MIRACLE DELS PEIXETS
Lilia Ramírez
Un fuerte olor a propanotrial se
cuela al interior del departamento. Repaso cuarto por cuarto sin localizar el
foco. Me asomo inquieta por la ventana abierta al noroeste, sobre la Plaza de
la Paz. Verdes surcos a un costado de la avenida que comunica Alboraya con los pueblos
vecinos de Tavernes Blanques y Almácera, delatan cebollas listas para cosechar.
Esta es una vasta región agrícola conocida como l’Horta Nord (la Huerta Norte en lengua valenciana, una variación del catalán).
Más allá del sembrado, la humareda blanca del polígono industrial me recuerda
la invitación pendiente para visitar ahí La Ciudad de la Porcelana en donde germinan,
desde 1970, todas las exquisitas creaciones de la marca Lladró, considerada por
muchos la mejor porcelana artística producida desde mediados del siglo XX hasta
nuestros días. Estilizadas figuras humanas en diversas situaciones principalmente
en colores pastel, aunque también pueden estar teñidas de oscuros, vaciadas
parte por parte, ensambladas y decoradas a mano por artesanos altamente
especializados, elevan el precio de esta artesanía local a cualquier número entre
uno y mil, más tres ceros. Es 8 de junio de 2003, domingo de Pentecostés, y no
quiero hacer esperar al matrimonio, simpáticos sesentones propietarios del piso,
que me esperan para asistir a la romería con la cual la comarca celebra 655
años del Milagro de los Peces (Miracle
dels Peixets). Me explican emocionados que, en julio de 1348, sucedió aquí un acontecimiento
religioso sobre el fértil cauce del Carraixet, cuya conmemoración sigue vigente
al día de hoy.
Da Paquita me regala
varios folletos que alientan más mi entusiasmo por conocer la historia,
tradiciones, cultura y gastronomía de esta Capital de la Paella. En una copia
del Resumen Histórico y Geográfico editado por la Generalitat Valenciana, leo a
D. Miguel Senent Vivo, cronista oficial de Alboraya, quien relata que según el
historiador Rodrigo Pertegás, Alboraya tiene un origen ibérico, pues migrantes
llegados del interior de la península se establecieron en su inicio como
pescadores. Posteriormente, la comarca se convirtió en un emporio agrícola y
aun cuando otros historiadores atribuyen a los árabes el diseño y construcción
del sistema de regadío para esta importante huerta de España, lo lógico, según
Pertegás, es que se deba a los romanos, pues han encontrado vestigios de esta
cultura en los terrenos. El cronista sigue diciendo que la primer noticia
escrita sobre este pequeño poblado de 23 000 habitantes en la actualidad, se
encuentra a su vez en el «Livre del Repartiment», redactado en 1238 por Jaime I
el Conquistador, volumen que contiene las concesiones hechas por él de las
tierras arrebatadas a los árabes durante la conquista de Valencia. Don Jaime
cedió la alquería mora denominada Alborayada (torre pequeña en árabe) al obispo
de Huesca, don Vidal de Canellas, y este territorio fue cambiando de manos hasta
llegar a la Corona de Aragón. Mientras caminamos por las callejuelas rumbo a la
iglesia de la Asunción de Nuestra Señora de Alboraya, Paquita me pone al tanto:
según la leyenda un converso gravemente
herido, llamado Hassam-Arda, llamó al cura de Alboraya
(ya que Almácera pertenecía entonces eclesiásticamente a esa localidad) para recibir
el Santo Viático. Al ir a cruzar
el parróco el Carraixet, crecido
por una fuerte lluvia, cayó al agua junto con su caballo perdiendo la arqueta
donde contenía las sagradas formas. El pobre sacerdote no tuvo otro remedio que
renunciar a la búsqueda de las hostias dispersas en la corriente y decidió
volver a Alboraya. De pronto, algunos pescadores (otros ponen labradores,
comenta mi casera) le fueron a avisar haber visto a algunos peces llevar en la
boca unos discos blancos y resplandecientes. El párroco se acercó a la orilla y
los tres peces se acercaron a él a depositar dichas formas en un cáliz. Sus
cuerpos sobresalían casi completamente fuera del agua sosteniendo las hostias
intactas. Decía estas palabras cuando arribamos a la parroquia donde se
conserva el cáliz del milagro y un hermoso mural de pequeños mosaicos conmemora
el milagroso suceso. La gente se reunía con gran algarabía. Caminamos en grupo hasta
la Ermita del Milagro de los Peces, donde se celebró una solemne eucaristía.
De regreso nos encaminamos a la avenida de la Horchata, que al conectar el casco
urbano del pequeño poblado con Valencia, desemboca en la ronda de los Hermanos Machado. Esta pintoresca
avenida debe su nombre al tubérculo Cyperus Sculentus, vulgarmente llamado
“Chufa”, con el que se prepara una deliciosa bebida refrescante que no tardé en
degustar sentada en una horchatería al aire libre rodeada de risas y el dulce
sonido de la lengua valenciana. Ahora es el turno de D. Paco, quien me cuenta
que el cultivo de la chufa en España fue
introducido por los árabes en el siglo VIII, y precisamente en esta región de
la Huerta Norte es donde se da el mejor clima para su producción. No me resisto
a probar también el delicioso helado de chufa, aunque debo dejar espacio para
la paella prometida con motivo de la fiesta. Paquita hace un mohín de disgusto
cuando le pregunto si le pondrá camarones.
liliaramirezdeoriza@hotmail.com
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