Cristina Caballero
Y un día te das cuenta
que hay nombres
que ya no puedes usar tan dócilmente
semanas
por ejemplo
atadas a una suerte
tan maligna
tan extraña
alguno de esos días
va hacia el abismo que todos eludimos
cualquier lunes
prueba sus excusas sin sentido
la sombra de esas letras
reverberan matorrales
como estrellas arrojadas a la playa
van y vienen
nos acechan
medran los castillos de la infancia
donde Padre y Madre
nadaban hasta el horizonte
lejos de la negra arena
con los hijos
con los ojos mutilados
por un sol recalcitrante
ellos nos llevaron hasta acuáticas llanuras
hierba mala había
esporas
y arrecifes traicioneros
¿por qué olvidaste hermano
lo que a manos llenas devoramos
de sus cuerpos
de sus días
que estaban ya contados
a partir de la explosión
en galaxias alcanzables?
¿Por qué ahora dices
que no tuviste nada?
ni el calor de brazos pródigos
y tibios
ni miradas subyugantes
cada tarde
estación cuyos andenes
nunca pueden
jamás
abandonarse
no del todo
con candados invisibles
ven
y saben
palabras prodigiosas
nacidas en la torre de Babel
de ese hogar perdido
que ahora yace mudo
en su tumba de alquitrán
y llanto
gritan
gritan como niñas inmorales
llenas de un dolor
que yo
que yo
aún
no
entiendo
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