La India
frente a la barbarie antifeminista:
rebeldes con causa
Cuídate mucho de hacer llorar a una
mujer, pues Dios cuenta todas sus lágrimas: Talmud.
Primero un
grito, luego un empujón, más tarde un golpe... al final si no hacemos nada: una
tumba.
Autor desconocido
No. No la conocí. Ni siquiera sé su nombre. La prensa
internacional sólo dijo que tenía 23 años y que era estudiante de fisioterapia
en Nueva Delhi, India. El día 15 de diciembre del 2012, ella y su novio
subieron a un autobús. Seis hombres los capturaron. A él, lo golpearon hasta
hacerlo sangrar. Hasta fracturarle una pierna. A ella, la violaron durante
horas, incluso lastimándola con una barra de metal. Luego, los arrojaron
desnudos a la calle. Tras de luchar valientemente por su vida, finalmente la
chica murió.
Ahora, a lo largo y ancho del país, la gente
indignada, ha reaccionado con protestas masivas para decir « ¡Ya basta! ». Según
datos oficiales, en ese país, una mujer es violada cada 22 minutos. Los casos
de abusos sexuales aumentaron casi 875 por ciento en las últimas cuatro décadas
al pasar de 2 487 en 1971 a 24 206 en 2011 ¿Y a nivel mundial? Bueno, la cifra
de violaciones es escalofriante: siete de cada diez mujeres son o serán física
o sexualmente agredidas durante su vida. El horror acontecido en Nueva Delhi es
la gota que colma el vaso de la tolerancia. Vivimos ya en el 2013 y esta brutal
y corrupta agresión contra las mujeres a nivel global, tiene que terminar. Debemos
empezar marcando un antes y un después…
Esto
trae a mi recuerdo una película tan bella como dolorosa. Se llamó «Agua». Su
joven directora, la cineasta hindú Deepa Mehta, escribió el guion y dirigió la
espléndida película, que quizá por tener un nombre tan sencillo y breve, pasó
inadvertida para muchos. Los nombres que vimos en el reparto tampoco nos
dijeron nada; en lo personal nunca los había escuchado. La cinta nos habla de
otro país, de otra cultura. «Agua» fue la tercera película de una trilogía de
esta joven directora, a las dos previas las llamó «Fuego» y «Tierra».
La historia en cuestión se sitúa por
ahí de 1938, en una India aún bajo el despótico dominio inglés, cuando Mahatma
Gandhi iniciaba el movimiento independentista increíblemente pacífico, que
culminó con la liberación del oprimido país. Por aquellas fechas e incluso hoy
día, las creencias ancestrales decretan que cuando una mujer se casa, se
convierte en la mitad del hombre. «Por lo tanto, si el esposo muere, se
considera que la mitad de la esposa ha muerto». Los libros sagrados que rigen
su vida religiosa, dicen claramente que una viuda tiene tres opciones: 1.
Casarse con el hermano más joven de su cónyuge. 2. Arder en la pira funeraria
con su esposo y 3. Llevar una vida de total abnegación, tenga la edad que
tenga.
El filme que hoy menciono, inicia con
el traslado de un anciano moribundo hasta la ciudad santa de Varanasi, a orillas del Ganges, el río
sagrado. En la orilla de la carreta, una hermosa niña de escasos ocho años,
acompaña al séquito. Viaja distraída viendo el paisaje y deja en libertad sus
pies delcazos. Se llama Chuyia, y es esposa del moribundo, quien fallece
esa misma noche. Al día siguiente, el cuerpo del esposo arde en la pira
funeraria, mientras a la pequeña Chuyia la preparan para el destino que le
han escogido. Le cortan su negro cabello, le afeitan la cabeza; luego, los
padres la dejan a su suerte, entregándola a un ashram o casa para
viudas, donde deberá pasar el resto de su vida, convertida en un altar viviente
consagrado a la memoria del muerto.
Dicho ashram, es gobernado por la vieja y despiadada Madhumati,
que controla la vida de las viudas. El «chulo»
del lugar le acarrea ganja, nombre que le dan a la marihuana, que la
vieja fuma con placer, a cambio, le entrega a las viudas más jóvenes a quienes
él prostituye hasta que pierden su atractivo y dejan de rendir ganancias a la
casa. A la orilla del río, Kalyani, la viuda más bella de la casa,
conoce a Narayan, un joven abogado idealista y admirador de Gandhi, hijo
de brahmanes, la casta social más alta de la India. Chuyia
actúa como mensajera entre los enamorados en una relación a todas luces
imposible...
Recuerdo
que en aquel entonces, filmar la película fue toda una odisea. Luego de obtener
los permisos oficiales y a dos días de iniciar el rodaje, los nativos de Varanasi
acusaron a Deepa Mehta de ir contra la religión hindú. Destruyeron la escenografía
y los decorados, que terminaron en el fondo del río. Las agresivas
manifestaciones no terminaron hasta que se suspendió el rodaje de la cinta.
Cuatro años más tarde, el proyecto se puso en marcha nuevamente: ahora en Sri
Lanka, pero con un nuevo reparto. Deepa
Mehta se convirtió en persona «non grata» en su país por haber mostrado
al mundo esas imágenes de la cultura hindú.
Mehta arremetió contra la (las)
religión (es) que fomentan la ignorancia, la desigualdad de géneros y la
sumisión de la mujer. «Hoy día, explica la cineasta, viven en India 34 millones
de viudas, 11 millones de las cuales están en ashrams en medio de una
miseria absoluta. La única conquista lograda en los últimos años, es que los
matrimonios de hombres mayores, con niñas han sido prohibidos. «El problema,
según lo veo –dice Mehta-, es de base. De un profundo fondo. Son las propias
mujeres las que se avienen a estas costumbres porque creen que si no lo hacen
traicionan los textos sagrados y reniegan de su religión».
Ahora
bien, no faltó quien dijera: «Bueno, eso sucede sólo en el cine». Pero no es
así. En la vida real, el día 27 de diciembre del 2007, la ex primera ministra
de Pakistán y una de las líderes de la oposición al presidente Pervez
Musharraf, Benazir Bhuto, de 54 años de edad, fue asesinada en un
parque de la localidad Rawalpindi, a
las afueras de la capital, durante un mitin previo a las elecciones que se
llevarían a cabo el día 8 de enero del 2008. Las versiones sobre la causa del
mismo, como suele suceder, fueron sombrías. La ex mandataria falleció ese mismo
día, por dos disparos recibidos en la cabeza, según la información
que proporcionó el Hospital General de Rawalpindi,
donde fue llevada tras el atentado. El atacante, después de herirla, hizo estallar una carga
explosiva que llevaba atada a su cuerpo, auto
inmolándose. El presidente del país, el general Pervez Musharraf, “muy compungido”
declaro tres días de luto nacional e hizo de inmediato un llamado al pueblo a
la cordura y a la paz, ya que en ciudades como Islamabad,
Karachi y Peshawar se multiplicaron los disturbios que fueron
reprimidos por lo que las fuerzas paramilitares. Musharraf aseguró que
el asesinato era obra de los terroristas y pidió el apoyo del pueblo: «Esta
crueldad es el trabajo de los terroristas contra los que luchamos. No descansaremos hasta que
nos hayamos deshecho de ellos; hasta que los erradiquemos», agregó «consternado»
¿Cuántos civiles: niños, mujeres y ancianos han muerto en los intentos de
aniquilar a los terroristas?... Miles y miles…
¿Y qué sucede en otras partes del orbe? ¿Qué
en Sudáfrica? Recientemente un periódico dio la noticia, que una niña de tan sólo
tres años de edad, fue golpeada y violada ¡Sobrevivió! Al culpable se le
concedió la libertad provisional. Es más, el gobierno sudafricano está pensando
abolir la unidad de protección infantil, que es parte esencial del sistema judicial
infantil. Existe en esas tierras un mito, según el cual, tener relaciones
sexuales con una virgen, cura el SIDA. Cuánto más joven es la chica, «más
efectiva es la cura». Esto ha generado una epidemia de abusos realizados por
hombres infectados por el virus del SIDA, que para las inocentes niñas
significa el contagio de la enfermedad. Muchas pequeñas han muerto por estos
abusos abominables. Cuentan que en Cape Town, seis hombres abusaron de una niña
de nueve meses, leyó usted bien: nueve meses, como puede tener su hijita o su
nieta… o la mía. Esta situación está alcanzando dimensiones catastróficas...
Y
es en el mismo Continente africano en donde a las niñas, les mutilan los
genitales externos ¿Por qué esta bárbara costumbre? Para que cuando ellas se
casen, no puedan disfrutar su sexualidad… ellas son sólo el instrumento de
placer para los hombres…
¿Cuántos
de los feminicidios cometidos en nuestro Estado, en nuestro País, se han
aclarado y castigado a los responsables? ¿Cuántas mujeres han sido ultrajadas
en Juárez, en Monterrey, en el Distrito Federal…? ¿Su delito? Ser mujeres. Ser
hijas. Ser madres. Ser abuelas. Ser trasmisoras de vida, de amor y de ternura a
la humanidad entera ¿Su delito? Quizá el de algunas, haber parido monstruos, y no
seres humanos. De la mayoría de esas mujeres asesinadas, sus criminales
continúan en el anonimato.
Por
las cuatro niñas que la vida me envió en forma de nietas, por las niñas que
usted tiene en casa, por las que ni conoce ni conocerá jamás… por las 20,000
chiquitinas que mueren a diario en el mundo por hambre o por las enfermedades
que de ella derivan, hagamos un mundo mejor, porque un recuerdo, un sepulcro,
una flor blanca, una vela y una plegaria… no les devolverán jamás ni la risa,
ni las esperanzas de ser y de vivir. Sencillamente no les darán vida, a su
muerte trágica e inútil.
Mania
Slodovska, la
gran mujer polaca a quien el mundo conoció como Marie Curie y que obtuvo un
Premio Nobel de Física y uno de Química dijo: «No podemos hacer un mundo
mejor sin hacer mejor a los individuos. Para este fin, cada uno de nosotros
debe esforzarse por lograr el desenvolvimiento más elevado, aceptando a la vez,
la parte de responsabilidad que le corresponde en la vida general de la humanidad». No necesitamos que sea «el día de la mujer»,
aunque debieran ser todos los días del año, hagamos nuestras sus palabras.
Felicidades a ti mujer, que lees estas líneas, felicidades ahora y siempre, por
el solo hecho de haber nacido mujer.
Alicia Dorantes
adorantesc@hotmail.com
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