LA REALIDAD INTOLERABLE: Juan Vicente Melo
Ivonne Moreno Uscanga
Los escritores construyen y de- construyen la circunstancia, lo externo y la interno, su propio universo, para comunicarse con la otredad, para redimirse, pero también para re-inventarse.
Es en este conjunto de acciones, donde nosotros los lectores- polizontes creemos o queremos adherirnos a comprender lo estereotipado como realidad, nos guiamos en un texto, a través de los signos descritos en él , para ascender al camino de símbolos de sus babélicas torres gráficas, y al unísono del escritor, poseer, articular o desarticular, entender a la realidad.
En el universo del escritor veracruzano Juan Vicente Melo, la circunstancia- realidad no es solo el pretexto para plasmar un sinnúmero de desacatos humanos, sino para decantar la vida, hacer el trazo de un espacio de husos horarios sin minutos, sin segundos, horas inmóviles en las cuales las liturgias y los ritos, sean la lírica para crear y habitar una ciudad perfecta, única, tal vez inexistente lo más parecido al Paraíso.
Luis Arturo Ramos cita en el brillante ensayo sobre el autor Melomanías:
…El universo de Melo se mueve a ritmo del rito. Los actos obligatoriamente reiterados, la circularidad del acontecimiento, la obsesión del lenguaje, son el pivote de un mundo aparentemente dinámico, pero paradójicamentecondenado a la inmovilidad de la repetición…
La lectura y abordaje a la narrativa de Melo, no es fácil pero si fascinante. Todos o casi todos y si no mentiríamos y no seríamos mitómanos a lo Melo, quisiéramos vivir en otro y en una otredad conducente a comunión perfecta con el amor, con la dicha carnal, terreno preciso y pleno de ubicuidad, todos aspiramos a ser merecedores de la plenitud, fugitivos de la monotonía y por supuesto de la soledad.
Los acordes gráficos de Melo, ponderan una sinfonía de variados contrastes, las cuerdas tienden hacia las variaciones de identidad de sus personajes, pues sus anhelos y sueños se evaporan en pértigas de angustia, en tonos graves y agudos por lo ensimismados de sus mundos reales e ideales. En tal entramado lírico y místico, hay la intervención de de los metales, ellos anuncian el escandaloso estruendo de impotencia ,al no poder ser otro, la presencia de las percusiones son las fijaciones de escritor, añoranza de su infancia feliz, y también hay coros manifiestos en la piel de los hombres y mujeres de universo meloniano, contenidos de material ingrávido como las alas de una mariposa en el verano, con fondo del Orfeo de Gluck.
Los acontecimientos y fábulas en Melo no se bordan en tela barata y descolorida, ello es una distinguida metáfora para subrayar la imposibilidad del diálogo, cuando la muerte es un recurso ante la incomprensión o la alternativa del juego para solventar el amor: Y así , poder llamarse Alicia, Victoria Eugenia, María del Carmen, Bernardo, Enrique, Andrés, Estela, niño-tigre … cambiar el nombre y el sentido de los colores, el color y el nombre de los sentidos:
El tacto es rojo, la vista es azul, el
olfato es verde, el oído es negro. De otra manera. No cielo, no sol, no fuego,
no agua, no aire, no tierra. A fin de cuentas todo puede y debe llamarse
Titina. Lomuerto lo vivo. Las fotografías y lo que sucederá mañana, mañanael
primer día, el que sigue a la creación: La gaviota, Titina, la ciudad Titina.
El amor Titina, Titina… ( El Verano de la Mariposa)
En Melo, la recurrencia a lo emblemático, a lo supremo de amor: es Beatriz, a lo mitológico es: Cihuatleotl u Onfanlia, su obra es la partitura ofrendada a lo
sacramental, como el bautizo, para
re-nombrase y pertenecer.
Los perfiles en la relatística de Juan Vicente, se empatan a las rúbricas de la obstinación, del
abismo, situaciones extremas, vesánicas,
umbrales de la única posibilidad de expiar las culpas como lo cita Rafael
Antunez en el prólogo de estos tres
cuentos, limbo para escapar de la enrarecida, petrificada, asfixiante realidad
habitada por sus personajes la cual es INTOLERABLE.
Es un acierto la re- edición antológica de Melo, nos proporciona un
cálido recuerdo de su personalidad y guisa de vivir su mundo, de abrazar la
brisa de su querido Veracruz, otrora su Paraíso, vínculo de trenes y credos
falkunerianos, espejos de música donde Juan Vicente fue Hethcliff, obediente
nocturno.
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