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lunes, julio 23, 2012

Julio Cortázar:Carta a Roberto Fernández Retamar sobre la muerte del Che






 
París, 29 de octubre de 1967
Roberto, Adelaida, mis muy queridos:

Anoche volví a París desde Argel. Solo ahora, en mi casa, soy capaz de escribirles coherentemente; allá, metido en un mundo donde sólo contaba el trabajo, dejé irse los días como en una pesadilla, comprando periódico tras periódico, sin querer convencerme, mirando esas fotos que todos hemos mirado, leyendo los mismos cables y entrando hora a hora en la más dura de las aceptaciones. Entonces me llegó telefónicamente tu mensaje, Roberto, y entregué ese texto que debiste recibir y que vuelvo a enviarte aquí por si hay tiempo de que lo veas otra vez antes de que se imprima, pues sé lo que son los mecanismos del télex y lo que pasa con las palabras y las frases. Quiero decirte esto: no sé escribir cuando algo me duele tanto, no soy, no seré nunca el escritor profesional listo a producir lo que se espera de él, lo que le piden o lo que él mismo se pide desesperadamente. La verdad es que la escritura, hoy y frente a esto, me parece la más banal de las artes, una especie de refugio, de disimulo casi, la sustitución de lo insustituible. El Che ha muerto y a mí no me queda más que silencio, hasta quién sabe cuándo; si te envié este texto fue porque eras tú quien me lo pedía, y porque sé cuánto querías al Che y lo que él significaba para ti. Aquí en París encontré un cable de Lisandro Otero pidiéndome ciento cincuenta palabras para Cuba. Así, ciento cincuenta palabras, como si uno pudiera sacarse las palabras del bolsillo como monedas. No creo que pueda escribirlas, estoy vacío y seco, y caería en la retórica. Y eso no, sobre todo eso no. Lisandro me perdonará mi silencio, o lo entenderá mal, no me importa; en todo caso tu sabrás lo que siento. Mira, allá en Argel, rodeado de imbéciles burócratas, en una oficina donde se seguía con la rutina de siempre, me encerré una y otra vez en el baño para llorar; había que estar en un baño, comprendes, para estar solo, para poder desahogarse sin violar las sacrosantas reglas del buen vivir en una organización internacional. Y todo esto que te cuento también me averguenza porque hablo de mí, la eterna primera persona del singular, y en cambio me siento incapaz de decir nada de él. Me callo entonces. Recibiste, espero, el cable que te envié antes de tu mensaje. Era mi única manera de abrazarte, a ti y a Adelaida, a todos los amigos de la Casa. Y para ti también es esto, lo único que fui capaz de hacer en esas primeras horas, esto que nació como un poema y que quiero que tengas y que guardes para que estemos más juntos.

Che
Yo tuve un hermano.

No nos vimos nunca
pero no importaba.

Yo tuve un hermano
que iba por los montes
mientras yo dormía.
Lo quise a mi modo,
le tomé su voz
libre como el agua,
caminé de a ratos
cerca de su sombra.

No nos vimos nunca
pero no importaba,
mi hermano despierto
mientras yo dormía,
mi hermano mostrándome
detrás de la noche
su estrella elegida.


Ya nos escribiremos. Abraza mucho a Adelaida. Hasta siempre,

Julio

Alicia Dorantes: Jeanne d'Arc, la Doncella de Orleans




Jeanne d'Arc, la Doncella de Orleans
Por Alicia Dorantes
Cuando entré a la habitación del rey lo reconocí de entre los otros, consejo y revelación de mi voz, y le dije que quería hacer la guerra a los ingleses

Juana de Arco

Aquel domingo se consumía de prisa. El sol veraniego bañaba la majestuosa fachada de la catedral de Reims, realzando su filigrana de cantera. Construido en el S.XIV, es uno de los más hermosos templos del gótico tardío. En la parte inferior, grandes arcos forman las tres portadas. En el centro, se abre un extraordinario rosetón flanqueado por altos ventanales de tracería -decoración arquitectónica formada por combinaciones de figuras geométricas-. El conjunto está rematado por una galería poblada de esculturas, sobre las que se elevan las dos torres caladas laterales de 86 m. de altura. La fastuosa catedral fue semi-destruida por los bombardeos alemanes durante la primera Guerra Mundial: incendiaron la torre norte y el fuego se propagó a toda la estructura. En 1919, el arquitecto Henri Deanauz comenzó su restauración con ayuda de la familia Rockefeller, restauración que hasta ahora, continúa.
Juana de Domrémy, «Juana la Doncella» o Jehanne Darc, nació en el seno de una familia campesina acomodada, en Domrémy, pequeño poblado situado en el departamento de los Vosgos en la región de la Lorena, Francia, en 1412 y murió en la hoguera, en Ruán -1431-, acusada de herejía; contaba apenas con diecinueve años de edad. Ahora es heroína, Virgen, y Santa Patrona de Francia.
Se sabe que la infancia de Juana, transcurrió durante el sangriento conflicto enmarcado en la guerra de los Cien Años que enfrentó Enrique VI de Inglaterra, con el delfín Carlos, primogénito de Carlos VI de Francia, por el trono francés y que provocó la ocupación de buena parte del norte del país Galo por tropas inglesas y borgoñonas. La mayor parte de los datos biográficos, de la valerosa joven, se basan en actas de aquel proceso impío y cruel. En cierta forma están desprovistos de crédito pues, según diversos testigos presenciales del juicio, fueron sometidos a multitud de correcciones por orden del obispo Cauchon, así como a la introducción de datos falsos. Entre los testigos estaba el escribano oficial, quien afirmó: “en ocasiones había secretarios escondidos detrás de las cortinas de la sala esperando instrucciones para borrar o agregar datos a las actas”.

Respecto al nombre de la doncella, ella comentó durante el juicio: «dentro de mi pueblo se me llamaba Jehannette. En Francia, se me nombró Jehanne desde mi llegada». El nombre de «Jehanne d'Arc» aparece en la obra de un poeta de Orleáns, por ahí del año 1576. Se cuenta que a los trece años, Juana de Arco confesó haber visto a san Miguel, a santa Catalina y a santa Margarita y declaró que sus voces la exhortaban a llevar una vida devota y piadosa. Años más tarde, se sintió llamada por Dios a una misión que no parecía al alcance de una campesina analfabeta: dirigir el ejército francés, coronar como rey al delfín en Reims y expulsar a los ingleses del país.
En 1428 viajó hasta Vaucouleurs con la intención de unirse a las tropas del príncipe Carlos, pero fue rechazada. A los pocos meses, el asedio de Orleans por los ingleses agravó la delicada situación francesa y obligó al delfín a refugiarse en Chinon, localidad a la que acudió Juana, con una escolta facilitada por Roberto de Baudricourt, para informar a Carlos acerca del carácter de su misión. El conde de la Vendôme fue quien la llevó al apartamento del rey. Cuando éste la vio, le preguntó su nombre. «Señor Delfín —contestó ella—, me llamo Jehanne, la Pucelle; y el Rey del Cielo te envía una palabra a través de mí, por la que tú serás consagrado y coronado en Reims, y serás el lugarteniente del Rey del Cielo, que eso es ser rey de Francia». Después de que el delfín le hiciera varias preguntas, ella le dijo: «Con mis respetos, te digo que tú eres el verdadero heredero de Francia e hijo del rey, y Él me envía para guiarte hacia Reims al final, donde puede que recibas tu coronación y consagración. Si tú quieres». Al acabar la entrevista, el rey dijo que Juana le había confiado secretos que no podían ser sabidos por nadie, excepto por Dios, el cual había puesto mucha confianza en ella.
No sin haberla hecho examinar por teólogos, accedió al fin a confiarle el mando de un ejército de cinco mil hombres, con el que Juana de Arco consiguió derrotar a los ingleses y levantar el cerco de Orleans, el 8 de mayo de 1429. Luego, realizó una serie de campañas triunfales que facilitaron al delfín su camino hacia Reims y permitieron su coronación como Carlos VII de Francia; era el 17 de julio de 1429. Concluida su labor, la chica dejó de oír “sus voces interiores” solicitando permiso para volver a casa, pero ante la insistencia de quienes le pedían que se quedara, continuó combatiendo, primero, en el fracasado ataque para recuperar París en septiembre de 1429, y luego en el asedio de Compiègne, donde fue capturada por los borgoñones el 24 de mayo de 1430.
Juana fue entregada a los ingleses y trasladada a Ruan. Se le juzgó acusada de brujería, por un tribunal eclesiástico con el argumento de que las voces que le hablaban procedían del diablo, con ello se trataba de presentar a Carlos VII como seguidor de una bruja para desprestigiarlo. Tras un proceso inquisitorial, fue declarada culpable de herejía y hechicería; pese a que ella había defendido siempre su inocencia, acabó por retractarse de sus afirmaciones, y ello permitió conmutar la sentencia de muerte inicial y cambiarla por la de cadena perpetua.
Días más tarde, sin embargo, reafirmó el origen divino de las voces que escuchaba, por lo que, condenada a la hoguera, fue ejecutada el 30 de mayo de 1431 en la plaza del mercado viejo de Ruán. Durante la ejecución, al secretario del rey de Inglaterra, John Tressart, se le oyó exclamar «Estamos perdidos, porque ha sido quemada una buena y santa persona». Hubo quien dijo que de Juana “quedó su corazón, intacto y lleno de sangre”. El propio verdugo, Geoffroy Therage, profundamente consternado, señaló “que había quemado a una santa”; algún soldado inglés, afirmó haber visto el alma de la joven marchándose del cuerpo. Se cuenta que sus cenizas fueron arrojadas al Sena. En 1456, Juana de Arco fue rehabilitada solemnemente por el papa Calixto III, a instancias de Carlos VII, quien promovió la revisión del proceso. Entonces fue considerada una mártir y se convirtió en el símbolo de la unidad francesa. En 1909 se le beatificó y fue canonizada en 1920, año en que Francia la proclamó su patrona.
Pero…volvamos a la catedral, al edificio gótico que destaca por su unidad de estilo, a pesar de ser una construcción que duró más de dos siglos. El interior de la nave roba el aliento, suspende el habla: mide 38 metros de altura, 139 metros de largo y 30 de ancho, resultando ser más larga y alta que Notre Dame de París. Está formada por una nave central y dos laterales, además de capillas radiales. Cuenta además con un bello coro; en él, un reloj adornado con figuras mecánicas y un singular órgano dentro de una llamativa caja medioeval. A la cúpula la rodea una girola -conjunto de naves que en la arquitectura románica o gótica circundan el altar mayor-. La catedral posee 1303 estatuas con lo que supera a todas las catedrales de Europa. Sus vitrales van desde el siglo XIII al XX; incluso Marc Chagall diseñó en 1974, el del ábside. Es dueña de hermosos tapices y retablos en los que obviamente los motivos religiosos sobresalen, si bien algunos recuerdan a ciertos reyes durante sus coronaciones. Cerca del altar, existe otra estatua de “La joven de Orleáns”: esculpida ésta, en mármol blanco. Juana porta en su vestimenta guerrera, la flor de Lis. Su rostro de niña parece sonreírnos; es el semblante de una niña inocente y profundamente buena.
Cuando salimos del templo, atardecía. Los celajes del crepúsculo bañaban la fachada y al gran atrio que la antecede, siempre sembrado de rosas, imprimiéndoles un toque de magia y misticismo. Ahí en medio de un prado, se eleva una estatua ecuestre de la joven Juana… esa, que de niña me embelesó. Esa, que fuera la víctima inocente de dos grandes potencias del mundo que en suerte le tocó vivir: su natal Francia y la fiera Inglaterra. Descansa en paz Juana: tu nombre fue reivindicado: hoy, Francia y el mundo, te admiran y veneran.  

Alicia Dorantes adorantesc@hotmail.com

Raúl Arteaga Pérez: La venganza



LA VENGANZA
RAUL ARTEAGA PÉREZ

Los resultados de la pasada elección presidencial; no me refiero a las impugnaciones, sino a las medidas disciplinarias o vengativas emprendidas contra todos aquellos que manifestaron su preferencia por candidatos diferentes a  Enrique Peña Nieto, son nefastos.  Tal es el caso de Pedro Ferriz De Con y la periodista de Megacable: Mari Jo Gamboa  que fueron ya despedidos de sus empleos.
Acciones como éstas nos colocan en la antesala de la intolerancia, del repudio y la represión sobre los que piensan y opinan diferente al próximo presidente.
La quema de la libertad de expresión en las hogueras de odio y venganza; el temperamento, berrinche, ignorancia y el miedo del PRI y del futuro régimen ante las libertades humanas orales, escritas o difundidas      por canales de comunicación masiva,  son consideradas amenazas contra el orden social. Los jóvenes, los campesinos, los trabajadores, obreros, el pueblo en general sólo tenemos el derecho a obedecer y acatar los dictados del poder.
Peña Nieto dijo durante el debate televisado que Atenco le había dejado varias lecciones y experiencias, sí, desde luego; las de no dejar sobrevivientes, la de acabar en forma violenta a todo aquel  que lo critique o se atreva a pensar o soñar.
Al actuar en oposición a sus dictados, preparémonos para lo peor: viene un nuevo Díaz Ordaz, pero remasterizado, ignorante, pendenciero, vengativo; un ente ávido de poder, de riqueza a cualquier costo y sobre quien sea, así se trate de su propia familia, ya no digamos de sus futuros vasallos.  Sólo esperamos represión y venganza.
Nota: Yo ya no compro en SORIANA

miércoles, julio 18, 2012

Epigmenio Ibarra: ¿POR QUÉ HEMOS DE ACEPTAR LA IMPOSICIÓN?



¿POR QUÉ HEMOS DE ACEPTAR LA IMPOSICIÓN?

Epigmenio Ibarra

Muy caro pagó el país haber aceptado que, luego de unas elecciones viciadas de origen, llegara al poder Felipe Calderón Hinojosa.
Rasgaron entonces sus vestiduras los medios, las buenas conciencias, los poderes fácticos. Quienes resistimos fuimos tachados, como hoy, de necios, de resentidos, de revoltosos.
Al final, “haiga sido como haiga sido”, se instaló en el poder un hombre que no fue elegido por la mayoría de los ciudadanos. Al final, la democracia mexicana sufrió un golpe casi mortal.
Solo la tenacidad de Andrés Manuel López Obrador la mantuvo con vida al conducir la resistencia dentro de los límites de la legalidad institucional.
Como Cuauhtémoc Cárdenas, en el 88, López Obrador no cayó en la tentación de promover la insurrección. Puso al país y a la paz por encima de sus intereses personales y partidarios.
Fue, paradójicamente, el que lo tachaba de ser “un peligro para México”; Felipe Calderón el que ensangrentó a México.
Para legitimarse lanzó al país a una guerra insensata contra un enemigo que, hoy, está más fuerte que nunca.
¿Vamos a permitir que suceda otra vez?
¿Cuál será el costo que deberemos pagar los mexicanos si llega al poder, pese a todas las irregularidades en el proceso electoral, Enrique Peña Nieto?
¿Por qué —me pregunto— debemos aceptar la imposición?
Aunque Peña Nieto lo niegue y los medios nacionales, salvo honrosas excepciones, lo callen, lo cierto —y sobran las evidencias— es que el PRI realizó una gigantesca operación de compra de votos.
Luego de excederse en los límites legales de gasto de campaña el PRI y Peña Nieto consideraron que al bombardeo propagandístico había que reforzarlo comprando los votos de centenares de miles, quizá de millones de mexicanos.
Fue tan grande la operación que no pudieron borrar sus huellas.
Huellas que la autoridad se niega a seguir, pese a que, quizá, se configuren ahí otra serie de delitos (lavado de dinero, asociación delictuosa) pero que los ciudadanos no perdemos de vista.
Nunca antes tantos millones habían observado, como lo hicieron hoy, articulando sus esfuerzos a través de las redes sociales, una elección.
Nunca antes se habían acumulado tal cantidad de videos, testimonios, fotografías que documentan la compra del voto.
Nunca habían circulado tan profusamente dichas evidencias y jamás habían sido conocidas por tantos millones de personas.
De las redes esta información ha saltado a las páginas de la prensa internacional. Hoy mandatarios extranjeros que se apresuraron a reconocer a Peña Nieto se ven exhibidos por esos medios.
Cayeron estos mandatarios víctimas de la operación montada por Josefina Vázquez, Gabriel Quadri, Leonardo Valdés, presidente del IFE, y Felipe Calderón.
Haciendo caso omiso de las denuncias y con un margen ínfimo de votos contados, estos personajes, con el apoyo de la tv, dieron por buenas las elecciones y por ganador a Peña Nieto.
De inmediato comenzaron a circular las acusaciones y amenazas; las burlas y descalificaciones contra López Obrador y contra los que lo apoyamos.
“No sabe aceptar la derrota”. “Otra vez se plantará en Reforma”, comenzó a escucharse en radio y tv, mientras el tono histérico de los “analistas” iba en ascenso.
Olvidan quienes se burlan o condenan la resistencia a la imposición que impugnar las elecciones es un derecho y que, habida cuenta de las irregularidades registradas, es un deber ciudadano.
La derrota no la ha sufrido López Obrador. Los derrotados hemos sido todos nosotros, hayamos votado por él o no. La derrotada es, otra vez, la democracia mexicana.
Se han burlado de nuevo de nosotros esos que durante décadas hicieron del fraude y la corrupción el sello distintivo de la “democracia” en nuestro país.
Al pasado nos encaminamos desde la misma campaña electoral y en el pasado nos instalamos cuando miles de ciudadanos fueron coaccionados, chantajeados, comprados.
En el pasado comenzamos a vivir cuando periódicos y canales de tv hicieron de las encuestas un instrumento para torcer la voluntad ciudadana, creando la percepción de que la elección estaba decidida.
Con una disculpa quieren hoy medios y encuestadoras cerrar el caso. Como si no hubieran metido las manos en el proceso electoral; como si no tuvieran que dar cuenta de sus actos.
Se le ha robado, a esos que se vendieron, su dignidad. Aprovechándose de la miseria, por unos pesos, doblegaron su voluntad; los humillaron.
También nosotros fuimos humillados. También nuestra dignidad ha sido pisoteada.
Callar, en estas condiciones, es conceder y conceder es traicionar.
Nunca llamé, nunca llamaré “presidente” a Felipe Calderón. Tampoco puedo hacerlo con aquel que, como Peña Nieto, pasando encima de la ley, atropellándonos, quiera sentarse en la silla.

Adolfo Salazar García : YO SOY 132


                YO SOY 132
Por Adolfo Salazar García
Han pasado más de 150 años desde que Charles Darwin publicara su obra fundamental “el origen de las especies por medio de selección natural o la preservación de las razas preferidas en la lucha por la vida” donde este naturalista inglés postuló que todas las especies de seres vivos sin excepción han evolucionado con el tiempo a partir de un antepasado común mediante un proceso denominado selección natural. Dicho postulado causo mucha controversia pues si bien a la postre fue la teoría que predominó sobre la explicación de cada especie de los seres vivos, en su momento fue cuestionado, criticado y hasta tachado de hereje.
                Hoy en día no existe persona alguna que no conozca el concepto de evolución aún y cuando no todos los seres humanos mostramos signos de ella. Es un concepto tan familiar para todos que ya hasta se había vuelto insulso y banal.
Hoy en día, al inicio de la segunda década del nuevo milenio el concepto ha vuelto a cobrar fuerza pero a otro nivel. Hoy no se habla de la evolución física de las especies (incluido el género humano) sino de la evolución de las conciencias o la evolución de la mente. Y es que quien podría negar que los niños de hoy poseen y manejan más información de la que nosotros siquiera soñamos tener algún día. Hoy nuestros niños y jóvenes opinan sin miedo y cuestionan con severidad los actos de los adultos en busca de respuestas concretas y coherentes que den sentido a su actuar diario. El ejemplo más claro de ello ha sido el dado en las pasadas campañas de las elecciones federales con la puesta en marcha del movimiento “yo soy 132” donde jóvenes de distintas universidades a lo largo y ancho de nuestro país olvidaron su estrato social, su formación académica y hasta sus rivalidades interuniversitarias para decir a una sola voz “ya basta”. Ya basta de manipulación. Ya basta de imposición. Pero sobre todo ya basta de pensar que no tengo criterio y que no sé lo que es mejor para mi o para mi país.
                Decían algunos que tanta fue la indignación ante la respuesta hacia los estudiantes que se manifestaron contra Enrique Peña Nieto en aquella famosa visita a la Ibero que “se despertaron las conciencias políticas de todos los jóvenes del país”. Permítanme diferir de quien creyó esto pues creo yo sus conciencias siempre estuvieron despiertas, las que estaban y en algunos casos siguen dormidas han sido las nuestras, las de los adultos que parece que ya hemos olvidado lo que es pelear por nuestros derechos o que simplemente nos hemos dejado seducir por la resignación a eventos que nos parecen irreversibles. En realidad ellos solo esperaban su oportunidad y cuando esta se presentó  simplemente la tomaron sin miedo y con la convicción de quien busca lo que es justo y correcto. Y al hacerlo reivindicaron en mucho la conducta política de nuestra nación señalando a todos los políticos de pasada que México ya no es el mismo y jamás lo volverá a ser.
                Hoy en día, después de las elecciones del 1 de julio, el movimiento sigue vivo aunque enfermo y viciado. En su afán por sumar a su causa la mayor cantidad de gente posible se dejo infiltrar por personas, partidos y sindicatos cuyas agendas políticas diferían enormemente de los conceptos básicos con que se fundó este movimiento y sin darse cuenta de a poco estas adhesiones fueron derivando en manipulación y ruptura por parte de algunos de sus integrantes. Empezaron a formarse grupos de manifestantes agresivos y radicales que adjudican sus actos en algunos casos hasta vandálicos al movimiento aún y cuando no pertenecen al mismo derivando en la imperiosa necesidad por parte de los dirigentes del movimiento de deslindarse de cada acto que se le adjudicaba al mismo restándole de esta manera credibilidad y certidumbre al futuro de la causa.  Afortunadamente no es algo que no se pueda corregir y todavía no es tarde para hacerlo, todo depende de la voluntad conjunta de sus integrantes.
                Sé de antemano que el camino no será fácil para ninguno de los que decidan seguir adelante con este movimiento. Los tentarán con ofertas que jamás soñaron; los criticaran por cosas que jamás hicieron; los perseguirán y los difamarán. Pero recuerden que lo que está en juego es el futuro de nuestra nación. Nuestro futuro. Es mucha la apuesta como para rendirse y tirar la toalla. Hoy más que nunca creo en esa frase que dice “nuestro futuro es hoy”. Hoy veo una luz al final del camino. Esta en ustedes jóvenes universitarios el que esa luz se extinga o brille con más fuerza que nunca. Esta en ustedes que este movimiento sea una anécdota más de estas últimas elecciones federales o que pase a la historia como el inicio del fin de ese México corrupto e injusto en el que hoy vivimos. Mi apoyo con ustedes porque “Yo soy 132”.

sábado, julio 14, 2012

Safo: POEMAS

POEMAS
Safo
Safo (c. 600 a.C.)  Aunque no se sabe mucho acerca de su vida, perteneció al parecer a una familia noble y fue contemporánea del poeta lírico Alceo, de quien se supone fue su amante, y de Stesichorus. También se dice que se casó con un hombre rico de la isla de Andros y que tuvo una hija llamada Cleis. Otra leyenda sostiene que, tras ser rechazada por el joven marino Faón, se arrojó desde un acantilado en Léucade (una isla de la costa occidental de Grecia). No se sabe cuando murió, pero en sus poemas de última época se describe a sí misma como una anciana que goza de una vida tranquila, pobre, en armonía con la naturaleza. Poeta lírica griega cuya fama hizo que Platón se refiriera a ella dos siglos después de su muerte como la décima musa. Nació en la isla de Lesbos, probablemente en Mitilene.
Safo escribió nueve libros de odas, epitalamios o canciones nupciales, elegías e himnos, pero apenas se conservan algunos fragmentos de todos ellos. Entre estos destaca la Oda a Afrodita.
La poesía de Safo se caracteriza por la exquisita belleza de su dicción, su perfección formal, su intensidad y su emoción. Inventó el verso hoy conocido como oda sáfica (tres endecasílabos y un adónico final de cinco sílabas).  He aquí seis poemas de ella; sólo para que el lector le siga la pista a esta gran poeta de la que casi nada sabemos ¿O, sí?

I
La luna luminosa
huyó con las Pléyadas;
la noche silenciosa
ya llega a la mitad; la hora pasó, y en vela
sola en mi lecho, en tanto
suelto la rienda al llanto
sin esperar piedad.

II
Amor, que el pecho mío
continamente agita,
es dulce y es impío,
y es más que una avecita
volátil y ligero.
¡Ay! de su dardo fiero,
¿quién consiguió victoria?
Renueva, amada mía,
renueva la memoria
de cuando Atis ardía,
tu dulce amor odiaba
y a Andr6meda estimaba.

III
Desciende, Venus bella,
y en las doradas copas
con el suave néctar,
mezcla purpúreas rosas,
y a mis dulces amigos
que tu deidad adoran,
con divinal bebida
inspira y alboroza.

IV
Será tal vez hallada
simplecilla labriega,
si dulce amor hirióla
con su dorada flecha,
Amor el rapazuelo
de Venus Citerea,
que con su blanda mano
doma las bravas fieras.
Y la joven hermosa
nacida en la floresta,
siendo de amor tocada,
ya suaviza y templa,
las rústicas costumbres,
la esquivez de la selva,
plegando sus vestidos
con gracia y gentileza.

V
De los verdes manzanos
en las frondosas cimas,
con estruendoso ruido
las aguas se deslizan,
las puras frescas aguas
que el peñasco destila;
el delicioso estruendo
de las hojas movidas
del apacible viento
süave sueño inspira,
y con Venus hermosa
soñaba que dormía;
mas de las altas ramas,
del viento sacudida,
una roja manzana
de mi sueño me priva.

VI
Al Olimpo volara
si alitas yo tuviera,
cual cándida paloma,
y a Pafia la risueña
mis cuitas contara,
mis amorosas quejas,
y de allí a las alturas
de los montes viniera,
y enlazaran mis brazos
la causa de mi pena:
que el amor dulce amargo
con fiera violencia
mi corazón impele,
le arrebata y le lleva,
cual viento impetuoso
arranca por las selvas
en los excelsos montes
a las encinas gruesas.


Ignacio García: La banca


La banca
Ignacio García

No, no me refiero a la banca comercial financiera “mexicana” en manos de usureros no mexicanos. Más bien, hablo de esos descansos que se colocan en parques, jardines y en algunos pequeños bosques, con la intención de que la gente vaya a ellas, y descanse un poco, platique con los amigos, enamore al ser de sus sueños o, simplemente, en la soledad más absoluta, reflexione acerca de los mil avatares que tiene que resolver en la vida.
Ya aclarado de que banca vamos a hablar, diré que las hay y muy famosas. Por ejemplo, aquella en la que un día se sentó Borges a la orilla del Río Charles en Boston, Cambridge, para tratar de leer algunas páginas ─ ya no se sabe si de Spinoza o Schoppenhauer. De pronto, en medio de su ya avanzada penumbra, creyó distinguir en el lado opuesto de su banca, a un hombre joven, bien vestido, con peinado a la manera británica de la época, mirada inquisitiva y, lo más intrigante del asunto; muy parecido al Borges ya viejo que tuvo esa visión de uno semejante a él, y sentado a su lado. En un instante todo se fue como vino. Se trató sólo de un flash en medio de sol y hojas. No obstante, eso bastó para que, llegado a casa, Borges urdiera, de un solo plumazo, uno de sus cuentos preferidos y más famosos, me refiero a “El Otro”. ¿Visión? ¿Dictadura de la penumbra? ¿Ilusión óptica? ¡Qué importa! El cuento de Borges anima al lector a parafrasear para nosotros mismos lo dicho allí: Mi alter ego creía en la invención o descubrimiento de metáforas nuevas; yo en las que corresponden a afinidades íntimas y notorias y que nuestra imaginación ya ha aceptado. La vejez de los hombres y el ocaso, los sueños y la vida, el correr del tiempo y del agua.
Recordemos asimismo,  que un día, en medio de su ya también avanzada penumbra debido al glaucoma, James Joyce fue a la banca de Jardín Botánico Nacional de Irlanda, donde solía sentarse y aventar migas de pan a las palomas. Entre uno y otro destello, el escritor creyó de pronto descubrir, entre el grupo de palomas, a una de inigualable collar blanco que, hacía ya 20 días, él no había visto entre el grupo. La vio descender venida de las aguas azules de la Bahía de Dublín y del lado donde muy arriba soplan los vientos de la Europa del norte; vientos entre los cuales se  hallan los llegados de la isla de Grecia. A la vez que observaba a la recién vuelta a casa, el escritor urdía en su mente ─a manera de flujo de conciencia─ su próxima novela que aún no tenía título ni leit motiv que la hiciera avanzar más allá de lo que Joyce a empujones trazaba con su lápiz. ¿Revelación súbita? ¿Epifanía? Lo que haya sido, el arribo de la paloma, los 20 días sin verla, y esa brisa marina que Joyce siempre imaginaba griega, le dieron la idea final. Del bolsillo de su chaqueta sacó una navaja y, poco a poco, fue grabando sobre el respaldo de madera de aquella banca, la palabra Odysseus. Sí, su próxima obra había tomado forma; su alter ego y trama de la novela se establecieron en un instante en su mente. Su obra siguiente se llamaría Ulysses, obra cumbre de las letras universales; un enjambre de letras que  contiene  un extraño hábito autobiográfico que llevó a James  a componer mentalmente una breve oración sobre sí mismo, con el sujeto en tercera persona y el predicado en tiempo pretérito.
Fue una tarde de otoño (apenas entrados los 90’s) que Emile Cioran salió de su departamento de descanso en Budapest, con un cuaderno de notas bajo el brazo, y se dirigió al parque Herăstrău para sentarse en una de las bancas frecuentadas en su adolescencia. Por un tiempo, y antes de ponerse a escribir, vio volar hojas, arrastre de raíces y arenilla, una que otra corneja que merodeaba a sus pies, y una…una. De pronto, todo se convirtió en bruma. El filósofo de la zozobra olvidó de pronto no sólo que estaba haciendo allí, sino no sabía quién era él, de dónde provenía, si tenía una casa y si la poseía cuál era el camino de regreso a ella… Para uno de los pensadores más lúcidos que ha dado el siglo XX desde Vàlery (palabras de Walter Benjamin),  Cioran había iniciado lo que más tarde se diagnosticaría como la enfermedad de Alzheimer.
Unos vecinos que lo vieron caminar vacilante por las calles, lo condujeron a su casa, donde poco a poco fue recobrando –así sea sólo por algunos días—la memoria, antes de perderse por completo en lo que él mismo llamó “la desgarradura del olvido”. Fue por aquellos últimos días de conciencia exacerbada  que escribió uno de sus últimos y letales pensamientos:
Existe un placer innegable en saber que lo que se hace no posee ninguna base real, que da lo mismo realizar un acto que no realizarlo. Sin embargo, en nuestros gestos cotidianos contemporizamos con la Vacuidad, es decir, alternativamente y a veces al mismo tiempo, consideramos este mundo como real e irreal. Mezclamos verdades puras con verdades sórdidas, y esa amalgama, vergüenza del pensador, es la revancha del ser normal”.
Está, finalmente, la banca que Sylvia Plath, quien aprovechando un viaje de negocios de su ex -esposo, el también escritor Ted Hughes, lo acompañó a la ciudad de Nueva York, y  eligió el Central Park para pasar tres, cuatro tardes inolvidables. Los niños se habían quedado en casa y ella tenía ahora un tiempo para hacer lo que más le gustaba: escribir a solas. El ejercicio de la poesía era para ella una suerte de catarsis, cuando no, de auto-exorcismo para echar de ella unos demonios que habían vagado por allí, hallaron la casa de Sylvia limpia y barrida, y se hicieron de su mente y espíritu, al grado de empujarla varias veces al suicidio.
Sentada por las tardes en aquella banca de Central Park, hacía parecer como que eso era lo que la poeta requería: un poco de libertad para escribir, responsabilidad compartida con los niños, unos oídos que oyeran el grito de su interior. Su cara era luminosa cuando regresaron de Nueva York a su casa en Londres.   Ted Hughes estaba optimista… tanto que, en cuanto pudo, salió por la puerta de atrás  en busca de su amante Assia Wevill,  para dejar otra vez con toda la carga material y existencial, a su ex -esposa (se habían ya  divorciado apenas un año atrás y los intentos de Hughes eran más bien un descargo de culpa). Lo que nadie sabía, era que fue allí, en una de aquellas bancas de Central Park, que Sylvia había tomado la decisión final. En una de las rendijas de la banca, dejó una hoja echa rollo que contenía lo que sería el último de sus poemas; he aquí los últimos párrafos:

Imaginé que volverías como dijiste,
Pero crecí y olvidé tu nombre.
(Creo que te inventé en mi mente).

Debí haber amado al pájaro de trueno, no a ti;
Al menos cuando la primavera llega ruge nuevamente.
Cierro los ojos y el mundo muere.
(Creo que te inventé en mi mente)



El 11 de febrero de 1963, tres días después de su estancia en Nueva York, Sylvia se levanto, bañó, vistió y dio de desayunar a los niños. Acto seguido, los puso a salvo en alguna de las habitaciones; abrió la llave del gas de la hornilla, y dejó que éste se fuera llevando su espíritu… no así sus poemas:


No quiero una caja sencilla, quiero un sarcófago
de atigradas listas y un rostro pintado, redondo
como la luna, que mire, quiero
estar mirándolo cuando lleguen, escogiendo
entre minerales mudos y raíces
.

¡Debí haber preservado mis días, como frutos, en azúcar!
Mi espejo se empaña:
unos pocos hálitos, y no reflejará ya nada.


COLOFÓN
No parece extraño que cualquier persona tenga entonces su banca favorita y acuda a ella cuando, sabe, nadie más la ocupa. La del poeta, es una hecha de gruesos tablones de árbol mulato, con apenas algunas fisuras, y la enfermedad de moho, producto de la brisa que le llega de una cascada a su lado izquierdo. La banca se halla en un jardín que bien podría decirse “se bifurca”, debido a las múltiples opciones que tiene para pasear por él.
No pocas ocasiones, el poeta ha pasado frente a ella con la tentación de sentarse. ¿Para qué? No lo sabe. Tal vez para experimentar qué se siente hablar a solas, sin tener como acompañante a lo más hermoso que han vislumbrado sus ojos. Pero se niega. Quizá, porque teme que, al sentarse, vuelva a resucitar en él aquella ilusión sin esperanza alguna. O, como en el caso de Borges, su Otro vuelva  a los caminos de la ingenuidad y el fracaso y se abran entonces ese tipo de heridas y desgarraduras que las ausencias provocan.
Él, mejor sigue de frente. Sabe que es su banca y a la vez que nunca jamás volverá a serlo ya. Porque para que una cosa sea de uno para siempre, debe llevar los signos del por qué, y aquí, cualquier señal de motivos ajenos a la ausencia, han desaparecido. Sentarse solo a la banca, sería como tener una espada que no sirve para quien luchar. Vale sentarse allí,  si la presencia Única desbarata en él todo concepto del universo que le rodea, y lo que permanece es solamente ese estado de éxtasis, de conmoción y pérdida de lo más elemental, debido a esa hermosura que en él consume todo su ser. Allí, él olvidaba su quehacer y el ajeno, resistía los embates del mundo y sus demonios, y sólo existía mirada para quien hablaba sin más acento que aquel que luego es llevado por las noches al cuaderno para convertirlos en poema de belleza extrema.
Cuando pasa frente a esa banca es inevitable verla de reojo: tan sola, tan correoso y vacía de voces: tan inevitablemente común, pues falta en ella la figura fascinante de quien le dio forma e hizo del poeta parte de ella.
No, no podría ni podrá ya el poeta a volverse a sentar en esa banca. Le harían falta esos ojos que siempre esquivaron los mejores de sus versos, y le faltarían aquellos labios que como pañuelos rojos, hoy ondean en los territorios más lejanos de su corazón. Pues no es mentira que la ausencia disminuye las pequeñas pasiones y aumenta las grandes, lo mismo que el viento apaga las velas y aviva las hogueras.


















Hindra Ceballos López: Elecciones sumisas



Elecciones Sumisas
Hindra Ceballos López

Desde antes de la conquista española, hacia 1445 ya el imperio Mexica, se acondicionaba a la supremacía del poder  en Tenochtitlán…  En 1519 los pueblos de México entregaron ese poder  a extranjeros,  quienes  los engatusaron con espejos,  cuentas de colores;   los creyeron  dioses. Los indígenas cambiaron  su costumbre de obedecer a sus enemigos vecinos por  un país extraño que los esclavizó, violó, saqueó, a cambio de un credo  secular de represión disfrazado de caridad; un gobierno de dominio y control que aún, ahora, en los albores del siglo XXI,  ha dejado notar secuelas en la conducta alienada de nuestras masas sociales.
Siendo demasiados hechos por señalar, relacionar su abundancia sería  muy difícil con un espacio tan reducido y  abarcaría demasiados intereses, tiempo, estrategias y demás;  sólo me atrevo a puntualizar que,  así como los españoles se aprovechaban de cada situación a favor de su conquista, sin olvidar que  la epidemia de viruela diezmó física y moralmente a los habitantes de esta Nación para convertirla en  “La Nueva España”;  hoy la política sucia se sirve de confusiones,  el ánimo de los mexicanos está contagiado por el negro mal del conformismo y eso se ha dejado notar en las elecciones del 2012.
Parece que la candidez permanece y sigue respondiendo a través de los tiempos, es aún inmadura la esencia del pueblo mexicano  ante la seducción inmediata y mediática, para reflexionar que una despensa no dura seis años, que los objetos con logos tricolor no son mágicos ni son la representación de nacionalismo; que PRI no significa libertad, abundancia,  patria... que las elecciones hacen picadillo la dignidad de una nación que merece ser tratada con respeto.
Un partido político derramó falsas promesas amarradas a centavos, tortas, tarjetas telefónicas o de consumo. La estrategia funciona: empobrecer a un individuo para debilitar su voluntad y posteriormente,  controlarlo por medio de limosna. Ha sido uno de los instrumentos de manejo  en  la globalización económica del mundo; ¿Por qué no ser la directriz de la política mexicana?
Algunas secciones del país se revuelven en sí mismas ante el descaro de la impunidad, frente a la ostentación de  actitudes corruptas, sin conciencia, sin asomo de los más mínimos valores  que requiere la  convivencia social. El ensayo igualitario que inició la Revolución Mexicana ha sido pisoteado por el mismo partido que abanderó otrora el tiempo la libertad e igualdad de nuestra Patria.
¿Qué hacemos para rescatar algo de los maltratados valores que conforman a una nación? Por lo pronto,  manifiesto inconformidad ante la falta de democracia.  Reconozco que de una u otra forma esta lucha que jóvenes con la mente aún no adormilada por el opio con que la televisión  induce a las actitudes agachadas y obedientes, puede arrancar el milagro de sacudir a México, un país con una larga historia de abusos. Como dice un proverbio etíope: “Las arañas, cuando unen sus telas pueden matar a un león”;  estoy segura que podemos neutralizar la impunidad de unas elecciones absolutamente fraudulentas, que podemos acabar con las patrañas de una política condicionante y desigual  ¡Basta de estafar  la buena voluntad y las necesidades de un pueblo que sin tanto robo podría ser uno de los países más ricos del mundo! ¡Basta de parálisis!

lunes, julio 09, 2012

Lourdes Franyuti: Semana sin lunes


Semana sin lunes
Lourdes Franyuti 

           
Otro día que desprendo del almanaque. Un día largo y gris, de ésos que se pasan despacio, desayunando, comiendo y cenando frente al ordenador; esperando a que las manecillas del reloj le ganen la carrera al tiempo. Interminables trazos por realizar, y mi mente divagando en cómo continuar con el anteproyecto de diseño para el que me han contratado.

Supongo que el día de hoy no es un buen día para trabajar; ya lo he arrancado de mi vista… Es lunes y la cabeza me estalla. Pudiera ser que una cargada taza de café ayude en la contienda. Conecto la cafetera y sigo esperando a que el tiempo me ayude a atrapar alguna idea. Abro el cajón de mi escritorio para buscar una libreta de notas y lo primero que hallo es un cubo de rubik que mi hijo ha dejado olvidado.

Lo observo con detenimiento y recuerdo cómo jugaba yo con él cuando era niño; le llamaba el cubo mágico: un rompecabezas tridimensional totalmente revuelto. Las seis caras que lo conforman me hacen recordar mi creatividad en este momento: todo un desastre en cuanto a esquinas, posiciones lineales, formas de cruz…Analizando la problemática del cubo, imagino las diferentes rotaciones, variaciones y posibilidades en cambios de colores.

Regreso a la computadora. Ahora tengo el plano a medias y el cubo frente a mis ojos. Le doy vueltas y detecto cuatro esquinas en color azul. Alzo mi vista al plano y me percato que las pegatinas azules y esquinadas coinciden con las cuatro esquinas del espacio escénico del teatro que proyecto. Las despego y las coloco sobre el ordenador.

Mi mente selecciona imágenes, medidas, espacio para butacas, con los colores del cubo, mismos que sigo despegando y colocando en la pantalla. Todo es más claro ahora y comienzo a separar las secciones del plano por colores. Las horas pasan y el trabajo se va completando. Miro el cubo y se ha quedado con solo cinco pegatinas formando una “L”.

Sin darme cuenta, se ha hecho tarde; ya casi termina este día. Despego las pegatinas de la pantalla para regresarlas al cubo, mismo que he ordenado en simetría y color. Volteo a la computadora y distingo el plano exactamente igual a como estaba en la mañana, sin modificación alguna. La alarma del reloj suena recordándome la hora. Ha iniciado el día martes. Al parecer, todo lo sucedido ayer se ha perdido; como si el almanaque con todo y su santoral me gritara desde el muro donde está colgado, que ésta será una corta e improductiva semana sin lunes.


Henri Bergson : El recuerdo del pasado


Henri Bergson - El recuerdo del pasado
edit all detailsNos colocamos de golpe en el pasado: El recuerdo puro, más allá de la imagen 
¿Se trata de encontrar un recuerdo, de evocar un período de nuestra historia? Tenemos conciencia de un acto sui generis por el cual nos separamos del presente para volvernos a colocar en primer lugar en el pasado general, luego en una determinada región del pasado, trabajo de tanteo, análogo a la puesta a punto de un aparato fotográfico. Pero nuestro recuerdo permanece aún en estado virtual; de este modo sólo nos disponemos a recibirlo adoptando la actitud apropiada. Poco a poco, aparece como una nebulosa que se condensa; de virtual pasa al estado actual; y a medida que sus contornos se dibujan y que su superficie se colorea, tiende a imitar la percepción. Pero permanece adherido al pasado por sus profundas raíces y si, una vez realizado, no se resintiese de su virtualidad original, si no fuera, a la vez que un estado presente, algo que contrasta con el presente, jamás lo reconoceríamos como recuerdo... 
... La verdad es que jamás alcanzaremos el pasado si no nos colocamos en él de golpe. Esencialmente virtual, el pasado no puede ser captado por nosotros como pasado a no ser que sigamos y adoptemos el movimiento mediante e! que se abre en imagen presente, emergiendo de las tinieblas a la luz. En vano buscaremos la huella en alguna cosa actual y ya realizada; sería lo mismo que buscar la oscuridad bajo la luz. Ahí radica precisamente el error del asociacionismo: situado en lo actual, se agota en vanos esfuerzos por descubrir, en un estado realizado y presente, la señal de su origen pasado, por distinguir el recuerdo de la percepción, y por erigir en diferencia de naturaleza lo que de antemano ha condenado a no ser más que una diferencia de magnitud. 
Imaginar no es acomodarse. Indudablemente, un recuerdo, a medida que se actualiza, tiende a vivir en una imagen; pero lo recíproco no es cierto, y la imagen pura y simple no me llevará al pasado más que si he ido efectivamente a buscarlo en el pasado, siguiendo así el progreso continuo que le ha llevado de la oscuridad a la luz.
Bergson, Henri. Memoria y vida. II.  La memoria o los grados coexistentes de la duración. A) Principios de la memoria  [24].  Págs. 48-49. Alianza Editorial, Madrid 1977. Traducción de Mauro Armiño.

Ignacio García: Antoni Tàpies, el habla del arte


Antoni Tàpies: el habla del arte
Ignacio García 
Para Isabel Lorenzo, quien en un gesto de amistad no común,
me obsequió el libro de Tàpies, y con ello el asombro de
muchas tardes veracruzanas.

Después de un tiempo de ocupar la pluma en escribir para diarios y revistas impresos, siendo la columna vertebral de esos artículos , el ascenso de la corrupción, ignorancia y perversidad de la dupla Televisa-PRI -con margen que advierte el peligro de que un vedette, cuyo IQ apenas es detectable, sea quien gobierne México─, considero que vale la pena regresar a cosas menos deprimentes, oscuras y ominosas, y rendir tributo aquí a uno de los artistas más extraordinarios que ha tenido la región Catalana: me refiero al artista plástico Antoni Tàpies, fallecido el pasado mes de febrero a los 88 años de edad.
Quien se detenga a observar la obra de Tàpies por algunos minutos, se llevará tal vez la idea de que todo ese collage en que se mezclan elementos iconográficos, signos de escritura, herramientas antropomórficas, pisadas y signos que aluden a la realidad de su tierra, superficies distorsionadas, uso de objetos cotidianos y del barniz, tal vez dirá que esos emplastes son todo, menos arte. Será entonces el susurro de algunas neuronas espejo dentro de mi cerebro, lo que me hizo conmover desde la primera vez que vi una obra de él.

Fue en 1985, cuando mi amigo, el también artista plástico veracruzano, Raúl Guerrero, hizo llegar a mis manos un libro que recogía una buena parte de la obra de Tàpies. De inmediato hubo una especie de “habla”entre esos grumos negros, cruces al margen y letras aisladas, y la poesía que yo he intentado, tal vez de manera fallida. No sólo eso; cada uno de los cuadros de Tàpies dictaban a mi pluma el tema y contenido de un poema. Fue entonces que escribí “La Corona de hierro”; un cuadernillo con ilustraciones del artista catalán y poemas que trataban de completar esa encarnación entre espacio y palabra.

El cuaderno se convirtió en tématico, uno que versaba sobre la búsqueda del Nombre de Nombres, extraviado por los humanos en su ascenso al cielo a través de la Torre de Babel; el acto hizo que se perdiera la Ur-Sprache (lengua común) de los hombres. Inició entonces una larga búsqueda por hallar esa lengua única que, se sospecha, sobre la frente de una corona de hierro. Evitar que el Nombre vuelva al contagio humano, fue encomendado a varios hombres; desde los Escribas de la Torah (quienes creen que el yiddish es el lenguaje de los ángeles), hasta la misma Cábala judía, Hermes Trimegisto, Angelus Silesius --para quien el mudo y el sordo son quienes más cerca están de la vulgata perdida del Edén--, y otros como Welheim Valk, Platón, Paracelso, Agrippa de Nettesheim, Jacob Böme, Mallarmé, Borges y el mismísimo Antoni Tàpies.

Unas 35 obras del artista catalán, son acompañados por su respectivo poema, junto con la literal convicción de que Tàpies algo sabe de aquel que Novalis llamó Shemhamphorasch.

El asalto a la mirada de quien escribe, provino de esa suerte de lenguaje pictórico con el que Tàpies casi dicta el poema, lo reduce a una sola letra, exalta la palabra y se apresura a conservar el mundo “tal y como es”. Porque Tàpies no es únicamente un referente artístico del informalismo en Europa y el mundo, sino alguien que sabe traducir el pensamiento de los otrospara que comprendan la "intención" básica de un lenguaje mutuo: un entendimiento que logra a través de su papel como filósofo, que reflexiona sobre la esencia del ser humano y tiende puentes entre Oriente y Occidente.

Si el arte encarna y se vuelve palabra, ésta no es sólo abstracción y actitud pasiva. Se trata de uno seguido de reflexiones de un intelectual que ama la filosofía, que se interesa por el budismo zen hasta integrarlo en su propuesta estética, y que quiere dejar claro su compromiso con la sociedad en la que vive. Es así que en un libro titulado “La realidad como arte”(1974-1979), cuyo autor es el mismo Tàpies, se refiere al Hombre nuevo, más libre y más justo. Sin dejar a un lado sus convicciones, es capaz también de establecer una crítica contra algunos excesos de la izquierda que, pocos años atrás había luchado contra la dictadura, y que ahora utiliza la demagogia– siempre, según el autor – para entrar a formar parte de un mercado que no apuesta por el arte que él mismo considera auténtico. Para él la cultura de nuestro tiempo debe cumplir con una auténtica función humana tanto individual como social. Se trata… de saber distinguir y gozar de los valores auténticos del mundo y de preservarlos.




Pero preservar, mantener y ser consecuentes con la realidad del mundo, requiere algo más que el puro sentido de la razón occidental. Así es como Tàpies gira en su arte y en su persona y vuelve sus sentidos hacia Oriente donde encuentra (sin que su pensamiento de izquierda se lo impida) una respuesta a sus inquietudes espirituales; de ahí que su misma iconografía no sea tan fácil de asimilar: su contenido material pervive gracias al toque espiritual que el artista le impone como sello de su experiencia con el hinduismo y otros. Alejado del realismo socialista, pero también de los “falsos abstractos” que banalizan la función última del arte, Tàpies apuesta por un artista militante; dirá: “el artista se sumerge en las profundidades de la soledad no por egoísmo, sino para poder alcanzar, con angustia…sentimientos, temores… que bullen por todo el inconsciente colectivo de su pueblo”


La obra de Tàpies, que contempla 7000 piezas o más, muestran a un artista que sabe entablar (a través del símbolo y el grafitti) un diálogo con aquellas conciencias que buscan en el arte una fusión difícil de hallar. Gran conocedor de la tradición filosófica tanto occidental como oriental, Tàpies supo construir una estética inimitable (que no pocos han intentado). Cuadros, murales, esculturas, collage, performence, que, sin duda, ayudan a comprender esa obra que se mezcla y confunde – porque es la misma cosa – con la vida y el compromiso histórico. Con tanto entusiasmo y energía, que no reconoce que siempre hay que dejar abierta la posibilidad que existan otros caminos diferentes al que nosotros hemos elegido.