Poemas tomados del libro Inicio, principio y fin (Pasto Verde, 2007) y que el autor recién ha presentado en el pasado mes de febrero, 2007, en la ciudad de Orizaba, Ver.
"Acudir a la poesía del autor --dice Mario Isláinz-- es adentrarse en un cúmulo de vivencias trasladadas en el valor de aquél que no desea callar y plasmar en la página, hallar la imagen precisa del momento en que se está amando, o por qué no, cuando se está por perder el amor..."
Qué difícil a estas horas escribir un poema
decir algo, cualquier cosa, decir nada.
En los parque y las callejuelas
mi pecho de gorrión llora ausente,
derrama su canto sobre la ciudad en ruinas,
hace cuenta de su tristeza en la levedad de la nota.
Tus pasos me siguen como fantasmas,
todo es azul,
si la vendedora de flores me ofrece una
debo regalársela a la nostalgia.
Con rencor sórdido reclamo tus angustias
La gente que va a la misa
no saben que asisten a mi velorio.
Todos me piden que sonría
yo les invito a que se saquen los ojos
y se muerdan los dientes con la lengua.
No quiero su absurda compañía
no necesito lastimosas palmaditas en su espalda,
si he de sofocarme en este sentimiento que crece
como un hongo en las paredes de mi sangre,
que sea solo
sin conmiseraciones,
la compasión sólo me sirve si vuelve desde tus ojos,
porque amor mío
no saben que sonreír sin ti,
es tragarse a puños la tristeza.
No concibo mi vida más allá de tus ojos
ni a mi corazón fuera de tu sangre
un poema que no lleve tu nombre
una esperanza puesta en espera de diciembre.
No concibo mi piel habitada a falta de tu tacto,
mis manos acariciando entre fotos tu ausencia,
el sueño flaco acostado junto a un vientre que no es el tuyo.
No concibo esta patria sin revolución,
mi cama vacía,
mi reflejo triste en el espejo
de este cuerpo desposeído.
decir algo, cualquier cosa, decir nada.
En los parque y las callejuelas
mi pecho de gorrión llora ausente,
derrama su canto sobre la ciudad en ruinas,
hace cuenta de su tristeza en la levedad de la nota.
Tus pasos me siguen como fantasmas,
todo es azul,
si la vendedora de flores me ofrece una
debo regalársela a la nostalgia.
Con rencor sórdido reclamo tus angustias
La gente que va a la misa
no saben que asisten a mi velorio.
Todos me piden que sonría
yo les invito a que se saquen los ojos
y se muerdan los dientes con la lengua.
No quiero su absurda compañía
no necesito lastimosas palmaditas en su espalda,
si he de sofocarme en este sentimiento que crece
como un hongo en las paredes de mi sangre,
que sea solo
sin conmiseraciones,
la compasión sólo me sirve si vuelve desde tus ojos,
porque amor mío
no saben que sonreír sin ti,
es tragarse a puños la tristeza.
No concibo mi vida más allá de tus ojos
ni a mi corazón fuera de tu sangre
un poema que no lleve tu nombre
una esperanza puesta en espera de diciembre.
No concibo mi piel habitada a falta de tu tacto,
mis manos acariciando entre fotos tu ausencia,
el sueño flaco acostado junto a un vientre que no es el tuyo.
No concibo esta patria sin revolución,
mi cama vacía,
mi reflejo triste en el espejo
de este cuerpo desposeído.
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