POEMAS SOBRE OCULTA CARTA
Hindra Ceballos López
DELIRIO MARINO
vestido de azul, dejaba entrever gris nuboso.
Deslizó
un sobre bajo mi puerta,
una carta con aroma salino, granos de arena
y aleteo de gaviota.
Adivino sus letras, la leo, él pide presencia:
mis huellas añora, declara inquietud.
Mi mar con reflejos de cielo,
es quien bebe mi tiempo en atrevida
aventura,
me habita y transfigura reflejándome en
su rostro,
atrapa en la noche destellos de estrellas
o claros de luna
y enciende en mis pupilas infinitos resplandores,
nos amamos: acaricio su infinito, lame
mis pies.
Arrobada en sus olas soy tiempo
desintegrado
que se sueña espuma ondulando su
grandeza,
soy la amante que escucha historias, cuida misterios
y atesora en los oídos el susurro
amoroso que suena
a rumor ancestral.
La brisa deja en mi rostro tesituras de
su esencia
ritmos de madrugada y besos salados.
DELIRIO II
que traes en tu
ropa el azul del anhelo
y ese gris de
penas?
¿Qué trae tu
misiva a mis manos?
¿Acaso el
anuncio de una despedida?
¿Nota
contundente de que ya se fue?
¿La negra
certeza de no tener más
la luz de su
vida sobre mis almohadas?
¡Vete! ya te
reconozco, te llamas olvido.
No me des la
carta;
lo que notifica…
eso, ya lo conozco:
me lo dijo el
mar hoy que lo dejé.
DELIRIO
III
Viniste a buscarme cartero del mar
En tu mano, un sobre color de nubes
resguarda una carta escrita con sal.
Sin leerla presiento ya su contenido,
vibramos los dos en la misma ausencia
ya que soy su brisa y él es mi suspiro.
DETRÁS DE ESAS PALABRAS
Germino con tu rocío
tiemblo en éxtasis de grandeza
cuando descorres mi ceguera
y miro como surge el universo
en un grano de mostaza.
II
En
ti soy libre: despliegas mi absolutoacaricias el vacío en que expando pensamientos
brillas con la paz que convierte tu voz en mi silencio:
es entonces que vida y muerte se besan suavemente.
III
Rumor de gozo
es la evocaciónque te recrea,
surgen fantasmas con aromas de tu selva,
juegan con el íntimo
anhelo de mirarte en mi poesía
IV
Me conoces.
Soy el libro en que gozan tus pesquisas.
Mi ambrosía no se oculta en la mirada
ni conforta la entereza que sostiene mi altivez.
Adivinas el suspiro
que en ti nutre su vehemencia…
Me conoces.
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