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viernes, abril 17, 2009

Alejandra Rodríguez Peralta: LA CERDITA NATA



GRADO: BACHILLERATO.

La cerdita Nata.
Alejandra Rodríguez Peralta.

En una tarde de enero común y corriente, en un rancho nació una cerdita muy especial llamada Nata, ella creció siendo muy feliz.
Cerca de la granja donde vivía había una niña llamada Diana, huérfana de madre, que solo vivía con su padre y, era una gran bailarina con apenas doce años, la cerdita iba todos los días a verla cómo ensayaba.

Todos los amigos de Nata le decían que no podía ser una bailarina o se amiga de una de ellas, que nunca la aceptarían porque ella era un cerdo. Pero a Nata no le importaba, ella pensaba que sí podían ser amigas y que no tenía nada de malo.

Un día, Diana la descubrió, la cerdita estaba muy espantada porque creía que la iba a matar o algo por el estilo, pero la reacción de Diana fue acariciarla y darle de comer. Transcurrieron los días y ellas se hicieron muy amigas; Nata la veía todos los días bailar y Diana le daba de comer y le platicaba sus cosas, salían a caminar y pasaban muchas aventuras explorando lugares que existían en el rancho.

Una tarde, el papá de Diana salió a hacer las compras para la comida y de repente vio a Nata que estaba asomada por la ventana; se acercó paso a paso hacia la cerdita para poder agarrarla. Nata en vez de correr, pensó que el papá de Diana, no le iba a hacer nada, cuando el papá de Diana estaba muy cerca, ésta gritó y salió corriendo a agarrar a Nata, ella le dijo a su papá: -¿Qué es lo que pretendes?. No le puedes hacer nada, yo la quiero conmigo siempre, o también me la vas a quitar como a mamá. –Dijo Diana muy enojada y triste.
El padre le contestó: ¿Cómo puedes tener una amiga que es un cerdo?, ellos sirven sólo para matarlos y comerlos. Diana empezó a llorar y salió corriendo junto a Nata, pero ya era un poco tarde y estaba lloviendo, el papá trató de alcanzarla y le gritaba que volviera, que se podía perder, pero Diana sabía que tarde o temprano, su papá le iba a quitar a Nata y quién sabe qué le podría hacer. Entonces Diana salió corriendo y Nata detrás de ella cuando de repente Diana se cayó y se lastimó su pierna. Nata no sabía qué hacer porque si iba a pedir ayuda la iban a matar y si no pedía ayuda, Diana se podía poner peor; en ese instante aparecieron unos enanitos que salieron de los árboles. Nata y Diana se espantaron porque nunca habían visto algo así, los enanitos rápidamente empezaron a curar con sus manos la pierna de Diana, cuando terminaron, Diana ya no sentía dolor, así que les agradeció a los enanitos tal acto y les empezó a contar su historia. Los enanitos las invitaron a entrar a los árboles donde había un mundo extraordinario fuera de lo normal, había túneles, muchos enanitos trabajando, entre otras cosas. Cuando Diana terminó de contarles la historia de ella y Nata, los enanitos le respondieron que aunque los veían chiquitos, ellos ya tenían muchos años y que sabían demasiado porque siempre fueron rechazados por la gente y le mencionó que no debía dejar que eso pasara, que tenían que hacer entender a su papá, que aunque no sea bien visto el ser amiga de una cerdita, al fin y al cabo, no se sabe cómo viene envuelta la felicidad o cómo te llegue, lo importante es que hace bien estar cerca de ella. Es como las cosas de la vida, lo más difícil o lo que no tiene explicación es lo que más se aprecia, así pasa con las relaciones, y no se deben juzgar cómo sean vistos los cerdos, por sus antepasados y que la gente está acostumbrada a verlos como comida; así mismo le regalaron un amuleto de la buena suerte a la cerdita para que no le hicieran nada malo nunca.

Diana de regreso a su casa, su papá estaba muy preocupado porque llovía y ella había tardado demasiado, lo primero que hizo fue abrazar a Diana y decirle que no lo volviera a hacer. Ella le respondió que si Nata, la cerdita, se podía quedar con ellos a vivir, el papá de Diana le dijo “claro que sí”, si era lo que le hacía feliz, estaba bien, que él había dicho esas cosas feas porque comete errores como todo ser humano y no se dio cuenta del daño que le hacía.

Desde entonces Diana y Nata, siempre están juntas y no les importa lo que la gente piense porque antes de juzgar hay que preguntarse si somos perfectos para poder ver los defectos de los demás y no los nuestros primero. Nunca más en casa de Diana se comió carne de cerdo.

1 comentario:

Nancy Ortiz dijo...

Me da gusto que los jóvenes se interesen por la narrativa y sobre todo que tengan el valor de mostrar sus intereses a los demás. Ese es un buen paso. Saludos.