el estado de necesidad en el que se encuentra.

Como he presentado hasta el momento, lo que guía la obra es el conflicto de Consuelo. El paso del tiempo, la pérdida de la vitalidad, el olvido de la juventud son uno de los mayores miedos del ser humano. El erotismo es el símbolo de esa vitalidad que maneja la obra, pero hay otro del que Consuelo carece y al que intenta aferrarse: la fertilidad. Según lo que puedo interpretar aquí, la fertilidad, como capacidad biológica de procrear hijos, implica una entrega sin fin, por lo que el paso de los años no elimina la función paterna. En nuestros hijos se mantienen vivos nuestros nombres, nuestros recuerdos, nuestra forma de vida, nuestras enseñanzas. Carecer de esta posibilidad determina que perdemos la vida y no perpetúa. La fertilidad, entonces, como símbolo de vida es el gran dolor de Consuelo frente al gran temor que ella siente por su decadencia que derivará en la muerte total y definitiva. Este miedo podemos verlo reflejado en los manuscritos de Llorente: “Sé por qué lloras, Consuelo. No te he podido dar hijos, a ti, que irradias la vida...” (Fuentes 55). Irradiar vida y no poder crearla es el gran dolor de Consuelo. Por eso busca ser madre, vivir eternamente, no decaer. Así, decide ser madre de Aura, decide proyectar en ella su propia necesidad de vida, haciéndola mantener vivo el erotismo que cumplirá con su juventud, mientras que esta nueva fertilidad, la fertilidad del alma, logra mantener el recuerdo: perpetúa su propia juventud en Aura y la juventud de su esposo en Felipe, según como ella lo recuerda o quiere recordarlo, y así juntos cumplen con mantener eternamente la vitalidad física y espiritual que simboliza la pasión a través del erotismo.

A través de la interpretación de los símbolos que abundan en Aura de Carlos Fuentes, traté de comprobar que esta obra constituye un hermoso homenaje a la desesperada necesidad erótica de todo ser humano que ve en ella un camino de regreso a su juventud y una forma de recuperación de la vitalidad que, en la cercanía de la muerte, se pierde como anuncio de ese desenlace. Así, traté de probar que Aura constituye una proyección de esa necesidad, convirtiéndose en el modo de recuperación de la vitalidad perdida por el paso del tiempo. Por lo tanto, en Aura, el erotismo y la fertilidad constituirían símbolos de la vitalidad que marca la existencia de todo ser humano, ya que al perder estos elementos comienza la etapa de la decadencia. La fertilidad carente, Consuelo la reemplaza por una fertilidad del alma con la que procrea a Aura y a Felipe, quienes se encargarían de mantener con firmeza esa vitalidad que Consuelo necesita para dejar de ser consuelo y volver al aura.

Notas:

[1] Ponencia presentada en las III Jornadas de Doctorandos de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago,15 de octubre de 2004.

[2] La masculinidad hegemónica puede definirse “como la configuración de práctica genérica que encarna la respuesta corrientemente aceptada al problema de la legitimidad del patriarcado, lo que garantiza (o se toma para garantizar) la posición dominante de los hombres y la subordinación de las mujeres” (Connell 39).

[3] Las relaciones de poder se refieren a que la dominación de los hombres, en el sistema del patriarcado, ha guiado la configuración de los géneros en América y Europa (Connell 37).

[4] Las relaciones de producción se refieren a que, a partir de las relaciones de poder, el mundo de la productividad y el manejo de las grandes fortunas ha estado en manos de los hombres, determinando la construcción social de las masculinidades (Connell 37).

Bibliografía

Chevalier, Jean. Diccionario de los símbolos. Manuel Shivar y Arturo Rodríguez, trad. Barcelona: Herder, 1986.
Cirlot, Juan-Eduardo. Diccionario de símbolos. Colombia: Labor, 1994.
Connell, Robert W. “La organización social de la masculinidad”, Masculinida/des.
Poder y crisis. Teresa Valdés y José Olavarría eds. Santiago: Ediciones de las mujeres N.24, Isis Internacional, Flacso, 1997. 31 - 48.
Cooper, J.C. Diccionario de Símbolos. Barcelona: Ediciones G.Gili, 2000.
Fuentes, Carlos. Aura. Madrid: Alianza Editorial, 1994.
Todorov, Tzvetan. Introducción a la literatura fantástica. Silvia Delpy, trad. Barcelona: Buenos Aires, 1985.
Daniela Aspeé Venegas es candidata a Doctora en Literatura

© Daniela Aspeé Venegas 2005
Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid


Ivonne Moreno Uscanga: Carlos Fuentes: Revelador de otros Méxicos


Carlos  Fuentes:   Revelador de otros Méxicos
Ivonne Moreno Uscanga

 Referirse a la obra de Carlos Fuentes nos lleva a diversas herméuticas. Fuentes fue un escritor prolífero. Resaltado y rescatado por dos incidentes políticos, primero el relacionado con Carlos Abascal y luego con una confusión de un candidato presidencial, Fuentes se pone en el escenario público, y sobre todo para muchas personas antes no interesadas en su obra, no obstante, no debemos soslayar su enorme importancia en las letras mexicanas.

Del enorme repertorio narrativo, incluyendo teatro: El Tuerto es Rey, Orquídeas a la luz de la Luna, Todos los gatos son pardos, Ceremonias al alba, Los reinos imaginarios y su argumento a la ópera de Santa Anna, me intereso por destacar sus relatos cortos, los cuentos dentro de la narrativa de Fuentes son extraordinarios, y aún más aquellos desprendidos de sus días de descubrimiento para él y sus lectores de un México, distinto, ese híbrido maravilloso entre la cortina de nopal y la modernidad.

Traer a la memoria  Los días enmascarados, Cantar de Ciegos, Chac Mool y otros cuentos, Agua Quemada y de manera posterior Constancia y otras novelas para vírgenes,  también relatos cortos, nos encierran  además de una buena grafía, un México insisto, atrapado en su idiosincrasia y su despertar a un México moderno, al del progreso a ultranza.

Figúrate en cambio que México hubiera sido conquistado por budistas o mahometanos. No es concebible que nuestros indios veneraran a un individuo que murió de indigestión. Pero a un dios al que no le basta que le sacrifique por él, sino que incluso va a que le arranquen el corazón, ¡caramba jaque mate a Hucichilopochtli¡ El cristianismo en su sentido cálido sangriento y de sacrificio y liturgia, se vuelve una prolongación natural y novedosa de la religión indígena, Los aspectos de caridad, amor y la otra mejilla, en cambio son rechazados. Y todo en México es eso: hay que matar a los hombres para poder creer en ellos… (Chac Mool)

En Carlos Fuentes podemos anotar su cuidadoso cosmopolitismo, varios de sus relatos intercalan los idiomas inglés y francés,  cuidando el español a guisa de un pulcro de las expresiones literarias, convertidas en metáforas citadinas  de vanguardia:

Whisky soda without glass …

…el cantinero la miró con asombro: un asombro de profesional herido. Se detuvo en la postura en que la orden de Isabel lo sorprendió y dejo caer los hombros, derrotado en su oficio, por el grito agudo de la cabeza inclinada. Cerró los ojos despeñado de su antigua seguridad por la solicitud sin antecedentes:

P´raps her ladyship would like a silver goblet. Glass is so common, after all…

La cabeza en llamas se desbarató en una carcajada arrugada y pecosa. El cantinero se llevó la servilleta al rostro y detrás de ella, sofocó su risa triturada.

-Sans glace, s´il voul platit…repitió Isabel  sin mirar al cantinero…el hielo…el hielo me hace daño a la garganta… (  Víbora de la mar , de la colección Cantar de Ciegos)

Asimismo Fuentes es un apasionado de ciudad de México y de su historia, la ciudad es en su imaginación y pluma, es en sí,un personaje:

Paso al lado de una fundidora de vidrio, de una iglesia barroca, de una montaña rusa, de un bosque de ahuehuetes ¿ Dónde  Ha escuchado esa palabrita? Complementar. Giro alrededor de la Fuente de  Petróleos y subo

Por el Paseo de la Reforma. Todos los automóviles descienden al centro de la ciudad, que reverbera al fondo detrás de un velo impalpable y sofocante.

Yo asciendo a las Lomas de Chapultepec, donde a estas horas  sólo quedaban los criados y las señoras, donde los maridos se han ido al trabajo y los niños a la escuela y seguramente mi otra Elena, mi complemento, debe esperar en su cama tibia con los ojos negros y ojerosos muy azorados y la carne blanca y madura y honda y perfumada con la ropa en los bargueños tropicales…. ( Las dos Elenas)

Casi toda la escritura de Fuentes está bañada de México, de diversas maneras, la política y sobre todo el poder : La muerte de Artemio Cruz, Terra Nostra, La silla del Águila, concatenan su prosa con el México doble: el conquista y el insurrecto, el sumiso y el cínico, el ultrajado y el vivales, el reprimido y el convendenciero, el aparentemente  atado a los vínculos de la tradición familiar y social y el de la doble moral:

Estoy bebiendo un campary- soda tranquilamente en el bar del Hotel María Isabel. Digo “tranquilamente” porque el estrépito de ese conjunto de guitarras es tan grande que se anula a sí mismo, se abstrae y me permite sentarme aquí solo, con un vaso en la mano y una botana de tacos con guacamole en la mesa. Sólo hay soledad en estos lugares, no en mi hermosa gruta, no en mi bello receptáculo de todas las compañías que deseo. Así, quiero sentirme lánguido y alejado, en medio de todos los espectros cerca de los siervos encumbrados que la habitan, a la mano de las mujeres feas y tontas y cursis y de los hombres ridículos conquistadores efusivos, chistosos, que viene aquí a contarse amores repugnantes y negocios chuecos y juegos de palabras. Todos huelen a lavanda Yarley y acaban de estrenar el saco de tres botones y solapas angostas…. (Zona Sagrada)

Además de la historia nacional, el mexicanismo estrindente, la estructura de poder ensordecida por la avaricia, Fuentes se reconoce en la muerte y permea en ella, algunas de nuestras  dualidades, como la del amor y la angustia.

Con Aura Fuentes nos ubica nuevamente nos ubica en el Distrito Federal. La historia se desarrolla en el centro, en la calle de Donceles. Los personajes físicos son tres: Felipe Montero un historiador, una vieja Señora Lorente y una sobrina Consuelo- Aura.

Individuos atrapados en la atmósfera sórdida de una vieja casona cuya dueña intenta perpetuar un pretérito feliz a través de la recopilación de las memoria del general Llorente, tarea encomendada  Montero e hilo inicial de la trama, en la búsqueda de Aura, prolongación de la pasión sin tiempo, de la juventud eterna, de la belleza y de la entrega por medio de la reencarnación sexual.

Aura es el relato, convalidado al amor, y vencedor de la muerte como el reto a lo imposible, a la  perpetuidad a lo inalcanzable, al  mito. Factores esenciales en el tejido del imaginario mexicano.

Carlos Fuentes es uno de pilares en la literatura mexicano por las razones expuestas y tal vez por otras válidas de considerar, pese a los gustos o calificaciones de cada lector, no obstante no olvidemos a México y su ideología sin tener la fidelidad de este retrato: Fuentes y su periplo por los avatares de una nación multicultural, encontrada y polivante.