MATTY BELLO, PRESENCIA Y CANTO
Ivonne Moreno Uscanga
Hace algunos lustros el título y estribillo de una canción interpretada por la puertorriqueña Nidia Caro rezaba así “cantar sólo por cantar” lo cual nos llevaba a cuestionarnos tal planteamiento en alusión a muchos cantantes o interpretes.
La alegría, nostalgia, frustraciones, contacto con el público podrían aparecer como respuestas, no obstante cuando encontramos en los cantantes amor hacia la música realizada por compositores coterráneos suyos, resulta doblemente placenteros escucharlos, casi al unísono aprendemos también a valorar el peculio de estos talentos y entonces, los cantantes se convierten, también en promotores.
Este es el caso de la cantante veracruzana, a pesar de haber nacido en ciudad de México, Matty Bello, quién en los últimos años de su carrera se ha dedicado ha rescatar la música de compositores y arreglistas veracruzanos como la de su maestro y amigo Guillermo Salamanca.
Matty, larista por convicción recurre de manera constante al repertorio y legado de El Flaco de Oro, para recrear a sus escuchas y para compartir con interesados jóvenes cantantes, el vasto repertorio de Agustín. Sobre ello ha nacido la idea junto con el grupo Baluarte de un certamen en donde la juventud se apodera del ilustre y putativo tlacotalpeño, para darle nuevos bríos a su música.
De este modo Matty Bello amplía su pregón, no solo canta por cantar sino para difundir la música veracruzana como bastión de armonía y lirismo.
Huelga hacer referencia la carrera musical de Matty, larga y desde luego intensa. Desde la participación de Valores Bacardi 1980 hasta la Medalla Toña La Negra 1994, y su enlace con los hermanos Martínez Gil, el acompañamiento con famosos compositores, Sergio Esquivel sus famosos duetos: José –José, Lupita Dˆalessio, María Medina y discos, todos ellos donde ha propiciado su pasión por Veracruz.
Con mencionados perfiles e incursionando a la docencia en el reglón musical y en la producción artística, Matty se dedica a “cantar” y lo hace desde varias trincheras, desde el posible soledad de un café hasta en escenarios al aire libre, espacios diversos cuyo pretexto es la sonoridad de un teclado para poder abrirse a su quehacer, compartir su voz y principalmente las letras de los compositores de nuestro estado y en ellos incluye a los Cuates Castilla y a Gabilondo Soler.
Describir la secuela de Matty, en Veracruz, es asomarnos a un boulevard de sueños, sitio dibujado para aspirar los aromas del trópico y transpirar al calor de una tarde, pensamientos de erotismo libre, ideas bañadas de brisa, pendientes de balcones de una Casita Blanca, boleros y sones de ecos tras las huellas de voces femeninas acuciadas de murmullos de conchas o sirenas de barcos, salas de espera de amores y subterfugios de hechiceras rindiéndole culto al canto a través de la voz.
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