Llego a mi centro,
a mi álgebra y mi clave,
a mi espejo.
Pronto sabré quién soy
a mi álgebra y mi clave,
a mi espejo.
Pronto sabré quién soy
J.L.Borges
ENTRAR A LA MUERTE CON LOS OJOS ABIERTOS
Hindra E. Ceballos López
Entrar a la muerte con los ojos abiertos, requiere experimentar la vida con la voluntad de hacer uso de todos los sentidos aunque éstos en apariencia estén atrofiados; tarea nada fácil mas no imposible. Morir alerta representa vivir total y aceptar lo que ello abarca; entre muchísimas acepciones podrían mencionarse unas cuantas:
Disfrutar el proceso que comprende satisfacción de necesidades y “amar hasta que duela” (1) -a sí mismo y los demás-
Respetar los sentidos sin desestimar los sentimientos,
Nutrir la esencia metafísica sin dejar morir de inanición el derecho físico,
Respetar la diferencia entre compasión y lástima, vivir y sobrevivir, intención y desánimo (sin perder de vista la consideración que merecen los agentes externos que facilitan el logro de metas).
Reforzar la responsabilidad con faros de guía contra la evasión que desaire el placer de compartir el estímulo vital con los demás apelando al subterfugio en desaliento de la distracción en soledad.
Reconocer que la complacencia ha de respetar a la conciencia; la aceptación no implica conformismo, así como la dignidad no representa soberbia.
Encarcelar ironías destructivas sin liberar reos de adulación.
Observar (mas no mirar) que alegrías y penas son recibidas indistintamente, y la diferencia entre vida amargada o positiva está en actitudes.
Reconocer la diferencia entre soledad y desolación, Etc.
Entrar a la muerte con los ojos abiertos es haber vivido la vida con los sentidos despejados, logrando con éxito vaciar la copa para colmarla del momento a momento, beber el elíxir de la razón conjunta con sentimientos y emoción y en pleno uso de las facultades mentales estar preparados con la vida plena de entereza por si éstas (las facultades) extravían su firmeza en la sucesión corta o larga de la partida sin retorno.
Estar conscientes de entrar a ese espacio en que la nada sensorial y el arcano metafísico reinan y reconocer previo a la experiencia que “la muerte es el más grande de todos los bienes para el hombre”(2) implica aceptar que no es la muerte la que da miedo o produce dolor, sino lo que se cree perder en o con ella.
Sentir que la vida nada nos debe y que con ella estamos en paz,(3) representa cerrar el libro de la vida con la misma llave que abre la paz de la muerte sin temores, sin congoja ya que “en vida, hermano, en vida” (4) se logra disfrutar la sonrisa, licuar lo mejor y lo peor de uno mismo con cada lágrima, saldar los adeudos con cada dolor, asear las emociones con la espuma purificante de la experiencia ya que ésta distingue a los errores de los aciertos y ofrece la oportunidad de aprender. Tropezar sin asimilar porqué, obstaculiza, hace tortuoso el camino entreverado que otorga el misterio del día a día; solo los pasos seguros sustentados en los valores universales procuran el más honroso andar hacia el final más cierto de la vida…
“El miedo nos tapa la verdad, y el miedo mismo, cuando se adensa en congoja, nos la revela”(5) tratar de no asimilar por miedos que la vida está sellada con la muerte, entorpece la visión para ver, experimentar y aprovechar la buenaventura del proceso vital que nos conduce a morir; sobrevivir al temor mengua la atención de la existencia plena ¿A qué temer entonces?
Vivir plenamente cuanto ofrece, asegura la íntima satisfacción de agotar el bastimento e ir dejando las huellas sin relieve, aprovechar la oportunidad aligera cargas, desprende apegos y desafía al dolor de tal forma que aún la “muerte anunciada”(6) o el asalto artero de ésta, halla al espíritu preparado, la templanza erguida, el equipaje ligero y otorga la dignidad de no temerle. Eso es entrar a la muerte con los ojos abiertos a mi juicio.
(1) Calcuta, MadreTeresa de. “Ama hasta que te duela. Si te duele es buena señal”
(2) Sócrates. “… ¿No es la ignorancia más reprensible pensar que uno sabe lo que no sabe?”
(3) Amado Nervo. “En Paz”, poema
(4) Rabatté, Ana María. “En Vida” poema
(5) Unamuno, Miguel de “El miedo, sí, y sólo el miedo a la muerte y a la vida nos hace no ver ni oír a derechas…”
(6) García Márquez, Gabriel “Crónica de una muerte anunciada”
1 comentario:
Que magnífica exposición de enfrentar la muerte, - "con los ojos abiertos" - ya que solo la muerte puede curar lo que no tiene remedio. Felicidades, seguiré esperando participaciones tuyas.
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