HE AQUÍ LOS e-reader
Muchas veces, en este mismo blog, se ha tratado acerca de la posibilidad de un aparato digital que se constituyera, no en un solo libro-textual, sino en un “volumen” que pudiera albergar (en ese único espacio el equivalente no sòlo a un libro normal de 300 grs. de peso) sino una multitud de libros. Ha habido polémicas aquí y allá sobre si esto significaba la muerte del libro tradicional, de si se iba a sentir el mismo placer cuando se leyera en una tablilla en vez de la tersura del papel, etc.
Bien. El año pasado varias compañías han lanzado ya su versión del lector digital. Entre los muchos que ya salieron al mercado (en un precio que fluctúa entre los 250 y 500 dólares) se halla el promocionado por Amazone, el Kindle, además otros dispositivos similares, como el Sony Reader. Las plaquetas lectoras son capaces, hasta ahora, de almacenar desde 1500 hasta 3000 libros –y va en aumento; es decir, una verdadera biblioteca almacenada en un dispositivo del tamaño de un libro de bolsillo. Se dirá que la nostalgia se impondrá, pero lo mismo se decía de las vitrolas, de las Smith-Corona, de las plumas de ave con envase de tinta y otros aparatos que pronto las generaciones olvidaron para “nacer” de frente con una nueva tecnología que les ha sido "común" y nada sorprendente.
Tal vez lo mejor: Al inicio, los comerciantes libreros piensan en la venta de libros tipo best-seller (el término es relativo pues hasta Corin Tellado lo ha sido); para de ahí pasar a libros de tipo técnico y científico que los estudiantes puedan utilizar en las aulas, amén de trasladar, mediante la técnica infra-rojo los apuntes que el tutor de la clase carga en su mini-lap, palm, celular u otro instrumento Similar --de hecho no sé si el doctor homónimo se atreva a vender este producto en sus farmacias.
En realidad, esta técnica de transferencia de datos ya es posible en universidades de USA, Europa y no pocas de Latinoamérica. Otra de las grandes ventajas que se le mirana los e-reader (no dudo que surjan los colaterales) es el ahorro de papel y otros insumos que derivan del maltrato a nuestro entorno ecológico... Tenemos nuestras dudas en ese sentido: No sea que el invento vaya a salir con sus afecciones al ambiente como lo han provocado las baterías y los celulares. En fin.
Lo más sorprendente del Kindle (un ejemplo) es la manera en que los datos son transferidos. No se necesita de ningún tipo de programa, conexión, cables ni computadora.. El Kindle Amazon posee una conexión como la de un teléfono celular que permite al usuario poder comprar libros on-line o bajar algunos que ya se tienen por ahí, gracias a los sitios web que los distribuyen de manera gratuita.Con un dispositivo como este, de tecnología abierta, una red wireless suministrada por el Estado y una biblioteca gigantesca y gratuita sería una verdadera revolución en la educación de cualquier país, principalmente, donde se lee poco, como en México que apenas si alcanza 1 y medio ibros leídos anualmente por habitante. El e-reader, naturalmente, no hará que se lea más: su lanzamiento parece enfocarse a personas que ya leen y desean ahora organizar una biblioteca de bolsillo que le brinde conocimiento, información, placer y una forma sencilla de acceder a los libros que desea sin andar de estante en estante buscando sus volúmenes. Pues este es otro de los puntos a favor del e-reader: la fácil localización de un ejemplar por medio de un índice, ya sea por título, autor, palabra clave, etc.; además de permitir un seguimiento de “dónde me quedé y cuál(es) fueron los últimos libros que leí"; permitirá, además, correlacionar información y elaborar bosquejos de textos mezclados.
Sabemos que existen respetables opositores y quienes promueven este nuevo invento que, a primera vista, parece inquisidor. Por ejemplo Javier Aranda Luna opina:
Los nuevos componentes digitales no nos han alfabetizado musicalmente al grado que las estaciones de música “clásica” prácticamente han desaparecido del cuadrante y los ritmos gruperos son la constante de nuestro paisaje musical. Las computadoras no han mejorado nuestra capacidad de redacción y a veces, muchas, ni siquiera la ortografía. Por eso dudo que las nuevas tecnologías electrónicas en materia de lectura den lugar a una nueva Ilustración o siquiera sirvan para disminuir significativamente nuestro analfabetismo a secas o por lo menos el funcional.
Además sería un riesgo dejar que se concentre en las manos de un fenicio o de varios esa babel que la humanidad ha formado a través de los libros. ¿Cuáles serían los libros disponibles? Los clásicos, sin duda, pero, también, los montones de bestsellers que son en buena parte basura. ¿Y quién nos garantiza que estarán en sus catálogos autores como Hugo Hiriart o Heimito von Doderer, cuentos como La estrella de madera (1), los versos caligráficos de Tablada o los blasfemos diarios de Anais Nin o León Bloy? ¿Cabrían aunque no fueran bestsellers?. (2)
Otro comentario interesante proviene de Joaquín Ma. Aguirre Romero, quien en uno de sus párrafos de EL FUTURO DE EL LIBRO (3), afirma:
La introducción de la edición electrónica o digital no es un fenómeno nuevo, de hecho está ampliamente integrada en los procesos productivos editoriales. Sin embargo, siempre ha sido considerada como un estado pre-editorial. Es decir, como una tecnología destinada a colaborar en la producción del objeto libro en sus estados primarios. Electrónica es la fase de producción del original que escriben los autores en sus procesadores de textos o que encargan a terceros para su remisión a las empresas editoriales, y electrónicos son los tratamientos que se hacen en los pasos previos de preparación de ese material para su envío a las imprentas. Estos aspectos los hemos desarrollado recientemente en la ponencia Sistemas de gestión y producción editoriales en línea y sus aplicaciones en el ámbito universitario . La mayoría de los libros que hoy se producen, ya lo hemos señalado con anterioridad en otros lugares, son digitales antes de convertirse en papel. Fue esta realidad la que indujo a Nicholas Negroponte a pedir que se entregara una copia informática de todos los libros que se depositaran en la Biblioteca del Congreso norteamericana. Negroponte pensaba en una biblioteca digital universal, en un centro al que se pudiera acceder desde cualquier punto del globo a los textos existentes.
El sistema de digitalización está introducido en el corazón del sistema productivo editorial. Los problemas surgen cuando se intenta entrar en los otros ámbitos del sistema basado en los libros. Queremos centrarnos aquí en los aspectos culturales, dejando de lado otros importantes (propiedad intelectual, elementos comerciales, etc.) que se están debatiendo en otros foros.
Cuando se identifica la información con el soporte que la contiene, las modificaciones materiales se contemplan como agresiones culturales. En un sentido general, la información busca fluir por los medios y soportes que permiten una mayor economía. El libro impreso también fue atacado en su momento por los defensores de un sistema cultural más cerrado. Sin embargo, la imprenta consiguió salir adelante gracias a que, entre otros factores, permitía una circulación social más rápida y barata de la información. Los beneficios del sistema de impresión mecánica no se impusieron inmediatamente; durante mucho tiempo convivieron las dos formas de producción, manuscrita e impresa, repartiéndose diferentes terrenos. Las sociedades manejan una gran cantidad de tecnologías comunicativas simultáneamente. Estos distintos medios y soportes se emplean en función de su uso social. Empleamos la escritura manual para la comunicación personal, mientras que se utiliza el ordenador para elaborar documentos más oficiales (comerciales, laborales, etc.); entendemos que ciertas informaciones pueden darse por teléfono, mientras que otras requieren la presencia cara a cara; en unos momentos podemos utilizar el fax y en otros la carta certificada. Es decir, existen muchas formas de comunicación conviviendo y utilizándose en función de la naturaleza de la información.
Por cierto, ya hace algunos años Umberto Eco daba una conferencia acerca del tema... Por puro antecedente de cómo la tecnología excede a veces a nuestra visión nostálgica, presentamos en este mismo número el ensayo del autor de El nombre de la rosa; un artículo titulado DE INTERNET A GUTENBERG. (4)
Pero quien tiene la última palabra es el lector. En tanto esto pasa, uno se sigue deleitando re-leyendo el Ulises de James Joyce publicado en dos tomos deshojables de Brugera. No deja de serme grato el no saber a veces dónde dejé el condenado libro, en qué página me quedé y si me perdí de algo al no subrayar los pasajes más importantes del texto. No obstante, un aroma singular e inimitable a hojas enmohecidas que disfruté desde mi infancia, me conducen al sitio donde se halla lo que parece ser símbolo de una nostalgia íntima; por lo menos hasta que como ocurrió con Borges o el mismo Joyce, mis ojos ya no alcancen las letras, y tenga que recurrir a lo aburrido de los audio-libros: allí sí, ya me fregué.(1) Por pura coincidencia, y buscando qué leer, di con La estrella de madera, texto que menciona Aranda Luna. Prometemos publicar este hermoso cuento de Schowb en nuestra próxima entrega.
(2) Fuente: La Jornada
(3) Joaquín Mª Aguirre Romeroaguirre@eucmax.sim.ucm.esDepartamento de Filología Española IIIFacultad de Ciencias de la Información - Universidad Complutense de Madrid
(4) Halla este link AQUÍ
No hay comentarios.:
Publicar un comentario