“Para mi lo mas importante es lograr que la gente tenga conciencia de lo que nos esta ocurriendo”
LA SUTILEZA DE LO BRUTAL EN LA OBRA DE MARGARITA CHAZARO
Carolina Cruz
Aunque no ha dejado de hacer cerámica utilitaria, Margarita Cházaro responde a los reclamos del espíritu ante las situaciones extremas que está viviendo la humanidad… provocadas por el propio ser humano. La reacción de Margarita, de enojo, rebeldía e indignación, la canaliza en esa otra parte de su obra: la expresión de denuncia, el grito aparentemente silencioso de una cerámica que llama a la reflexión, a la toma de consciencia y de postura.
La denuncia social de Cházaro se vuelve queja, rebeldía, evidencia, pero también declaración de principios: “es una forma catártica de exponer mi descontento ante situaciones complejas y dolorosas de la vida, la pobreza extrema, la hambruna, las guerras, la tortura, la violencia, la violación, el abandono, la soledad”.
Y así lo revela en su exposición “Hijos del montón”, que se refiere a esos padres que por el solo hecho de hacerlo traen al mundo hijos… para luego abandonarlos, dejarlos a la deriva: arrojados a la calle, condenados a buscar su propia sobrevivencia, y aunque es un fenómeno que se asocia con la pobreza y falta de educación, la verdad es que “sucede en todos los niveles sociales”.
Luego vino el tema del feminicidio. Dice Marcela Lagarde: “El feminicidio es el genocidio contra mujeres y sucede cuando las condiciones históricas generan prácticas sociales conformadas por el ambiente ideológico y social de machismo y misoginia, de violencia normalizada contra las mujeres, que permiten atentados contra la integridad, la salud, las libertades y la vida de las mujeres... todos coinciden en su infinita crueldad y son, de hecho, crímenes de odio contra las mujeres».
Pero Margarita va más allá de ese concepto porque para ella feminicidio es todo aquello que acaba con la mujer. La explotación sexual, la violencia emocional, la violencia física, la desigualdad de género: eso mata a la mujer. Es una forma de feminicidio. “¿Cuantas mujeres hay muertas en vida, caminando por la calle?”, se pregunta la artista.
Su serie “Flores en el desierto” intenta por medio de la expresión visual denunciar dicha situación y de que el espectador se haga esa pregunta mientras observa entre maravillado y horrorizado las instalaciones en cerámica que Margarita les expone: Trozos y fragmentos macabros de cuerpos de mujeres arrojados por aquí y por allá en un desértico panorama. Aunque su intención era el feminicidio en general, pronto la serie fue identificada como una relación directa con las muertas de Juárez. Sin minimizar la situación Margarita señala: “ellas son sólo una parte del feminicidio mundial, la obra más bien alude a todas las mujeres de alguna manera victimizadas. Que se suman a las que habitan el desierto de la vida”. Hay que reconocer cómo de una realidad tan cruda y espeluznante, la artista supo sacar de su talento los elementos necesarios para presentar al espectador una serie que al mismo tiempo asombra por su belleza y delicadeza. Dice: “para que la gente tome conciencia, no le puedes presentar al publico el horror porque entonces lo único que provocas es horror”. Es tan terrible la realidad que lo salvaje y sangriento, el hombre lo vuelva arte, para poder soportarlo.
Ahora en su serie “Viudas”, que ilustran esta página, Margarita arremete nuevamente contra el sufrimiento en la mujer. Esta vez retoma el caso de la explosión de metano que hubo en la mina Pasta de Conchas, en San Juan Sabinas, estado de Coahuila, donde 65 hombres murieron, dejando un número aproximado de mujeres solas.
Para que no tuviera ese carácter de denuncia socio-política tan fuerte, la nombra Las viudas. “El arte no requiere de tanta explicación. Uno trabaja el tema y el público le da su propia interpretación”, aunque la motivación de esta instalación fue la explosión de la mina, ella otra vez universaliza la situación: “me refiero también a todas las mujeres que son viudas por situaciones ajenas: maridos secuestrados, asesinados, muertos en guerra, balaceados por vendetas del narcotráfico, por pleitos de poder”.
Por la reacción del espectador Margarita sabe que la obra y su mensaje ha llegado al corazón de la gente, a la conciencia de las personas. Porque vivimos en una sociedad cada vez alarmantemente más individualista, que no quiere saber para no involucrarse con nada: ni con el medio ambiente, los animales, la pobreza extrema, el agua, la violencia. Pero para eso existen, a manera de ángeles que guían, artistas como Margarita Cházaro, que sabe compartir con los demás el sufrimiento personal que todo esto le causa, a través del magnífico gancho que es su arte.
Carolina Cruz
Aunque no ha dejado de hacer cerámica utilitaria, Margarita Cházaro responde a los reclamos del espíritu ante las situaciones extremas que está viviendo la humanidad… provocadas por el propio ser humano. La reacción de Margarita, de enojo, rebeldía e indignación, la canaliza en esa otra parte de su obra: la expresión de denuncia, el grito aparentemente silencioso de una cerámica que llama a la reflexión, a la toma de consciencia y de postura.
La denuncia social de Cházaro se vuelve queja, rebeldía, evidencia, pero también declaración de principios: “es una forma catártica de exponer mi descontento ante situaciones complejas y dolorosas de la vida, la pobreza extrema, la hambruna, las guerras, la tortura, la violencia, la violación, el abandono, la soledad”.
Y así lo revela en su exposición “Hijos del montón”, que se refiere a esos padres que por el solo hecho de hacerlo traen al mundo hijos… para luego abandonarlos, dejarlos a la deriva: arrojados a la calle, condenados a buscar su propia sobrevivencia, y aunque es un fenómeno que se asocia con la pobreza y falta de educación, la verdad es que “sucede en todos los niveles sociales”.
Luego vino el tema del feminicidio. Dice Marcela Lagarde: “El feminicidio es el genocidio contra mujeres y sucede cuando las condiciones históricas generan prácticas sociales conformadas por el ambiente ideológico y social de machismo y misoginia, de violencia normalizada contra las mujeres, que permiten atentados contra la integridad, la salud, las libertades y la vida de las mujeres... todos coinciden en su infinita crueldad y son, de hecho, crímenes de odio contra las mujeres».
Pero Margarita va más allá de ese concepto porque para ella feminicidio es todo aquello que acaba con la mujer. La explotación sexual, la violencia emocional, la violencia física, la desigualdad de género: eso mata a la mujer. Es una forma de feminicidio. “¿Cuantas mujeres hay muertas en vida, caminando por la calle?”, se pregunta la artista.
Su serie “Flores en el desierto” intenta por medio de la expresión visual denunciar dicha situación y de que el espectador se haga esa pregunta mientras observa entre maravillado y horrorizado las instalaciones en cerámica que Margarita les expone: Trozos y fragmentos macabros de cuerpos de mujeres arrojados por aquí y por allá en un desértico panorama. Aunque su intención era el feminicidio en general, pronto la serie fue identificada como una relación directa con las muertas de Juárez. Sin minimizar la situación Margarita señala: “ellas son sólo una parte del feminicidio mundial, la obra más bien alude a todas las mujeres de alguna manera victimizadas. Que se suman a las que habitan el desierto de la vida”. Hay que reconocer cómo de una realidad tan cruda y espeluznante, la artista supo sacar de su talento los elementos necesarios para presentar al espectador una serie que al mismo tiempo asombra por su belleza y delicadeza. Dice: “para que la gente tome conciencia, no le puedes presentar al publico el horror porque entonces lo único que provocas es horror”. Es tan terrible la realidad que lo salvaje y sangriento, el hombre lo vuelva arte, para poder soportarlo.
Ahora en su serie “Viudas”, que ilustran esta página, Margarita arremete nuevamente contra el sufrimiento en la mujer. Esta vez retoma el caso de la explosión de metano que hubo en la mina Pasta de Conchas, en San Juan Sabinas, estado de Coahuila, donde 65 hombres murieron, dejando un número aproximado de mujeres solas.
Para que no tuviera ese carácter de denuncia socio-política tan fuerte, la nombra Las viudas. “El arte no requiere de tanta explicación. Uno trabaja el tema y el público le da su propia interpretación”, aunque la motivación de esta instalación fue la explosión de la mina, ella otra vez universaliza la situación: “me refiero también a todas las mujeres que son viudas por situaciones ajenas: maridos secuestrados, asesinados, muertos en guerra, balaceados por vendetas del narcotráfico, por pleitos de poder”.
Por la reacción del espectador Margarita sabe que la obra y su mensaje ha llegado al corazón de la gente, a la conciencia de las personas. Porque vivimos en una sociedad cada vez alarmantemente más individualista, que no quiere saber para no involucrarse con nada: ni con el medio ambiente, los animales, la pobreza extrema, el agua, la violencia. Pero para eso existen, a manera de ángeles que guían, artistas como Margarita Cházaro, que sabe compartir con los demás el sufrimiento personal que todo esto le causa, a través del magnífico gancho que es su arte.
2 comentarios:
Estimada Caro y estimada Margarita, las resonancias de sus obras, tu cerámica y el texto de Carolina, consolidan el recuerdo y la conciencia que se puede alcanzar a través del arte visual y la escritura acerca de la realidad. No al olvido. Se consolida, decía la conciencia de la posibilidad de crear alternativas de solución y la construcción permanente de la esperanza.
Siempre deja huella la obra de Margarita Cházaro porque está vinculada al entorno social.
Manolo.
¿Qué no era Pasta de ConchOs?
No hay que confiar totalmente en los programas de edición de la comuptadora...
Saludos
Fer
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