PASCAL QUIGNARD
DE LOS LAZOS ENTRE EL SONIDO Y LA NOCHE
Ocurre que se dude de la audición
sombría. Ocurre que las quimeras de un mundo amniótico, acuático, ensordecido,
alejado, nos parezcan antecedentes litigiosos. Ocurre también que tengamos la
viva sensación de recordarlos. Pero la remembranza es una narración, como el
relato que trae el sueño: aquella narración o este relato aportan de tal modo
consigo que con fundamento recelamos de nosotros mismos. Solo somos un
conflicto de relatos, respaldado por un nombre.
¿Puédese hallar en la historia una
prueba que confirme este tormento de la audiencia oscura y que al mismo tiempo
esté libre de toda presuposición?
Esa prueba existe.
Carece de sentido. Es la más insólita
de las pruebas, la de extensión más inaprehensible, y se sitúa precisamente en
la fuente temporal de la especificación de la especie: en la lenta
desincronización que ocurrió en la prehistoria.
*
Hace veinte mil años ocurrió el
milenio en que los hombres, provistos de antorchas poco humosas (elaboradas a
partir de la grasa de las presas muertas, y desolladas antes de curtir sus
pieles), penetraron espacios completamente entenebrecidos dispersos en los
flancos de acantilados y en cavernas de las montañas. Valiéndose de esas
antorchas decoraron, con grandes figuras animales monocromas o bicolores,
vastas salas condenadas hasta entonces a la noche perpetua.
*
¿Por qué el nacimiento del arte está
enlazado a una expedición subterránea?
¿Por qué el arte fue y es una
aventura sombría?
¿Por qué el arte visual (al menos el
arte visible en la oscuridad a la luz temblorosa de una antorcha de grasa)
presenta un vínculo con los sueños, que también son visiones nocturnae?
Transcurrieron veintiún mil años: a
fines del siglo diecinueve la humanidad acudió en masa a sepultarse y
apretujarse en las oscuras salas de cinematografía.
*
¿Por qué numerosos muertos, hasta del
Mesolítico, fueron hallados con los miembros recogidos sobre sí mismos, ligados
con nervios de renos muertos, en posición fetal, con la cabeza entre las
rodillas, en forma de huevos cubiertos de ocre rojo envueltos en los cueros de
animales decapitados y cosidos? ¿Por qué las primeras representaciones humanas
son quiméricas{1}, y mezclan animalidad y humanidad, hombres-bisontes, chamanes
cantores con cabezas de animal?
¿Por qué esos ciervos con sus
cornamentas, representados mientras braman? ¿Por qué esos machos cabríos
representados al momento del celo y del temblor vocal? (Tragódia, en
griego, y de manera todavía explícita para un griego moderno, dice el canto del
macho cabrío). ¿Por qué esos leones con las fauces abiertas y rugientes?
¿Acaso aquellas primeras imágenes
figuran la música?
¿Estaban aquellos
"visionarios" -chamanes y soñadores de noche cavernosa, primeros
pintores a fresca- particularmente interesados en el cambio de voz
de los animales de cuernos y voces mudadizas? Más precisamente: ¿en la muda de
los jóvenes en la edad del cambio de su cuerpo y de su voz, en la edad del
mudarse el niño en hombre, es decir en la edad de su iniciación en los arcanos
de los cazadores (es decir en los secretos de los hombres-animales) y en el
lenguaje secreto de las fieras que perseguían, de las que se alimentaban y con
cuya piel se vestían?
El cuerno del íbice, el del toro, el
del reno ¿permiten vislumbrar el instrumento que sirve para beber su sangre y
repartida luego de la muerte sacrificial, el licor fermentado que inspira
visión y danza mimética, el sonido de su llamada?
¿Cantaban aquellos hombres al pintar,
como hacen los Bushmen de Australia? (Del mismo modo, en las leyendas acerca
del gran pintor griego Parrhasios{2} éste aparece cantando.)
¿Por qué todos los santuarios
inventariados empiezan donde la luz del día y la claridad astral cesan de ser
perceptibles, donde las tinieblas y la profundidad recóndita de la tierra
reinan sin reservas?
¿Por qué había que ocultar las
imágenes (que no son imágenes, que cada vez fueron visiones, phantasmata que
sólo se entreveían gracias a la luz temblorosa que reposaba en la grasa del
animal abatido) en lo oculto de la tierra? ¿Por qué escariar luego lo mostrado?
¿Por qué horadar con flechas lo representado, igual que en los juegos de pelota
o de dardos de las fiestas tradicionales y feriantes? ¿Como otros tantos San
Sebastián?
*
André Leroi-Gourhan, en Prehistoria
del arte, reunió la interrogante en una sola fórmula: ¿por qué el
pensamiento de los cazadores de bisontes y caballos se "enterró"
cuando se retiraron los glaciares?
*
Presento la conjetura propia de este
breve tratado en la forma siguiente: esas cavernas no son santuarios de
imágenes.
Sostengo que las grutas paleolíticas
son instrumentos de música cuyas paredes fueron decoradas.
Son resonadores nocturnos que fueron
pintados de un modo nada panorámico: se los pintó en lo invisible. Son cámaras
de eco, y el eco determinó la elección de las paredes decoradas. El eco es el
lugar del doble sonoro (del mismo modo que la máscara es el lugar del doble
visible: máscaras de bisonte, máscaras de ciervo, máscaras de ave de presa de
pico curvo, maniquí del hombre-bisonte). El hombre-ciervo representado al fondo
del agujero sin salida de la gruta de Trois-Fréres sostiene un arco. No
distinguiré el arma de caza de la primera lira, así como tampoco distinguí a
Apolo arquero de Apolo citarista.
*
Las pinturas rupestres empiezan donde
se dej a de ver la mano desplegada delante del rostro.
Donde se ve el color negro.
El eco es el guía y el referente en
la oscuridad silenciosa donde penetran y donde buscan imágenes.
*
El eco es la voz de lo invisible.
Durante el día los vivos no ven a los muertos. Pero los ven en la noche, en los
sueños. En el eco el emisor es inhallable. Lo visible y lo audible juegan a las
escondidas.
*
Los primeros hombres pintaron sus visiones
nocturnae siguiendo las propiedades acústicas de algunas paredes. En
las grutas de Ariége los pintores chamanes paleolíticos representan los rugidos
justo delante de las fauces o el morro de las fieras, en forma de trazos
agrupados. Aquellas marcas, incluso incisiones, son su rugido. Pintaron también
a los chamanes enmascarados, con sus señuelos o sus arcos. La resonancia, en el
gran santuario resonador, se vinculó con las apariciones tras los cortinajes de
estalagmitas.
A la luz de la antorcha de grasa, que
descubría una por una las epifanías bestiales rodeadas de penumbra, respondían
las músicas de los litófonos de calcita.
*
En Malta, en la gruta de Hipogeo{3},
hay una cavidad resonante tallada por mano de hombre. Tiene una frecuencia de
noventa hertz, cuya amplificación resulta aterradora si las voces emitidas son
graves.
R. Murray Shafer recensó en sus
libros todos los zigurats, templos, criptas y catedrales con eco, con
reverberación, con laberinto polifónico.
El eco engendra el misterio del mundo alter
ego.
Lucrecio decía sencillamente que todo
espacio de ecos es un templo.
*
En mil setecientos setenta y seis,
Vivant Denon visita el antro de ecos de la Sibila y anota en su diario de
viaje: "No hay resonancia más delicada. Quizás es el objeto sonoro más
bello que existe".
*
En la gruta de Trois- Fréres, el
chamán con cuernos de reno, con orejas de reno, con cola de caballo y patas de
león, tiene ojos de búho: son los ojos de los predadores de oído. De los
cavernícolas.
*
Los Aranda dicen alkneraka para
el verbo nacer: hacerse-ojos.
*
País-sin-retorno era el nombre que
daban los antiguos habitantes de Sumeria al lugar donde van los muertos.
Los textos sumerios describen así el
País-sin-retorno: los alientos de los muertos sobreviven difícilmente,
dormidos, terrosos, cubiertos de plumas, tan desdichados como los "pájaros
nocturnos que habitan las cavernas".
*
Isis, cuando regaló a los primeros
egipcios el modelo del lamento, dice en su lamentación que cuando los ojos no
ven los ojos desean.
El cántico puntualiza, en detrimento
del lenguaje, que la voz que llama a los muertos no logra hacerse oír por
ellos. La voz sólo los nombra. Sólo puede llamar al dolor a aquellas que están
privadas del que amaron.
El mito dice que cuando Isis comenzó
su primer lamento -la lamentación sobre el cadáver de Osiris castrado y cuyo
sexo se había perdido-, en ese preciso instante, murió el hijo de la reina de
Byblos.
*
La primera narración figurativa fue
pintada al fondo de un pozo situado al fondo de una caverna completamente
oscura. Es un hombre itifálico muriendo de espaldas, un bisonte que lo ataca,
destripado por un venablo, un cayado coronado por una cabeza de pájaro de pico
curvo.
La última religión que persiste en el
espacio donde vivo representa a un hombre que muere.
Está dicho en el Nuevo Testamento que
Cristo recibió la palmada con los ojos vendados. Todo Dios sangra en la sombra.
Dios sólo sangra en la audición y en
la noche. Fuera de la noche o de las grutas, resplandece.
Isaac ya no puede ver. Está en su
noche. Jacob dice: "No te traje un cordero desgarrado por las
fieras".
Jacob no trajo un cordero desgarrado
por los animales feroces, pero con él cubrió sus brazos.
Isaac lo palpa y dice: "La voz
es de Jacob, pero los brazos son de Esaú", y lo bendice.
Piensa: "La voz todavía no muda
y sin embargo el cuerpo es velludo".
*
De niño, cantaba. Adolescente, igual
que todo adolescente, mi voz se quebró. Pero pervivió, sofocada y perdida. Me
sumergí apasionadamente en la música instrumental. Hay un lazo directo entre la
música y el cambio de voz. Las mujeres nacen y mueren en un soprano que parece
indestructible. Su voz es un reino. Los hombres pierden sus voces de niño. A
los trece años enronquecen, cacarean, balan. Es curioso que nuestro idioma diga
todavía que cacarean o balan. Los hombres se incluyen entre los animales cuya
voz se quiebra. En la especie, conforman la especie de los cantos a dos voces.
Es posible definidos desde la
pubertad: humanos a quienes la voz abandonó cual una muda.
Para la voz masculina, la niñez, el
no-lenguaje, la relación con la madre y con su agua oscura con tabique del
amnios, luego la obediente elaboración de las primeras emociones y finalmente
la voz infantil que atrae al lenguaje materno, son la piel de una serpiente.
Entonces o bien los hombres cercenan
las bolsas testiculares e interrumpen la muda: es la voz infantil para siempre.
Son los castrados.
O bien los hombres componen con la
voz perdida. Son los compositores. Recomponen como pueden un territorio sonoro
que no muda, inmóvil.
O también los humanos suplen con
instrumentos el desmayo corporal y el abandono sonoro en que los hundió su voz
enronquecida.
Recobran así los registros agudos, a
la vez pueriles y maternales, de la emoción naciente, de la patria sonora.
Se los llama virtuosos.
*
Se puede definir la castración humana
como la domesticación neolítica de la voz. Domesticación intraespecífica, en
boga desde la época neolítica hasta fines del siglo dieciocho europeo. Remite a
los subterráneos de circuncisión de las grutas chamánicas donde morir a la
infancia y renacer mudado en hombre-animal, en cazador, eran una sola y pareja
metamorfosis.
*
En la gruta de Hipogeo, las voces de
las mujeres y los niños no consiguen que retumbe el instrumento de piedra, pues
la frecuencia aguda de sus voces no estremece la resonancia rocosa.
Sólo los jóvenes que mudaron hacen
retumbar la gruta de Hipogeo.
Cambiar de voz, morir y renacer: el
viaje funerario o nocturnal y la iniciación juvenil son indisociables. Propp
decía que todos los relatos maravillosos del mundo narraban ese viaje de
iniciación: regresar barbudo y ronco.
¿Qué es un héroe? Ni un viviente ni
un muerto. Es un chamán que penetra en el otro mundo y regresa.
Un mudado.
Es volver a salir de la caverna, del
hocico animal que engulle, despedaza, hiende y regurgita en la luz solar.
*
Desde que emergimos en la zoología,
tres millones de años nos separan de las armas y los utensilios tallados en
piedra. Después cuarenta mil años de prehistoria. En fin, nueve mil años de
historia, que no es otra que la guerra infinita. Los hombres, al finalizar la
prehistoria y nacer el neolítico, desgarraron el tiempo hasta premeditar el año
y trataron a las plantas, los animales y los hombres como si fueran criadores.
Sacrificaron las primicias de las plantas, los recién nacidos de los rebaños y
de los suyos: castraron.
Osiris es desgarrado y emasculado. Su
sexo perdido es el decimocuarto trozo de su cuerpo. Durante las procesiones en
su honor, las mujeres músicas entonaban sus cánticos moviendo con hilos las
marionetas obscenas del Dios. Attis arranca su pene bajo un pino y asperja la
tierra con sangre. Tamborines, címbalos, flautas y cornos acompañan el ritual.
Estos cánticos de los sacerdotes eunucos de Attis tuvieron inmenso renombre en
todo Oriente. Marsias el músico, después de recoger la flauta desechada por
Atenea, fue atado a un pino, emasculado y después desollado{3}.
En la época histórica, los griegos
iban a ver su piel en Celéne, en una gruta al pie de la ciudadela. Decían que
aún se estremecía, por poco que el auleta tocara bien su flauta. Orfeo es
emasculado y desgarrado. Se enlazan la música, la voz maravillosa, la voz
domesticada y la castración.
*
La muerte tiene hambre. Pero la
muerte es ciega. Caneca nox.
Noche negra quiere decir noche ciega,
que no ve.
Cuando es de noche los muertos solo
pueden reconocer por la voz.
En la noche la detección es acústica.
Al fondo de las grutas, en el silencio absoluto y nocturno del fondo de las
grutas, los cortinajes de calcita blanca y dorada están quebrados a la altura
de un hombre.
En época prehistórica se transportaba
fuera de las grutas las estalagmitas y las estalactitas rotas. Son fetiches.
*
El geógrafo griego Estrabón señala
que al fondo de la gruta de Corycia, a doscientos pies de la entrada, bajo el
surtir de las estalactitas, allí donde brota el manantial subterráneo para
desaparecer enseguida por la fisura, rugiendo en la oscuridad más completa, los
hombres piadosos de Grecia escuchaban címbalos que tocaban las manos de Zeus.
Estrabón agrega que otros griegos, en
el primer siglo antes de Cristo, aseveraban que se trataba del entrechocar de
las mandíbulas de Tifón, ladrón de nervios de oso.
*
En el decimoctavo siglo de nuestra
era, Jan de l'Ors (Juan del Oso) ata sólidamente la soga bajo sus brazos. Baja
al fondo del pozo. El agujero se hunde verticalmente en la tierra; él no
percibe el fondo. Las paredes son viscosas y algunos murciélagos huyen
sigilosamente en la oscuridad. El descenso dura tres días plenos.
Al cabo del tercer día, su báculo de
cuarenta quintales topa el fondo de la tierra. Jan de l'Ors se libera de la
soga. Da algunos pasos en la inmensa caverna donde acaba de llegar.
Una gran pila de huesos cubre el
suelo. Camina en medio de los cráneos.
Entra en un castillo en medio de la
gruta. Camina, pero sus pasos ya no resuenan.
Jan arroja su cayado de cuarenta
quintales en el suelo de mármol: el ruido es de pluma de pájaro que cae en la
nieve.
Jan de l'Ors comprende enseguida que
este castillo es la morada donde los sonidos no pueden nacer.
Alza la mirada hacia un gato
gigantesco tallado en calcita, en vidrio luminoso, en cristal. En la frente del
gato inmenso un carbunclo resplandece en la oscuridad. Por doquier hay árboles
cargados de manzanas de oro que rodean una fontana muda: el agua brota y cae
sin que nadie lo escuche.
Sentada en el borde de la fontana,
una joven, bella como la aurora, peina su cabellera con un creciente de luna.
Jan de l'Ors se aproxima pero ella no
lo ve. Los ojos de la joven maravillosa siguen irresistiblemente clavados en
los fuegos del carbunclo que hechiza el lugar.
Jan quiere hablarle: plantea su
pregunta. Pero su pregunta no resuena.
"La mujer está embrujada -piensa
Jan de l'Ors- y voy a enloquecer es este silencio de muerte."
Entonces Jan alza su cayado de
cuarenta quintales, lo blande y asesta un fuerte golpe en la cabeza del gran
gato de cristal. Todas las estalactitas se quiebran y emiten el canto más bello
del mundo. La fontana murmura. Las losas resuenan. Las hojas susurran en los
ramajes de los árboles. Las voces hablan.
Notas
[1] Quimera quiere decir
"cabra". Según Hornero, la Quimera era un animal solemne, con cabeza
de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente; echaba fuego por la boca y la
mató Belerofonte, hijo de Glauco, cumpliendo el presagio de los dioses. La
Teogonia de Hesíodo la describe con tres cabezas, y así está figurada en el
famoso bronce de Arezzo, que data del siglo V. Se halló una Quimera grabada en
las paredes de un templo hitita de Carquemis. (N. del T.)
[2] Los antiguos decían que el pintor
Parrhasios de Efesos había inventado la pornographia alrededor de -410, en
Atenas. Pornographia dice literalmente pintura-de-prostituida. (N. del T.)
[3] Hipogeo es una bóveda subterránea
donde los antiguos depositaban los cadáveres. (N. del T.)
El odio a la música, diez pequeños tratados, Cuarto tratado
Traducción: Pierre Jacomet
Imagen: © Marianne Rosenstiehl/Sygma/Corbis
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