Encuentra a tus autores aquí

domingo, mayo 27, 2007

Antonio Gamoneda: Poemas






De "Libro del frío", 1992 Selección de aforismos



Pavana Impura:Tu cabello en sus manos; arde en las

manos del vigilante

de la nieve.Son las cebadas, la siesta de las

serpientes y tu cabello

en elpasado.Abre tus ojos para que yo vea las

cebadas blancas: tu cabeza en las

manos del vigilante de la nieve.
Todos los árboles se han puesto a

gemir dentro de mi espíritu

al recordar tus bragas en la

oscuridad, la luz debajo de tu piel,

tus pétalos vivientes.Atravesando los aniversarios, a veces

viajan las palomas ebrias.Venga desnuda tu misericordia, ah

paloma mortal, hija del

campo.
El mirlo en la incandescencia de tus

labios se extingue.Yo siento en ti grandes heridas y te

desnudas en mis fuentes.Se extingue el mirlo en las alcobas

blancas donde soy ciego,

donde, algunas veces, suenan en ti

grandes campanas.
Busco tu piel inconfesable, tu piel

ungida por la tristeza de las

serpientes; distingo tus asuntos

invisibles, el rastro frío del

corazón.
Hubiera visto tu cinta ensangrentada,

tu llanto entre cristales

y no tu llaga amarilla,

pero mi sueño vive debajo de tus párpados.
La inexistencia es hueca como las máscaras y su visión es

lívida, pero tú oyes el grito de las madres del agua y acaricias

los ojos que vieron la inexistencia.
Nuestros cuerpos se comprenden cada vez más tristemente,

pero yo amo esta púrpura desolada.

Ah la flor negra de los dormitorios, ah las pastillas del amanecer.
Entra otra vez en las alcobas blancas.

Grandes son las jarras de la tristeza en las manos mortales.

Entra otra vez en las alcobas blancas.
Amor que duras en mis labios:

Hay una miel sin esperanza bajo las hélices y las sombras de las

grandes mujeres y en la agonía del verano baja como mercurio

hasta la llaga azul del corazón.

Amor que duras: llora entre mis piernas,

come la miel sin esperanza.
Ha venido tu lengua; está en mi bocacomo una fruta en la melancolía.

Ten piedad en mi boca: liba, lame,amor mío, la sombra.
Llegan los animales del silencio, pero debajo de tu piel arde la

amapola amarilla, la flor del mar ante los muros calcinados

por el viento y el llanto.

Es la impureza y la piedad, el alimento de los cuerpos

abandonados por la esperanza.
He envejecido dentro de tus ojos; eras la dulzura y el exterminio

y yo amé tu cuerpo en sus frutos nocturnos.

Tu inocencia es como un cuchillo delante de mi rostro,

pero tú pesas en mi corazón y, como una miel oscura, yo te

siento en mis labios al ir hacia la muerte.
Eres como la flor de los agonizantesque es invisible mas su aroma entra

en la sombra nasal y es la delicia,

todo en la vida, durante algún tiempo.
En la humedad me amas

y eres azul en tus pezones. Hablas

suavemente en mis labios y regresas

a tu prisión en la melancolía.
Tu cabello encanece entre mis manos y, como aguas silenciosas,

nos abandonan los recuerdos. Siento la frialdad de la existencia

pero tu olor se extiende en las habitaciones y tu lascivia vive en

mi corazón y entra mi pensamiento en tus heridas.
Era incesante en la pasión vacía. Los perros olfateaban su pureza

y sus manos heridas por los ácidos. En el amanecer, oculto

entre las sebes blancas, agonizaba ante las carreteras, veía

entrar las sombras en la nieve, hervir la niebla en la ciudad profunda.
Vigilaba la serenidad adherida a las sombras, los círculos donde se

depositan flores abrasadas, la inclinación de los sarmientos.

Algunas tardes, su mano incomprensible nos conducía al lugar sin

nombre, a la melancolía de las herramientas abandonadas.

Cada mañana ponía en los arroyos acero y lágrimas y adiestraba a los

pájaros en la canción de la ira: el arroyo claro para la hija

dulcemente imbécil; el agua azul para la mujer sin esperanza, la que

olía a vértigo y a luz, sola en el albañal entre banderas blancas,

fría bajo la sarga y los párpados ya amarillos de amor.

Era incesante en la pasión vacía. Los perros olfateaban su pureza y

sus manos heridas por los ácidos. En el amanecer, oculto entre las

sebes blancas, agonizaba ante las carreteras, veía entrar las sombras

en la nieve, hervir la niebla en la ciudad profunda
Aún:
Hubo un tiempo en que mis únicas pasiones eran la pobreza

y la lluvia.Ahora siento la pureza de los límites y mi pasión no existiría

si dijese su nombre.



Caigo sobre unas manos


Cuando no sabía

aún que yo vivía en unas manos,

ellas pasaban sobre mi rostro y mi corazón

Yo sentía que la noche era dulce

como una leche silenciosa. Y grande.

Mucho más grande que mi vida.

Madre:eran tus manos y la noche juntas.

Por eso aquella oscuridad me amaba.

No lo recuerdo pero está conmigo.

Donde yo existo más, en lo olvidado,

están las y la noche.

A veces,

cuando mi cabeza cuelga sobre la tierra

y ya no puedo más y está vacío

el mundo, alguna vez, sube el olvido

aún al corazón.

Y me arrodilloa respirar tus manos. Bajo

y tú escondes mi rostro; y soy pequeño;

y tus manos son grandes; y la noche

viene otra vez. Viene otra vez.

Descanso

de ser hombre, descanso de ser hombre.



Blues del nacimiento


Nació mi hija con el rostro ensangretado

y no me la dejaron ver despacio.

Nació mi hija con el rostro ensangrentado

pero me la quitaron de las manos.
Mi hija ahora ya va a hacer tres añosy habla conmigo y ella ve mi rostro.

Mi hija ahora ya va a hacer tres añosy canta y piensa pero ve mi rostro.
Yo ahora ya no me pregunto

por qué se ama a un rostro ensangrentado.

No hay comentarios.: