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martes, octubre 04, 2011

Ignacio García: Eduardo Sansores y el arte como amistad


EDUARDO SANSORES Y EL ARTE COMO AMISTAD
Ignacio García



Conocí a Eduardo Sansores en 1980. Con el ánimo de que aquí en el puerto alguien pudiera compartir conmigo el arte de la poesía y dictaminara si mis garabatos (que siguen siendo) valían o no la pena, me di a la tarea de buscar entre los poquísimos y casi herméticos sitios donde artistas y escritores pudieran reunirse. Fue entonces que, en aquel año, vi un anuncio que invitaba a una serie de lecturas literarias en el Salón Azul del Casino Naval. Entre los poetas que leerían estaban Eduardo, junto con Miguel Molina y el mismo Juan Vicente Melo en una disertación sobre Virginia Woolf. Cuando Eduardo terminó de leer una docena de poesías breves, bien estructuradas y con un estilo singular al componer palabras como "Bule-Bar" y otras más, me acerqué a él para saludarle y hablarle (era mi oportunidad) de mi gusto por escribir poesía.

Ese encuentro fue vital en mi entrada al mundo de las letras. En primer lugar me presentó, allí mismo, a Carlos Torres, un escritor de lo más lúcido y lector de los grandes ensayistas y novelistas (poetas, claro) que, en esos instantes,  sonaban ajenos a mis oídos; fue por ejemplo la primera vez que oí de Stakura y su poema "Que devore la langosta el jardín". El otro encuentro afortunado en esa noche lo fue la figura de Marcela Prado, que en esos días era la cabeza visible del grupo RAC (Realizadores de Arte y Cultura), y que más bien aglutinaba a artistas plásticos, sin que aún hubiese un grupo literario en sus filas.

El caso es que Eduardo se congratuló de mi presencia porque --me dijo-- él y Carlos estaban a punto de abrir un Taller de Literatura en un local del antiguo Hotel Diligencias. Ni tardo ni perezoso me persenté al siguiente sábado al mencionado "taller", cuyo costo eran algo así como 100 pesos al mes. Si mal no recuerdo fuimos sólo dos los asistentes a esa primera y única sesión del mencionado talla-lápiz. Los 200 pesos de inscripción y mensualidad, se acabaron allí mismo en ese hotel entre cerveza y cerveza. Ya jamás volvió a haber otra reunión.
Pero fue lo de menos. Nuestra amistad continúo, y más tarde Calos Torres me invitaria a fomar parte del consejo editorial de un suplemento cultural dominical en El Dictamen (bajo la dirección entonces de Jorge Malpica). En dicho suplemento de nombre "Esquife", no faltaron las colaboraciones de Eduardo; lo mismo que cuando Carolina Cruz se hizo cargo del suplemento de El Universal y de nombre "Azul Marino".

Fue a través de uno de sus textos que supe de la pasión de Eduardo por la música clásica. Se decía --sin que él jamás lo desmintiera-- que a su casa, el padre de él, hacía traer a músicos de México y Xalapa, así como que el mismísimo chellista Pablo Casals fue huésped e intérprete en algunas de aquellas sesiones. De ahí que no fuera raro que, en los tiempos en que la Sinfónica de Xalapa nos deleitara semanalmente en el Teatro Clavijero, una estación de radio porteña transmitiera los conciertos y fuera el propio Eduardo el reseñista de esas veladas que hoy duermen ya el sueño de los justos. Oír (en vivo o por aparato) esos conciertos, y luego la sesuda reseña de Sansores, era de verdad un deleite.

Colaborador y empresario  de cuanta revista o suplemento literario se le presentara, Eduardo jamás perdió la vertical en cuanto su amor a arte, la cual (por lo menos para éste que escribe) jamás violentó ni trató de abusar de ella; muy por el contrario, siempre estuvo dispuesto a poner de lo suyo sin pedir nada a cambio. Al abrir el IVEC sus puertas, Eduardo fue uno de los primeros en sobresalir como promotor de la cultura en este puerto, con los medios que esa institución le proporcionaba. Esto, y su incursión en la radio, también como impulsor de la cultura en varios programas (a últimas fechas dirigió   "Los rollos del sábado"), le valieron, con toda justicia, el premio de la Institución a la Superación Ciudadana.

Cuando este blog de LOS ELEMENTOS DEL REINO abrió, Eduardo no dejó de enviar sus colaboraciones, las que, ya se sabe, dan la vuelta al mundo y jamás se conoce en ojos de quien caenLos blogs tiene la magia de llegar a los sitios y personas menos imaginables. El año pasado este editor recibió un correo electrónico de una investigadora argentina de nombre Silvana López, quien a través de LOS ELEMENTOS DEL REINO trataba de localizar a nuestro muy querido amigo, el poeta Eduardo Sansores. Entre uno y otro intento por localizar a Eduardo, tanto de mi parte como de Silvana, por fin pudieron ellos entablecer contacto. Todo el asunto se concretaba a un poema de Sansores de título Ahi viene la A, y publicado por primera vez en 1980, en la revista Vuelta que dirigía Octavio Paz; en aquella ocasión el poema se publicó acompañado de un comentario, también excelente, de Carlos Torres. El tiempo siguió su curso y unos 25 años después el escritor Héctor Libertella toma el poema de Sansores como centro de un libro propio de nombre El lugar que no está ahí; y lo hace a manera de una reescritura de la crónica de Antonio Pigafetta, La primera vuelta al mundo. Presentamos aquí el poema completo de Libertella, enseguida --con la intención de llenar el contexto-- el correo que Silvana López envía a Sansores; finalmente aislamos el poema de Eduardo y así lo exhibimos.





EL LUGAR QUE NO ESTÁ AHÍ
Por Héctor Libertella




Siempre al amanecer, en días de cielo ce-
leste, vuelvo y vuelvo a escuchar el laúd de
aquel hombre, ¿cómo se llamaba?, ¿Sanso-
res, Eduardo Sansores?, que nos convocaba
a cubierta y nos calmaba el hastío con sus be-
llas estrofas.
Afuera, todo a mi alrededor era agua de mar;
ni un graznido de pájaro, nada. Y adentro de
esa nave de madera prodrida a la deriva, sólo
la voz de Sansores. Esto cantaba:

La A, punto de partida, diapasón. Si,
igual a B bemol
Saturno Capricornio es C
Tono de violín perfecto es Re.

Bajo este cielo celestino y amoroso de Flo-
rencia, cuando regresan esos pocos momen-
tos felices me asalta de pronto un sentimien-
to que, tengo para mí, se corresponde con el
alma encantada:

Mi E quiere entonar primera linea
con sostenido Fa en llave G
un himno al sol.


CARTA DE SILVA A EDUARDO SANSORES

Hola Eduardo:

Héctor Libertella es un escritor argentino que murió en 2006. Fue docente en distintas universidades (USA). Vivió exiliado en México muchos años, fue editor de la UNAM y de otras editoriales en Argentina y Venezuela. Investigador del CONICET.
Recibió premios por sus novelas, entre ellos el Juan Rulfo en 1986por El paseo internacional del perversoEs un escritor increíble y en lector 'feroz'. Es probable que Héctor haya leído tu poema, tal vez en la revista y el gusto por él haya hecho que lo incluya en el texto.
Te agradezco muchísimo que me hayas contestado ya que tu respuesta es un hallazgo importantísimo para mi investigación porque este texto de Libertella es el reescritura de versiones anteriores, una de ellas "La leyenda de A. Pigafetta", escrita alrededor de 1980, año que me decís apareció tu poema. Lo interesante es que el poema aparece recién en la versión última y definitiva que se publica en 2006, después de la muerte de Libertella.
Del gusto y valoración de Libertella por tu poema, no tengo dudas, porque lo pone como disparador de su relato en un texto que subvierte y trastorna la poética y el discurso de las Crónicas, desde un fuerte lugar de nuevo escritor latinoamericano, el escritor caníbal, nombre con el que Libertella designa a los nuevos escritores del Continente.
No sé que más contarte porque tengo muchísimas cosas para decir... espero tus preguntas!
A mediados de marzo, me voy a Perú a participar en un Congreso de Literatura Latinoamericana, allí voy a leer mi trabajo sobre El lugar que no está ahí y por supuesto, contarles a mis colegas sobre esto. Me gustaría que me escribas algún comentario.
un cordial saludo


Silvana




AHÍ VIENE LA A
Por Eduardo Sansores




La A, punto de partida, diapasón. Si,
igual a B bemol Saturno Capricornio es C
Tono de violín perfecto es Re.


Mi quiere entonar primera linea
con sostenido Fa en llave G
un himno al sol.

Una de esas últimas muestras de amistad a través del arte de parte de Eduardo Güero Sansores, fue el aceptar, a pesar de su enfermedad ya muy quebrantada, leer parte de mi libro Los Elementos del Reino, en el recinto del IVEC, en agosto de 2010. Es decir, hasta casi sus últimos días, Eduardo no dejó de amar al arte y cultura, la poesía, la música, el cine, el folklore. 

Vaya desde aquí, enmedio de un aire enrarecido y bajo el cielo y mar que siempre te cobijaron, un abrazo fraterno, junto con este tríptico, favorito entre los tuyos y salido de mi pluma:

Eres más bien un corazón desnudo, 
un canto animal,
uno de esos himnos rabiosos:
luto de tus labios, paz de tu silencio. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Imagino que debe estar colaborando con Dios y nuestros recordados amigos Juan Vicente y Octavio que han de seguir aglomerando sus poemas frente a la fuente espiritual de la luz, dentro de la oportunidad que da el manejo feliz de la eternidad

GF

Anónimo dijo...

nACHO AMIGUITO, HE QUERIDO COMUNICARME CONTIGO PERO ME IMAGINO QUE NO TE LLEGAN MIS CORREOS. nECESITO MATERIAL DEL GUERO PARA UN HOMENAJE QUE LE HARÁN EL 26 LOS JARANEROS.
YA NO ME LLEGA TU BLOG PORUQE NO TENGO EL CORREO DE LA VENTANA_CERRADA
ISABEL LORENZO