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martes, diciembre 10, 2013

Alicia Dorantes: Madiba





Madiba

Aprendí que el valor no era la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él.
Un hombre  valiente no es aquel que  no siente miedo,
sino aquel que se sobrepone a él.

Nunca, nunca, nunca más, debería ocurrir que en esta tierra hermosa
experimente la opresión de una persona por otra.

Nelson Mandela

Escuché hablar de Nelson Mandela hace muchos, muchos años… tal vez gracias a las lecturas que los domingos, al caer la tarde, nos hacía mi madre… allá, en el espacioso corredor de la vieja casona que cobijó mi infancia xalapeña, en la paz y el silencio de esos años, silencio apenas roto por el trino de las aves que anidaban en las copas altas de los árboles del Parque de los Berros. Así nació mi afición por la lectura. Cuando ella, terminaba sus muchas labores domésticas autoimpuestas, seleccionaba una obra y nos la leía.

Así también conocí a Sir Arthur Conan Doyle, escritor y médico, quien por poco tiempo ejerció la medicina. Su primer trabajo destacado  ̶ literario, no científico ̶  fue “Un estudio en escarlata”, en donde aparece por primera vez su personaje mas conocido: Sherlok Holmes, héroe basado en uno de sus profesores de la universidad, quien tenía la habilidad para el razonamiento deductivo: el Dr. Joseph Bell. Entonces, decidió dedicarle más tiempo a cosas más “importantes”, como eran sus cuentos y novelas, dejando prácticamente la medicina a un lado. En 1900, escribió un artículo: “La guerra en el sur de África: causas y desarrollo”, en el que “justifica” la participación de Inglaterra en aquel territorio. Artículo que agradó a la corona británica, no así a los países amantes de la libertad. Quizá fue este hecho, lo que le ganó el nombramiento de Caballero del Imperio Británico, otorgándole en 1902, el título de Sir… Pero como bien dice Eduardo Galeano en su libro “El derecho de soñar”: “Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos”.

En el año 2009, se estrenó una excelente película llamada: Invictus, donde se narra el drama deportivo durante la Copa Mundial de Rugby de 1995, en Sudáfrica. Estuvo dirigida por Clint Eastwood y protagonizada por Morgan Freeman, en el papel de Mandela y Matt Damon, en el de Francois Pienaar, el capitán de los Springboks. La historia se basa en el libro de John Carlin: “Nelson Mandela y el juego que cambió a una nación”. La cinta trata sobre los acontecimientos luego del desmantelamiento del sistema segregacionista del apartheid. El nombre Invictus deriva del latín: invicto o invencible, y es el título de un poema del inglés William Ernest Henley.

Para quienes nacieron en las últimas décadas del siglo XX, diré dos palabras acerca de lo que fue “el apartheid” una vergüenza más, para los seres pensantes del planeta Tierra, resultado de un fenómeno de segregación racial en Sudáfrica implantado por colonizadores holandeses, los bóers. Símbolo de discriminación política, económica, social y racial, llamado así porque “apartheid” significa “segregación”. El sistema de esta brutal represión se basaba en la división de los diferentes grupos raciales para promover el desarrollo. Las cabezas del movimiento fueron obviamente blancas, e implantaron leyes que cubrían, en general, todos los aspectos sociales, luego de hacer una clasificación racial de acuerdo a la apariencia, a la aceptación social o a la ascendencia de las personas. Este sistema produjo revoluciones y resistencias por parte de los ciudadanos negros del país: los dueños originales del continente ¿Por qué la rebeldía del pueblo?

Expongo algunos aspectos de tan crueles leyes: 1. Los negros no podían ocupar posiciones en el gobierno y no podían votar excepto en algunas elecciones aisladas para instituciones segregadas. 2. No podían habilitar negocios o ejercer prácticas profesionales en las áreas asignadas específicamente para los blancos. 3. El transporte público era totalmente segregado. 4. No les estaba permitido entrar en zonas asignadas para población blanca, a menos que tuvieran un pase. Los blancos también tenían que portar un pase para entrar en las zonas asignadas a los negros. 5. Edificios públicos tales como juzgados u oficinas de correos, disponían de accesos diferentes para blancos y negros. 6. Las áreas establecidas para los negros raramente tenían electricidad o agua. 7. Los hospitales también eran diferentes: bien equipados los de los blancos, carentes de todo, los de los negros. 8. En 1970, la educación de un niño negro costaba el 10% de la correspondiente a un blanco. La educación superior era prohibitiva para los negros. 9. El ingreso mínimo para el pago de impuestos era de 360 rands –moneda local ̶  para los negros y mucho más alto para los blancos: unos 750 rand. Y había muchas más… En este estado de cosas, surge Rolihlahla, “Nelson Mandela” o, Madiba, sobrenombre que le ponen los ancianos de su tribu; algunos otros lo llaman “mkhulu”, “abuelo”.

Nelson Mandela nació el 18 de julio de 1918 en Qunu, poblado de apenas 300 habitantes. Renunciando a su derecho hereditario a ser jefe de una tribu xosa, Mandela estudió y se tituló como abogado, en 1942. En 1994 se convirtió en el primer presidente de Sudáfrica elegido dentro de la democracia. Suena fácil para quienes desconocen esta historia de heroísmo y dignidad. En sus años mozos, fue un importante activista en contra del apartheid, por lo que se le encarceló en la prisión de Robben Island, en una celda estrecha y oscura, durante 27 años, siendo liberado hasta 1990. Profundamente pacifista, admirador de Gandhi, recurrió inicialmente a la resistencia armada como una “última alternativa”. En 1993 a Mandela y al presidente De Klerk se les concedió justificadamente, el premio Nobel de la Paz.

El excelente actor y ahora magnífico director de cine Clint Eastwood, dice: “Pensé que era una historia perfecta para el mundo de hoy. Necesitamos que se difunda la creatividad de este hombre. Ojalá que nuestro presidente, cualquiera que sea, pudiera ser tan creativo y tan capaz de pensar fuera de lo establecido.” La película gira alrededor de Mandela y de cómo el día 24 de junio de 1995 pasó a la historia como “el año en que Sudáfrica obtuvo el título de rugby”, trofeo que terminaría por unir en una sola voz una nación multicultural, por siempre dividida.

De acuerdo con Jhon Carlin, cineasta, actor, productor, y escritor de la novela que dio pie a la película Invictus, entiende que no se trata sencillamente de una cuestión moral, ya que “Madiba, hizo de la generosidad y el perdón, sus armas políticas para alcanzar los objetivos a los que había dedicado su vida: la liberación de su pueblo, la democracia y la paz en Sudáfrica. Hubiera sido muy fácil optar por el otro camino: matarlos a todos, acabar con ellos, pero tuvo una visión global de un pueblo viviendo en una especie de armonía, ¡y es asombroso!: lo logró”. Agrega Eastwood, a quien se considera como “el último clásico del cine norteamericano”: “Si alguien nació para interpretar a Nelson Mandela se llama Morgan Freeman. Tiene la misma aura cuando entra en una habitación. Seduce de la misma forma a la gente. Y es difícil estar a la altura de Nelson Mandela. No se puede recurrir a un actor normal y corriente. Freeman sabe cómo decir la verdad. Tiene una voz magnífica y una presencia grandiosa”. El otro actor que eligió Eastwood para Invictus, fue Matt Damon, quien encarnara a la estrella sudafricana de rugby Francois Pienaar. Mandela se apoya en Pienaar para que, a través de ese deporte se logre la reconciliación entre blancos y negros. En una parte de la película, poco antes de celebrarse el campeonato, Pienaar, capitán del equipo de rugby es invitado a visitar la prisión de Robben Island. Pide ver la celda “del presidente”; estando dentro, cierra la puerta… Lo imagina preso, repitiendo una a una de las palabras de su poema favorito, escrito por: William Ernest Henley, que dice:

En medio de la noche que me cubre, /  Negra como el abismo de polo a polo, / Agradezco a cualquier dios que pudiera existir / Por mi alma inconquistable./ En las feroces garras de las circunstancias / No me he lamentado ni he llorado./ Bajo los golpes del azar / Mi cabeza sangra, pero no se doblega. / Más allá de este lugar de ira y lágrimas. / Se acerca inminente el Horror de la sombra, / Y aun así la amenaza de los años / Me encuentra y me encontrará sin miedo. / No importa cuán estrecha sea la puerta, / Cuán cargada de castigos la sentencia. / Soy el amo de mi destino: / Soy el capitán de mi alma.

Pienaar  ̶ Matt Damon  ̶  conmovido, expresa: “Sigue pareciéndome asombroso. Todavía no me hago a la idea. No parece posible dentro de la naturaleza humana. No parece posible que uno esté encerrado en la cárcel 27 años y salga y no diga: “¡al diablo con todo el mundo! Voy a hacerlo. Tengo el poder”. Pero él, sale dispuesto a perdonar… En ese 2009, a título personal a Clint Eastwood, el director, a Morgan Freeman, actor principal y a Matt Damon, actor de reparto, les concedí la estatuilla dorada: el Óscar.

¿Y el verdadero Mandela? Después de haber recibido una centena de premios, Mandela, el prisionero número 466/64, se convirtió en un símbolo de la lucha contra el apartheid dentro y fuera de su país, una figura legendaria que representó la falta de libertad no sólo de todos los hombres negros sudafricanos, sino del mundo entero. Luego de dejar la presidencia, se retiró de la actividad política, pero permaneció en la escena pública y defendía causas como los derechos humanos, la paz mundial y la lucha contra el sida. La decisión surgió de su tragedia vivida: el único hijo que sobrevivió, Makgatho Mandela, murió de sida a los 55 años, en 2005. Fue en la prisión donde contrajo la tuberculosis. El día 8 de junio, cayó con una neumonía que a sus 95 años, habría de ponerlo al borde de la muerte.

Días atrás, Makaziwe, la hija mayor de Mandela, dijo en una entrevista concedida a una cadena de televisión pública: “Tata (“papá”, en zulú) todavía está con nosotros. Muy fuerte, muy valiente incluso, a falta de una palabra mejor, en su lecho de muerte. Creo que todavía nos está dando lecciones. Lecciones de paciencia, de amor, de tolerancia”. Pero días más tarde, el 5 de diciembre  “mkhulu”, “el abuelo”, como solían llamarle sus allegados, nos ha dejado. Ha marchado hacia un mundo mejor, donde no existen ni apartheid, ni horrendas cárceles como la el Robben Island. Un mundo maravilloso en donde se encontrará a gusto con un Gandhi, con Teresa de Calcuta y otros muchos héroes del pensamiento y del humanismo. Descansa “Mkhulu”, “Madiba”, y gracias por todo lo que en vida hiciste por tu gente… y por la gente del mundo entero.

Alicia Dorantes adorantesc@hotmail.com.