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jueves, septiembre 11, 2014

Pedro Vidal: Tres poemas

     
PEDRO VIDAL: TRES POEMAS

A las voces femeninas

En mi mundo entristecido
el silencio y la nada,
reinan entre mis castillos,
de muros añorantes,
de solos tiempos.
Y se quiebran…

Sacudidos por ondas,
que parten el suelo
y vuelo;
Con un sonido de piedra.
Y me asgo
a esa voz de perfume.

Que nace…
de infinitos pozos
con hilos carnosos,
y delgados sueños.
Que súbita viaja…
entre mis llanos inhóspitos,
semilla y fruto a la vez.

Un timbre llega
y otro,
y muchos
peldaños de distinta tesitura,
como campanas armoniosas,
de ángeles tocando su lira
de solo dos cuerdas;
Que siguen derrumbando el reino.

Y se quedan…
aun no estando.
Entre vestigios busco…
¡grito!…
¡me pregunto!...
           
Mas, me gusta quedarme así
sin saber.
Solo, esperando que vuelvan
mientras caigo.
           
Me quedo con mis dudas,
de alturas desconocidas.
Con sus colores,
dulces y amargos.
Me quedo con sus aromas,
con el viento y su sonido.
Me quedo con mi mundo
que poco a poco se levanta
Me quedo…
con su boca y nada.

        Ciclos eternos

Soy agua y tú cielo,
de nubes con ojos,
y cálida lluvia.

Soy agua y tú montaña
de deseos nacientes,
y riscos de aliento.

Soy agua y tú valle
de flores con labios,
y aroma de pieles.

Soy agua y tú rio,
de locas corrientes,
y choque de fuegos.

Soy agua y tú mar,
de impacientes marejadas,
de ciclos eternos.

           Errante  

Caminante indetenible
que endulzas mi camino
¡Oh! qué momentos aquellos
cuando el deseo nos sumergía
y escapábamos.

Hoy, cambiamos
mas no el camino.
Como dormida llevas
remolinos de otra vida
de cara al suelo
al ritmo de tu pulso espumoso.

Mil sombras de arena
emergen de tu pulcritud pasada,
el cielo tiñes, y lo humedeces
con tus sueños de agua.

Ante el paisaje mutilado
lloras, gritas
quieres renovar tu cuerpo.
Pero la lumbre de tus sombras,
te apaga.

Libérate…
y vuélvete tiempo
de paz ahógate.
Sigue tu camino
el mismo de siempre.




lunes, julio 07, 2014

Alicia Dorantes: El cáncer y los niños

Vivir no es sólo existir, sino existir y crear,
saber gozar y sufrir y no dormir sin soñar.
Descansar, es empezar a morir.
Dr. Gregorio Marañón

Se llama cáncer pediátrico al que afecta a niños y jóvenes. Es importante recalcar que, cuando el cáncer afecta a esta población, lo hace en forma distinta a como afecta a los adultos. Sólo por citar: muchos de los tipos de cáncer que se presentan en la edad adulta, son el resultado de la exposición a agentes productores de cáncer como tabaco, dieta, sol, agentes químicos y otros factores que tienen que ver con las condiciones ambientales. El cáncer de los niños también puede deberse a agentes que están en el ambiente, como sucede con los insecticidas y abonos químicos, aunque esto último, quienes los elaboran, prefieren callarlo.
Los tipos de cáncer más frecuentes en pediatría son: leucemias, tumores de sistema nervioso, de hueso, del sistema linfático (linfomas) y de hígado. Un niño con cáncer debe ser diagnosticado lo antes posible y tratado por equipos de especialistas en oncología pediátrica. Estos equipos se encuentran, por lo general, en los grandes hospitales pediátricos, en centros de alta complejidad o centros universitarios.
Otra diferencia es que el cáncer en los niños tiene, en la mayor parte de los casos, un mejor pronóstico que el de adultos, por lo que es importante que todos los niños acudan y reciban el tratamiento correcto en el tiempo indicado. En este lapso, el niño soporta procedimientos dolorosos, estudios y tratamientos agresivos, tolerando situaciones diferentes a lo que eran sus actividades antes del diagnóstico y limitando así su vida infantil.
Por otra parte, los padres deben enfrentar el impacto del diagnóstico: tratar con médicos hasta entonces desconocidos, enfermeras, paramédicos y conocer los beneficios y riegos del tratamiento: la quimioterapia. Deben, además, cuidar a los hermanos sanos, en caso de que los haya, resolver su situación laboral, pero, sobre todo, ser siempre el soporte de su hijo.
Muchos de los pacientes diagnosticados en el interior del país tienen que viajar a lugares donde existen centros especializados, viéndose obligados a separarse de seres queridos. Sí. La experiencia de un niño con cáncer y su familia es estresante. Duele. Sin embargo, es una oportunidad para reconocer fortalezas, cambiar roles, aceptar ayudas, aprender de otros pequeños que pasaron por la misma situación y compartir intensamente el tiempo en familia. Para que esto suceda, además, es importante el soporte que la comunidad civil puede brindar, perdiendo el miedo a acercarse a los pequeños, el temor a impresionarse, valorando que, más allá de estar enfermo, el pequeño es un NIÑO que necesita jugar, ir a la escuela, distraerse, relacionarse, insertarse socialmente, crecer y desarrollar sus potencialidades.
En México el cáncer es la segunda causa de muerte en la población de entre cinco y catorce años. Un gran número de los niños y jóvenes son diagnosticados en fase avanzada, por lo que urge un diagnostico temprano y un tratamiento inmediato e ininterrumpido. El tratamiento de los niños con este tipo de afecciones enfrenta muchos problemas: la ausencia de centros de salud especializados, la escasez de médicos oncólogos pediatras  (136 en todo el país y 9 en el estado de Veracruz), el costo tan de los medicamentos, la gran carencia de ellos, por razones obvias y las infecciones intercurrentes, entre otros factores.
Ahora bien, se sabe que en el país y en el estado de Veracruz cada día es mayor el número de niños con estos padecimientos, debido a varios factores: por falta de una buena alimentación; la mayoría de los niños y niñas que tienen cáncer vienen de comunidades rurales en las que se consume agua de ríos contaminada por insecticidas, o cerca de sembradíos, por ejemplo de caña, que son frecuentemente fumigados con substancias tóxicas, y “enriquecidos” los cultivos con fertilizantes químicos, también nocivos.  Aunado a lo anterior, se suma la desnutrición que los niños padecen, lo que los hace más vulnerables a la enfermedad mencionada.
En conclusión: la situación del cáncer infantil en el mundo nos dice que:
•Alrededor de 160,000 niños en el mundo enferma de cáncer cada año.
•El 80% de ellos no son diagnosticados o no tienen acceso al tratamiento adecuado, produciéndose por esta causa, mayor número de muertes.
•De aquellos que acceden a tratamiento, la necesidad de rehabilitación y soporte por períodos prolongados no es adecuadamente reconocida.
•La mayoría de los niños en los países en desarrollo no tienen acceso a esos derechos básicos. La Declaración de la Sociedad Internacional de Oncología Pediátrica agrega a estos datos la siguiente información:
•El cáncer infantil toma creciente importancia en países con recursos limitados.
•La mortalidad por cáncer infantil puede reducirse, estableciendo programas de hemato-oncología pediátrica, que provean terapia básica gratuita para todos los niños que necesiten tratamiento.
•La implementación de dichos programas deben ser considerados como un paso hacia la aplicación de la Convención de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas (ONU), en las que  todo niño tiene derecho a la vida, a tratamiento de enfermedades, a rehabilitación de su salud y a la educación. Bajo los lineamientos de esta Convención todo padre que trabaja, tiene derecho a contar con facilidades de cuidado para sus niños y a través de Seguridad Social.
Ahora bien, bale la pena mencionar que la Editorial El Manual Moderno tuvo la gentileza de colaborar de manera gratuita con la publicación de esta obra, ya que todo el dinero recabado, será para la compra de medicamentos de quimioterapia y otros insumos indispensables. El objetivo de la misma es brindar apoyo a todas aquellas personas involucradas con niños que padecen de cáncer. Con la distribución del libro buscamos además, brindar información a las familias y personas que rodean a estos niños.
Queremos agradecer a todos aquellos que con su colaboración altruista, hicieron posible la segunda edición de este modesto libro: al equipo de la Editorial El Manual Moderno: sobre todo, al ingeniero Hugo Setzer, Director de la editorial.
Gracias a todos los que han ayudado, a nombre de los pequeños pacientes.
Alicia Dorantes




Aquí en Veracruz, los libros están a la venta en la librería Acuario y en el Albergue de Amanc, en la calle de Iturbide casi esquina con Flores Magón.
gracias a mi nombre, pero sobre todo, a nombre de los peques. víctimas del cáncer.
Alicia

viernes, junio 27, 2014

Alicia Dorantes: Yo soymédico#17



Yo soymédico#17
Somos médicos, no dioses ni criminales.
Lema del movimiento en apoyo a los 16 médicos jaliscienses sentenciados…

Antes que nada quiero decir que comprendo y comparto el dolor del padre del menor Sergio Valente Gallardo Ramos, el Lic. Sergio Gallardo… Les contaré brevemente mi historia: hace ya cuarenta años, mi última hijita, la tan esperada… la tan anhelada, falleció al día siguiente de haber nacido ¿Acusé a alguno de mis compañeros médicos que cuidadosamente la atendieron? No. Me limité a llorar en silencio su muerte y a recordarla cada día de mi vida, agradeciendo a quienes  atendieron, con apego a la temprana vida de mi hijita. Por mi parte, hice un recuento minucioso de porqué, no debí de haberla concebido… pero el hecho estaba consumado.
En este punto, me gustaría remontarme al juramento que prácticamente todo el personal de salud, hace al terminar su carrera; al recibir el título que honrosamente llevará toda su vida. Me refiero al juramento hipocrático. Es un juramento público que se hace ante otros médicos, y ante la comunidad. Su contenido es de carácter ético, para orientar la práctica de su oficio. Se basa en la responsabilidad del ser humano y la conciencia de ella.
Se dice fue elaborado por el médico griego Hipócrates (siglo V a. C.), y adoptó su forma definitiva de la mano de otro gran médico: Galeno, un griego que ejerció la medicina en la Roma imperial en el siglo II. Los escritos de Galeno han sido el fundamento de la instrucción médica y de la práctica del oficio hasta casi el siglo XX. A partir del Renacimiento, el juramento empezó a usarse en algunas escuelas médicas, y esa costumbre se ha ido ampliando, de tal forma que desde la Segunda Guerra Mundial es prácticamente universal. En el período clásico de la civilización griega sobresalió el arte de curar. Aunque seguía contemplando principios religiosos, la curación ya no estaba orientada por la magia, sino por lo clínico. Desde aquel entonces, el compromiso del médico era actuar siempre en beneficio del ser humano, y no perjudicarlo. El Juramento hipocrático ha sido actualizado por la Declaración de Ginebra de 1948 y dice:
«Juro por Apolo médico, por Esculapio, Higia y Panacea, por todos los dioses y diosas, tomándolos como testigos, cumplir fielmente, según mi leal saber y entender, este juramento y compromiso: juro venerar como a mi padre a quien me enseñó este arte, compartir con él mis bienes y asistirles en sus necesidades; considerar a sus hijos como hermanos míos, enseñarles este arte gratuitamente si quieren aprenderlo; comunicar los preceptos vulgares y las enseñanzas secretas y todo lo demás de la doctrina, a mis hijos y a los hijos de mis maestros, y a todos los alumnos comprometidos y que han prestado juramento, según costumbre, pero a nadie más.
En cuanto pueda y sepa, usaré las reglas dietéticas en provecho de los enfermos y apartaré de ellos todo daño e injusticia. Jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me soliciten, ni tomaré iniciativa alguna de este tipo; tampoco administraré abortivo a mujer alguna. Por el contrario, viviré y practicaré mi arte de forma santa y pura. No tallaré cálculos sino que dejaré esto a los cirujanos especialistas.
En cualquier casa que entre, lo haré para bien de los enfermos, apartándome de toda injusticia voluntaria y de toda corrupción, principalmente de toda relación vergonzosa con mujeres y muchachos, ya sean libres o esclavos. Si el juramento cumpliere íntegro, viva yo feliz y recoja los frutos de mi arte y sea honrado por todos los hombres y por la más remota posterioridad. Pero si soy transgresor y perjuro, avéngame lo contrario. »
Quiero referirme también a lo que es el llamado acto médico: ¿Qué es? El acto médico, es ese momento en el cual se concreta la relación médico-paciente. Es una forma especial de relación entre personas; por lo general una de ellas, el enfermo, acude motivada por una alteración en su salud, a otra, el médico, quien está en capacidad de orientar y recomendar acciones o fármacos que pueden ayudar al cuerpo a recuperar la salud.
A través del acto médico se intenta promover la salud, prevenir la enfermedad, curar, y rehabilitar al paciente. El médico se compromete a proporcionar todos los medios a su alcance para efectuar un procedimiento (médico o quirúrgico), actuando con apoyo en sus conocimientos, su adiestramiento técnico; su diligencia y cuidado personal es para curar o aliviar los efectos de la enfermedad, sin poder garantizar los resultados, previa advertencia de los posibles riesgos y complicaciones inherentes al mismo.
Las cuatro características principales que distinguen al acto médico son: 1.-la profesionalidad, pues solamente el profesional de la medicina puede efectuar un acto médico. 2.-La ejecución típica, sujeta a las normas de excelencia de ese momento. 3.-El tener por objetivo la curación o rehabilitación del enfermo y 4.-La licitud, o sea su concordancia con las normas legales. Se llaman actos médicos directos aquellos en los cuales mediante la intervención médica se trata de obtener la curación del enfermo. Ellos pueden ser: preventivos, diagnósticos, terapéuticos de rehabilitación, o paliativos.
Ahora bien: no conocí el caso, ya que vivo a más de 1000 kms de la bella Perla Tapatía, pero a priori, se ve que el adolescente Sergio Valente Gallardo Ramos, era ya un chico enfermo. Muy enfermo cuando llegó al hospital, según dicen las numerosas notas subidas a Internet por médicos que si le conocieron. Tenía una obesidad muy importante, una diabetes mellitus tipo 2 descontrolada; era asmático y había entrado en una crisis gracias a la pintura en aerosol, usada en su domicilio, crisis que lo llevó al paro cardiorrespiratorio. En su prolongada estancia, los médicos tratantes efectuaron cuantas maniobras estuvieron a su alcance para rescatar la vida del joven, pero Sergio estaba mal, muy mal años antes de su ingreso hospitalario, sólo que a los padres y familiares les es difícil (como lo fue en mi caso) aceptar nuestra responsabilidad y buscamos afanosamente a quien culpar, pensando de manera absurda, que eso va a paliar nuestro gran dolor.
Este domingo 22, cuando saludé a los médicos reunido al inicio de la marcha y más tarde, cuando frente a la televisión, en los noticieros nacionales vi desfilar cientos, miles de médicos de más de 50 ciudades del país, entre ellas Veracruz, Xalapa, Coatzacoalcos, etc., me sentí orgullosa se ese acto solidario. Algún comentarista dijo que era un “hecho inusitado”. No. Creo que dicho comentarista o era joven y/o bien no se quiso documentar a fondo de la hermandad que existe y existirá entre los médicos. Citaré fielmente un relato del movimiento médico del 64-65, en el que incluso amigos míos, fueron encarcelados en el palacio negro de Lecumberri:
«El movimiento médico comenzó en noviembre de 1964, cuando los residentes e internos del hospital 20 de noviembre del ISSSTE reclamaron el pago de aguinaldos atrasados y 206 de ellos fueron despedidos. En respuesta a los despidos se formó la Asociación Mexicana de Médicos Residentes e Internos (AMMRI) que comenzó a organizar paros que para el día 26 de ese mes ya abarcaban a 40 hospitales del ISSSTE, Seguro Social y Ferrocarriles. El 10 de diciembre el presidente Gustavo Díaz Ordaz, recién entrado en funciones, prometió estudiar sus peticiones de aumento de sueldos y participación en la elaboración de planes de estudios, con lo que el 15 se levantó el paro. El 20 de marzo la AMMAC llamó a separarse de los sindicatos controlados por la FSTSE y propuso la creación de un sindicato de trabajadores de la salud. El 19 de abril estalló otro paro que se mantuvo hasta el 3 de junio y se celebró otra reunión con Díaz Ordaz, que sólo resolvió un aumento mínimo de sueldos pero nada más. Ante ello, los médicos realizaron una manifestación el 20 de abril que fue atacada por grupos de choque de la FSTSE. El 14 de agosto se inicia un paro de residentes y el 23 uno de médicos titulados.
 El 26 de agosto hubo otra gran manifestación; esa noche, la policía tomó los hospitales 20 de Noviembre, Rubén Leñero y Colonia, sustituyendo a los paristas con médicos militares. Al día siguiente las enfermeras del 20 de Noviembre fueron secuestradas por los grupos de choque de la FSTSE. Cientos de médicos, los más activos en el movimiento, fueron despedidos y sus líderes encarcelados.» Fin de la cita.
Amigos médicos jaliscienses: los médicos de México estamos con ustedes.

Alicia Dorantes adorantesc@hotmail.com

martes, mayo 20, 2014



Por: Ignacio García

El autor de SENTADA EN EL FONDO DE UN BAR me ha dicho que este libro está mejor escrito que su anterior obra (NI MODO; ESTA VIDA  NOS TOCÓ VIVIR);  lo que predispone al lector a disfrutar este  nuevo libro  de un modo diferente. Poniéndolo en palabras simples, estamos frente a una novela puntual, bien precisa en sus diálogos, con la alternancia narrativa de una tercera persona y una primera (con monólogos de increíble poesía), además de las diferentes escenas que, a manera de flash back, se desarrollan sin dejar un minuto al lector; se le lee y emociona de forma atrayente. 
Así, sin mucho alarde ni malabarismos,  el autor lo mismo se detiene a describir minuciosamente su vida de infante, que recurre a las elipsis para dar saltos en el tiempo o en la evolución de algún personaje y centrarse en lo que más le interesa contar en ese momento. Las descripciones del pensar y actuar de cada uno de sus protagonistas, son tan transparentes en su quehacer que pareciera al lector estar inmerso en la escena.

En cierto modo SENTADA EN EL FONDO DE UN BAR pareciera ser una suerte de biografía, pero contada de un modo peculiar. En lugar de un narrador de principio a fin y que narra, evoca, juzga, interpreta o tergiversa maliciosamente mientras se ofrece a sí mismo como ojo que todo lo ve (y que de paso oculta y desprecia todo aquello que no le afecta directamente), en esta novela un narrador en primera persona hace las veces de punto de fuga en el que convergen las trayectorias de quienes han sido su entorno social y familiar. Pero la ambición del relato va mucho más allá del mero recuento de las peripecias de unos personajes: se trata de un recuento de los hechos que hacen pensar en la persona del propio autor. 

 El pretexto es  la historia de Pepe, un barcelonés bien adaptado a las entrañas de los territorios centro-americanos, y de Camila, una joven madre que por circunstancias propias de la crueldad humana se ve en manos de la trata de blancas, quien la prostituye. A partir de este hecho (que a decir el propio Joan Carles “no tiene sentido en el contexto del libro”) en el que Pepe se enamora de Camila (a quien más tarde pierde asesinada por un grupo de malandrines), el autor o crea historias paralela  a manera de un cinematógrafo y–ya se ha dicho—con  una pluma precisa,  llena de imágenes y personajes con emociones reales, soledad, fracturas de vida, recuerdos vívidos e incesantes, que para muchos no pasan de la cotidianidad, pero que están ahí, a la vista de todos, esperando manifestarse; y Joan Carles los relata con maestría.
En SENTADA EN EL FONDO DE UN BAR, todo se mezcla y encaja sin necesidad de forzar nada. Ni la historia de amor, ni los flashbacks que nos llevan a la infancia del protagonista o los incidentes de una madre que poco a poco pierde la memoria, salen sobrando. Menos aún la vida de las mujeres quienes se dedican al trabajo más antiguo del mundo y son víctimas de toda una red delictiva; que han  vivido como una auténticas esclavas de nuestros días, como miles y miles de mujeres que son esclavizadas por las organizaciones que se dedican a la trata de seres humanos en connivencia con todos los estamentos de nuestra sociedad. Estamentos políticos, policiales, judiciales y financieros que son indispensables para mantener este fabuloso negocio de la esclavitud.
No falta tampoco la reflexión del orden social que parece tener su raíz en la conciencia del propio autor –un antifranquista desde los 17 años--: en uno de esos flashbacks nos dice: Sin tener los catorce años cumplidos no podía buscar un lugar de trabajo formal, con seguridad social quiero decir. Pasado el verano y cumplidos los catorce encontré mi primer trabajo serio, en El Corte Inglés ¿Te acuerdas? Allí empecé a conocer lo que era la lucha de clases, a ver que unas personas iban a pie y otras a caballo. Que unos tenían muchas cosas, otros menos y demasiados casi nada. También me di cuenta que yo tenía muchas más cosas de las que me tocaban en nuestro escalafón social. No creas que te miento. Todo eso vi recién cumplidos los catorce años.
Cada capítulo del libro es una estampa completa. Pepe,  alter ego de Joan Carles, alterna   el estado de la madre que atacada por el Alzheimer  ya no reconoce,  con las etapas de su niñez, en donde se va otorgando identidad al niño quien revive magistralmente a su terruño  catalán. Contrario a que estos momentos quiten interés a la novela, son el eje central de ella; aquí la acertada narrativa del autor llena de interés el total de ésta. En cada palabra que describe crea una atmósfera que acompaña al lector hasta las últimas instancias de la obra. La meticulosidad de esta pluma, prolija y llena de pequeños detalles, no hace más que enriquecer una historia que per se llama la atención. Es, sin duda alguna, un acierto del autor la entrega dosificada de la información que va proporcionando al lector a medida que se avanza en la esta novela, hasta llegar al centro de ella: la humanidad del niño Pepe en el barrio de unas prostitutas, para él, demasiado familiares, y la declaración, sin tapujos, de que su madre es también una de ellas. Aunque era tan solo un niño, y sin saber porqué, intuía que el oficio de mi madre implicaba cierta inseguridad y la visita al bar se había tornado costumbre. Era una sensación placentera y triste al mismo tiempo; veía a mi madre, pero no me atrevía a entrar y mucho menos a intentar hablar con ella. Lo más que hacía era acariciar con mi minúsculo dedo su imagen tras el cristal, conteniendo las lágrimas que muchas veces conseguían resbalar por mis mejillas.
Para quien espera el desenlace de una sola historia, no la va a encontrar. Se trata de historias circulares en sí mismas. Se está frente a imágenes que caen en cascada y vuelven a subir, ya reunidas forman una suerte de reloj en donde un engrane mueve a otro, y éste a otro más.

En fin, una gran novela que se disfruta hasta  el fondo de ella…

viernes, marzo 07, 2014

Gabriel García Márquez: La polémica de la ortografía

LA POLÉMICA DE LA ORTOGRAFíA


Gabriel García Márquez 

A mis doce años de edad estuve a punto de ser atropellado por una bicicleta. Un señor cura que pasaba me salvó con un grito: ¡Cuidado! El ciclista cayó a tierra. El señor cura, sin detenerse, me dijo: ¿Ya vio lo que es el poder de la palabra? Ese día lo supe. Ahora sabemos, además, que los mayas lo sabían desde los tiempos de Cristo, y con tanto rigor, que tenían un dios especial para las palabras. Nunca como hoy ha sido tan grande ese poder. La humanidad entrará en el tercer milenio bajo el imperio de las palabras. 
No es cierto que la imagen esté desplazándolas ni que pueda extinguirlas. Al contrario, está potenciándolas: nunca hubo en el mundo tantas palabras con tanto alcance, autoridad y albedrío como en la inmensa Babel de la vida actual. Palabras inventadas, maltratadas o sacralizadas por la prensa, por los libros desechables, por los carteles de publicidad; habladas y cantadas por la radio, la televisión, el cine, el teléfono, los altavoces públicos; gritadas a brocha gorda en las paredes de la calle o susurradas al oído en las penumbras del amor. 
No: el gran derrotado es el silencio. Las cosas tienen ahora tantos nombres en tantas lenguas que ya no es fácil saber como se llaman en ninguna. Los idiomas se dispersan sueltos de madrina, se mezclan y confunden, disparados hacia el destino ineluctable de un lenguaje global. 
La lengua española tiene que prepararse para un ciclo grande en ese porvenir sin fronteras. Es un derecho histórico. No por su prepotencia económica, como otras lenguas hasta hoy, sino por su vitalidad, su dinámica creativa, su vasta experiencia cultural, su rapidez y su fuerza de expansión, en un ámbito propio de diecinueve millones de kilómetros cuadrados y cuatrocientos millones de hablantes al terminar este siglo. Con razón un maestro de letras hispánicas en los Estados Unidos ha dicho que sus horas de clase se le van en servir de intérprete entre latinoamericanos de distintos países. Llama la atención que el verbo pasar tenga cincuenta y cuatro significados, mientras en la república del Ecuador tienen ciento cinco nombres para el órgano sexual masculino, y en cambio la palabra condoliente, que se explica por sí sola, y que tanta falta nos hace, aun no se ha inventado. A un joven periodista francés lo deslumbran los hallazgos poéticos que encuentra a cada paso en nuestra vida doméstica. Que un niño desvelado por el balido intermitente y triste de un cordero, dijo: "Parece un faro''. Que una vivandera de la Guajira colombiana rechazó un cocimiento de toronjil porque le supo a Viernes Santo. Que Don Sebastián de Covarrubias, en su diccionario memorable, nos dejó escrito de su puño y letra que el amarillo es el color de los enamorados. ¿Cuántas veces no hemos probado nosotros mismos un café que sabe a ventana, un pan que sabe a rincón, una cereza que sabe a beso? 
Son pruebas al canto de la inteligencia de una lengua que desde hace tiempos no cabe en su pellejo. Pero nuestra contribución no debería ser la de meterla en cintura, sino al contrario, liberarla de sus fierros normativos para que entre en el siglo veintiuno como Pedro por su casa. 
En ese sentido, me atrevería a sugerir ante esta sabia audiencia que simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros. Humanicemos sus leyes, aprendamos de las lenguas indígenas a las que tanto debemos lo mucho que tienen todavía para enseñarnos y enriquecernos, asimilemos pronto y bien los neologismos técnicos y científicos antes de que se nos infiltren sin digerir, negociemos de buen corazón con los gerundios bárbaros, los ques endémicos, el dequeísmo parasitario, y devolvamos al subjuntivo presente el esplendor de sus esdrújulas: váyamos en vez de vayamos, cántemos en vez de cantemos, o el armonioso muéramos en vez del siniestro muramos. Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revolver con revólver. ¿Y qué de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una? 
Son preguntas al azar, por supuesto, como botellas arrojadas a la mar con la esperanza de que les lleguen al dios de las palabras. A no ser que por estas osadías y desatinos, tanto él como todos nosotros terminemos por lamentar, con razón y derecho, que no me hubiera atropellado a tiempo aquella bicicleta providencial de mis doce años. 
Tomado de La Jornada, México, 8 de abril de 1997 

Gabriel García Márquez


Algo muy grave va a suceder en este pueblo
Gabriel García Márquez
(En su cumpleaños 87)


Nota: En un congreso de escritores, al hablar sobre la diferencia entre contar un cuento o escribirlo, García Márquez contó lo que sigue, "Para que vean después cómo cambia cuando lo escriba".

Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora vieja que tiene dos hijos, uno de 17 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde:
-No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo.
Ellos se ríen de la madre. Dicen que esos son presentimientos de vieja, cosas que pasan. El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice:
-Te apuesto un peso a que no la haces.
Todos se ríen. Él se ríe. Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla. Contesta:
-Es cierto, pero me ha quedado la preocupación de una cosa que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a suceder a este pueblo.
Todos se ríen de él, y el que se ha ganado su peso regresa a su casa, donde está con su mamá o una nieta o en fin, cualquier pariente. Feliz con su peso, dice:
-Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla porque es un tonto.
-¿Y por qué es un tonto?
-Hombre, porque no pudo hacer una carambola sencillísima estorbado con la idea de que su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy grave va a suceder en este pueblo.

Entonces le dice su madre:

-No te burles de los presentimientos de los viejos porque a veces salen.
La pariente lo oye y va a comprar carne. Ella le dice al carnicero:
-Véndame una libra de carne -y en el momento que se la están cortando, agrega-: Mejor véndame dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado.
El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar una libra de carne, le dice:
-Lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar, y se están preparando y comprando cosas.
Entonces la vieja responde:
-Tengo varios hijos, mire, mejor deme cuatro libras.
Se lleva las cuatro libras; y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor. Llega el momento en que todo el mundo, en el pueblo, está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto, a las dos de la tarde, hace calor como siempre. Alguien dice:
-¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo?
-¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor!
(Tanto calor que es pueblo donde los músicos tenían instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caían a pedazos.)
-Sin embargo -dice uno-, a esta hora nunca ha hecho tanto calor.
-Pero a las dos de la tarde es cuando hay más calor.
-Sí, pero no tanto calor como ahora.
Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz:
-Hay un pajarito en la plaza.
Y viene todo el mundo, espantado, a ver el pajarito.
-Pero señores, siempre ha habido pajaritos que bajan.
-Sí, pero nunca a esta hora.
Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo.
-Yo sí soy muy macho -grita uno-. Yo me voy.
Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde está el pobre pueblo viéndolo. Hasta el momento en que dicen:
-Si éste se atreve, pues nosotros también nos vamos.
Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se llevan las cosas, los animales, todo.
Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice:
-Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa -y entonces la incendia y otros incendian también sus casas.
Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio, clamando:

-Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron que estaba loca.

lunes, enero 20, 2014

Raúl Arteaga: POLILLA




POLILLA

Raúl Arteaga

Seguro de su vocación, Víctor de María cursa estudios de actuación. Su entrega es absoluta; devora la teoría, estudia y lee cuanto texto le recomiendan, busca bibliografía nacional y extranjera, elabora fichas, resúmenes de libros, ensayos, entrevistas de actores, guionistas y escenógrafos. Le animan ciertos maestros que él ha marcado como excelentes y sabios ordenados en el trabajo; curtidos por la experiencia de su camino por los escenarios, por las tablas de pequeños y grandes teatros. Otros maestros y sus compañeros lo catalogan como ratón empanzonado por comer hojas y hojas que después caga sin digerir.
Víctor María ejerce dos cualidades: una voluntad férrea; una vez tomada una decisión, no escatima en tiempo, trabajo, dedicación, sin importar sacrificios él logra, casi invariablemente, su objetivo. La otra, fundamental, consiste en olvidar malos recuerdos, experiencias desagradables, menospreciar (olvidar) sus limitaciones, carencias y miedos. Su grado de autoestima es infinito y su vida será trascendental basada en la idea del hombre libre, purificado, sin prejuicios, culpas, remordimientos, exento de miedos. ¡Sí! Los miedos son el peor lastre de la humanidad. Miedo a la vida, al éxito, a la muerte. Los miedos, se decía, son habitaciones malignas, sin salida; en ellos el hombre se esconde justificando sus derrotas, sus odios contra los otros y contra sí mismo, por el simple error de vivir. Odio a la riqueza, a la pobreza. El odio es natural en el ser humano. Por ello Víctor de María se amaba. Él encarna la perfección intelectual, su espíritu superior lo protege e impulsa, lo hace diferente. Tampoco descuida su cuerpo, se mantiene en forma cargando pesas, corre diez kilómetros diarios y su alimentación es nutritiva y natural. Desde luego no toma alcohol, ni fuma, la masturbación es aberrante, habita en las mentes viciosas y holgazanas; mentes mediocres esclavas del deseo.
Una tarde, antes del crepúsculo impreciso, entre primavera y verano, de cielo estrecho devorado por nubes grises, sin lluvia y un sol opaco y perezoso que avienta sombras lentas, Víctor María se concentra para su ejercicio de introspección y meditación profunda. Desnudo entra al enorme ropero, herencia de generaciones. Deberá permanecer de pie, realizar ejercicios respiratorios hasta alcanzar el desprenderse de su cuerpo y poner la mente en blanco. Con los ojos cerrados olfatea perfumes rancios. De pie, con los brazos cruzados, se ajusta al estrecho espacio. La respiración es sorda. Por segundos se impone el silencio. Oye ruidos pequeñitos, casi mudos. Primero arriba, luego a los lados. Los ruidos crecen, se concentra más; de su mente sale la voz “Estás castigado, reza, arrepiéntete, eres malo, por eso te metemos aquí para que las polillas te coman vivo si no pides perdón a tus padres”. Comienza a rezar en voz baja, luego más fuerte, a gritos --¡Por favor perdónenme, ya no, por favor, por piedad sáquenme…perdón!—Siente un polvillo fino sobre su cabeza, las polillas vienen por él. La puerta del ropero se abre. Su padre lo saca de los cabellos. “Eres un cobarde chillón” Su madre lo abraza. Él toma las tijeras y las entierra en el cuello del hombre. De inmediato ataca a la mujer: “No volverá a suceder; arderán junto con las polillas. Prendió fuego a su casa y se marchó a su clase.



lunes, enero 13, 2014

Alicia Dorantes: LOS DONES


ALICIA DORANTES

Los Dones

«Que un individuo quiera despertar en otro individuo recuerdos que no pertenecieron más que a un tercero, es una paradoja evidente. Ejecutar con despreocupación esa paradoja,
es la inocente voluntad de toda biografía.»
J.L.Borges

Leo y releo… Es este un magnífico poema que cala hasta el alma más endurecida. Lo escribió un hombre; un genio de la literatura universal: me refiero a Jorge Francisco Isidoro Luis Borges, que, nacido en Buenos Aires, Argentina, el día 24 de agosto de 1899, falleció en Ginebra, Suiza, el 14 de junio de 1986: tenía al morir, 87 años. Es, sin lugar a dudas, uno de los autores más brillantes de la literatura española del siglo XX. Sí. En sus textos Borges ofrece la exquisitez y finura de su lenguaje, sus vastos conocimientos, el universo inagotable de ideas, y/o de la belleza de su poesía. Su obra honra a la lengua española.
         Sin duda alguna, fue en su momento un personaje por demás polémico, cuyas posturas políticas le impidieron recibir el Premio Nobel de Literatura, aunque fue merecedor de él, durante casi treinta años… Este hombre de letras perdió a los 55 años de edad, uno de los dones más preciados con que cuenta el ser humano: la vista. Queda ciego. A partir de entonces, sólo escribe con los ojos del corazón. He aquí fragmentos de una poesía que él titulara “Los dones”, lo escribió siendo director de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires y siendo ya invidente; he aquí unos fragmentos:

Nadie rebaje a lágrima o reproche / esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía / me dio a la vez los libros y la noche.
De esta ciudad de libros hizo dueños / a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños / los insensatos párrafos que ceden
De hambre y de sed (narra una historia griega) / muere un rey entre fuentes y jardines;
yo fatigo sin rumbo los confines / de esta alta y honda biblioteca ciega.
Lento en mi sombra, la penumbra hueca / exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso / bajo la especie de una biblioteca.

Los textos, la poesía y la tragedia de Jorge Luis Borges, me recuerdan dos tragedias igualmente intensas; dolorosas: una, la de un coloso de la música; la de Ludwig von Beethoven, quien naciera en Bonn, Alemania, en el año de 1770, en el seno de una familia de origen flamenco, y que murió en Viena, en 1827. A pesar de mis escasos conocimientos musicales, pienso que Beethoven fue y es el mayor titán del romanticismo musical.
Su padre, alcohólico empedernido, ante las evidentes cualidades para la música que demostraba el pequeño, intentó hacer de él un segundo Mozart, aunque con escaso éxito ya que, la verdadera vocación musical del genio de Bonn, comenzó a manifestarse en realidad a los nueve años de edad, cuando conoció y entró en contacto con el organista Christian Gottlob Neefe, que se convirtió en su maestro y guía. Él fue, quien le introdujo en al conocimiento y estudio de Juan Sebastián Bach, músico al que Beethoven siempre profesaría una honda devoción.
De muy joven Ludwig ingresa en 1783 como miembro de la orquesta de la corte de Bonn. En 1787, realizó su primer viaje a Viena con el propósito de recibir clases de Mozart. Sin embargo, la enfermedad y el posterior deceso de su madre, le obligaron a regresar a su ciudad natal pocas semanas después. En 1792 Beethoven viaja otra vez a la capital austriaca para trabajar con Haydn y Antonio Salieri, dándose a conocer con gran éxito, como compositor y pianista en 1795.
Sin embargo, su carrera como intérprete quedó bruscamente interrumpida a consecuencia de la sordera que comenzó a aquejarlo desde los 26 años de edad y que a partir de 1815 le privó por completo de la audición. A pesar de que los últimos años de la vida de Beethoven estuvieron marcados por la soledad, su bien conocido mal humor, y una creciente depresión emocional, continuó su labor de composición, e incluso fue la época en que escribió sus obras más impresionantes.
La Sinfonía nº 9 Op. 125 en re menor es la última sinfonía completa escrita por él y una de las obras más trascendentales en la música clásica. Su último movimiento es un final coral poco usual en su época, convertido hoy, en símbolo de libertad. La adaptación de la sinfonía, realizada por el también músico alemán, Herbert von Karajan en 1972, se toma como el himno de la Unión Europea. Es la única composición musical de la historia, que ha sido declarada “Patrimonio de la humanidad” por la Unesco. En el cuarto y último movimiento, el poema escrito por su amigo Friedrich Schiller, en noviembre de 1785, conocido hasta nuestros días como “Oda a la alegría”, se adueña de escenarios, públicos y corazones, alrededor del mundo. Es este sólo un breve fragmento del coro:

¡Abrazaos millones de seres! / ¡Este beso al mundo entero!
 Hermanos, sobre la bóveda estrellada /  Debe habitar un Padre amante.
¿Mundo presientes al Creador? / Búscalo por encima de las estrellas!
 ¡Allí debe estar su morada!

Y la tragedia de Beethoven y el anterior poema  me llevan a otra tragedia más: a la de Pierre Auguste Renoir, nacido en Limoges, Francia, el 25 de febrero de 1841. Fue uno de los más célebres pintores franceses. Los que de esto saben, dicen que resulta complicado clasificar su estilo: inicialmente perteneció a la escuela impresionista, pero se separó de ella rápidamente por su interés en la pintura de cuerpos femeninos, más que los paisajes en sí. Vale la pena recordar que: «el impresionismo fue un movimiento pictórico que surge en Barbizón, Francia a finales del siglo XIX, en contra de las fórmulas artísticas, rígidas, impuestas por la Academia Francesa de Bellas Artes, que fijaba los modelos a seguir y patrocinaba sólo a las exposiciones oficiales  en el Salón parisino.»
La paleta de Renoir ostentó una vibrante y luminosa gama de colores, que hicieron de él un impresionista muy especial. Algunas de sus obras, como: "El palco", "El columpio", "El Moulin de la Galette", y "Bañistas", son las más representativas. Pierre-Auguste Renoir pintó a lo largo de más de sesenta años. Fue un artista prolífico que deja una obra considerable de más de 4.000 pinturas, siendo éste, un número superior a las obras de Manet, Cézanne y Degas… juntas.
Sin embargo, a partir de 1900, Renoir sufrió crisis graves y repetitivas de reumatismo articular deformante. Con el nacimiento de su tercer hijo en 1901 su pintura toma un nuevo matiz. En ocasiones pinta en compañía de la niñera, quien luego se convertirá en modelo para sus obras.
Al morir su esposa Aline en 1915, Renoir, ya en silla de ruedas, continúa pintando para ahogar su pena. Es tan grande el dolor de sus alteradas manos, y tan grande la deformidad de las mismas, que tienen que amarrarle los pinceles a esas manos marchitas, casi sin vida, que a pesar de todo, aún plasman vida en cada lienzo que tocan. Pierre-Auguste Renoir moriría el 3 de diciembre de 1919, luego de visitar por última vez el Museo de Louvre donde se exponían sus pinturas. Fue una pulmonía fulminante, quien le robó su frágil y deteriorada existencia. Tres días más tarde yacía en Essoyes junto a Aline, su amada esposa.
He aquí tres historias. Tres ironías crueles de la vida: Borges, escritor… queda ciego. Beethoven, músico y compositor… pierde la capacidad de escuchar. A Renoir, pintor excelso, el reumatismo le roba el movimiento de sus manos, creadoras de arte…Si; la vida es paradójica.  O quizá, profundamente envidiosa y cruel.
Alicia Dorantes