MON YAN
PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2012
Roberto Blaga
Esta vez no parece haber equivocado; si bien ya de meses atrás los
expertos sabían que el Nobel de Literatura iría a dar al Lejano Oriente ( sólo
que no se acertaban si a las manos de Haruki
Murakami u otro novelista oriental de las nuevas generaciones), las coronas suecas fueron a parar a manos de
Mon Yan (1958), seudónimo de Guan Moyé, su verdadero nombre, cambiado, ya que su firma literaria significa en español “no
hables”, y es una forma de protesta a las presiones que ha tenido de los
todavía suspirantes de la Revolución Cultural.
Al evolucionar China en su
economía y costumbres occidentales, los escritores no podían quedarse atrás y
comenzaron a ser seducidos por los grandes autores de otros continentes como el europeo y el americano; si bien, algunos críticos exagerados comparan a Mon Yan con Franz Kafka, Milán Kundera y William
Faulkner, su medida parece exagerada. Y no es que la calidad de escritura esté
mal observada, sino que la asimilación de un nivel como el absurdo kafkiano o
el entorno europeo del amor, las guerras,
la psicología alemana; así como el
existencialismo de los bares y barrios donde se toma whisky a raudales y se
escribe de forma joyceana, no es asimilable en sólo unos cuantos años; mucho
menos cuando se trata de un autor que como Yan proviene de un país tan
hermético como lo fue China por siglos.
Tal vez la novela más
conocida de Mon Yan –y que las librerías tendrán apiladas hasta el techo en
estos días, mandando a la bodega el bodrio de “50 sombras de Grey” y sus espantosas
secuelas—sea “El sorgo rojo”, publicada a finales-inicios de los 80-90’s y ya
incluso hecha película.
Para quien desee hallar
más libros del autor (10 novelas y unos 70 cuentos) tendrá que esperar a que
las editoriales se apresuren, pues ya daban por seguro ganador a Murakami
(quien seguramente tendrá que esperar unas 8 vueltas al mundo para que la Academia
regrese y diga “otra vez le toca a Oriente”). En español se pueden encontrar
también otras 4 novelas muy interesantes de Yan, “Las baladas del ajo”, “Grandes pechos, amplias caderas...” , “La vida y
la muerte me están desgastando” y “La Republica del Vino”.
En fin, que parece que
esta vez la Academia Sueca torció bien sus retorcidos premios y atinó al elegir
a un muy buen escritor, luego a un excelnte traductor del chino al inglés y enseguida a otro bien
entendido intérprete ( si bien Yan habla bien el inglés) de ambas lenguas para
traernos al español a uno de los mejores escritores chinos de la modernidad. Se
asegura que Yan es genuino y no falsificó ninguno de sus libros para venderlos
luego a mitad de precio. El lector no saldrá defraudado de esta escritura
inquietante y mezcla de la convergencia de dos culturas hasta hace poco
totalmente opuestas.
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