LA INMORTALIDAD NO EXISTE, SÓLO EL OLVIDO
Como una pérdida inmensa para la literatura mundial y la lengua portuguesa fue definida la muerte del escritor, poeta y dramaturgo José Saramago, ocurrida ayer en su casa de Lanzarote (Islas Canarias) a los 87 años de edad, a causa de una leucemia crónica, según fuentes familiares.
Saramago fue uno de los grandes pensadores de la literatura, se destacó por crear tanto novelas, ensayos, cuentos y poemas. Su obra maestra, Ensayo sobre la Ceguera, le valió ser reconocido como Premio Nobel de Literatura en 1998. “Es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan, se puede decir que nos merecemos lo que tenemos”, aseguró el escritor en junio de 2007, en unas jornadas de la Fundación Santillana.
José Saramago nació en Azinhaga (Portugal) en 1922. Antes de responder a la llamada de la literatura trabajó en diversos oficios, desde cerrajero o mecánico, hasta editor. En 1947 publicó su primera novela, "Tierra de pecado", ahora reeditada en Portugal, coincidiendo con los cincuenta años de su aparición. Pese a las críticas estimulantes que entonces recibió, el autor decidió permanecer sin publicar más de veinte años porque, como él afirma ahora «quizá no tenía nada que decir». Sin embargo, a finales de los sesenta se presentó con dos libros de poemas: "Os poemas possiveis" y "Provavelmente alegría" (parte de un ciclo que completaría en 1975 con "O ano de 1993"). Puede que la demorada publicación de sus textos sea el motivo por el que numerosos críticos lo consideran un «autor tardío». Y quizá sea cierto, aunque ello en modo alguno vaya en contra de una cuestión mucho más importante: Saramago es dueño de un mundo propio, minuciosamente creado, libro a libro, y su obra lleva muchos años situándolo en el primer plano literario de su país. Ya sus primeras publicaciones en prosa -"Manual de pintura y caligrafía" (1977) y "Alzado del suelo" (1980),- lo acreditan como un autor de indiscutible originalidad, por su controvertida visión de la historia y de la cultura.
No obstante, la celebridad y el reconocimiento a escala internacional le llegan con la aparición en 1982 de su ya legendaria novela "Memorial del convento", a la que siguió "El año de la muerte de Ricardo Reis". En esta última, su precisa y sentimental indagación del universo de Fernando Pessoa -a través de uno de sus heterónimos- se convierte casi de inmediato en una obra «de culto», que cruza todas las fronteras. El trabajo narrativo de José Saramago goza desde entonces de una admiración sin límites, que cada nuevo título va confirmando: "La balsa de piedra" (1986), "Historia del cerco de Lisboa" (1989), "El evangelio según Jesucristo" (1991), "Casi un objeto" (1994), "Viaje a Portugal" (1995) o "Ensayo sobre la ceguera" (1996). Todos estos textos -que suscitan tantos elogios como reñidos debates- consagran a José Saramago como una de las principales figuras de la literatura de este siglo.
Distinguido por su labor con numerosos galardones y doctorados honoris causa (por las Universidades de Turín, Sevilla, Manchester, Castilla-La Mancha y Brasilia), José Saramago ha logrado compaginar sus viajes y su labor literaria con su amor a Lisboa y sus estancias en Lanzarote, lugares en los que reside alternativamente y donde lleva adelante su búsqueda artística de todo aquello que la historia no recoge, sustrayéndolo al conocimiento del hombre. Algo que señala con justificada reiteración en Cuadernos de Lanzarote, verdadera autobiografía espiritual donde Saramago subraya las líneas maestras que guían su escritura. Ha recibido el Premio Camoes, equivalente al Premio Cervantes en los países de lengua portuguesa. Su ultima novela, "Todos los nombres", ha figurado en las listas de los libros más vendidos desde su publicación durante el pasado mes de enero de 1998.
La escritora brasileña Nélida Piñón, definió como “inmortal” y “eterno” al escritor portugués. “Sentí una gran emoción al conocer la noticia. Sabía que él estaba frágil, estaba enfermo, pero siempre pensé en Saramago como un inmortal por su propia obra, por sus hechos humanos. Lo había eternizado. Él es eterno”, dijo Piñón desde Lisboa, donde participa de actividades literarias.
Magalys Chaviano Álvarez, lectora del escritor portugués añade: En un ensayo de pasar a la inmortalidad, como antes lo hiciera con la ceguera y la lucidez, José Saramago, uno de los más grandes de las letras, acaba de fallecer. El Premio Nobel de Literatura, que antes fuera cerrajero, quizá en un intento de abrir las puertas y laberínticos accesos de lo desconocido
y de un mundo paralelo en lo social, dejó un legado invaluable a la humanidad: su inmensa obra.
A los 87 años, todavía se encontraba Saramago inmerso en proyectos, 63 años después de que fuera publicada su primera novela: Tierra de pecado. De entre los más aplaudidos que recibieron el Nobel en 1998, resultó el escritor portugués, de quien dijeran en la ceremonia de investidura: "ha creado un cosmos que no pretende ser una imagen coherente del universo".
Y es que leer a este grande de las letras, es como adentrarse en un camino donde el hombre y su cosmogonía son el eje de los libros, como debiera ser siempre, el hombre en toda la dimensión semántica de esa enorme palabra. El "autor tardío", como muchos lo calificaran, por la postergación editorial de sus proyectos, el mal que deben padecer todos los escritores, dejó de respirar en Lanzarote, Islas Canarias, España, rodeado de mar y al lado de su compañera y traductora, Pilar.
Así, como en un ensayo sobre la inmortalidad, salió de viaje José Saramago, al infinito, dejándonos a sus lectores, el legado de los libros que escribió.
Como una pérdida inmensa para la literatura mundial y la lengua portuguesa fue definida la muerte del escritor, poeta y dramaturgo José Saramago, ocurrida ayer en su casa de Lanzarote (Islas Canarias) a los 87 años de edad, a causa de una leucemia crónica, según fuentes familiares.
Saramago fue uno de los grandes pensadores de la literatura, se destacó por crear tanto novelas, ensayos, cuentos y poemas. Su obra maestra, Ensayo sobre la Ceguera, le valió ser reconocido como Premio Nobel de Literatura en 1998. “Es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan, se puede decir que nos merecemos lo que tenemos”, aseguró el escritor en junio de 2007, en unas jornadas de la Fundación Santillana.
José Saramago nació en Azinhaga (Portugal) en 1922. Antes de responder a la llamada de la literatura trabajó en diversos oficios, desde cerrajero o mecánico, hasta editor. En 1947 publicó su primera novela, "Tierra de pecado", ahora reeditada en Portugal, coincidiendo con los cincuenta años de su aparición. Pese a las críticas estimulantes que entonces recibió, el autor decidió permanecer sin publicar más de veinte años porque, como él afirma ahora «quizá no tenía nada que decir». Sin embargo, a finales de los sesenta se presentó con dos libros de poemas: "Os poemas possiveis" y "Provavelmente alegría" (parte de un ciclo que completaría en 1975 con "O ano de 1993"). Puede que la demorada publicación de sus textos sea el motivo por el que numerosos críticos lo consideran un «autor tardío». Y quizá sea cierto, aunque ello en modo alguno vaya en contra de una cuestión mucho más importante: Saramago es dueño de un mundo propio, minuciosamente creado, libro a libro, y su obra lleva muchos años situándolo en el primer plano literario de su país. Ya sus primeras publicaciones en prosa -"Manual de pintura y caligrafía" (1977) y "Alzado del suelo" (1980),- lo acreditan como un autor de indiscutible originalidad, por su controvertida visión de la historia y de la cultura.
No obstante, la celebridad y el reconocimiento a escala internacional le llegan con la aparición en 1982 de su ya legendaria novela "Memorial del convento", a la que siguió "El año de la muerte de Ricardo Reis". En esta última, su precisa y sentimental indagación del universo de Fernando Pessoa -a través de uno de sus heterónimos- se convierte casi de inmediato en una obra «de culto», que cruza todas las fronteras. El trabajo narrativo de José Saramago goza desde entonces de una admiración sin límites, que cada nuevo título va confirmando: "La balsa de piedra" (1986), "Historia del cerco de Lisboa" (1989), "El evangelio según Jesucristo" (1991), "Casi un objeto" (1994), "Viaje a Portugal" (1995) o "Ensayo sobre la ceguera" (1996). Todos estos textos -que suscitan tantos elogios como reñidos debates- consagran a José Saramago como una de las principales figuras de la literatura de este siglo.
Distinguido por su labor con numerosos galardones y doctorados honoris causa (por las Universidades de Turín, Sevilla, Manchester, Castilla-La Mancha y Brasilia), José Saramago ha logrado compaginar sus viajes y su labor literaria con su amor a Lisboa y sus estancias en Lanzarote, lugares en los que reside alternativamente y donde lleva adelante su búsqueda artística de todo aquello que la historia no recoge, sustrayéndolo al conocimiento del hombre. Algo que señala con justificada reiteración en Cuadernos de Lanzarote, verdadera autobiografía espiritual donde Saramago subraya las líneas maestras que guían su escritura. Ha recibido el Premio Camoes, equivalente al Premio Cervantes en los países de lengua portuguesa. Su ultima novela, "Todos los nombres", ha figurado en las listas de los libros más vendidos desde su publicación durante el pasado mes de enero de 1998.
La escritora brasileña Nélida Piñón, definió como “inmortal” y “eterno” al escritor portugués. “Sentí una gran emoción al conocer la noticia. Sabía que él estaba frágil, estaba enfermo, pero siempre pensé en Saramago como un inmortal por su propia obra, por sus hechos humanos. Lo había eternizado. Él es eterno”, dijo Piñón desde Lisboa, donde participa de actividades literarias.
Magalys Chaviano Álvarez, lectora del escritor portugués añade: En un ensayo de pasar a la inmortalidad, como antes lo hiciera con la ceguera y la lucidez, José Saramago, uno de los más grandes de las letras, acaba de fallecer. El Premio Nobel de Literatura, que antes fuera cerrajero, quizá en un intento de abrir las puertas y laberínticos accesos de lo desconocido
y de un mundo paralelo en lo social, dejó un legado invaluable a la humanidad: su inmensa obra.
A los 87 años, todavía se encontraba Saramago inmerso en proyectos, 63 años después de que fuera publicada su primera novela: Tierra de pecado. De entre los más aplaudidos que recibieron el Nobel en 1998, resultó el escritor portugués, de quien dijeran en la ceremonia de investidura: "ha creado un cosmos que no pretende ser una imagen coherente del universo".
Y es que leer a este grande de las letras, es como adentrarse en un camino donde el hombre y su cosmogonía son el eje de los libros, como debiera ser siempre, el hombre en toda la dimensión semántica de esa enorme palabra. El "autor tardío", como muchos lo calificaran, por la postergación editorial de sus proyectos, el mal que deben padecer todos los escritores, dejó de respirar en Lanzarote, Islas Canarias, España, rodeado de mar y al lado de su compañera y traductora, Pilar.
Así, como en un ensayo sobre la inmortalidad, salió de viaje José Saramago, al infinito, dejándonos a sus lectores, el legado de los libros que escribió.
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