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lunes, febrero 16, 2009

Genaro Aguirre Aguilar: Cercanías a "La Catedral del Mar"





Confieso: no soy lector especializado, por lo tanto alguien con las cualidades o el oficio teórico y técnico para abordar «objetivamente» un texto literario; más bien soy una persona emocional que –de vez en vez- se tropieza con alguna obra que lo provoca para dar un paso y compartirla con algunos colegas o ciudadanos por igual.
Pues bien, resulta que uno de esos días cuando vagaba por una de las tiendas comerciales en busca de obsequios de fin de curso para reconocer el aprovechamiento o la fortuna de mis estudiantes universitarios, me tropecé con una edición limitada de un libro que me había llamado la atención hacia un par de meses, pero cuyo costo me pareció exagerado. Así que cuando vi su empastado y en especial el precio, lo tomé junto a otros y me dirigí a la caja. Para entonces era la víspera de fin de curso, por lo que diciembre y sus posadas era el tiempo propicio para entrarle a una lectura como esa.
La catedral del mar (2008) de Ildefonso Falcones, resultó ser una de esas obras absorbentes, con una prosa fácil de seguir si bien demandante de una disposición para el relato histórico. Ubicada en la Edad Media barcelonesa, narra la historia de Arnau, un personaje que antes de su nacimiento parece el destino le ha colocado una marca en la espalda. Nace en medio de la incertidumbre de un padre quien por su condición de siervo de la tierra, tiene que aceptar el derecho que le asiste al señor feudal para desflorar a la novia justo en el momento del casorio. Los meses de espera tras el anuncio del embarazo de su esposa Francesca, marcan sus días y con ello el señalamiento de los aldeanos, quienes saben que el señor Llorenç de Ballera tiene un historial procreando vástagos en sus territorios de influencia.
La ruptura en la línea consanguínea de este acaudalado señor, vendrá cuando Francesca procrea un hijo legítimo, para que su padre se sienta orgulloso cuando reconoce en el lunar que el primogénito tiene a un lado del ojo, el signo de la familia, desatando el enojo de Llorenç de Ballera cuando la burla de sus allegados y demás señores feudales cae sobre su cuestionada hombría y con ello la puesta en duda de su antes fértil virilidad. Furia que vuelve a pagar Francesca al ser arrastrada al castillo para amamantar a un Llorenç, no sin serle arrebatado su recién nacido hijo quien –a punto de fallecer de inanición- es rescatado por su padre, para vivir un periplo bajo la condena de ser un siervo que ha huido de sus tierras. En su horizonte: Barcelona, la única ciudad donde se respira libertad y la casa de una hermana, quien fuera desposada por un artesano que parece ahora goza de un prestigio sin precedentes.
Si bien una novela histórica con cualidades como para indagar en el imaginario cultural de la España del siglo XIV, al echar mano de tintes historiográficos cercanos a la tradición de la Escuela de los Anales, por la forma en que hurga en la cultura y la vida cotidiana, en las ideaciones religiosas, monárquicas, mercantiles y de un pueblo llano barcelonés, el autor aprovecha la ocasión para armar un relato disfrutable por la manera en que trata a sus personajes, sus relaciones, sus anhelos y todo aquello que matiza la más intrincada naturaleza humana. Como corazón de esta reconstrucción histórica novelada, el ascenso, la caída y el levantamiento social de un personaje que a temprana edad traza un rumbo distinto en su condición de siervo.
Paralelo a ello, el lector se encuentra ante una manufactura que permite el entendimiento de una parte de la retorcida genealogía monárquica española, especialmente para el lector lego que no ha sabido comprender los vericuetos de tan complicada articulación parental. Como fondo, la construcción de La Catedral del Mar, esa imponente construcción que a lo largo de cincuenta años verá labrada en sus paredes y columnas la síntesis de aquellos días cuando la persecución judía, la maldición de la peste, las mezquinas guerras por el poder tras el trono, la lealtad al rey en turno y la espiritual entrega a la patrona Santa María de la Mar, hicieran de la ciudad de Barcelona un referente de libertad, un sueño que se fue erigiendo en la materialización de esa construcción hecha con el sudor, la entrega y el dinero de los que menos tenían.
En este contexto, la dimensión humana del personaje protagónico Arnou Estanyol que construye el autor conforme va avanzando el relato, permite que el lector -poco a poco- vaya aprendiendo a admirarlo. La honestidad, la lealtad, la traición, la ambición humana, el despotismo de los pudientes, son parte del entramado pasionario que configura el universo donde vive y cohabita este personaje que bien pudiera (¿o debiera?) ser referente para muchos de nuestros hijos o estudiantes. En estos tiempos de sombría incertidumbre e inquietante mañana, valdría la pena acercarse a un texto que no traiciona expectativas ni rehúye a la crítica. Si de algo sirve, en su haber La Catedral del Mar, ya suma varios reconocimientos internacionales, sin descontar que en los más de 30 países a donde se han vendido sus derechos, es un éxito de ventas.
Como es de imaginar y ha venido siendo recurrente en este tipo de literatura, hay dos ámbitos para disfrutar de la obra: en su versión impresa (con las distintas versiones existentes en el mercado) o el viaje que uno puede realizar a través de las páginas electrónicas, las de los fanáticos y la oficial, en la que se puede acceder al mapa de la ciudad y los lugares por donde transcurre sus días la historia. Aún con ello, lo cierto es que para muchos especialistas, este best seller supone un estado de madurez en este tipo de obras, pues aun siendo la primera que escribe su autor, ha logrado reunir el clamor de críticos y comunes.
Qué más decir al respecto de un libro que se vive y disfruta en términos de una aventura literaria, no sabría exactamente ahora, después de todo el acercamiento que uno tiene a las obras literarias, suele estar matizado por los referentes, pero también por los estados emocionales a los que es capaz de conducir una trama plagada de un oficio narrativo en ciernes, pero particularmente con una cualidad para mirar en los interiores de un pasado y salir bien librados. No queremos decir que el libro cambia la vida como al personaje de Ohram Pamuk en La vida nueva, tan sólo diríamos que -en tanto lector- se sale satisfecho de haber vivido algunos momentos especialmente importantes de la Barcelona de aquellos días.


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