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miércoles, febrero 28, 2007

Jorge Gómez Jiménez: La leyenda negra


La leyenda negra de las oportunidades literarias
Jorge Gómez Jiménez


Dos premios literarios son noticia por estos días en virtud de razones distintas. Uno de ellos por la decepción que constituyó para el jurado encontrarse con medio centenar de obras de las cuales ninguna tenía méritos para ser declarada ganadora; el otro por la abultada dotación y el carácter con el que sus organizadores han empezado a promoverlo.


Nos referimos, en el primer caso, al IV Premio Internacional de Narrativa de Siglo XXI Editores y la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam), que en su categoría de narrativa hubo de ser declarado desierto por un jurado que encontró “aburridísimas” las novelas que se presentaron a concurso. Con absoluta justicia el escritor mexicano Sealtiel Alatriste, parte del comité organizador por la Unam, ha dicho que la decisión del jurado ha contribuido a fortalecer el prestigio del galardón.

El segundo caso es el del recién creado Premio Iberoamericano Planeta-Casa de América de Narrativa, que con sus 200.000 dólares para el ganador del primer lugar se convierte en uno de los mejor dotados en el ámbito de habla hispana, pero nace con el pesado lastre que representan los escándalos, en materia de galardones, protagonizados en el pasado reciente —y no tanto— por el sello Planeta, y que han arrojado dudas sobre la integridad literaria de Camilo José Cela, Ricardo Piglia y otras importantes firmas de la literatura hispanoparlante.

Parece paradoja, pero la presentación del premio por parte de Miguel Barroso, director general de Casa de América, como un evento de transparencia garantizada en el que la importante institución no permitirá “arreglos ni con agentes literarios”, luce como una suerte de disculpa por tales desaguisados. La participación de Casa de América como ente convocante es una garantía de que el veredicto no será amañado, pero la necesidad de gritar tal garantía a los cuatro vientos implica de alguna manera la aceptación de que en el pasado Planeta incurrió en prácticas poco éticas.

Los concursos literarios son herramientas ideales para autores que desean dar a conocer su obra. Sin embargo, la mala publicidad que han recibido a causa de problemas como aquellos en los que se ha visto envuelta Planeta, producen temor en el escritor que puja por abrirse camino en el medio editorial, ante la desagradable perspectiva de toparse en una feria internacional a algún reconocido autor firmando ejemplares de una obra sospechosamente parecida a la suya. Los casos no son en realidad tantos como para pensar que se trata de una práctica común, pero se sabe que en una situación así el mercado suele ser implacable y el infortunado escritor cuya obra ha sido plagiada quizás tenga todas las de perder.

Tales sospechas, así como las referidas a premios que se otorgan a determinados autores y jurados complacientes para beneficio de las editoriales convocantes, han venido estableciendo durante años el fundamento, alrededor de las oportunidades literarias, de una perniciosa leyenda negra según la cual todo escritor que alcanza el éxito editorial es vil cómplice de una maquinaria a la que sólo se puede acceder a través del engaño y la ausencia de escrúpulos.
Un efecto colateral de este supuesto es que, cuando alguien que escribe ve demasiado lejos el éxito, se convence de que no es otra cosa que un autor incomprendido. La crítica, los editores, los colegas y los jurados estarán, supone, en su contra, independientemente de la calidad de su obra, que él juzga de primerísimo nivel. En su absurda paranoia, cree que los concursos, las revistas literarias y hasta los lectores han decidido darle la espalda porque él no pertenece a los altos círculos del “poder literario”, a los que no ha entrado porque, asegura, él es un valiente defensor de su libertad individual.

El medio centenar de obras enterradas en el desierto del premio Siglo XXI-Unam constituyen un claro mensaje para el escritor: la trayectoria literaria no es un obsequio para cualquiera que sea capaz de hilar frases de manera más o menos correcta. Es un largo camino que hay que recorrer sin descanso y con la firme convicción de que nunca se escribe suficientemente bien, por lo que el fracaso no tiene otro culpable que uno mismo.

Cortázar traducido al árabe



La reciente traducción al árabe del libro de relatos Final del juego, del escritor argentino Julio Cortázar, realizada por la traductora egipcia Maha Abdul Rauf, fue presentada en la 39ª Feria Internacional del Libro de El Cairo, que se mantuvo abierta al público entre el martes 23 de enero y el domingo 4 de febrero.


La traductora, quien trabaja en el servicio árabe de la agencia EFE en El Cairo, explicó que le ha llevado “cosa de un año” traducir al árabe los dieciocho relatos de Final del juego, libro cuya versión original fue publicada en Argentina en 1956. “Cortázar es un verdadero renovador, hay algo nuevo en cada relato, además de ese ambiente misterioso que sabe imprimir a todo lo que escribe”, relató para explicar su fascinación por el argentino.


“Para mí, lo más difícil ha sido trasladar el contenido de cada cuento de forma que el lector árabe lo pueda entender”, relató, y dejó claro que la tarea le resultó fascinante. Rauf ya tradujo en 2002 una colección de artículos periodísticos de Gabriel García Márquez, autor que, junto a Cortázar, aprecia especialmente por lo que han representado para la corriente del “realismo mágico”.


Explicó que llegó a desesperarse ante las numerosas dificultades que encontró para publicar esta traducción en Egipto, dado el desinterés por la literatura en español, en relación con otras lenguas. Como ejemplo, explicó que el libro de relatos, ya traducido, “pasó dos años” en el Consejo Supremo de Cultura, organismo que valida las traducciones de literatura extranjera.
La colección de relatos de Cortázar cuesta siete libras (equivalentes a un euro) en el mercado egipcio, e inaugura una serie de traducciones que la editorial Ajbar al Yaum, editora de un periódico con el mismo nombre, va a llamar Oriente y Occidente.


Rauf ya colabora asiduamente con el suplemento literario de Ajbar al Yaum llamado Ajbar al Adab (Noticias Literarias), donde se ha especializado en la traducción de literatura en español. Actualmente tiene lista otra traducción de la española Adelaida García Morales, de los relatos “El sur” y “Bene”, aunque la obra está “estancada” de nuevo en el Consejo Supremo de Cultura desde hace un año.

Juan Joaquín Péreztejada: Beisboleras


Beisboleras

Parado en el largo círculo de espera
El joven poeta pesa el bat de la paciencia

Los estadios de beisbol se llaman parques
un buen poeta juega siempre de jardinero

Quien esté libro de versos
que tire la primera bola

Cuando el poeta fildea la bola en el jardín
contempla la luna

El poeta se para frente a la caja de vateo
saca una línea y llega la primavera

El desorden al vate

En su primera oportunidad
saca un poemita al jardín de la memoria

El poema no se suspende por lluvia
se acaba hasta que se acaba

Un verso excesílabo
es una línea que se va de faul

Un poema nunca se escribe de caballito

El cuarto vate recorre un poema con las voces llenas
y limpia las seguidillas

No los cantantes
los poetas son de la loma
de las serpentinas

La rima asonante
es un hit de piernas

El pentágono es una página en blanco
la bola buena pasa a la altura del corazón

El diamante

No la rima ni la metáfora
ni siquiera la métrica
tampoco la imagen

El diamante es el campo de juego

En su segunda vez al vate
le ordenan conectar de sacrificio

El buen sonetero nunca es atrapado entre la segunda y tercera estrofa

Un buen poema
como el jonrón
se escucha desde que sale

El mal poema es un elevadito que se va de faul

En su tercera visita al plato
le dan besos por olas

Un corredor de voces
sabe cuando robarse las estrofas

El bardo se vuela a la barda

El sueño del lector es que el juego se vaya a endecasílabos

Con la casa llena de versos
en la última entrada de su vida
el poeta escribe la historia del juego.

lunes, febrero 26, 2007

Benjamin Zephanaia: Tiempos peligrosos




El multiculturalismo, uno de los aspectos que más ha enorgullecido a los británicos, se encuentra en riesgo en el Reino Unido porque hay un sentimiento antislámico que está confundiendo a las personas, opina el poeta Benjamin Zephaniah, uno de los más populares hoy día en Europa.


De visita en México, invitado por el British Council para ofrecer una serie de recitales poéticos, Zephaniah es uno de los mejores exponentes de la llamada poesía dub, un género con corazón antillano, pero ''desarrollado en los centros de poder político y económico".



En este caso, la obra del autor de ascendencia jamaiquina, ha irrumpido en los medios culturales y académicos del viejo continente como una interpelación al nacionalismo británico. Sus versos, convertidos en baladas, suenan a rap y van directo a las conciencias, pues critican, entre otros aspectos, la intolerancia.


Tiempos peligrosos


En entrevista con La Jornada, Benjamin Zephaniah explica que en Gran Bretaña se viven ''tiempos peligrosos. Siempre me había sentido orgulloso de mi multiculturalismo, pero ahora los jóvenes blancos tratan de tal manera a las personas de otras culturas, que ya no me siento tan orgulloso de lo que pasa en mi país.



''Por eso me asumo como un embajador cultural, porque sé que la poesía llega a las personas por encima de los discursos oficiales".



El poeta narra la anécdota de que en alguno de los recitales que acostumbra ofrecer en centros culturales y universidades conoció al hijo de un político inglés abiertamente racista. El joven, después de conocer al poeta y su obra, habló con su padre y le dijo: ''conocí a un hombre negro, me gustó, no es peligroso, es un artista. No quiero estar más de tu lado".



En otra ocasión, añade, en Sudáfrica, habló sobre la importancia de la educación para combatir la pobreza y la marginación. Un joven lo escuchó con atención. Un par de años después, este muchacho invitó a Zephaniah a ofrecer un recital poético en la escuela que fundó en su pequeña aldea.
''Para eso sirve la poesía, para tratar de ir por el sentido correcto: despertar la creatividad e invitar a las personas a pensar en sí mismas y no en lo que los gobernantes quieren", reitera el también dramaturgo.



Benjamin Zephaniah nació en 1958, se crió tanto en Jamaica como en Birmingham, Inglaterra. En 1979 se trasladó a Londres donde publicó su primera novela: Pen Rhythm.
Sus siguientes publicaciones fueron de poesía: The Dread Affair: Collected Poems (1985) y Rasta Time in Palestine (1990), en las cuales ya se reflejan sus inquietudes sociales.



No obstante haber abandonado los estudios a los 14 años de edad, ''nunca he dejado de pensar", afirma. Ha sido profesor de poesía en la Universidad de Oxford y ha obtenido un doctorado honoris causa en arte y humanidades por la Universidad de North London; también es doctor en letras por la Universidad de Stafford.



Zephaniah, en su primera visita a México, considera que si bien las personas que controlan los medios de comunicación ''son gente muy poderosa y están al servicio, precisamente, del poder, se enfrentan ante un público que cada vez busca otras opciones, por ejemplo, la verdad.''
Los libros más recientes de Benjamin Zephaniah son We are Britain (2002), una colección de poemas que celebran la diversidad cultural británica, y Chambers Primary Rhyming Dictionary (2004).
Los videos musicales del poeta británico pueden ser encontrados en Internet, en la página www.benjaminzephaniah.com


El artista tendrá un encuentro este sábado con estudiantes y profesores del British Council de la ciudad de México.

Adolfo Castañón: El poder de la conversación



Cada libro es como una cita, una promesa de cohabitación mental y convivencia, una conversación, un proyecto de vida, una promesa, un adorno mental. Las actas del simposio sobre La mitología del cerdo. Las figuras de la biblioteca en la imaginación del siglo de oro español, los Poemas completos de D. H. Lawrence; los Diarios de M. F. K. Fisher —la ensayista usamericana que escribe sobre cocina y vida cotidiana—, el libro sobre Europa de Lucien Fevre, los ensayos de Germán Arciniegas o la prosa de Paul Celan. El comprador de libros no sólo los adquiere para leerlos sino, por supuesto, para tenerlos, para saber que los puede leer. Entro y salgo de las librerías con un sentido de culpabilidad o de extrañeza: estoy aquí, por fin, estoy aquí, me digo, antes he visitado las librerías con los ojos del sueño y de la mente. También me siento un intruso: ¿Qué hago aquí? ¿Por qué he venido a cumplir este ritual de absurdo? ¿Por qué estos autores —digamos Michel de Montaigne, George Steiner o Paul Valéry— me son más cercanos y preciosos y más próximos que algunos miembros de mi familia, que mis conocidos, vecinos y amigos? ¿por qué despilfarro fortunas en llevarme estos libros?


Un libro es una cita, una conversación, un libro lleva a otro: precisamente por eso en cada uno están presentes y ausentes los demás. Atravieso una glorieta, y me doy cuenta de que yo mismo soy un crucero. Camino por el puente pero ¿no soy yo mismo un puente? ¿Qué es un puente? Un puente no está en ninguna orilla y sin embargo une las dos; no es el agua pero la atraviesa. Un puente está hecho para pasar. Nadie vive en un puente —aunque algunos pordioseros duerman bajo sus arcos. Un crítico literario, un ensayista es un espectador que ha hecho de su gusto por mirar un espacio. Es una persona-terraza. Quizá los libros que compra son la materia prima para elevar ese mirador.


Libros: flechas y señales. A fuerza de reunir libros, se crea una biblioteca. Algo así como un panteón o una ciudad mental. Y es cierto: los suburbios, las banlieu devoran las ciudades contemporáneas, las interminables manchas urbanas. El origen literal de estas palabras es un buen auxiliar: banlieu: lugar donde viven los proscritos, lugar de proscripción: ban-lieu; suburbio: la ciudad de los inferiores, la población de los subsuelos, de los de abajo. La biblioteca-ciudad no escapa a estas connotaciones: lo ilegible crece, ay de aquellos que llevan lo ilegible en su corazón.


Decir libros es una forma de decir hombres

El ruido impide leer: Un libro es ¿quién no lo sabe? una bomba de silencio. Una biblioteca y un muro aislante se parecen mucho; el papel funciona como el corcho: aísla el ruido. Así, la biblioteca está fuera de la historia o, al menos, se pone al margen de ella, la acepta a condición de transcribirla.


Se admiten periódicos, revistas y ¿por qué no? discos con música grabada. Incluso cabría aceptar discos con ruidos —como en la narración de George Steiner: “Desert island discs” (1992), a condición de que estén clasificados y organizados, claro, en función de un discurso subyacente que los eleve a la categoría de documento, parte de un código. O sea que el libro en última instancia no existe y es solo una actitud. La actitud que lleva a contar historias y a oírlas, a conversar. La historia, por ejemplo, del avaro previsor que, nacido a fines del siglo XIX, pensó que nunca llegaría al XXI y mandó hacer su lápida con su nombre: Fulanito (1896-19….) dejando libres las dos últimas cifras, pues pensaba morir en el XX, pero pasó el siglo, cumplió cien años y, sí, estaba contento de vivir, pero furioso por tener que volver a gastar y tener que comprar otra lápida. Historias, anécdotas, episodios, ideas, pensamientos, recuerdos, memorias, historias de guerra, las historias de las mujeres humilladas en público en la Francia librada de los alemanes, rapadas por haber accedido no sólo a acostarse con los invasores, sino por haberse vanagloriado de ello. No, no todos los alemanes eran duros; no todos eran nazis; algunos eran simplemente soldados profesionales que veían con espanto de lo que eran capaces los jóvenes SS.


Pero en México no tuvimos guerra. ¿La cuestión judía? ¿el poder nazi? Sólo conocimos ecos remotos. Hubo una revolución y luego una guerra cristera, y crímenes y hombres que eran sacados de su casa para ser fusilados de inmediato, y violencia y delaciones, y libros sobre los fusilamientos y libros sobre la traición y el heroísmo, y el amor entre las alambradas y sobre la locura llamada historia. Conocemos las historias de los desaparecidos, de los que se llevaron una noche y nunca volvieron. Porque finalmente decir libros es una forma de decir hombres, memorias humanas, y el que carga libros eso es lo que anda haciendo: llevando sobre sí el peso de la historia, la carga de la memoria y de la imaginación. Una carga tanto más grave y pesada cuanto que vivimos en una sociedad que idolatra el olvido, a pesar de que esté dispuesta a pagar millones para la conservación del patrimonio. Ciudades de amnesia a pesar de la comunicación y sus tecnologías. Quizá sólo estas sociedades tan complejamente uniformadas, tan sofisticadamente informadas gracias a internet podían haber inventado la soledad de nuestros siglos XX y XXI, el aislamiento de los desempleados, la orfandad, el miedo, aun la repugnancia que nos suscita lo humano, el terror a comunicarnos que precisamente los libros, los periódicos —ya no digamos las pantallas— ocultan. Terror a comunicarnos y terror también a estar solos.


La conversación está en decandencia


La soledad inventada por la sociedad moderna nos prepara muy mal para poder resistir la antigua soledad creadora y contemplativa —y ahora ¿qué curioso, ¿no? ¿no siempre ha sido así?— tenemos miedo de estar solos y de estar acompañados, miedo de cualquier cosa que no sea estar frente a una pantalla hipnotizados, y hablar y escuchar ¡vaya! qué molestia, qué cansancio, qué flojera, qué poca … atención y compasión nos suscitan ahora nuestros prójimos.


Parecería necesario inventar una nueva conversación, “y la revolución que necesitamos hoy está en cambiar la forma en que hablamos del fracaso”.[1] Las sociedades, lo sabemos, se fundan en las afinidades: en los cimientos de la ciudad está la amistad que produce pactos, alianzas, contratos. Me gustaría pensar que el lenguaje nació del placer y no de la necesidad, del gusto y la necesidad de compartirlo, por la voluntad de darle un futuro a cierta experiencia suficientemente placentera para cobrar un carácter trascendental. Ese gusto y placer está asociado al sentido —y transmitir el gusto sería transmitir el sentido. Pero en nuestros días de prisa, esclavitud asalariada, alimentos congelados, secularización mercantil, guerra económica, desempleo de por vida, rutina y supuesta falta de horizontes, la conversación está en decadencia, desfallece la palabra civilizada, y el mundo se ve reducido a los más diversos fundamentalismos —no por diversos menos compactos e intolerantes. La especialización —anota oportunamente Zeldin— es otra forma de exclusión social. La imaginación de la utopía es invención de una nueva comunidad.


La conversación es el más alto grado de intimidad


Vivimos una sociedad mercantil y especializada y de donde quedan excluidos todos aquellos seres y circunstancias que no conducen a un provecho y rentabilidad inmediatos. El ocio es considerado por la sociedad del trabajador y de la movilización total como un castigo. De ahí que los desocupados, al ser considerados como excluidos, necesiten tanta ayuda: primero económica, luego psicológica.


Como una salida al agotamiento de la conversación actual propone Zeldin hablar del fracaso. Hablar valientemente del fracaso y de los fracasados; hablar con los fracasados y derrotados; con humillados y ofendidos. Asumir en alguna forma su punto de vista. Pero esto —¡cuidado!— no siempre implica hablar en primer lugar de los propios fracasos, dolores e insatisfacciones o —al menos— estar consciente de ellos.


Otra de las conversaciones agotadas, otra de las causas de la decadencia de la conversación es que el discurso del amor está estancado. La retórica amorosa de que disponemos no nos sirve de mucho: el amor cortés, el cortejo, el vuelo romántico, los discursos del matrimonio burgués y pequeño burgués no han sido renovados por el cine y la TV, de modo que nuestro desarrollo tecnológico hipertrofiado no corresponde a nuestras experiencias fragmentadas ni a unos discursos arcaicos dominados por la violencia. Es quizá la falta de un discurso sobre la amistad, la amistad amorosa, cristalice o no en una vida en pareja, la que corroe desde su raíz a la sociedad.


La amistad es por supuesto el espacio de la conversación en su más alto grado de intimidad e intensidad, pero también es cierto que se pueden tener buenas conversaciones con quienes no son nuestros amigos más íntimos y que incluso la intimidad puede llegar a ser un obstáculo para la libertad de la conversación. El Renacimiento y la Ilustración fueron momentos de gran conversación —y, añadiría yo, de libertad de costumbres. La conversación está, desde luego, asociada a las costumbres, a los valores y a los puntos de vista. Cambiar de conversación, iniciar una conversación equivale a inventar una nueva red de costumbres; una “tercera naturaleza” para superar la segunda que ya no nos sirve. Sócrates, Cristo, iniciaron ¿quién lo dudará? otras conversaciones. ¿Una conversación fresca, nueva, es revolucionaria? Parecería que sí. También adúltera. Es —eso lo saben los maridos eternos— relativamente sencillo iniciar una nueva conversación con una nueva mujer: una nueva novela, una saga, un romance. Pero es más difícil mantener viva la conversación con la esposa (o la hermana) y todavía más mantener una intimidad amistosa con un amor imposible, aunque los amantes, si son cuidadosos, saben conservar su lengua fresca mucho tiempo. La mayoría de las personas cambia de trabajo por razones de dinero o de poder y prestigio. Existen sin embargo algunos casos en que se cambia de trabajo (o de mujer) simplemente para cambiar, para seguir la conversación; para perseguirla.. Pero —como decía el peregrino irlandés—, si no podemos cambiar de país, cambiemos de conversación, aunque cambiar de país (de familia) sea ya hablar de otras cosas.

El mundo actual corre el riesgo de ser enormemente aburrido: de un lado, la especialización, la profesionalización, la transformación del ser humano en un instrumento de precisión incapaz de comunicarse con otras personas más primitivas que son o le parecen herramientas y que aparecen ante él como cifras, caricaturas. La globalización: el mundo se estrecha, ya no hay tierra incógnita, sólo Dios Abscóndito, un Dios que se oculta, un silencio que no otorga. El mundo como un gran hospital atendido por especialistas, y donde la frontera entre curandero, charlatán, sacerdote, político, todólogo y médico generalista se iría disolviendo. Las explosiones aventureras son substituidas por las implosiones de la clandestinidad y la trasgresión. La nueva Torre de Babel es horizontal y se llama Internet. Instrumento prodigioso de información, comunicación, dominio, conservación, piratería, confusión, guerra, guerrilla y desinformación, internet es el instrumento más refinado y amplio de la secularización. Casi parece natural que el colegio de sabios de la Torá, compuesto por los rabinos ultraortodoxos de Israel, denuncie que “el diablo se esconde en Internet”. La condena rabínica recuerda el anatema lanzado por la misma organización hace tres décadas contra la TV. El hecho de que internet y TV sean los dos brazos de una misma pinza enriquecería en principio la conversación. La experiencia nos lleva a ser escépticos, sobre su florecimiento superficial a la vista de la explosión de revistas y diarios que proveen conversación barata y desechable, envolturas mentales listas para ser habladas (prêt-à-parler) desechadas. Pero la conversación debe seguir. Las puertas están abiertas. Sólo hay que empujarlas.

[1] Theodore Zeldin: Conversation. How talk can change your life. Harvill Press, Londres, 1999.

Rafael Antúnez: La mirada del deseo


La crítica de arte en México es y ha sido oficio de poetas, pues, al igual que en la poesía, en la crítica de arte de lo que se trata (lo que se retrata) es justo aquello que nos está velado, aquello que el poeta ve para (y por) nosotros: una prolongación de lo que el cuadro le ha revelado, un atisbo de esa parcela (oscura o luminosa) que el cuadro guarda, oculta en su interior.
¿Cuál es la tarea del crítico de arte? Quentin Bell respondió a esta pregunta con las siguientes palabras:

La tarea del crítico es decir la verdad sobre un tipo de hechos que no pueden comprobarse, es decir, sobre sus propios sentimientos. La labor del historiador de arte en cambio, es la de decir la verdad sobre la clase de hechos que pueden comprobarse, desechando, si fuera necesario, sus propios sentimientos.

Leonardo Sciascia decía que «cuando un edificio canta, es arquitectura». Al leer a Dionisio Morales, uno intuye que él, no sólo suscribiría las palabras del gran novelista italiano, sino que ésta concepción (este requerimiento musical) forman parte sustancial de su trabajo, uno intuye que para él un cuadro sin misterio es un cuadro (más que silente, más que amordazado) mudo, inexpresivo. Y por ello se da a la amorosa tarea de hallar los ritmos, las cadencias, las formas, la música silente o (cómo él la llama) «la poesía muda» que emana (o debe emanar) de un cuadro, de una escultura, de una fotografía, para convertirse en arte.
Y en las manos de Dionisio (o mejor dicho, bajo sus ojos, en sus palabras) las artes plásticas son materia del gozo y de la escritura, de la reflexión, de la interpretación y de la invención poética.
Sabedor de que, como bien decía Villaurrutia, toda crítica es autocrítica, Música para los ojos es a un tiempo, un libro de ensayos sobre las artes pláticas, un amplio y heterodoxo recorrido por las artes plásticas de la segunda mitad del siglo XX y lo que va de éste, pero también un libro de memorias, de investigación, un mapa sentimental y, más que simples muestras de admiración («notas críticas» como modestamente las llama él), son amorosos testimonios, visiones de cálidas geografías, de cálidas geometrías que le llenan de excitación los ojos y las palabras, diálogos, sí, pero también soliloquios, paseos por «los extraordinarios laberintos y las resbalosas profundidades de la pintura».
«El erotismo –escribe Dionisio en su ensayo dedicado a Gonzalo Utrilla– es el elemento primordial del amor: Existe erotismo hasta en una mirada, siempre y cuando se desentrañe el mundo interior que está por revelarse/rebelarse» En buena medida el mundo, los mundos que la mirada de Dionisio nos entrega, son mundos dominados por la pasión. Una pasión que parece gemela de la que permea su mirada y su voz. Una mirada audaz y tierna a la vez, que no busca tanto apresar para sí, como trascender, contagiar y renovar entusiasmos sin cesar. Una mirada que arde en su propia pasión y se ilumina y se descubre sedienta de inmensidad. Un sed que el arte, como el amor, calman y renuevan. «Si el deseo es bello –escribió Jacqueline Kelen– es porque hace olvidar durante algún tiempo la insuficiencia humana. Hace salir al hombre de su casa, lo invita a lo desconocido. Abre una brecha en la coraza y, tal vez, una escotadura en el firmamento».Y lleva a quien posee a ver lo que los otros no ven, a oír lo que los otros están impedidos de comprender: esa música silente que Dionisio, en apariencia sin esfuerzo, encuentra aquí y allá. Reproduzco dos pequeños fragmentos manera de ejemplo:

«La pintura de Alejandro Chacón abarca planos y disquisiciones relevantes, cuyas liberaciones silenciosas redondean, o mejor dicho, definen con sapiencia propuestas que lo mismo edifican arquitecturas musicales para zarandear los distintos estados de ánimos, que corporiza la negritud del alma embalsamándola al compás de sus pasmosas coloraciones que se integran con naturalidad a las texturas para idealizar su concepción a la hora de su amoroso sometimiento. El resultado es una obra cálida que en su entraña guarda o esconde celosamente la más absoluta piedad a la verdad del hombre»

«De cada uno de los cuadros de Gonzalo Ceja nace una como música secreta, silenciosa, apenas audible a los sentidos de aquellos cuyas miradas iventa la caja de resonancias donde la imagen sueña y se apacienta después de un relampagueante recorrido, que sacude, alumbra, penetra, recorre, posee el hálito escondido en la incosciencia, rasgo de vida más allá de la vida cotidiana. Esa mudez canta, pero dentro de nosotros, apacigua exilios involuntarios y voces interiores fincadas en un mismo espacio: la pintura»


Creo que cada uno de sus lectores encontrará distintas resonancias, distintas certezas, pero un mismo acento intimo y poético, una generosa mirada que ve, que va más allá y regresa a contarnos, a cantarnos sus hallazgos, mismos que, más que deslumbrar al lector, lo iluminan, lo hacen partícipe de sus búsquedas y descubrimientos.

¿Qué oímos al leer a Música para los ojos? Oímos, creo, el rasgarse de las nubes al ser heridas por la luz, el rumor de la hierba al crecer, oímos el sonoro color y las coloridas palabras de Dionisio Morales que nos invitan a soñar con los ojos abiertos.


Dionisio Morales, Música para los ojos, Universidad Autónoma Metropolitana,

México, 2005. 287 pp.

Enrique Patricio: Un feminicidio anunciado


Su gran problema consistía en ser una feminista (dizque) de lunes a viernes, y , a su vez, en tener que emparejarse gustosa con un anhelado “macho” los fines de semana. Aunque pudiera ser, lo hiciere con el único fin de tomar renovados bríos para los hábiles días de la semana siguiente, en donde tenía que estar en contra, ya no de un hombre (el detestable “macho”), sino de todos los hombres (pues, “todos son iguales”).

domingo, febrero 25, 2007

Peniley Ramírez: El día segundo



Sólo bastó que la viera por dos segundos. Miró, y otra vez. Corrió hacia el bibliotecario.
- ¿Quién es esa?
- Siempre viene, se llama Amanda.
- ¿Y lee?
- Si, ha leído casi todos los mismos libros que tú en estos dos años del taller. Me extrañaba que no me hubieras preguntado, porque es de tu tipo.
Onésimo iba todos los martes a la biblioteca para revisar sus poemas. El taller de literatura le brindaba dos horas de contacto real con otros poetas, y de paso buenas recomendaciones de libros. Esta vez usó el tiempo para observarla pacientemente, ella nunca volteó. Estaba sentada en una de las mesas centrales, tenía el cabello largo, muy liso, no debía pasar de los treinta años. ¿Cómo era posible que no se hubieran visto? ¿Quién era esta mujer etérea que leía los mismos libros y, aparentemente, llevaba tanto tiempo en el mismo lugar que él?
Quizá era un corte diferente de cabello, quizá la ropa o el maquillaje. Sí, debía existir alguna explicación simple. Al salir de la biblioteca, Onésimo quiso saber más de ella, sobornó a la encargada y hurgó en su bolso. Encontró un anillo de casada con una inscripción “Alejandro”. ¿Quién era? ¿Por qué no la había visto antes?

Esto era lo que Onésimo recordaba de la primera visita. Fue un martes, el segundo día de la semana; pero su pensamiento no se apartó de ella hasta ocho mañanas después, cuando fue a buscarla de nuevo a la misma biblioteca. Le llevaba dos regalos, un poema escrito a mano, y una piedrecita roja que guardaba desde la secundaria, esperando alguien a quien encomendársela. Amanda no estaba. De nuevo fue a interrogar al bibliotecario, pero le dijeron que éste se había enfermado, y reposaba en casa, bajo los cuidados de su mujer. ¿Cómo se llamaba el bibliotecario? El suplente le contó que su nombre real era Alejandro II, siempre le hacían bromas por el papa muerto, así que le apodaban “Alejandro el Papa”.


Onésimo ya no supo qué hacer. Vagó poema en mano por los muelles, buscándola en las plazas de palomas sin ningún motivo real, porque ella no había dicho que le gustaran. En realidad ella nunca había dicho nada, porque él no se le acercó la semana anterior, sólo su cabello liso dijo que era esa mujer que él buscó durante tanto tiempo y aparentemente lo acompañaba desde hacía dos años.


Se sentó en un muro completamente perdido, empezó a dudar si ella le interesaba porque su cabello liso o por el misterio de no haberla visto antes. ¿Quién era? ¿Acaso sería bruja?

A la semana siguiente Alejandro el Papa ya estaba en su sitio de trabajo, pero de Amanda no había noticias. El bibliotecario, con una risa irónica, escuchó los lamentos de Onésimo y le recomendó unas pastillas para dormir; en realidad eran unas vitaminas con poderes curativos que su mujer le había dado, su mujer era joven y sabía de esas cosas. ¿Por qué sigues pensando en Amanda? Ya te dije que es casada, pensé que te iba a interesar pero no es para tanto.
Onésimo comprendía. Sabía que estaba mal, que no había ningún motivo, pero ella tenía que aparecer, ella estaba allí mismo, él la sentía aunque no pudiera verla, la había sentido desde su niñez, aún sin haberla visto nunca.


- Dijiste que venía el segundo día, dijiste que siempre venía, ¿por qué no está aquí, acaso está enferma o se fue de viaje?
El bibliotecario no podía responder a esas preguntas, o simplemente no quería. Se excusó con lo de sus ausencias por enfermedad, y argumentó que no tenía que saberlo todo, pero como le caía bien, le iba a guardar el libro que ella tenía en ese momento en préstamo, para que él pudiera mirarlo.
- A ver si así encuentras pistas secretas del paradero de tu “amante” que no te ha tocado ni una pestaña. No sé que es lo que te traes con esa mujer.
Esa semana sí que fue un calvario. Se dormía desde las ocho de la noche, esperando que pasaran pronto las horas para regresar a buscarla. Absurdamente, se sentaba horas frente al teléfono, aunque sabía que era ilógico, las brujas no usaban esos aparatos modernos, y se hubiera sentido sumamente decepcionado si ésta lo hiciera.


El fin de semana decidió anotar todo lo que recordaba de ella, para desmeritarla. No funcionó, regresaba siempre a su cabello liso, con un brillo inaudito, se sentía flotar en el delirio, viajar por su cabello liso con olor a camelias, y lo más curioso era que precisamente él, que no podía ver una mona sin pensar enseguida en sexo, tuviera tal excitación sentimental con Amanda, casada y de cabello liso.


El martes despertó sobresaltado, casi a la una de la tarde. Corrió a la biblioteca, con un temor férreo a que ya la hubieran cerrado para la hora del almuerzo. ¿Cómo era posible que después de tanta espera se quedara dormido justo el día indicado?


Por suerte la encontró abierta. El Papa parecía rejuvenecido. Su risita lacónica se había tornado hoy aún más insoportable. Onésimo temió un final terrible.
- Ya encontré la explicación a tu problema, amigo. Y lamento informarte que no hay nada de mágico en tu Amandita. Qué lástima me das, viejo. Ya sabía que estabas un poco ocioso, pero el único y verdadero lío mágico en lo de tu día segundo, es que para ti el martes es el segundo día, pero toda la gente normal sabe que la semana comienza los domingos. Por tanto, tu mujercita viene los lunes, se sienta en la misma mesa y escribe notas sobre los libros. No me había dado cuenta porque la canija lo hace con un lápiz muy fino, pero cuando me puse a ver éste que entregó ayer me di cuenta. Toma, aquí lo tienes, a ver si te consigues algún empleo, porque de verdad que estás grueso hermano, así ya no se puede vivir.


Onésimo tomó el libro con una paciencia que lo sorprendió. Con ambas manos lo sostuvo, firmó debajo de la pequeña letra de Amanda su compromiso de entrega a la semana siguiente, pasó por la revisión en la puerta de la biblioteca y se dirigió de nuevo a los muelles, otra vez sin explicaciones amandinas.


Todavía se tomó el tiempo para limpiar el suelo, cruzar las piernas y secarse las manos sudadas con un pañuelo, doblarlo y meterlo con cautela en el bolsillo izquierdo de su pantalón.
Tenía ganas de llorar, en realidad se había aguantado desde que Alejandro el Papa le había dado la noticia hasta este momento. No cabrían en este texto todos los pensamientos que Onésimo experimentó en el trayecto de la biblioteca a los muelles; pero basta decir que era una tristeza tal que pensó en no escribir poesía nunca más, y en mudarse a una ciudad sin mar, como castigo propio a un pensamiento tan descabellado.


Había decidido conseguir un empleo de oficina y regresar con su antigua novia, boba y siempre dispuesta a sexo ocasional, porque eso era lo que se merecía. ¿Cómo había podido ser tan estúpido? Además, él ya sabía que estaba casada, en realidad siempre supo que Alejandro y Alejandro el Papa eran la misma persona, que el bibliotecario se había estado burlando de él porque se enamoró como un bobo de su esposa, Amanda la bruja. Que no era bruja, sólo una mujer que iba los lunes.


Estuvo llorando más de media hora. Ciertamente, se unieron en Amanda todas sus tristezas, todas las tristezas del mundo en un cabello liso. Pero valía la pena, ella valía todo eso y más, porque le había regalado una ilusión verdadera, al menos la ilusión de que la piedrecita roja alguna vez saliera de su armario para ser entregada a alguien.


Pero como todas las tristezas, no pudo durar demasiado, porque junto a él, ese pequeño libro aún latía, y era la última carta que podía jugarse en contra de la adultez, que desde hacía casi una década lo acechaba.


Sacó de nuevo el pañuelo, se secó las manos y la cara, lo guardó.
Abrió primero la última página con la fecha de entrega, vio su letra pequeña, compacta, imaginó ahora sí esa mujer menuda entre sus brazos, con una sonrisa pura que los adultos no saben proyectar.


Volteó entonces a la primera hoja de la historia. Buscó en vano su letra con lápiz entre las líneas, miró en todas las páginas del libro con una desesperación creciente, hurgó en los números de página, en los nombres de capítulos. Nada. Nada. Nada. Se sintió cada vez más alterado. Agitó el libro contra el suelo, quizá había una carta adentro, una nota, algo. Nada. Parecía un niño, iba a llorar otra vez. Entonces regresó a la primera página, llamó su atención la primera línea del texto impreso. Era un nombre, la historia comenzaba con un nombre que él conocía muy bien. Este era el comienzo: Onésimo vio a Amanda y se sorprendió de no haberla conocido antes, porque él sentía que la había buscado siempre...

sábado, febrero 24, 2007

Genaro Aguirre: El encanto de una lectura


El encanto de una lectura
cuando ya no hay tiempo

Hace un par de días, nos encontrábamos en la cola de un banco haciendo fila para hacer uno de los tantos pagos que mensualmente realizamos, cuando una serie de expresiones dieron por concluida la lectura del último libro de Mario Vargas Llosa: Las travesuras de la niña mala.


La sonrisa que afloró en nuestro rostro, fue movida por los recuerdos de muchos de los pasajes que este libro contiene, en los que uno se detiene para degustar una historia que provoca en el lector distintos estados de ánimos, pero donde prevalece lo festivo por encima de la inquietud ante los avatares de un hombre enamorado y no correspondido.


Cuando nos dimos cuenta, allí estaban en la misma cola aquellos otros, con sus miradas inquisidoras, viéndonos extrañados; cuerpos cumpliendo rituales de ordenamiento rutinario; rostros de expresión más bien ausentes; personas que han venido perdiendo la imaginación ante una avasallante cotidianeidad que impide aprovechar el poco tiempo de quietud que les queda.
Hoy que sólo contamos con pequeños resquicios de quietud, por qué no aprovechar esos instantes residuales de las colas del todos los días; de esas las largas travesías que hacemos en los camiones; de esos tiempos muertos es nuestros centro de trabajo, para dar paso a la compañía de una lectura.


Ahora que hemos convertido en máxima frases como “una imagen vale más que mil palabras”, bien vale la pena reconocer que la ausencia de esas mil palabras, nos ha llevado a la pérdida de algo preciado: el lenguaje como lugar para ennoblecer nuestra experiencia humana. Frases como “no sé como decirlo”, “no encuentro las palabras para expresarlo”, “como puedo decirlo para que me entiendas” o la clásica “lo tengo en la punta de la lengua, pero…”, no son más que la expresión de esa ausencia de lecturas.


De allí que desde aquí, los invitemos, a volver sobre la literatura, para recrear con nuestra imaginación las tantas historias que en cada obra existe. Lo que sigue, será la reinvención que de ellas hagamos al apropiarnos de los muchos relatos que allí se esconden. No es mentira, la vida se pinta con otros colores cuando uno se tropieza con frases, líneas, anécdotas, ideas, personajes que demandan un diálogo con alguien… y esos podemos ser nosotros.

Eduardo Sansores: El museo convertido en basurero


El Centro Cultural del Museo de la Ciudad, fundado por el Alcalde Mario Vargas Saldaña, a finales de 1969 en el remodelado edificio que originalmente fue el Hospicio Manuel Gutiérrez Zamora, tuvo una fecunda y brillante época bajo la dirección del escritor Juan Vicente Melo, reconocido intelectual latinoamericano, nacido en este puerto, durante la década de los setenta.

Los intelectuales, escritores, artistas plásticos, músicos, actores y directores de escena, entre muchos, fueron convocados por el ilustre escritor Melo y con ello, nuestro puerto vivió un renovador movimiento cultural, que a la fecha no ha sido superado.

Personajes como Carlos Monsivais, José de la Colina, Efraín Huerta, Jaime Sabines, Tomás Segovia, Carlos Pellicer, Miguel León Portilla, Max Aub, Juan José Gurrola, Juan Bañuelos, Héctor Azar, José Emilio Pacheco, Isabel Fraire, Sergio Magaña, Martha Verduzco, Beatriz Sheridan y Huberto Batiz se presentaron en el Museo.

Conciertos con la Orquesta Sinfónica de Xalapa, recitales de música de cámara, obras de teatro, conferencias, cine club y los talleres de Artes Visuales y de Teatro del propio Centro Cultural fueron presentados de manera gratuita a todo el público veracruzano.

El logotipo del Museo fue diseñado por el célebre pintor Vicente Rojo y la museografía, para la época, contaba con piezas arqueológicas de las culturas de la región, además de las salas de Historia, Etnografía, La Casa del Pescador, La Cabeza Olmeca, la sala del Mar y el Auditorio donde se realizaban las conferencias y charlas. Contaba con un escenario portátil que se instalaba en el patio central, para representaciones teatrales. En la sala del Mar, había una réplica de la popa de “La Santa María”, con el camarote de Cristóbal Colón. También había un espacio dedicado al Carnaval y una sala de exposiciones temporales.

Desgraciadamente todo ese esplendor quedó en el pasado, las últimas administraciones municipales han demostrado fieramente su ignorancia, desdén, apatía, desprecio, incultura y perversidad, al tener en la ruina ese espacio nuestro que a últimas fechas se ha convertido en la Cueva de precampaña de un aspirante a la alcaldía, solapado por el actual edil.

Da pena ajena ver el estado de abandono de las salas del Museo que ya es una verdadera vergüenza para el pueblo veracruzano. Polillas, mugre, abandono, aunado a disposiciones que denotan el desprecio por nuestro patrimonio histórico y cultural, como por ejemplo el pintar de color dorado la reja monumental y los barrotes de bronce del recinto cultural. La sala de la Cabeza Olmeca convertida en basurero y los monolitos de las culturas prehispánicas, usados como mesas de cantina durante las fiestas que frecuentemente se realizan en ese lugar, como casamientos, XV años, banquetes partidistas y otros eventos propios de casinos y salones de baile. No cabe duda que en automático el alcalde se balconea como un ignorante, al tener en un departamento de cultura, a personajes que solo hacen trabajo partidista y nada saben de cultura.

Si usted, amable lector, visita el Museo y ve en las condiciones en que lo tiene el municipio y llega a ver a algún turista extranjero, sentirá que se le cae la cara de vergüenza ante bochornoso suceso.

Por otra parte, se sabe que el alcalde es quien lleva la agenda del Museo para fiestas y bodas. Él personalmente cobra el alquiler, pero no sabemos si se extiende algún recibo oficial. Si usted quiere celebrar su fiesta o boda en ese lugar, los precios varían según el sapo. Pero le puede costar de cincuenta mil a doscientos mil el alquiler.

Qué asunto tan indignante. Qué perversidad. Qué poca madre. Finalmente se dice que cada pueblo tiene el gobierno que se merece, pero aquí ya nos excedimos con estos individuos que transitan de alcaldada en alcaldada. Hasta cuándo pueblo...

viernes, febrero 23, 2007

Ivonne Moreno Uscanga: Estaciones


La vida se torna verde en
La espesura de los misterios
Creces
La primavera coloca ansiedad
Tejiendo verde espuma en cada una de tus orillas.
Durante el verano disfruto mieles en prometedoras sonrisas
Empiezas a apagarte
El otoño cubre de ocre la vicisitud de nuestras pérdidas
Agonizas…
Desperdigado en una fosa profunda de nieve, es el olvido.

Huri Barjau M.: No soy Ernesto


¡Carambas! Si yo fuera Ernesto tal vez viajaría a París seguido.
En el supuesto caso de que fuera él tendría una fortuna.
Pero soy Roberto, sólo puedo observar a la distancia las posibilidades de ese amigo tan lejano.
Se escucha un timbre en la puerta principal.
¡Hola don Ernesto, le traigo unos documentos, ah sí, gracias, el empleado Bancario se aleja.
Bueno se equivocó otra vez pero nada me cuesta guardarlos cuando lo vea se los entrego.
Si fuera Ernesto podría construir una casa de campo. Pero soy Roberto, gano poco no tengo claros mis objetivos, la timidez, el desencanto me agobian.
-Buenos días don Ernesto saluda el vecino-

- ¿Ernesto? Otra vez, con todo lo que pienso de él
Seguramente ya hasta me parezco a ese amigo ingrato;
Pocas veces viene por aquí.
- ¡hola! ¡hola! ¿hablo a la casa de Ernesto?
¿equivocado? hay disculpe.
- creo que pienso tanto en él que todos creen que soy
Ernesto, en el supuesto caso de que fuera Ernesto, tendría
Una mujer hermosa, al fin y al cabo algunas mujeres se
Fijan en el dinero que el tiene, en lo desenvuelto que es y
En lo apuesto porque es cierto es una persona simpática y
Agradable, de eso no cabe la menor duda. Pero soy
Roberto, tímido, preocupado y con poco entusiasmo.
- Una jovencita bellísima pareció en la amplia estancia,
buenos días papá, que apuesto te ves, con ese saco gris
Hasta pareces galán de cine y qué elegante cuando me case
le diré a mi esposo que deseo que nuestro hijo se llame
como tú, Ernesto.

Gilberto J. Peralta: Cumpleaños



Recuerdo que se acababa de terminar la segunda botella de tequila cuando Carlos empezó a hablar de la chava de la que está enamorado. El pobre buey sigue obstinado con una mujer que nunca le hará caso. Todos le dan consejos y le dicen palabras para animarlo; la verdad yo me abstengo, esa perra nunca lo va a pelar. Seguí tomando tequila mientras veía una pareja manosearse a mi lado. Siempre me gusta ver ese tipo de cosas, y más si las parejas son raras y amorfas, me cago de la risa.


Eran las dos de la mañana, muy tarde para ir a un lugar y muy temprano para legar a casa. Así que juntamos dinero y fuimos a comprar Brava, que es la peor cerveza que se puede tomar; un albañil es más digno y compra caguamas, nosotros no teníamos dinero ni para eso. Fui a comprar las Bravas con El Metralla, le decimos metralla por tartamudo, quien me intentó contar una historia que le había sucedido la semana pasada, pero entenderle algo a ese cabrón es muy difícil y la verdad su tartamudeo me caga de la risa, así que hice lo que siempre hago cuando estoy con él: asentir con la cabeza.


Llegamos a la tienda y había colas impresionantes: en una todos con cervezas en las manos y en la otra una escena muy bonita: chavas haciendo turno para entrar al baño. Se podía ver de todo en ese pequeño espacio: desde fresas impacientes con cara de susto hasta las gatas de las colonias más feas de la ciudad, todos como humanos, con necesidad de mear.


El metralla fue por las Bravas mientras yo observaba, ese tipo de lugares me ponen nervioso, pareciera que los ricos y los pobres fueran amigos, pero en realidad se odian y sentía que en cualquier momento ocurriría una desgracia. Pagamos las cervezas compramos unos cigarros y nos largamos.


Al llegar los demás estaban trepados en la camioneta, dije algo como –qué pedo- y Carlos contestó –nos invitaron a una fiesta, súbete-. Me subí con miedo porque Carlos estaba ebrio, pero confié en sus habilidades para conducir; grave error, estuvimos a punto de chocar varias veces y se subió a tres banquetas. Si existe un dios, en ese momento estuvo con nosotros.
En la fiesta no conocíamos a nadie así que hicimos lo que cualquier persona hace en este caso: lucirnos, caminábamos como en fiebre de sábado por la noche y todos se nos quedaban viendo hasta que Carlos tropezó y tiró la cerveza, lo que causó el abucheo de todos, tras varias mentadas. Parecían una bola de animales, que sacaban en ese momento ese estado de su ser.
Me aterricé en una silla y Carlos me siguió. Los demás se habían perdido, empezó a decirme algo de la chava que le gusta, pero no lo oí, yo estaba en el limbo del estado de ebriedad, me encanta ese momento, todo es lento y lejano, sólo piensas en no dormirte y entonces, mientras contemplaba al vacío fue cuando la vi, ella también me miró. Al darnos cuenta sonreímos coquetamente. ¿Qué diablos hacia una mujer coqueteándome?; y lo peor es que no decidía si ir a ver qué pedo con ella o quedarme sentando y aparte ebrio.


Nunca he sido maricón y menos cuando por el estado etílico me creo galán. Me paré y le pregunté por qué me sonría, dijo algo sobre que le recordaba a un familiar. Le pregunté su nombre pero no lo recuerdo, creo que era Rosa, no estoy seguro, la plática siguió fluyendo y me dijo - ésta es mí casa, ¿no quieres conocer mi cuarto?- esas son las cosas que siempre recuerdas, las que no se olvidan nunca.


Entramos a su casa y olía a casa de clase media-baja, ese olor por algún extraño motivo me gusta. Entramos a su cuarto y tenia pósters de grupos musicales de mierda, había una pequeña tele que me recordó una que tuve hace varios años, y una gran colección de peluches. Odio esos trapos que semejan ser animales, me dan miedo y me ponen nervioso. Miraba su cuarto cuando sentí sus labios juntos a los míos, así que le contesté el beso. Besaba bien, deduje que era una puta, pero en ese momento me valió madre, un buen palo siempre me baja la peda y me alza el ánimo.


Cogía muy bien y disfruté mucho al hacerlo con ella. Cuando acabamos me pidió mi celular y mi nombre, le dije Gerardo e inventé un número. Lo peor que me podía pasar en estos días era que una puta se enamorara de mí. Simplemente mi familia no lo aceptaría.


Salí del cuarto y Carlos estaba vomitando mientras Juan lo ayudaba, eso siempre me da asco así que fui a buscar un cigarro. La vieja me seguía y me quería hacer plática, la ignoré el resto del tiempo que estuve ahí. Espero que eso la haya hecho comprender.
Conseguí mi cigarro, agarre una latita de cerveza y me senté en la banqueta a fumar y a pensar en lo que acababa de hacer, siempre me da ese remordimiento después de hacer algo así, pero con lata se me olvidaba, Carlos se me acercó y me dijo –buey es hora de irnos- le contesté que sí y nos fuimos de ese lugar. Ni siquiera me despedí de ella.


Arrancamos con dirección hacia mi casa porque yo soy el que vive más lejos. Eran ya las cuatro de la mañana pero Juan dijo –muchachos, vamos a un putero- todos dijeron que sí al unísono. Mierda, ahora tenía que ir a huevo a un putero, lo peor es que se suponía que ya nadie tenía dinero, ahora todos tenían dinero.


Fuimos al Dreams, la verdad es un buen lugar, las bailarinas no están tan mal y la bebida no es tan cara, no hay maleantes, sólo maestros y obreros, es decir, el proletariado. Nos estacionamos y todos entramos alegres, había una joven bailando, muy buena, guera, con buen trasero y buenos senos la verdad fui feliz al verla, cuando la vi a la cara, tuve una gran sorpresa, era mi vecina de enfrente. La hermana de unos de mis mejores amigos bailando en un tubo medio encerado y mostrando todos sus atributos, verla fue lo mejor que me pudo haber pasado ese día, ver a la mujer con la que siempre me masturbaba bailando frente a mí, al verme solo pudo hacer algo y la verdad lo comprendo: salir corriendo a los camerinos.


Me quedé tan sorprendido que no dije nada, nos sentamos y pedimos una cubeta, el plan era una cubeta y nos íbamos. Vimos a las chicas bailar, pero no dejé de pensar en mi vecina en todo el resto de la noche. Nos fuimos del Dreams y Carlos dijo –no mames buey me van a meter la verga- eran las 6:30 de la mañana. Arrancamos y me fue a dejar a mi casa.


Al llegar observé la casa de mi vecina y pensé en qué estaría pensando ella. Abrí la puerta de la casa y mis papás no estaban, entré a mi cuarto y me acosté a dormir.
Diablos, cumplir quince años fue lo mejor que me pudo haber pasado.

miércoles, febrero 21, 2007

Los e-books


«... puedo imaginarme un futuro sin libros de papel, pero no sin libros ».
Juan Cruz, director de la Editorial Alfaguara


«Uno, ante estos augurios, se queda perplejo. No puede concebir un mundo en el que todos los libros quepan en un solo tomo, ni sabría renunciar a la individualidad de la obra, ni querría aceptar la inexistencia física de El cuarteto de Alejandría . Pero las ventajas prácticas del e-libro son tan apabullantes, que no habrá metáfora cultural que se resista. Y, el futuro, oiga, no hay quién lo pare ». (Tomado de un chat de la Red, moderado por Ramón Buenaventura)
"El camino que se nos ofrece no es tan sencillo como nos lo presentan los «misioneros digitales»" ni tan simple como lo consideran los «bibliófilos tradicionales»"
"... Estoy seguro de que las nuevas tecnologías volverán obsoletos muchos tipos de libros ... " (Umberto Eco)
Carlos Sáez en su trabajo citado «El libro electrónico» nos dice: «En primer lugar, el llamado papel digital, un descubrimiento del Instituto de Tecnología de Massachusetts cuyo director, Nicholas Negroponte, comenzó a darle publicidad hace ya algunos años. Este invento hace posible la fabricación de libros iguales a los de siempre, con su mismo tacto, peso y olor, pero que poseen las cualidades de una pantalla de ordenador. Asimismo, pueden adoptar la forma de periódicos que se materializarán en una pantalla plana recargable que evitará el uso del papel. Cada nuevo día tendremos acceso desde ellas a las noticias que los editores pongan en circulación». Estos libros son los llamados e-book (electronic book) y comenzaron a comercializarse a finales de 1998. Sáez nos informa que diversas empresas americanas y japonesas han lanzado o pretenden lanzar al mercado un objeto, del tamaño y forma de un libro convencional, que no esconde sino un ordenador de pequeño formato dotado de una o dos pantallas, equivalentes a una o a las dos páginas que un lector ve en un libro abierto, en color o blanco y negro, por las que pueden pasar con absoluta fidelidad las páginas de un libro, incunable o manuscrito, de una revista o de un periódico que el usuario pueda descargar a su gusto, eso sí, previo pago de un canon en concepto de enlace o suscripción (Sáez, Carlos. Op. cit.). Parece que estamos cerca de lo que Borges soñaba de un lector que puede tener a su disposición una inmensa biblioteca, con todos los libros imaginables, independientemente de donde se encuentren físicamente, porque han sido digitalizados y con ello se han convertido en ubicuos, es decir están en todas partes y a la vez en posesión de muchas individualidades..
En pocas palabras, aunque conceptualmente preciso, se puede definir al libro electrónico como un material digital de lectura. Su visualización más común es la pantalla del monitor de la computadora, ya sea en las de escritorio o las portátiles (laptop). Actualmente se pueden leer también, aunque su difusión es todavía muy reducida, en agendas electrónicas como las Palm y en dispositivos especiales ("eBook Readers"), diseñados específicamente para este fin, con una gran capacidad de almacenamiento (entre 1.500 y 500.000 páginas de texto) y la posibilidad de descargar nuevos títulos directamente desde Internet. En los Estados Unidos, cuna del "eBook", se está trabajando intensamente para ofrecer hardware y software asequible, seguro y fácil de utilizar tanto para los empresarios como para los consumidores. Estos esfuerzos parecen estar dando resultados: en Estados Unidos los "eBooks" están ya siendo utilizados por muchos profesionales, tales como abogados, médicos y farmacéuticos. Asimismo, las librerías americanas más importantes, como Barnes & Noble, ya están vendiendo programas de lectura y libros electrónicos. De hecho, los analistas esperan que el mercado para los eBooks y otros documentos electrónicos alcance los 70 mil millones de dólares (unos 61 mil millones de euros) en los próximos años. (Ver:«Breve historia del libro electrónico» http://virtualibro.com/).
En la historia del libro electrónico 1971 marca un hito muy importante porque en ese año Michael Hart digitalizó la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos, enviándoles una copia al poco más de un centenar de usuarios que en ese momento tenía acceso a la red ARPANET, precursora de la actual INTERNET. Asimismo ese mismo año marca el inicio del gigantesco, ambicioso y maravilloso Proyecto Gutenberg, que es definido como una gigantesca biblioteca de obras clásicas, totalmente gratis, en las computadoras, vía internet. Actualmente esta biblioteca supera los dos mil títulos. En una entrevista concedida en 1996 Michael Hart señalaba como meta para el 2001 una gran biblioteca digital y gratuita, integrada por diez mil libros totalmente libres de copyright y que por lo tanto era un desafío a las leyes del mercado cultural, razón por la cual había que seleccionar primero para luego pasar a digitar, aquellas obras cuyo copyright había expirado. En 1996, fecha de la entrevista, Hart tenía 49 años, es decir lleva ya 25 años dedicado a su proyecto (lo comenzó cuando tenía 24 años y era aún estudiante universitario), sin un real apoyo oficial, salvo el que proviene de la Benedictine University de Illinois. Reconoce, en la citada entrevista, haber recibido donaciones individuales de dinero y el apoyo de empresas tales como Apple, Next, IBM, Microsoft, OmmniPage/WordScan, TextPert, Groliers, Hewlett Packard y Bell&Howell, así como de la Universidad de Illinois. Para la realización de este proyecto, Hart señalaba que contaba (en 1996) con unos setecientos voluntarios de diversos países: Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Reino Unido, Países Nórdicos, Japón, Italia, etc. Para él fue una sorpresa saber que algunos de sus colaboradores no eran jóvenes de 18 años, como él suponía, sino profesores ya maduros.
Un aspecto muy interesante, desde el punto de vista pedagógico, es el concerniente al pensamiento de Hart con relación a los libros y a la lectura. Al planteársele su opinión y su posición con relación la lectura, considerando que los especialistas en educación señalan que ella no pasa necesariamente por soluciones de alta tecnología (high tech),sino mas bien tiene que ver con hábitos de conducta, relaciones familiares, valores, culturales, etc. Hart señala que el Proyecto Gutenberg, en realidad no implica alta tecnología. Que lo que él hace es poner a disposición de potenciales lectores, completamente gratis, una biblioteca totalmente a la mano. Que ello no asegura la lectura, es cierto, y él pone un ejemplo: «Tú puedes llevar un caballo al agua, pero no puedes obligarle a beber». Sin embargo es optimista con relación a los beneficios de su proyecto: "En cualquier caso, creo que habrá mucha gente que leerá y utilizará nuestros libros. Creo que los libros electrónicos son muy útiles para los estudiantes. A mí me hubiese gustado tenerlos cuando era un estudiante".Al preguntársele que haría al llegar a su meta de diez mil libros, respondió que tal vez la extendería a cien mil o un millón de libros y probablemente extendería el campo de acción a periódicos, revistas, música, cine, etc.
José Antonio Millán en su artículo "Biblioteca Universal. El proyecto Gutenberg y otras muchas iniciativas quieren llenar la red de libros" al referirse al proyecto de Hart, dice: "Es pues, un proyecto altruista, muy en línea de los primeros momentos de la Internet, cuando se creyó que era la herramienta idónea para difundir a todos la cultura (y a propósito: aún no se ha demostrado que no pueda ser así...)"
Hay otros proyectos de textos electrónicos, mencionados por J.A. Millán, como The Etext Archives, más dedicado a obras políticas y religiosas; The English Server, con textos de humanidades; Internet Public Library, The Naked Word, e incluso Project Bartleby, en memoria del escribiente de la obra de Melville.
En el interesantísimo artículo publicado por Sophie Boukhari, en el Correo de la UNESCO, de junio de 1999, titulado "La literatura mundial en la red" se nos informa que desde 1995 el estadounidense Eric Eldred, fundador de Eldritch Press, viene publicando en Internet clásicos de la literatura que han caído en el dominio público (libre de derechos), con el objetivo de lograr constituir una biblioteca virtual para los estudiantes de letras. Según Boukhari "En los últimos años, millones de páginas de textos de grandes escritores, historiadores, poetas y filósofos han entrado en Internet, después de haber sido escaneadas o, lo que es menos frecuente, mecanografiadas. Hasta ahora, las obras así numerizadas son las más de las veces clásicos anglosajones o productos de la cultura occidental traducidos al inglés. Es posible, por ejemplo, bajar de la Red a una computadora personal textos de Aristóteles, Oscar Wilde, Tolstoi, Víctor Hugo, algunos autores árabes, persas, chinos o el Kama Sutra. Ya no hay que moverse para ir a buscar una obra que uno puede además guardar, imprimir, anotar, explotar a su antojo o enviar a sus amigos...Individuos tenaces, pero también organizaciones no gubernamentales e internacionales, universidades y Estados están creando esas bibliotecas virtuales con libre acceso. El Proyecto Gutenberg y The Oxford Text Archive (OTA) aparecen como pioneros ... Ciertas bibliotecas nacionales están empeñadas en una labor titánica: numerizar cientos de miles de textos e imágenes de sus colecciones. Las primeras en arrojarse al agua fueron la Biblioteca Nacional de Francia (BNF) y la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, explica Sonia Zillhardt, de la BNESCO. "Las demás se han lanzado sólo en los últimos tres años y suelen encontrarse todavía en una etapa experimental. Lo que falla a menudo es el financiamiento." Escanear una página cuesta entre 1 y 4 dólares, pero para numerizar colecciones enteras se necesitan millones. Lo más difícil, sin embargo, es romper la actitud conservadora de ciertas administraciones culturales, que entran en el ciberespacio a regañadientes".
LOS E-BOOKS
Pero, como señala Sophie Boukhari, existen algunos problemas todavía insalvables, entre ellos la realidad de los países pobres donde la democratización de la cultura, y por ende el acceso a Internet, está muy lejos de hacerse realidad. Al respecto Boukhari, escribe:
«A primera vista, las bibliotecas virtuales son una bendición para los habitantes de los países pobres: les brindan acceso a la memoria del mundo, ampliamente concentrada en el Norte. Pero para ello necesitan además una computadora, una conexión a Internet y dinero. "En numerosos países en desarrollo, el acceso a la Red sigue siendo algo teórico y el costo de la comunicaciones internacionales es prohibitivo", recuerda Philippe Quéau, director de la División de Información e Informática de la UNESCO. "Recuperar textos en la Red toma tiempo y cuesta caro: varios dólares por hora, en África, por ejemplo." ¿Cabe concluir entonces que el acceso a la cultura en línea está vedado a los habitantes del Sur? No, siempre que se desarrollen dos tipos de servicios. Por una parte, creando en los países pobres sitios espejo [Copia local de un servidor original instalado en otro país] de las ciberbibliotecas. Por otra, estimulando la difusión de las obras en CD-ROM (cuyo costo de reproducción es inferior a un dólar). La UNESCO, que lanzó la colección "Pública", distribuirá pronto un CD-ROM sobre los grandes clásicos árabes. Pero le cuesta mucho hacer otro tanto con la literatura en francés. "Tropiezo desde hace dos años con la inercia de la administración francesa, que no quiere entrar en conflicto con las editoriales, aunque las obras que quiero presentar en CD-ROM pertenecen al dominio público", señala Quéau, que denuncia el debilitamiento solapado del dominio público en provecho de intereses privados, "sea ampliando la duración de los derechos de autor, sea sacando partido de la tecnología."» (http://www.unesco.org/courier/1999_06/sp/comm/intro.htm)
Si hasta no hace mucho había muy pocos libros en la red en idioma castellano, actualmente ha aumentado considerablemente, aunque está muy distante de lo que aparece sobre todo en inglés. Sin embargo no quiero dejar de mencionar la excelente Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes Saavedra (http://cervantesvirtual.com/), donde podemos encontrar no sólo libros, algunas veces de una misma obra varias importantes ediciones, algunas muy bien ilustradas; sino también importantes artículos, discursos ( como el pronunciado, en 1905, por el Sr. Alejandro Pidal y Mon; Juan Valera, por encargo de la RAE con motivo del tricentenario de la publicación de El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha), etc.
Asimismo encontramos que algunas editoriales digitalizan obras o algunos capítulos de obras de su fondo editorial. Es el caso de la muy importante Biblioteca Digital del Fondo de Cultura Económica, Fondo 2000. Cultura para todos. (http://omega.ilce.edu.mx3000/index.htm) (http://omega.ilce.edu.mx3000/biblioteca/sites/fondo/2000/htm)
Esta biblioteca digital contiene capítulos muy interesantes de obras de autores muy prestigiosos y que abarca los siguientes campos: Biografías, Computación, Filosofía Política, Física, Gastronomía, Historia, Lengua y Literatura, Psicología y Tauromaquia. El número de obras dedicadas a la historia de México (FCE es una editorial mexicana) es bastante importante y de obras muy significativas.
No quiero dejar de mencionar en esta brevísima relación de bibliotecas virtuales a las cuales tenemos acceso los usuarios, en forma totalmente gratuita, (porque existen otras bibliotecas virtuales que permiten el bajar [«download»] los libros pero previo pago de dinero, que por lo general es económico si lo comparamos con el precio del mismo libro en papel), a una revista tan importante como es El Correo de la UNESCO (http://www.unesco.org/courier/index_en.html)
En el campo educativo se cuentan con importantes digitalizaciones de literatura infantil.
En los años 80 del siglo XX apareció el DYNA BOOK, un prototipo librario bastante distante del formato del libro tradicional, que se independiza de la computadora y que permitía «leer» los CD-ROM de manera cómoda como se suelen leer los libros tradicionales. En su folleto de presentación, leemos: "DynaBook puts the incredible power of CD-ROM into a compact 14’5"x 2’75" electronic book weighing a mere 16 pounds… DynnaBook makes reading from CD-ROM data as sitting down with a good book".
Dyna Book no era sino la expresión tecnológica en una pantalla LCD (Liquid Cristal Display) de simple lectura, liberada de la computadora (en aquella época todavía de tamaño grande) y conectada a ella como periférico necesario, que actuaba a manera de concentrador de información o discoduro. Era el Dyna Book una pantalla táctil transparente como un cristal y exenta de teclado. Utilizaba un "driver" CD-Rom con convertidor analógico digital. Tenía también posibilidades de audio. Uno de sus mayores logros era la interacción por tacto con la pantalla. Sin embargo el DynaBook se extinguió muy rápidamente, porque en el fondo era tan sólo un lector particular de CDs.
En 1981 aparece el Diccionario Electrónico Random House, considerado el primer libro electrónico disponible comercialmente. En 1986 los editores Franklin Electronic agregan un diccionario electrónico en un dispositivo del handheld, produciendo el primer libro electrónico.
Conocemos los intentos de la firma Sony a principio de los 90 (1992), con su Bookman; así como los de Franklin Electronic Publishers, que carecieron de popularidad porque el intento de leer, en pantallas no del todo adecuadas, como las corrientes de aquellos años, distaba mucho de las calidades de las hojas de cualquier texto o libro impreso.
Poco después, las firmas Canon, Fujitsu, IBM, JVC, Matshushita, Microsoft, Minolta, Ricoh, NEC, y la misma Sony, junto con otras varias empresas, emprendieron un proyecto que debería tener todas las condiciones adecuadas para, si no de forma inmediata, sí en un período relativamente breve, intentar una alternativa digital al modelo tradicional.
No son muchas, sin embargo, las patentes y aplicaciones que en los últimos años del siglo XX y comienzos del XXI se han acercado, en menor o mayor medida, al libro electrónico-digital ideal. Las más han mimetizado el modelo computacional en sus primeras experiencias para permitirle prácticamente las mismas virtualidades que posee la computadora. Quizá el persistir en la tendencia absolutamente obsesiva por seguir dependiendo de la computadora, como punto de partida por parte de las empresas que trabajan en este nuevo modelo, frustra las posibilidades de verdadera ergonomía libraria que ha hecho fortuna durante más de medio milenio. No obstante, como tales presentaciones constituirán la protohistoria del nuevo soporte, vamos a verla aunque muy esquemáticamente.
En octubre de 1998, en el foro de la 1ª Feria del Libro Electrónico, bajo el patrocinio del NIST ( National Institute of Standars and Technology ) celebrada en Gaithersburg, Medford, USA, fue presentada la denominada iniciativa Open eBook (OEB) .Tal iniciativa se basaba en un acuerdo de especificaciones sobre la estructura de un modelo universal que utilizara las normas html y xml. Se consideraba este paso como esencial, dadas las características del naciente mercado electrónico, a la hora de uniformar los formatos de edición, lenguajes, contenidos, iconografías, conectividad, etc... "La pronta adopción de un formato standard constituiría una piedra miliaria en el mundo de la edición ".
"La presente convergencia de las tecnologías hará finalmente viable la publicación digital y se presenta como un atractivo desafío ". Tanto las firmas SoftBook como Novo Media´s RocketBook adoptarán sustancialmente dicha expresión normativa .
Un prototipo que comenzaba a parecerse al libro tradicional fue presentado en 1998 por la empresa americana SoftBook Press, fundada por Jim Sachs y Tom Pomeroy. en Palo Alto, California. SoftBook Press Inc. es un líder en el emergente mundo del libro electrónico . Es una compañía cuyo objetivo es desarrollar la sociedad sin papel por medio de las extensiones SoftBook y SoftBook Network, aprovechando las prestaciones de INTERNET. Parte de la idea de que Book + Technology = SoftBook. Su apariencia, sin embargo, lo asemejaba al mismo libro, a pesar de tratarse de un modelo monopágina, protegido en este caso por una cubierta de piel. La información se incluye en el softbook por medio de flash cards que permiten un almacenamiento de hasta casi las 100.000 páginas (también puede cargarse el modelo vía red). Fue presentado como tal en la feria Seybold de San Francisco el 30 de agosto de 1999. El 18 de octubre de 1999, el Atheneum de Chicago premiaba esta idea con el premio del Museo de Arquitectura y Diseño. Estudiado en profundidad, dicho modelo se parece más a los desarrollados PDA ( Personal Digital Assistent ) que al sistema librario que pretende mimetizar. Su modelo más avanzado es el Palm Pilot de la firma 3Com. En septiembre de 1999 la firma presentaba la posibilidad de ofrecer por este sistema los medios Newsweek y Washintong Post, así como un grupo de revistas: Time, Fortune, Money, New York Times, etc.
En la misma línea se encuentra el Rocket eBook ideado por los consultores californianos Martin Eberhard y Marc Tarpenning, a partir de 1996. Consiste este libro electrónico en una pantalla manejable con una mano, y que puede contener unas 4.000 páginas, o sea alrededor de 10 novelas normales. El Rocket ebook contiene en el sangrado de su pantalla un programador de sistema de visualización; un orientador de página, que permite leer en sentido vertical y horizontal en la pantalla; una barra de navegación, con un indicador de la situación corriente de lectura, con respecto al texto total; un localizador índice de títulos y un menú de opciones como: marcado de página, subrayado, notas, etc.
Otro modelo de esta misma firma lo constituye el denominado Everybook, de Daniel Munyan, en el que se obvian las carencias ergonómicas de la pantalla única, y se inclinan por la más aparente de la doble pantalla -doble página- ligada al libro tradicional. El diseño y concepción del Everybook es radicalmente diferente al de otros libros electrónicos. Cuando se abre el periférico de lectura ( libro ) aparecen dos páginas similares a las de un libro impreso, en las que puede desplegarse cualquier libro, así como periódicos, revistas, etc.... Fue creado por la empresa Everybook Incl. fundada por Daniel E. Munyan en 1995. Este modelo supone un salto entre los modelos computacionales y el mismo libro en sí. Puede ser utilizado por estudiantes, profesionales y por el público en general. "Este libro electrónico recoge toda la sensibilidad del lector acerca del libro tradicional, y permite el almacenamiento masivo, acceso rápido a cualquier información, y servicio en tiempo real ".Resuelve, mejor que otros modelos, los problemas de: transportabilidad, producción, distribución, ecología, etc
Sin embargo todos los modelos enunciados hasta aquí -que constituyeron el consorcio Novo Media- no han tenido en principio el éxito deseado, además de por su precio considerable, porque no dejan de ser una cierta transformación del ordenador más sofisticado, y por ende su peso es desproporcionado como para ser manipulados con relativa facilidad.
Otro de los grandes proyectos de libros electrónicos es el del equipo del Dr. Joseph Jacobson del MIT (Massachusets Institut of Technology), que tiene la ventaja de pretender brindarnos un libro electrónico que en apariencia es exactamente igual que un libro cualquiera de hojas de papel y tapas duras, excepto por un par de botones que lleva en el lomo. Basta pulsar uno de ellos y en pocos segundos en sus más de 200 páginas aparece impreso el texto. El modelo del año 1999 se basa en un nuevo pigmento, la denominada tinta electrónica: millares de partículas esféricas sensibles a la corriente eléctrica, blancas por un lado y negras por el otro, en la proporción de 250.000 por pulgada. Esa tinta, extendida por un papel especial, en contacto con unos microscópicos hilos, se activa de tal manera, que ofrece un texto similar al producido en el mismo papel por un procedimiento de impresión tradicional, e incluso de un contraste mayor al de la impresión láser. El correlativo movimiento de las esferillas activadas producirá otra página de texto, y así sucesivamente. Por otra parte la capacidad de almacenamiento del sistema es muy grande, ya que se puede cargar desde una computadora, una tarjeta o un disco óptico de alta densidad. Posee también la virtualidad de interactivar el contenido del texto con imágenes en movimiento, u ofrecer cortos independientes. Limitaciones, las tiene y muy considerables: además del alto precio por ejemplar -lo cual tiene su compensación a nivel de sus innúmeras posibilidades secuenciales de uso-, nos encontramos frente a un sistema excesivamente sofisticado y que necesariamente, según el proyecto, precisa de un disco duro, que aunque permita realmente -dada la capacidad actual de los mismos- transportar una biblioteca entera, no podrá eludir el alto BER ( Bit Error Rate ) que produce cualquier periférico de este tipo, amén de su peso y fragilidad. Pero será el tiempo el que discrimine entre los sucesivos modelos.
El sistema Sagredo-Hidalgo.( Patente P9801927 ) pretende también un libro electrónico que tenga las virtudes del libro tradicional y supere los inconvenientes de los libros electrónicos hasta el momento diseñados. El propio Sagredo, especialista que realmente nos iluminó muchos conceptos que no teníamos suficientemente claros acerca de los e-books y a quien venimos citando, señala que la diferencia esencial de este modelo con los anteriores, reside en que se desprende del contexto computacional en gran medida, para confeccionar un prototipo cercano al libro en su apariencia, y muy próximo a su vez, a los soportes más avanzados de información, ya que al fin y al cabo el libro no deja de ser un soporte de información. No se trata en él de expresarse en modos de computadoras más o menos perfeccionadas. Importa sobre todo extraer toda la rentabilidad de una pantalla universal de alta definición, como las que existen hoy en el mercado, y convertirla en hoja iluminada sucesivamente por el contenido de las de un libro tradicional; para mayor ergonomía, adoptamos la hoja doble y enfrentada, como en el mismo tipo librario. Este sistema está dotado de una serie de comandos, no más de 10, que permiten funciones de paso de página, subrayado, aumento del tamaño de la letra, color, etc... sin incidir en otras virtualidades multimedia, que complican, por el momento, el sistema adoptado. El texto no está en ningún disco duro, sino que se contiene en una tarjeta óptica que, editada en cualquier editorial avanzada, podrá ser adquirida en librerías, tiendas de artículos diversos o en un quiosco tradicional. El sistema, por tanto, está dotado esencialmente de un simple lector de tarjeta óptica de avanzada tecnología, basada en las potencialidades de los discos de la última tecnología; o bien de un lector de banda óptica o del denominado papel digital, que en su día fuera patentado por CREO Products. Lo que busca este sistema es desprenderse de cualquier soporte circular, de lectura normal en espiral y con cabeza óptica; para pasar al modelo secuencial de barrido de un soporte rectangular y de lectura similar a la que nuestro ojo produce sobre el papel tradicional. Dado el desarrollo de tarjetas de este tipo, ideadas por CANON y DREXLER, resulta sumamente sencillo, nos dice Sagredo, incorporar dicho elemento, y, además, su precio es irrisorio en comparación con el de cualquier ejemplar, libro o revista. De este modo, asimismo, este sistema pretende desprenderse de la celulosa para siempre; (Según Sagredo lograr que los árboles nos enseñen el bosque). Y, lo que es más importante, se pretende lograr que el nuevo ebook pueda ser llevado con nosotros, si así lo deseamos, hasta los lugares más remotos del universo. Asimismo, y dadas las capacidades y autonomía de las actuales pilas de energía, no es difícil adoptar un modelo que permita una autonomía, como la de cualquier artilugio que hoy manejamos a diario: teléfono portátil, casete, cámara digital, etc... Cualquiera podrá adquirir o recargar las tarjetas que desee, con los libros que se adecuen mejor a su función profesional, científica, cultural, recreativa, personal o colectiva, y transportarlos fácilmente a cualquier lugar. Al conjunto del sistema sus creadores (Sagredo-Hidalgo) lo han denominado, con marca patentada, BIBLIOTRON.
Algunos futurólogos consideran que para el cercano 2006 los libros electrónicos estarán ofertándose en las librerías tradicionales y quioscos, de tal manera que para el 2009 la venta de libros electrónicos superará a la venta de libros de papel, previéndose que para el 2015 las bibliotecas digitalizarán todas sus obras.

Hax,Kelly,Manguel et al: ¿Cambiará el libro como objeto?


HACIA UNA BIBLIOTECA UNIVERSAL
El futuro del libro

¿Cambiará el libro como objeto? ¿Habrá nuevas formas de lectura? Desde la tableta de arcilla hasta el libro electrónico, el soporte del texto se ha ido transformando. Aquí, la opinión de Kevin Kelly, editor de la revista Wired e impulsor de una gran biblioteca universal en formato digital; Alberto Manguel, autor de "Una historia de la lectura"; Michael Hart, creador y fundador del Proyecto Gutenberg; Anne Margulies, directora del Proyecto Open Course Ware del MIT; y Horacio González, director de la Biblioteca Nacional.


ANDRES HAX. El futuro del libro es electrónico. Y ya llegó. La masiva digitalización, almacenamiento y distribución de libros en la red de redes es un hecho. En sitios como el Projecto Gutenberg, Bartleby.com, o Cervantes Virtual —por nombrar apenas un puñado— hay miles y miles de libros disponibles gratis: académicos, de referencia, de literatura, de ciencia y poesía... En fin, todo lo que se encuentra en una excelente biblioteca. Es cierto que aún no ha llegado un dispositivo accesible, ameno y portátil para la lectura de los textos electrónicos. El I-pod del libro es una deuda pendiente, pero llegará. Sony acaba de lanzar un producto —el Sony Reader— que utiliza una nueva tecnología llamada E Ink que simula una página impresa casi a la perfección. Estamos cada vez más cerca al mágico e-book. No hay duda que el libro está cambiando; ya hace más de una década el académico Ivan Illich pudo declarar en En la viña del texto (Universidad de Chicago, 1993), "El libro ahora ha dejado de ser la metáfora raíz de nuestra era; ha sido reemplazado por la pantalla". ¿Qué significa todo esto? ¿Qué pasa ahora que el libro, aparte de ser un conjunto de páginas enmarcadas —un objeto físico único— también puede ser un archivo dentro de una computadora conectada a la Red? ¿La digitalización de los textos combinado con Internet está creando un renacimiento cultural de la misma manera que lo hizo la invención de Gutenberg hace más de 500 años? Ñ reunió a un coro ecléctico de voces para participar en este debate fundamental de nuestro presente.


El profeta: Kevin KellyKevin Kelly es un optimista incurable de la tecnología. En un momento de la charla con Ñ le preguntamos: ¿Usted piensa que Internet se despertará? ¿Que tendrá una conciencia propia como un ser vivo? Sin pestañar, responde que sí y que esta generación será testigo. Es editor fundador de la revista Wired y autor de los libros Fuera de Control: La nueva biología de máquinas, sistemas sociales y el mundo económico (Addison Wesley, 1994) y Nuevas reglas para la nueva economía (Granica, 1999). El 14 de mayo de este año publicó una larga y extraordinaria nota —más bien, un manifiesto— en The New York Times llamada Scan this Book! Allí pronostica que dentro de poco tiempo todos los libros, artículos, periódicos y textos que existen en el mundo estarán en Internet y serán de libre acceso. Cree que, dados los avances tecnológicos, esta nueva Biblioteca de Alejandría podrá ser guardada en un pequeño dispositivo portátil.


Hay que resaltar que Kelly practica lo que predica. Sus libros están disponibles gratis en su sitio kk.org. Comenta que cuando los subió a su página personal las ventas del libro en sí aumentaron dramáticamente. Actualmente está escribiendo un libro titulado The Technium donde se pregunta: ¿Qué quiere la tecnología de nosotros? En el espíritu de compartir y de abrir acceso a la información que guía su vida, va publicando sus apuntes mientras los escribe. Cualquier lector puede agregar comentarios y preguntas. Las responde todas. Kelly habló con Ñ por teléfono desde su oficina en la Avenida Amapola en Pacifica, California. Le preguntamos cómo se imagina el libro del futuro, el objeto en sí."El artefacto cambiará muy pronto. No sabemos exactamente cómo, pero mi sensación es que con el papel electrónico y la tinta electrónica, la gente va a preferir un conjunto de páginas enmarcadas. Esa interfase, de ir pasando las páginas, es mucho más preferible que un largo scroll. La diferencia es que ese libro será mutable, podrá soportar cualquier contenido. La experiencia de tener un libro en las manos va a seguir. Es tan perfecta que no creo que sea reemplazada."Para Kelly el libro objeto no es lo más significativo. Lo que marca un cambio de paradigma cultural es la Red. Explica: "Al transformar letras de tinta sobre papel en datos electrónicos pasa algo extraordinario. Todos los libros se conectarán entre sí. Al digitalizar los libros la lectura se convierte en una actividad comunitaria. Puedes compartir bibliografía y transmitir anotaciones. De una manera la biblioteca universal se convierte en un solo texto enorme: el único libro del mundo."


El lector: Alberto ManguelLa voz que nos habla por teléfono desde un pueblito de la región Poitou-Charentes de Francia es la misma voz que le leía a Borges hace más de treinta años en la calle Maipú, en el centro de Buenos Aires. En 1964, con 16 años de edad, Manguel trabajaba en la librería Pygmalion. Una tarde entró Borges, ya ciego, con su madre para comprar libros. Antes de partir con su compra —que incluía una edición comentada de La batalla de Maldon— le pidió al joven Manguel si vendría a su casa regularmente para leerle algunos libros de su biblioteca. Entre los libros escritos por Manguel está esa larga carta de amor al acto de leer, Una historia de la lectura (Emecé, 2005). En un español perfecto, pero con el acento curioso de una persona que ha vivido en muchos países y que habla muchos idiomas, responde a la pregunta de rigor: ¿Cambiará la idea de qué es un libro?"No la idea de un libro, la idea de ciertas formas de lectura. Es decir, cuando pasamos de la tableta de arcilla al rollo, y del rollo al codex, no es que mejoramos algo sino que ampliamos o cambiamos o transformamos ciertas cualidades del soporte del texto. Pero eso no quiere decir que las abandonamos. Por ejemplo ahora con la computadora hemos vuelto al rollo. Y con el e-book volvemos a la tableta. Es una cosa muy linda poder tener en la mano todo el texto, no tener que abrirlo. Al mismo tiempo, hay ciertas formas de lectura para cual la pantalla no se presta. Entonces habrán nuevas metáforas de la lectura, claro. Porque usamos todo lo que inventamos para a su vez hablar de lo que queremos conocer."Sobre el cambio cultural que implica Internet y qué significa eso para la lectura y los libros, Manguel es más cauteloso."La tecnología electrónica tiene una particularidad que la distingue de toda las tecnologías precedentes. Y es que ha sido impuesta, a una gran velocidad, no por su valor práctico o intelectual sino por su valor económico. Quieren que la compremos para todo y a todo costo; no nos ha dejado como consumidores la posibilidad de elegir. Si yo necesito un texto que se encuentra solamente en la biblioteca nacional de Islandia y no puedo ir a Islandia, obviamente me es muy útil que la biblioteca haya puesto ese texto en Internet y que lo pueda conseguir. Pero la pregunta que yo quiero hacerme —y quisiera que todos pudiésemos hacernos— es ¿en todo momento necesitamos esta tecnología?"¿Pero el libro electrónico implica un salto revolucionario? "Esta comparación que hacemos constantemente entre el libro y la tecnología electrónica no me parece interesante o útil. Es como preguntarse ''¿Vale más una fotografía o una pintura? ¿Vale más una obra de teatro o una película?'' Son preguntas sin mayor sentido. Tenemos una nueva tecnología para usar para ciertas cosas. Está muy bien. Eso no quiere decir que una sea mejor que la otra, que una cancele a la otra. Es simplemente más útil para ciertas cosas."El archivista digital: Michael HartEn un ping-pong de correos electrónicos dialogamos con el creador de la primera biblioteca digital y uno de los archivos más grandes y valiosos de libros electrónicos de la actualidad, el Projecto Gutenberg. Fundado en 1971 cuando Hart era alumno de la Universidad de Illinois, en su momento lo definió como una "revolución Neo-Industrial". El primer texto que publicó fue la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. Hoy el sitio contiene más de 19.000 textos —cuyos copyright han vencido— en más de una decena de idiomas. Liderado por Hart, el Projecto Gutenberg funciona exclusivamente con voluntarios y donaciones; es un emprendimiento netamente filantrópico. Cuando se le pregunta de qué trabaja o cómo se gana la vida, responde: "El Projecto Gutenberg es mi única carrera. Para los estándares de la mayoría apenas me gano la vida. Casi toda mis pertenencias son cosas usadas que consigo en mercados de pulgas".

Hart resalta a Ñ que el gran obstáculo para la digitalización de todos los libros del mundo no es tecnológico, sino que es la codicia de casas editoriales y el temor de los líderes mundiales de un público educado. ¿Cómo ve el futuro de los libros y de las bibliotecas electrónicas? Hart dice: "En los primeros 50 años después del invento de Gutenberg se imprimieron más libros que en toda la historia previa de la humanidad. Hay un proceso parecido con los libros electrónicos. Ya hay millones y millones de e-books gratis en Internet. Dado que puedes grabar a un DVD el equivalente de millones de dólares de libros, se podría afirmar que el futuro ya llegó. La computadora personal ya se está convirtiendo en la biblioteca personal".


La universidad abierta: MIT OCWHart y Kelly no están solos en concebir la proliferación de los libros digitales, y su acceso libre, como uno de los temas clave de la civilización moderna. El Instituto Tecnológico de Massachussets inauguró el proyecto Open Course Ware (Materiales de cursos abiertos) en 1999. Actualmente los materiales de más de 1.400 clases que ofrece una de las universidades científicas más importantes del mundo están disponibles gratis on line. Más de un millón de personas, desparramadas por todo el mundo, visitan a http://www.clarin.com/redirect.html?url=http://www.ocw.mit.edu/ por mes. Anne Margulies, directora del proyecto —que la universidad mantiene a un costo de 5 millones de dólares por año— le explicó a Ñ las razones detrás de este proyecto: "Estamos regalando los conocimientos que se generan aquí porque creemos que el conocimiento tiene que ser un bien público".


El bibliotecario: Horacio González Estamos en el gran despacho de Horacio González, el sociólogo argentino y director de la Biblioteca Nacional, cargo que alguna vez ocupó Borges. Resulta que Borges es central en este debate. Explica González: "Borges es el filósofo de algo que iba a venir. Si lees la Biblioteca de Babel y ves su sistemas de catálogos, la catalogación incesante, pero con un centro vacío, todo eso tiene mucho que ver con lo que está pasando ahora".¿Internet —que cada vez se parece más al Aleph de Borges: un punto luminoso que contiene y muestra todo lo que existe— equivale en impacto cultural a la imprenta de Gutenberg? Sin ser anti tecnológico, González es medido: "Me da la impresión de que el mundo de Gutenberg, el invento de la imprenta tipo móvil, tuvo menos capacidad de ruptura con el legado anterior. Con respecto al papiro, a la tableta de arcilla, la idea de lo que es un soporte: material para imprimir signos. Este es el tema que tratan los grandes historiadores del libro, como Roger Chartier, que supone que la pantalla es una experiencia existencial de carga rupturista muy grande con respecto al libro y que la civilización tiene que saber qué hacer con esa ruptura".¿Y la pantalla terminará conteniendo el mundo? "La revolución informática no puede dejar como contenido al resto de la cultura —agrega González—. En ese sentido, la idea del libro no puede ser pensada meramente como un soporte más de las serie de soportes que van desde la tableta, al papel o al CD, hasta el libro digital. El objeto que se llama libro no es meramente otro soporte. Es una unidad maravillosa. Como no lo inventó nadie, es de todos. Y hasta se podría decir que la civilización misma es un libro. No puedes saber dónde termina el soporte y donde empieza el contenido. No saber cuál es el límite entre el soporte y el contenido es la cultura misma. La revolución informática cree saberlo y eso la perjudica. Allí esta el debate que nos toca entender. No es fácil".