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jueves, abril 22, 2010

Peniley Ramírez: Vocablos del Cuerpo



VOCABLOS DEL CUERPO
Peniley Ramírez


I

He de aprender de nuevo a hablar con los dedos
sumar con los dedos
hacerme agua que brota de mis poros
y cae estremecida en mi silencio

II

Mis dedos, húmedos
se desbordan al sudor que se dispara
lento, doloroso en su misterio.

Mi mano toda contiene el vibrato
que pulula breve, como exhalación de vida,
para recordarme: también soy densidad,
no sólo rutina y memoria.

Mis pechos se alivian al contacto frágil de la pluma,
al insípido toque que en silencio
me legitima en lo humano.

III

Soy de nuevo el árbol verde dentro de mí,
fermento, mis gotas confirman mi presencia
en el diminuto tiempo en que vengo
de la adulta a la hembra.



IV

Gitano

Soy tibia en la medida exacta
en que la sabiduría entra en mí
en forma de hombre
enceguecido en el amor
en que mi cuerpo crece
cuando mi mano toca la edad de lo feliz.

Tengo tatuado en los ojos tu nombre:
¿cómo esperas que no sepan todos que te amo?

En una fracción minúscula de la inocencia
se esconde el miedo
el resto es verde paraje para la lujuria
gitano, el volumen de tu voz es sordo
porque mis huesos crujen más allá de la distancia,
porque el atardecer es un invento de luces.

­
V

Dos cosas descubro cada día
en los ojos de mi pueblo:
el desorden de vivir al margen de los días
y la claridad de que un futuro mejor existe,
más allá, al otro lado de la calle.

VI

El futuro es incierto,
como esta gota de lluvia
que perfora mi techo y cae
en mi nuca mientras duermo.

VII

He de morir diez veces en la estrechez de mi silencio
en él me consumo, como la curación diaria para mi hambre
como el bálsamo agrio de mi carácter que se forma letra a letra
cuando me vierto para recordar
que en los ires y venires de los días, vivo también.

VIII

No puedo endurecer la voz,
calmar el gruñir del tiempo
contemplar inerme la melancolía
beber lo mediano,
hacerlo mi heredero.

No puedo plasmar en tinta
estos colores que vibran en mi pecho
no puedo ser más mujer
que aquella adorada por la luna.

Si el palpitar de mi hambre
no se provoca
en la proporción humilde
de una sorpresa constante,
de un porvenir repleto de tardes
en que la lluvia lava esta humedad en que trasiego.

IX

Soy de la húmeda sustancia en que vibro
de la ferocidad con que mis ojos brillan al deseo,
de la vergüenza de caer aprisa de la ingenuidad al miedo,
a la certeza.

No temo a la adultez,
pero estos ojos en mi piel con que ahora veo
son armas para enfrentarme a lo constante.

X

Si soy capaz de ver con la plenitud en que mi alma siente,
podría prever el ocaso con veinte siglos de anticipación.
La sílaba cruda no cede,
la puerta a la verdad es estrecha,
no cabemos todos.

Peniley Ramírez, (La Habana, 1987) Es Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Veracruzana. Ha publicado poesía en las revistas Los Elementos del Reino (Veracruz), La Página Viajera (Cuba), Luna Zeta (Oaxaca), Almiar (México) y Remolinos (Perú).
Ha publicado poesía y cuento en los periódicos Ecos de la Costa (Colima), Imagen de Veracruz (Veracruz), Aguas (Aguascalientes) y en las revistas Ventana de Papel (Veracruz) y Letralia (Venezuela).
Su primer poemario, Estaciones, fue publicado en 2007 bajo el sello Ezra Michelet Ediciones. Fue incluida en el 2008 en la antología Panorama de Poesía Mexicana de Ediciones Almiar y en el 2009 en Máscaras: antología de poetas del puerto de Veracruz, editada por el Gobierno del Estado de Veracruz, Colección Lascas.

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