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viernes, mayo 11, 2007

Genaro Aguirre: Descubrir a Aute



A Jorge Campa.
En estos tiempo enrarecidos…
Pero siempre solidarios


Fue en uno de esos vagabundeos que de vez en vez realizamos por la ciudad, cuando, en uno de los tiraderos de discos que suelen tener las tiendas comerciales, nos encontramos con una portada que llamó la atención. En ella, un tipo de lentes oscuros, barba a medio crecer, camisa a medio abotonar, camina por una calle mientras mira fijamente a quien toma la foto. Slowly, era el nombre de aquel casete, mismo que pronto se convertiría en una ventana a través de la cual observar y sentir las posibilidades de la música en español de una manera distinta.


Y es que eso ocurre cada ocasión que uno se encuentra con el más reciente material de gente como Luis Eduardo Aute, artista polifacético que a través de la pintura, el cine, la música, la poesía, ha logrado conjugar una obra capaz de provocar en el espectador, el lector o el escucha, instantes de exquisitez por la manera en que observa, sintetiza o devela fragmentos de vida.


Porque si existe alguien que asume por convencimiento su lugar político en el mundo; si se trata de encontrar en la palabra cantada una entidad materializada para escabullirse por los entretelones de las contradicciones humanas; si hay quien tenga capacidad para convertir la poesía en una travesía metafísica al resignificar los lugares corporales o utópicos del amor en la música contemporánea, ese es Luis Eduardo Aute.


Para muestra, el calientito disco A día de hoy, en el que aprovecha la ocasión para desembarcar en algunos puertos, detenerse unos momentos y analizar el estado de cosas que guardan los tiempos actuales. Desde ellos, asomarse para buscar desmontar parte de los problemas que como dilemas al Hombre se le revelan diariamente. Cobijado en una mirada poética pero no por ello menos filosófica, de las entrañas de lo contemporáneo saca materia prima para reflexionar sobre la vida, sobre la sociedad, sobre el ser humano, sobre el otro que termina por ser él mismo.
Energizado por una cantidad de referencias musicales, literarias, cinematográficas, pictóricas, mitológicas, Aute vuelve a las andadas, porque cuando propone, provoca y exige a quien escucha hurgar en sus recuerdos, en su pasos por esta vida, para dialogar y juntos ser parte de un mundo duro, inhóspito sí, pero no por ello menos mágico si el atrevimiento lleva a explorar en las ganas y los deseos, al ser parte de las navegaciones que propone en cada una sus letras
De allí que desde la que da nombre a la obra, obligue al escucha a repasar su vida, para tratar de verse a sí mismo y determinar lo que A día de hoy se ha hecho o se ha sido: “A día de hoy podría decir/ que el Azar fue el demiurgo de mis sueños. A día de hoy/ podría decir que acabé de morirme en cada empeño…” Y en esa perspectiva, estrofas como pasadizos flanquean los caminos por donde el cantante nos lleva, para que a cada paso tropecemos con personajes que pueden ser John Lennon o Dios, o bien el Homo sapiens venido a político, militar, empresario, creyente o entidad divinizada en que suele convertir a la mujer/amante; tanto como a la persona venida a sujeto reflexivo con aspiraciones de trascendencia.


Por ello la contundencia al observar los nuevos estados de la fe, en donde destaca la religiosa manera con que la tecnología ha venido a ocupar no sólo un lugar en este mundo, sino a convertirse en una suerte de techo celeste por las maneras en que cobija el actuar humano. Al respecto refiere: “Con la sensación frustrante/ de hablar tanto a la pared/ vi de nuevo el cielo abierto/ en la oferta de la red…” (Na de na) O esa que dice: “Nadie escapa al Disco Duro/ del Control Inteligente/ hasta Dios es vigilado/ por el Ojo Omnipresente…” (La barbarie)


Pero si de hablar en torno al amor se trata, Luis Eduardo traza una cartografía lírica en la que frases son el sumo emocional en su territorio expresivo, en el que metáforas son los frutos/hallazgos de un aprendizaje plagado de alegorías, mitologías, carnalidades: “Entonces ardemos encantados/ todos los ángeles ardientes/ alcanzan su cenit de placer.” (En su versión en español de Solo contigo); “Que se coman sus banderas… Sacia mi hambre/ quimeras con tu cuerpo esta noche…” (Esta noche)


Y aun cuando lo anterior bastaría, en los meandros de la obra de este mortal, quien se detiene a escuchar el disco, termina tropezándose con palabras como faros, en los que lo místico, lo literario, lo racional son anclajes que posibilitan el diálogo o entendimiento de ciertos devaneos humanos: “Se de un loco que aún espera/ que el desierto se haga mar/ y la hoguera, cascada, que en el Bien no venza el Mal/ ni en el beso la espada/ que el amor no baile un vals/ en mitad de la nada…” (Se de un loco) “Puede que esto de vivir/ consista en disfrazarse de veleta y de girar qué viento/ y de celebrar el triunfo de las estrategias sobre la caducidad del sentimiento…”


En cada uno de los catorces cortes, si hay algo que como ventisca ronda, es ese misticismo casi existencial que caracteriza al avecindado español, en donde lo políticamente correcto es el acto redentor de quien no sólo mira, sino también asume que en el mundo se trata de estar y decidir. Tal es el caso de Naves quemadas “Hay que soltar cabos, lastres, amarras y ataúdes/ que el dios Azar nos transporte a soñadas latitudes/ para escapar de biblias, coranes y talmudes de la vida…”, o como Escribo tu nombre cuando refiere: “Sobre la espuma de una Temporada/ en el infierno de Rimbaud, sobre la Santa Trinidad, Búster, Groucho y Charlot, escribo tu nombre, Surrealismo, grito tu nombre… Libertad.”


Sin duda, enfrentarse a la obra de Luis Eduardo Aute es un reto por el manejo de referencia multideterminadas, pero sobre todo por la elocuencia con que se las apropia y las resignifica en el contexto de cada una de sus canciones. Y si a esto le sumamos que lo mismo canta en inglés que en francés, estamos ante un artista con una escala lírica, armónica, matizada por su capacidad para desdoblarse y cruzar los umbrales de lo imprescindible.


Ya son quince años de aquel primer encuentro en la tienda con la que toda familia está de acuerdo, pero el viejo Aute sigue tan fresco con siempre; eso sí, sin renunciar a la provocación por lo conceptual de su obra, pues en verdad, no es para todo tipo de escucha. Quizá tan solo para aquellos que en las sonoridades quisieran encontrar fragmentos de regocijo como para seguir creyendo en la magia de una vida, que recrea a través de su palabra cantada.

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