Por: Ignacio García
El autor de SENTADA EN EL FONDO DE UN BAR me ha dicho que este libro está mejor escrito que su anterior obra (NI MODO; ESTA VIDA NOS TOCÓ VIVIR); lo que predispone al lector a disfrutar este nuevo libro de un modo diferente. Poniéndolo en palabras simples, estamos frente a una novela puntual, bien precisa en sus diálogos, con la alternancia narrativa de una tercera persona y una primera (con monólogos de increíble poesía), además de las diferentes escenas que, a manera de flash back, se desarrollan sin dejar un minuto al lector; se le lee y emociona de forma atrayente.
Así, sin mucho alarde ni malabarismos,
el autor lo mismo se detiene a describir
minuciosamente su vida de infante, que recurre a las elipsis para dar saltos en
el tiempo o en la evolución de algún personaje y centrarse en lo que más le
interesa contar en ese momento. Las
descripciones del pensar y actuar de cada uno de sus protagonistas, son tan
transparentes en su quehacer que pareciera al lector estar inmerso en la
escena.
En cierto modo SENTADA EN EL FONDO DE UN BAR pareciera ser una
suerte de biografía, pero contada de un modo peculiar. En lugar de un narrador
de principio a fin y que narra, evoca, juzga, interpreta o tergiversa
maliciosamente mientras se ofrece a sí mismo como ojo que todo lo ve (y que de
paso oculta y desprecia todo aquello que no le afecta directamente), en esta
novela un narrador en primera persona hace las veces de punto de fuga en el que
convergen las trayectorias de quienes han sido su entorno social y familiar.
Pero la ambición del relato va mucho más allá del mero recuento de las
peripecias de unos personajes: se trata de un recuento de los hechos que hacen
pensar en la persona del propio autor.
El pretexto es la historia de Pepe, un barcelonés bien
adaptado a las entrañas de los territorios centro-americanos, y de Camila, una
joven madre que por circunstancias propias de la crueldad humana se ve en manos
de la trata de blancas, quien la prostituye. A partir de este hecho (que a decir el
propio Joan Carles “no tiene sentido en el contexto del libro”) en el que Pepe
se enamora de Camila (a quien más tarde pierde asesinada por un grupo de
malandrines), el autor o crea historias paralela a manera de un cinematógrafo y–ya se ha dicho—con
una pluma precisa, llena de imágenes y personajes con emociones
reales, soledad, fracturas de vida, recuerdos vívidos e incesantes, que para
muchos no pasan de la cotidianidad, pero que están ahí, a la vista de todos,
esperando manifestarse; y Joan
Carles los relata con maestría.
En SENTADA EN EL FONDO DE UN BAR, todo
se mezcla y encaja sin necesidad de forzar nada. Ni la historia de amor, ni los flashbacks que
nos llevan a la infancia del protagonista o los incidentes de una madre que
poco a poco pierde la memoria, salen sobrando. Menos aún la vida de las mujeres
quienes se dedican al trabajo más antiguo del mundo y son víctimas de toda una
red delictiva; que han vivido como una auténticas esclavas de
nuestros días, como miles y miles de mujeres que son esclavizadas por las
organizaciones que se dedican a la trata de seres humanos en connivencia con
todos los estamentos de nuestra sociedad. Estamentos políticos, policiales,
judiciales y financieros que son indispensables para mantener este fabuloso
negocio de la esclavitud.
No falta tampoco la reflexión del
orden social que parece tener su raíz en la conciencia
del propio autor –un antifranquista desde los 17 años--: en uno de esos
flashbacks nos dice: Sin tener
los catorce años cumplidos no podía buscar un lugar de trabajo formal, con
seguridad social quiero decir. Pasado el verano y cumplidos los catorce
encontré mi primer trabajo serio, en El Corte Inglés ¿Te acuerdas? Allí empecé
a conocer lo que era la lucha de clases, a ver que unas personas iban a pie y
otras a caballo. Que unos tenían muchas cosas, otros menos y demasiados casi
nada. También me di cuenta que yo tenía muchas más cosas de las que me tocaban
en nuestro escalafón social. No creas que te miento. Todo eso vi recién
cumplidos los catorce años.
Cada capítulo del libro es una
estampa completa. Pepe, alter ego de
Joan Carles, alterna el estado de la madre que atacada por el
Alzheimer ya no reconoce, con las etapas de su niñez, en donde se va
otorgando identidad al niño quien revive magistralmente a su terruño catalán. Contrario a que estos momentos
quiten interés a la novela, son el eje central de ella; aquí la acertada
narrativa del autor llena de interés el total de ésta. En cada palabra que describe crea una atmósfera que acompaña
al lector hasta las últimas instancias de la obra. La meticulosidad de esta
pluma, prolija y llena de pequeños detalles, no hace más que enriquecer una
historia que per se llama
la atención. Es, sin duda alguna, un acierto del autor la entrega dosificada de
la información que va proporcionando al lector a medida que se avanza en la esta
novela, hasta llegar al centro de ella: la humanidad del niño Pepe en el barrio
de unas prostitutas, para él, demasiado familiares, y la declaración, sin
tapujos, de que su madre es también una de ellas. Aunque era tan solo un niño, y sin saber porqué, intuía que el oficio
de mi madre implicaba cierta inseguridad y la visita al bar se había tornado
costumbre. Era una sensación placentera y triste al mismo tiempo; veía a mi
madre, pero no me atrevía a entrar y mucho menos a intentar hablar con ella. Lo
más que hacía era acariciar con mi minúsculo dedo su imagen tras el cristal,
conteniendo las lágrimas que muchas veces conseguían resbalar por mis mejillas.
Para quien espera el desenlace de
una sola historia, no la va a encontrar. Se trata de historias circulares en sí
mismas. Se está frente a imágenes que caen en cascada y vuelven a subir, ya reunidas
forman una suerte de reloj en donde un engrane mueve a otro, y éste a otro más.
En fin, una gran novela que se
disfruta hasta el fondo de ella…
3 comentarios:
Muchas gracias Nacho por esta reseña entrañable.
Suena muy interesante. Por ahi estaremos, espero que la maestra Ursulita ya esté recuperada para entonces. Isabel Lorenzo
Maestro Ignacio, espero se encuentre de maravilla.
Quisiera ponerme en contacto con usted.
Asunto: Letras profanas.
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