BITÁCORA DEL ESTRATEGA
Ignacio García
Lunes 20 de mayo
En una lengua
muerta
lo amargo de
la sal, esclava de los mares,
escribe sobre
la arena
los tantos y
tan pocos poemasdedicados a tu nombre
Al reventar de las olas,
uno no sabe si se trata
de un yiddish extremo,
si el vasco
de los primeros dioses,
el latín
entre los bárbaros,
un idioma en
labios del arcángel,
otro sacudir
de cantos y gorjeos
o es
simplemente
un raro
estruendo
que me empuja
a despertar
y volver de
nuevo al cuaderno
Ante este alboroto e incendio,
el cuaderno está listo y el oído alerta
A tiempo para cortar una letra
e injertar el símbolo a ras de la
página,
imaginarte suave como la aurora y
siempre a la hora para la caída del
crepúsculo
Mucho antes de lamentar
por algunos poemas imposibles,
el poeta espera lo inevitable
Con el corazón fuera de sitio,
el vientre desnudo y el pómulo firme,
gesta (dolor tras el instante)
un nuevo himno para tu nombre
Sábado 25 de mayo
El milagro de saberme vivo,
una plegaria cuyo clamor limpia el
tímpano,
un latir no lejos del poema,
y el signo de un ángel flamígero
hacen de la escritura el instrumento
ya de antiguo ausente
Vale decir:
el fermento de nuestro júbilo
para no olvidar jamás la sentencia ni
la letra
Algo infinito donde ahogarse a nudo de
palabras
O, tal vez, un insigne
“Nos debemos el uno al otro”
Martes 28 de
mayo
La separación incluye esta distancia
entre la pluma y la hoja en blanco,
algo difícil de traducir si se toma en cuenta
lo efímero del instante
Si te acercas un poco, verás
(en este espacio adicto a tu presencia)
un pensamiento mío,
el ojo hinchado por el insomnio y el estiaje,
el cobalto
del mar en el invierno,
la escritura
flotante de la página,
una estrella muerta
de frío,
el claudicar sin renuncia alguna
y el hábito de no olvidar jamás
la forma de amar sin caer a cielo abierto
donde basta con podar
la luz de tu mirada
Viernes 31 de mayo
La pérdida de lo
inasible,
lo íntimo de este poema vivo,
el reposo del mar
cuando los Nortes,
abisman al Estratega
en veredictos distintos:
Le recuerdan anémonas
y estrellas,
las antologías del
cardumen,
chalanes curtidos a
sal y espuma,
el aroma de las algas
recién a flote
y el perfume de un
café,
vivo homenaje al
olvido de tu cuerpo
Más aún, se abruma si trata de adivinar
qué astilla le quemó más en los desiertos
y lo tuyo resultó ser
lo equívoco:
un injerto de ortigas;
luz sin llama
o el fulgor ya apagado
sobre la comisura del labio
Todo
devuelve al Escriba
recuerdos y poemas
que él creyó ahogados para siempre
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