CON UNA PLUMA FUENTE EN LA MANO
Ignacio García
Ignacio García
LOS ELEMENTOS DEL REINO entra a su año VI de actividades. Ya no recuerdo que día de un abril de 2005, se me ocurrió que la tecnología del blog podría serme útil para dar a conocer (no sé a quién) mis ensayos, poemas, diatribas y demás desvaríos. Muy pronto pasó este lapsus vanidosus que, creo, todo artista ha experimentado, y que Michel Foucault con mucho tino, ha dado en llamar “el canto de la rana”.
Perdida el ansia de la gloria sin provecho y del éxito que ni es clamor ni efímero, realicé que en el mismísimo Puerto y ciudad de Veracruz contaba yo con amigos poetas, escritores, plásticos, fotógrafos –y gente peor—que podrían incorporarse a la aventura, no tanto del exhibicionismo desmedido de verse publicados digitalmente, sino de compartir su vivir cotidiano a través del arte.
Desde entonces hemos publicado casi 1200 artículos y fotografías (más o menos uno cada tercer día), algunos dibujos y uno que otro video. De los autores que viven de las Murallas derribadas para acá, colaboradores de más allá comenzaron a compartir su quéhacer desde zonas del mismo estado: Xalapa, San Andrés, Xico, Coatza, Córdoba, etc. Y luego, no mucho tiempo después, el blog se enriqueció más con los textos de artistas de Venezuela, Cuba, Argentina, Chile, Perú, Bolivia; en fin, de casi toda nuestra América Latina; sin olvidar a los paisanos que viven en los Estados Unidos y Canadá, y a los de habla hispana que, por una u otra razón, radican ahora en Asia, África, Europa, Oceanía: en poco tiempo habíamos ya dado la vuelta al mundo (más mérito del blog que de nosotros).
Y lo hicimos con un perfil no exclusivista en cuanto a la temática; admitimos de todo: filosofía, política, religión, reflexiones personales, protestas, intimidades, lingüística, semántica, matemáticas del caos, golpes y martillazos. Todo, proveniente de quien supiera escribir español; con edades que iban desde aquel que supiera decir “Yo soy” (por cierto, la frase más contundente que conozco de acuerdo a su contenido) hasta aquellos que mezclaban el español con frases de otros idiomas y una ortografía horrorosa. Que yo recuerde, nunca hemos censurado un solo artículo: el mismo blog hace que quien quiere escribir en él, se mire al espejo y vea si sus rayones caben o no en este cuadro de azogue... De todo cupo en esta embarcación.
Al rato –al puñado de colaboradores habituales, vivos, expectantes—añadimos (por el puro deseo de dar a conocer sus nombres y obras) nombres y escritos como los de Borges, Cortázar, Carlos Fuentes, Onetti, Saramago, Galeano, Sontag, Ginsberg, Plath, Pizarnik, Barthes, Sartre, Darwish, Rimbaud, Foucault, Joyce, Woolf, Camus, Pound, Valéry… Y así: todo un cementerio de seres vivos que, entre pliegues de una espuma ondulante y un viento inextinguible, han llegado a ser, junto con los otros, mástil y vela de esta barca cargada de Elementos cuyo destino es “entrega inmediata” a quien abra sus ojos, y quiera recibirlos.
Confieso que más de una vez quisimos dejar la barca a la deriva; que su maderaje fuera echo trizas por alguna de las escolleras veracruzanas, y su contenido disperso en el inmenso océano. Deseamos abandonar la nave, quemar su esqueleto, soltar amarras, arriar velas y arrojar la espada lo más lejos que se pudiera. Pero una frase constante se dispersaba en mis sueños: “Sólo es nuestro lo que perdimos”. Eso hizo que cada mañana en que la claudicación era más sólida, uno tomara oxígeno y, lleno de visiones y del espectáculo único de este mundo fascinante que es el mar y su llamado infinito, me levantara de la abulia y regresara yo a buscar los restos de aquella nave… Fue así como, más de una vez, fuimos y recogimos el esqueleto de madera y volvimos a levantar el armazón.
Como un Ulises que retorna a Ítaca, hicimos caso omiso al canto de las sirenas y a la bravura de las tempestades, y continuamos el viaje hacia ese Ilión donde una mujer hilvanaba y des-hilvanaba un tejido; como para mostrar a los aspirantes a la hermosura única de ella, que un poema, que el Poema, es interminable: se acaba, pero vuelve a recomenzar.
Disfrazados de mendigos (como suele ser la vestidura del escritor paria) llegamos a buen puerto; sólo para decirle a la Musa -- esa mujer que con tanto amor aguarda el retorno de Odiseo-- que retornamos a los mares.
Lo que esa mujer ha visto es lo ya imaginado: un hombre silencioso, cansado, con las heridas de la batalla en el cuerpo, un Taj Majal pequeño entre dos hojas de cartulina, la espada corroída y el recuerdo imborrable de ciertas mañanas apacibles en la banca de un jardín borgesiano.
Lo que ha presenciado Penélope, la Cretense o Ana Alesi, es que aquel hombre tiene como única esperanza que ese Poema (así como el amor) jamás dejen de perdurar. Así es como continuamos -- junto con quienes han sido insurgentes en la la bravura de la página en blanco. Seguimos sembrando Elementos para todo aquel que desee atravesar el umbral de este Reino.
Todo lo que llevamos como carga, es una pluma fuente en una de las manos.
2 comentarios:
arece que fué ayer
En nombre de todos los lectores agradezco que siga "Los Elementos del Reino" entre nosotros.
Brindo con un vodka-blue, porque el poema perdure...
Felicidades Ignacio!!.
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