Sin lugar a dudas, la invención de la fotografía cambió para siempre la forma en la que vemos y entendemos el mundo.
La imagen fotográfica y sus derivados directos e indirectos (cine, infografía, etc.) son de uso común en un sinnúmero de actividades cotidianas en la ciencia, el arte, la publicidad, las noticias y el entretenimiento. Nuestro estilo de vida está profundamente influido por los cambios introducidos por ella.
Como señala A. Dondis, en La sintaxis de la imagen: “la mayor parte de lo que sabemos y aprendemos, compramos y creemos, identificamos y deseamos, viene determinado por el predominio de la fotografía sobre la psiquis humana”.
Con su masificación y el acceso a cámaras fotográficas que tienen casi todos los sectores sociales (debido a su abaratamiento) se da por hecho que la comprensión de la fotografía es algo común y que, por lo tanto, no requiere de un aprendizaje específico. Sin embargo, si reconocemos a la fotografía como un lenguaje, entenderemos la necesidad de conocer los códigos con los cuales se generan los mensajes en ella contenidos, la importancia de su aprendizaje y de su uso consciente y crítico.En la ciudad de Veracruz la enseñanza y la promoción de esta actividad se llevan a cabo en cinco universidades, para las carreras de ciencias de la comunicación e historia del arte; dos talleres libres, dependientes de la Universidad Veracruzana y del Instituto Veracruzano de Cultura; y en la Fototeca de Veracruz, con talleres especializados diversos, además de exposiciones temporales durante todo el año.
Lamentablemente, en la mayoría de los casos, la educación se limita a promover en el estudiante el conocimiento y aplicación de procedimientos técnicos elementales (manejo de cámara, revelado de película e impresión) que por otro lado, dadas las condiciones de horarios e instalaciones, raramente alcanzan resultados consistentes.
De ahí mi interés por contar con sesiones de discusión con maestros y promotores de estos espacios, en donde se reflexionara acerca de la importancia de la fotografía en el mundo contemporáneo, sus posibilidades como lenguaje visual y las distintas propuestas didácticas aplicables a trascender su percepción como una mera herramienta técnica de producción de imágenes realistas. Es así que participé en la Convocatoria Nacional de Educación Artística- Educación por el Arte 2001 organizada por el INBA y el CNA, y obtuve un apoyo para desarrollar el Proyecto “Conversaciones imaginarias” que reuniría a maestros de fotografía y promotores culturales en un taller de creación, crítica y análisis de la imagen fotográfica.
Mi objetivo fundamental era propiciar la discusión en torno al tema, y alentar el interés en una enseñanza de la fotografía que trascendiera el aspecto técnico y se ocupara de las posibilidades específicas de la foto como medio de comunicación.
En mi incipiente desempeño profesional he combinado la creación con la participación en proyectos educativos, como docente en la Facultad de Artes Plásticas en Xalapa, de donde egresé; en los talleres libres de The Maine Photographic Workshop; en el Centro de la Imagen y en la Universidad Cristóbal Colón en la ciudad de Veracruz. Actualmente soy responsable del taller de fotografía en la Universidad Autónoma de Veracruz “Villa Rica”, para la Facultad de Ciencias de la Comunicación. Sin embargo soy, sobre todo, un creador de imágenes, con el natural interés en reflexionar sobre mi quehacer.
De este modo, convoqué a los maestros de todos los espacios que menciono arriba a reunirnos quincenalmente por espacio de ocho meses (noviembre 2001-junio 2002) en la Fototeca de Veracruz. En cada sesión abordamos un tema específico, nos propusimos un ejercicio de toma de fotografías y proporcioné lecturas relacionadas con el mismo. En la sesión siguiente confrontamos opiniones sobre los textos e hicimos una crítica grupal de las imágenes. Dedicamos también un espacio a la proyección de diapositivas de obra de diversos fotógrafos y comentamos sobre sus propuestas.
El programa estuvo dividido en tres módulos, referentes al medio fotográfico, al objeto fotografiado y al sujeto que fotografía.
En el primer módulo estudiamos la naturaleza del mecanismo fotográfico, las condiciones que hacen posible la generación de la imagen y los límites tecnológicos que la definen; su forma particular de relacionarse con los conceptos de tiempo (historia, memoria, fijación) y espacio (lugar, perspectiva, punto de vista, corte).
Asimismo discutimos la percepción de la foto bajo un criterio funcional, como signo, arte y lenguaje.
En el siguiente módulo nos abocamos a la reflexión sobre los temas tradicionalmente abordados en la fotografía (los géneros) y sus posibilidades de tratamiento; sus entrecruzamientos y la misma pertinencia de estas categorías. Finalmente, dimos un giro para centrar nuestra atención en el autor, en su papel más o menos activo en la creación, y en las consecuencias de ser (en el autorretrato) al mismo tiempo, sujeto y objeto.
Al término de cada módulo tuvimos una sesión para condensar algunas conclusiones de los ejercicios, la crítica de otros fotógrafos y de las lecturas comentadas. Debo decir que los resultados no correspondieron a las expectativas. Desafortunadamente, la mayoría de los convocados no concurrió con la regularidad esperada, o bien asistía sin participar en los ejercicios y la discusión sobre trabajos y lecturas o sencillamente nunca se presentaron a confrontar sus opiniones y propuestas con los demás. Aparentemente la comunidad fotográfica porteña sigue viendo con recelo el análisis, la crítica, en fin, las etapas que anteceden, enriquecen y proyectan la producción de sus proyectos. Encasillados en modelos agotados, muchos docentes se sienten más cómodos repitiendo la rutinaria repetición de mecanismos que son todo menos didácticos, y que no aportan una comprensión profunda de la importancia de la fotografía en nuestros ámbitos ni de sus posibles alcances como herramienta creativa.
Los fotógrafos, a su vez, refractarios a todo lo que suene a “conceptual” o “artístico” prefieren seguir la conocida ruta estilística que cada vez es más difícil llamar documental, y que parece validar por sí misma su actividad. Desde luego es injusto generalizar esta opinión y dejar de lado otras virtudes que están presentes en la actividad fotográfica veracruzana. La cantidad de estudiantes que practican la fotografía, el público que asiste a las muestras, y eventos que mantienen su vigencia a pesar de diversas carencias (Como las “Jornadas Fotográficas” organizadas cada año por maestros y alumnos de la Universidad Veracruzana y el “Encuentro de Fotografía Estenopeica”, en este año en su segunda edición) son buenos ejemplos de que esta actividad tiene y tendrá larga vida en Veracruz.
Mi preocupación, insisto, es que esta actividad no tiene mayores alcances, en calidad, en público, en productos terminados, porque el fotógrafo (me incluyo) está tan ocupado haciendo fotos que casi nunca se plantea cual será la siguiente etapa de su trabajo. Tal pareciera que los proyectos de exhibición, edición de libros o catálogos, la difusión de la obra por internet, son un lujo, una etapa accesoria al proceso creativo que, se piensa, concluye con la sola toma e impresión de fotografías destinadas a ser vistas por unos pocos. Por lo demás, el problema se agrava por la ausencia de profesionales en los campos de la investigación, la historia, la crítica, la curaduría, la gestoría y la promoción. Los pocos interesados en estas áreas se ven rebasados por el tamaño del fenómeno, o limitados por la carencia de espacios y recursos con qué desarrollar estos trabajos. Indudablemente todo esto es parte de un proceso que involucra a muy distintos actores y que llevará años para consolidarse. Todos vamos sumando una parte en alguna medida.
La restauración de los talleres en la Fototeca de Veracruz (por un tiempo olvidados), los eventos fotográficos mencionados y los espacios con los que se cuenta hoy para la exhibición y promoción de la fotografía (en comparación con apenas algunos años atrás) dan muestra de que se puede construir un movimiento sólido e independiente.
No dejo de ver con optimismo el que recientemente se retomara la idea de continuar llevando a cabo reuniones en la Fototeca de Veracruz, para fomentar el intercambio de opiniones y compartir avances en propuestas personales. Veremos que futuro podremos construirnos para los próximos años. Lo mejor debe estar aún por venir.
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