Y vergonzosamente
nos arrancó el corazón un poder;
ya que todos quieren ser sacrificados a los dioses.
pero cuando uno es omitido
nada bueno resulta
(Hoelderlin)
EL ÚLTIMO HÁLITO DE INVIERNO
I
Voces lilas bajan prodigiosas
mientan nombres sepultados
sus arengas se disipan
en pétalos raídos
muchacha que te miras
corre tras la historia
que sellaron los atajos del olvido
un agua de futuro te espejea
palmeras del oasis
que no existe
el nuevo boulevard
vive en corazones rotos
las garzas cruzan este invento de los hombres
hormigón que mancilla al Paraíso
hemos vuelto a la tierra de la abuela nariguda
la de trenza y delantal
cocina aún en su fogón de leña
convida al loro una micha remojada
mientras toma su café
amargo
y salitroso
y mira tras la reja de madera
hacia el jardín secreto
el arbusto de piscualis
luto
y sangre
a veces en sus ramas
vi salir el sol
ponerse
la serpiente deja huellas
sobre dunas subterráneas
rueda lo que ya no vuelve
estoy parada
en medio de ninguna parte
II
Nuestros pasos rondan
en un suelo bermellón
crujen prietos balancines
los suecos de madera
traquetean
ollas de peltre desportillan
el azul donde se alojan
la cazuela para el mole
el arcón de tía Ángelita
su ropero
todo esconde plata viva
va a azogarse rudamente
huele a naftalina
a talco rosa
a loción de flores
y a mercado
a veces la jarana
Margarita
con su traje de jarocha
un estanque al fondo de ese patio
¿qué árboles respiran
ocultos en el polvo?
fotos sepia
y enmohecidas
las borró mi tía Santa
nacida en día de muertos
ella simplemente dijo
es la última estación
este viaje ya termina
nada he de dejarles
en la casa de mi padre
rastro de marranos
de ese oficio vivía su familia
de esa impura mercancía
el padre de mi madre
vendía mota en tristes muelles
venía del linaje que varó
en un mítico lugar de negros
siglo y medio ya ha pasado
pero allá en Camarón
cada abril
dicen su nombre
capitán de ejército invasor
traidor o fugitivo
trajo a nuestra sangre
de náhuatle totonaca
la imborrable mancha del guerrero
ángeles caídos
aún habitan tantos callejones
de este puerto
gimen como niños
incapaces de alcanzar el túnel
atados por peajes ilusorios
piel de sombras
absueltos hace tiempo
no lo saben
en mi alma
aún buscan el olvido
nos arrancó el corazón un poder;
ya que todos quieren ser sacrificados a los dioses.
pero cuando uno es omitido
nada bueno resulta
(Hoelderlin)
EL ÚLTIMO HÁLITO DE INVIERNO
I
Voces lilas bajan prodigiosas
mientan nombres sepultados
sus arengas se disipan
en pétalos raídos
muchacha que te miras
corre tras la historia
que sellaron los atajos del olvido
un agua de futuro te espejea
palmeras del oasis
que no existe
el nuevo boulevard
vive en corazones rotos
las garzas cruzan este invento de los hombres
hormigón que mancilla al Paraíso
hemos vuelto a la tierra de la abuela nariguda
la de trenza y delantal
cocina aún en su fogón de leña
convida al loro una micha remojada
mientras toma su café
amargo
y salitroso
y mira tras la reja de madera
hacia el jardín secreto
el arbusto de piscualis
luto
y sangre
a veces en sus ramas
vi salir el sol
ponerse
la serpiente deja huellas
sobre dunas subterráneas
rueda lo que ya no vuelve
estoy parada
en medio de ninguna parte
II
Nuestros pasos rondan
en un suelo bermellón
crujen prietos balancines
los suecos de madera
traquetean
ollas de peltre desportillan
el azul donde se alojan
la cazuela para el mole
el arcón de tía Ángelita
su ropero
todo esconde plata viva
va a azogarse rudamente
huele a naftalina
a talco rosa
a loción de flores
y a mercado
a veces la jarana
Margarita
con su traje de jarocha
un estanque al fondo de ese patio
¿qué árboles respiran
ocultos en el polvo?
fotos sepia
y enmohecidas
las borró mi tía Santa
nacida en día de muertos
ella simplemente dijo
es la última estación
este viaje ya termina
nada he de dejarles
en la casa de mi padre
rastro de marranos
de ese oficio vivía su familia
de esa impura mercancía
el padre de mi madre
vendía mota en tristes muelles
venía del linaje que varó
en un mítico lugar de negros
siglo y medio ya ha pasado
pero allá en Camarón
cada abril
dicen su nombre
capitán de ejército invasor
traidor o fugitivo
trajo a nuestra sangre
de náhuatle totonaca
la imborrable mancha del guerrero
ángeles caídos
aún habitan tantos callejones
de este puerto
gimen como niños
incapaces de alcanzar el túnel
atados por peajes ilusorios
piel de sombras
absueltos hace tiempo
no lo saben
en mi alma
aún buscan el olvido
1 comentario:
esto que tiene que ver el tejido epiterial idiota
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