Me queda la esperanza
(Canción última)
Hindra Ceballos López
(Canción última)
Hindra Ceballos López
Si tuviéramos que dejar un mensaje al minuto final de nuestra vida, ¿Que diría la intensidad de la emoción con que vivimos los sentimientos y el sentimiento de nuestras emociones al último suspiro? Tal vez diría “pintada está mi casa del color de las grandes pasiones y desgracias”… o quizá… “Vida, nada me debes; vida, estamos en paz”
La emoción es el motor de la vida y si acaso ésta no fuera cual se quisiera, acaso también es el horizonte de la esperanza… ¿de qué? Cada quien tendría que expandir las alas por sus razones de existir.
Habría que observar la intensidad con que la emoción ha matizado, cual paleta de colores, cada expectativa, circunstancia y consecuencia de todo lo que hacemos. Podríamos concluir como creadores de nuestra propia labor existencial, que al final de los bocetos con que pintamos los senderos recorridos, cada estación tiene su propio colorido y cada obra terminada, personal identidad.
Es común en nuestra vida encontrar senderos escabrosos donde quizá hemos debido tropezar… conocer la confusión entre la oscuridad de los abismos visitados; vivir el miedo de no poder lograr salir avante, palpar debilidad, cobardía y abandono que sugieren dormir en la penumbra del hastío; sin embargo en el orden perfecto del caos, las adversidades tienen causa y aún sentido pues aunque en la emotividad habita también el idealismo (ése que hace sangrar las manos al pretender asirse a las quimeras), la inseparable reflexión de la conciencia hace su tesis y ésta indica que experimentar la vida, ofrece el fin de producirla. ¿Qué final queremos darle? ¿Cómo queremos proyectarla? Eso es cosa nuestra.
Yo quiero ofrecerme la esperanza de que si cada instante de nuestro tiempo transcurrido tiene botellitas con el agua salobre de tristezas, también acarrea costalitos con momentos de alegría… ¿Será que el ser no olvida que aun en lo más profundo de la oscuridad está la luz de la fe? Si perdiera la fe en la vida y semejantes, me emociona pensar que encuentro aún pedacitos de fe en mí misma y que en lo más árido de las desdichas, todavía el consuelo del descanso y la floración de la sonrisa… tengo la esperanza de que mi canción última sea entonada con acordes de dulzura y sonidos de paz.
La emoción es el motor de la vida y si acaso ésta no fuera cual se quisiera, acaso también es el horizonte de la esperanza… ¿de qué? Cada quien tendría que expandir las alas por sus razones de existir.
Habría que observar la intensidad con que la emoción ha matizado, cual paleta de colores, cada expectativa, circunstancia y consecuencia de todo lo que hacemos. Podríamos concluir como creadores de nuestra propia labor existencial, que al final de los bocetos con que pintamos los senderos recorridos, cada estación tiene su propio colorido y cada obra terminada, personal identidad.
Es común en nuestra vida encontrar senderos escabrosos donde quizá hemos debido tropezar… conocer la confusión entre la oscuridad de los abismos visitados; vivir el miedo de no poder lograr salir avante, palpar debilidad, cobardía y abandono que sugieren dormir en la penumbra del hastío; sin embargo en el orden perfecto del caos, las adversidades tienen causa y aún sentido pues aunque en la emotividad habita también el idealismo (ése que hace sangrar las manos al pretender asirse a las quimeras), la inseparable reflexión de la conciencia hace su tesis y ésta indica que experimentar la vida, ofrece el fin de producirla. ¿Qué final queremos darle? ¿Cómo queremos proyectarla? Eso es cosa nuestra.
Yo quiero ofrecerme la esperanza de que si cada instante de nuestro tiempo transcurrido tiene botellitas con el agua salobre de tristezas, también acarrea costalitos con momentos de alegría… ¿Será que el ser no olvida que aun en lo más profundo de la oscuridad está la luz de la fe? Si perdiera la fe en la vida y semejantes, me emociona pensar que encuentro aún pedacitos de fe en mí misma y que en lo más árido de las desdichas, todavía el consuelo del descanso y la floración de la sonrisa… tengo la esperanza de que mi canción última sea entonada con acordes de dulzura y sonidos de paz.
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