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miércoles, marzo 10, 2010

Alicia Dorantes: El sielncio que la voz de todos quiebra



El silencio que la voz de todos quiebra...
Por Alicia Dorantes


¡Confórmate, mujer! Hemos venido
a este valle de lágrimas que abate,
tú, como la paloma para el nido,
y yo, como león, para el combate.
Salvador Díaz Mirón

¿Qué puede decir una mujer acerca de otras mujeres, que no suene a crítica envidiosa, a pedantería, inmodestia o falso orgullo? Estoy totalmente convencida de que se puede hablar de miles de mujeres que han vivido cobijadas en el silencio o lo han traspasado rompiendo el anonimato y se han proyectado a la universalidad. Podemos hablar de mujeres mexicanas, latinas; universales, pero el sólo mencionarlas ocuparía hojas repletas de nombres y ese no es el objetivo de estas líneas.
Podríamos conversar de las heroínas que nacen, viven y mueren en la mudez de una humilde choza, tras la lumbre del fogón, o conduciendo el arado y abriendo en la tierra fértil o inhóspita, surcos profundos ávidos de recibir la semilla prometedora de sobrevivencia, en tanto ellas dan hijos a la vida: hijos que por carecer de todo, muchos ni siquiera llegan a vivir. Tal vez platiquemos de niñas que en cuanto respiran, son brutalmente asesinadas, apareciendo sus cuerpecitos inertes entre los lejanos arrozales siendo su única culpa la de haber sido mujeres. O de lo que acontece en muchos países en que el aborto es permitido o casi obligado cuando el ultrasonido diagnostica que el sexo de ese ser humano en maravilloso desarrollo, corresponde a una niña. O de aquellas naciones en que los hospicios están repletos de niñas abandonadas. O ¿por qué no, de las chiquitinas a las que en algunos países de África se les mutilan los órganos genitales de forma por demás inhumana, para que cuando sean adultas no tengan la capacidad de disfrutar las relaciones sexuales? ¿O qué de las que viven prisioneras en una cruel e injusta burka?
En otro momento de nuestra charla, podemos conversar de las mujeres que Sí rompieron el ancestral mutismo de una u otra forma y defienden con pasión y vehemencia, con verdadero temple a su género; a su raza como Indira Ghandi o Rigoberta Menchú. O sólo por citar algunas heroínas: Juana de Arco, muerta en la hoguera y después santificada, o nuestra Josefa Ortiz de Domínguez; o a algunas víctimas de la locura humana como Anna Frank, Irena Sandler, Rachel Corrie, Digna Ochoa; o bien escritoras o poetas: Sor Juana Inés de la Cruz, Josefa Murillo, George Sands, Rosario Castellanos, Violeta Parra, Chabuca Granda; o quienes lograron la máxima presea literaria: el premio nobel: Selma Lagerlöf, la primera galardonada con este premio en 1909, Pearl S. Buck, en 1938, Gabriela Mistral, en 1945, Doris Lessing, 2007 y Herta Müller en 2009, por no mencionar al grupo de las 12. O pintoras como Frieda Khalo; o mujeres que se sobrepusieron a la adversidad: Hellen Keller, Gaby Brimmer, la misma Khalo, o que han destacado en la ciencia: Mania Sklodowska, mejor conocida como Marie Curie y su hija Irene Jolliot-Curie, ambas ganadoras del Nobel por sus trascendentales investigaciones; Rachel Carson, madre de la ecología, o la doctora Rita Levy Motalcini, neurofisióloga, premio nobel de medicina 1987, la doctora Elisabeth Kübler Ross, fundadora de la tanatología, “el arte del buen morir”; o mujeres intrépidas que marcaron derroteros a seguir: Amelia Ehart o profundamente humanas como Florencia Nigtingale, madre de la enfermería moderna; o la pequeña albanesa Agnes Gonxha Bojaxhiu, a la que el mundo amó y ama como la Madre Teresa de Calcuta, o quizá de la activista Clara Zetkin...


¿Quién fue Clara Zetkin y que hizo para ser famosa? Su nombre de soltera era Clara Eissner. Nació en Alemania, precisamente en Sajonia, el día 5 de julio de 1857. Mientras estudiaba en la universidad de Leipzig se enamoró y casó con un estudiante ruso: Osip Zetkin, ingresando de esta forma al Partido Social-demócrata. En 19l0 durante la Conferencia de Mujeres Socialistas celebrada en Copenhague, propuso que el día 8 de marzo se designara como el Día Internacional de la Mujer.


Pero hoy no me referiré a las heroínas del pensamiento, la palabra o la acción. Este día quiero recalcar lo que sucede en una ciudad mexicana, una ciudad norteña y fronteriza: en Ciudad Juárez, Chihuahua, que se ubica en un extenso valle a las orillas del río Bravo, frente a la ciudad de El Paso, Texas; enclavada en un árido desierto, su clima resulta extremoso. A partir de 1960 se convirtió en un efervescente centro maquilador, tanto así que se calcula o calculaba que cada tres segundos se fabrica una televisión y cada siete, una computadora. Era, antes de la crisis, la ciudad con menor desempleo a nivel nacional.


Ahí: en ese emporio de la maquila, desde 1993 se sabe que han ocurrido y siguen ocurriendo, horrendos asesinatos de mujeres. Sus cuerpos inertes muestran huellas físicas de violaciones y de torturas, hasta que finalmente son asesinadas. Unos son homicidios aislados, otros, colectivos, al igual que sus entierros. Si, hablaremos de ellas y de las otras chicas a quienes sólo se les cataloga como “desaparecidas” ya que ni siquiera sus cuerpos mancillados se han podido localizar. Es posible que reposen en fosas anónimas.
Cada día los crímenes se cometen con mayor saña, con una crueldad indescriptible. No sería raro que el o los asesinos, esté o estén protegidos por la más bochornosa impunidad ¿de quién o de quiénes? Las víctimas obedecen a un perfil semejante: por lo general pertenecen a la clase social baja; son mujeres muy jóvenes, menores de veinticinco años, algunas incluso han sido niñas. Suelen laborar en las maquiladoras durante el turno nocturno, concluyendo éstos a altas horas de la noche.
En 1999 cuatro escritoras chihuahuenses: Rorhy Benítez, Adriana Candía, Guadalupe Mora y Josefina Martínez unieron sus esfuerzos y publicaron un libro: “El silencio que la voz de todos quiebra… Mujeres y víctimas de Ciudad Juárez”. En apoyo a ellas y a las víctimas, Elena Poniatowska en uno de sus relatos dice: “se les ha encontrado en el desierto, en los arenales, en los baldíos de las colonias más pobres... semidesnudas... Su boca en un grito, sus ojos desorbitados; el lenguaje corporal de las muchachas trasmiten el atroz sufrimiento al que las sometieron”...
Teorías para intentar dar una explicación a tan macabros sucesos, hay muchas. Desde la existencia de psicópatas, de ritos satánicos, de mafias organizadas que gustan de filmar las violaciones, mientras las víctimas son asesinadas. Se habla de tráfico de drogas, de pandillas, de gremios policíacos. Hay quienes en el colmo de la infamia han hecho responsables de tales crímenes a las mismas víctimas: “son culpables por salir a tan altas horas de la noche, por recorrer calles oscuras. Por vestir así... por provocar bajas pasiones... por ser mujeres”...
Sí, este día 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, unamos nuestras voces a las de los grupos de familiares de las víctimas, autonombrados “Voces sin eco” Para ellas: las jóvenes masacradas: tan sólo una plegaria, un recuerdo, una flor blanca, una lágrima... Un minuto de silencio... una vida de indignación...
No tengo más...

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