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miércoles, marzo 04, 2009

Cristina Caballero: El Ultimo hálito de invierno



Y vergonzosamente
nos arrancó el corazón un poder;
ya que todos quieren ser sacrificados a los dioses.
pero cuando uno es omitido
nada bueno resulta
(Hoelderlin)

EL ÚLTIMO HÁLITO DE INVIERNO

I

Voces lilas bajan prodigiosas
mientan nombres sepultados
sus arengas se disipan
en pétalos raídos

muchacha que te miras
corre tras la historia
que sellaron los atajos del olvido

un agua de futuro te espejea
palmeras del oasis
que no existe

el nuevo boulevard
vive en corazones rotos

las garzas cruzan este invento de los hombres
hormigón que mancilla al Paraíso

hemos vuelto a la tierra de la abuela nariguda
la de trenza y delantal
cocina aún en su fogón de leña
convida al loro una micha remojada
mientras toma su café
amargo
y salitroso
y mira tras la reja de madera
hacia el jardín secreto

el arbusto de piscualis
luto
y sangre
a veces en sus ramas
vi salir el sol
ponerse

la serpiente deja huellas
sobre dunas subterráneas

rueda lo que ya no vuelve
estoy parada
en medio de ninguna parte


II

Nuestros pasos rondan
en un suelo bermellón
crujen prietos balancines

los suecos de madera
traquetean

ollas de peltre desportillan
el azul donde se alojan
la cazuela para el mole
el arcón de tía Ángelita
su ropero

todo esconde plata viva
va a azogarse rudamente

huele a naftalina
a talco rosa
a loción de flores
y a mercado

a veces la jarana
Margarita
con su traje de jarocha

un estanque al fondo de ese patio

¿qué árboles respiran
ocultos en el polvo?

fotos sepia
y enmohecidas
las borró mi tía Santa
nacida en día de muertos

ella simplemente dijo
es la última estación
este viaje ya termina
nada he de dejarles

en la casa de mi padre
rastro de marranos
de ese oficio vivía su familia
de esa impura mercancía

el padre de mi madre
vendía mota en tristes muelles

venía del linaje que varó
en un mítico lugar de negros

siglo y medio ya ha pasado
pero allá en Camarón
cada abril
dicen su nombre

capitán de ejército invasor
traidor o fugitivo
trajo a nuestra sangre
de náhuatle totonaca
la imborrable mancha del guerrero

ángeles caídos
aún habitan tantos callejones
de este puerto

gimen como niños
incapaces de alcanzar el túnel
atados por peajes ilusorios

piel de sombras
absueltos hace tiempo
no lo saben

en mi alma
aún buscan el olvido

1 comentario:

Anónimo dijo...

esto que tiene que ver el tejido epiterial idiota