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domingo, diciembre 30, 2007

Rodrigo Vera: El Padre Pro, a la pantalla


En una atípica forma de difundir sus valores, su doctrina y sus símbolos, la Compañía de Jesús produjo Padre Pro, una película para exaltar la figura del sacerdote católico fusilado en los años veinte, en pleno conflicto cristero.El enfrentamiento armado entre la Iglesia y el Estado mexicano -la GuerraCristera- es una "llaga que todavía duele" y que hoy es removida por la Compañía de Jesús en su película Padre Pro, que aborda el "martirio" del sacerdote, fusilado en 1927 por órdenes del general Plutarco Elías Calles.

Esta inusual producción fílmica de la Iglesia -financiada totalmente con"donativos" de los fieles católicos- ya ganó un festival cinematográfico y hasta ahora sólo se puede ver en círculos muy cerrados. Su exhibición comercial está programada para los primeros meses del año que empieza.

Mientras tanto, la cinta es promovida por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), la Arquidiócesis de México y otros organismos eclesiásticos que ven a Miguel Agustín Pro -en proceso de canonización- como un mártir de talla mundial que trasciende a la época convulsa en que murió.


Para más detalles el lector puede ir a El Observador (periódico católico)

Poetas Novísimos de Latinoamérica



La palabra funda, trasciende fronteras, recrea imágenes de verdad y belleza en las que transitan historias y testimonios del alma de diversas latitudes. La Red Latinoamericana de Creación Literaria Látigo, se ha convertido en un tren en el que viajan distintas voces de países como Colombia, Venezuela, Perú, Ecuador y Argentina. En su reciente encuentro de poesía iv Espergesia (en Bogotá Colombia), se ampliaron los lazos entre estos países, entre los cuales se incluye a México, actividad que sella un precedente para el Encuentro de Látigo en diciembre de 2003 en Quito, Ecuador. Dos son los referentes de esta poesía: “De un lado una relación plástica con la lengua, mediante la cual el autor dice más de lo que los lenguajes formalizados aprecian, del otro la necesaria obligación de referir la densidad y la continuidad del mundo que lo rodea.”
A través de revistas y editoriales, los jóvenes poetas latinoamericanos han logrado consolidar un trabajo serio que difunde percepciones y propuestas estéticas de sus países, pues como ellos mismos afirman: “Latinoamérica ya no es la misma, perdió la virginidad hace varios mandatos y nuevamente se reafirma la búsqueda literaria de un continente que pretende nombrarse a sí mismo.”



CotidianoRafael Berrío
Estas mañanas repetidas
con sus brumas y gélidas brisas
son un crónico sueño:
Gentes apretadas en los buses–como vehículo a la redención–
El mismo indigente abandonadoa la calzada
Y mis preguntas aún son las mismas
Inexorablemente la cinta se repite
Previsible
De pronto algún actor
inmerso en la pantalla
vuelve su mirada a mí
y de manera íntima
Sonríe.
Rafael Berrío: Bogotá, Colombia, 1973. Colaborador permanente del periódico de poesía de distribución gratuita El Aguijón. Textos suyos han sido publicados en la revista Ulrika.

Piel
Javier Cevallos
La contemplación del otro

es el umbral del placer.
Imaginar las formas y repetir
las hasta el hastío;
presentir gestos, gemidos,
arqueos, sudores, mordiscos,
lenguas que cierran párpados y, ávidas, los abren de nuevo;
intentar el susurro obsceno
que abre insospechadas grietas.
Labio apretado contra corva, dedos crispados.
Labio apretado contra talón.
Polvo que abrasa las comisuras,
polvo,que se arrebola en volutas deseadas.
Palabra que no acierta
hallar el lugar propicioy detener su letanía:
Mi amada es planicie inconmensurable...
Vano intento de mirar alrededor,
la palabra agoniza
corcoveando entre los pastizales,
inflamada de tanto deseo.
Triste condena la de codificar el mundo;
condenación para el que así ha hablado.
Oídos claudicantes y lengua victoriosa:
la distorsión gobierna mis pesares
haciéndolos discurso soberano
y pereza consuetudinaria.

Javier Cevallos: Quito (Ecuador), 1976. Editor de la revista de creación literaria Ourovourus. Ha publicado el poemario La ciudad que se devoró a sí misma. Su trabajo consta en Ciudad en verso: antología de nuevos poetas ecuatorianos.

Costura
Carolina Daza
Los momentos pasan por el ojo de la aguja que
remienda los vacíos.
Que me dejan estos días.
Remiendos insolentes y burlones que descoso cada
vez que quiero olvidar que estoy solo.
Y que la aguja no cose
Si no remienda.

Carolina Daza: Bogotá, Colombia, 1980. Colabora con la Fundación Creativa Taller. Textos suyos han sido publicados en el periódico La Opinión de Cúcuta y en la página web de Objetos Poéticos no Identificados.

Vía Crucis
Carlos Garzón

Me repugna la cercanía de los débiles:
comunes aves para cielos tan altos,
pequeñas bocas para senos tan grandes.
Tengo de siglos un dolor acumulado.
¿Pero dónde morir con esta cruz ajena?
Yo, el verbo sin carne, el extranjero,
peregrino por los templos buscando mi imagen
y arrastro serpientes atadas a mi voz.
Quien tenga pies de hierro,
que abandone sus sandalias y me siga:
mi sudor incendia los caminos.
Carlos Garzón: Quito, Ecuador, 1972. Realizó estudios de literatura y artes plásticas. Su poesía se incluye en las antologías: Ciudad en verso: antología de nuevos poetas ecuatorianos (Quito) y Aldea poética (Madrid). Poemas suyos aparecen publicados en las revistas ecuatorianas Línea Imaginaria, Letras y Ourovourus.

La palabra imposible
Saúl Gómez Mantilla

Tanto viento hay en el mundo
como voces que perturban.
Tanto cielo derruido
como palabras olvidadas
en la oscuridad del tiempo.
Tanta tristeza por los campos
como versos escritos en las llamas.
Tantas cosas dichas
ilusiones definidas
como hombres muertos por el silencio.

Saúl Gómez Mantilla: Cúcuta, Colombia, 1978. Adelanta la carrera de Estudios Literarios en la Universidad Nacional de Colombia. Ganador del Concurso Nacional de Poesía Juvenil convocado por el Festival Internacional de Poesía de Medellín (2001). Es miembro del grupo opni (Objetivos Poéticos No Identificados) y del proyecto editorial Ediciones pirata de Calidad.

Hombre con una moneda
Henry Alejandro Molano

Nos habita la muerte
grácil e inútil
en el comienzo de los párpados.
Podríamos seguir
desatando el aroma de los cuerpos
hasta poseernos de su danza
pero la desgracia nos corta bajo las uñas.
Nos habita el olvido,
caldo de burdel en las tardes frías,
y lo bebemos como un sudor
hasta que las pieles son odres amargos
y nuestro gemir un cáncer
explotando en la garganta.

Tomado del Suplemento Cultural (La Jornada, diciembre 30, 2007)

Andrés Bolaños: Réplica

A Andrés le salió lo Bolaños.

No nachito, no me conoces: ni soy artista plástico, ni dramaturgo ni esteta como crees que soy; sino promotor de la Plástica, el teatro y las artes. (es un poquito diferente, m'ijo) Las prisas son de ustedes. Si no tuvieran tanta prisa por ser designados consejeros se esperarían a que los miembros del Consejo salieran de las mesas de trabajo, como sucedió con Sergio Peregrina (miembro de la nueva dramaturgia nacional) y con Yuyi Azpiri:

1.-a ese proceso de votación se le llama democracia.

2.-si tanto trabajo les cuesta al consejo que integran Manuel Salinas, Carolina Cruz, Jaime Velázquez, y Tú "recibir malas caras" de parte de las instituciones culturales pues no se metan a "gestores"

3.-a Carolina le di un texto que no "pudo publicar" Le pedi que ya no lo publicara, de ahí les viene el coraje. No me ataquen para aliviar sus culpas4.- sus exabruptos me tienen sin cuidado

5.-yo sí soy gestor y promotor cultural calificado por el Centro Nacional de Capacitacion de la SEP.

6.-también he pagado para hacer cultura durante veinte años

7.- dicen que no andan haciendo citas a nombre de la comunidad cultural ni de nadie ¿Para qué quieren nuestro voto entonces?

8.-yo no soy tu enemigo, ni de Carolina, es Reynel, acuérdense. No se me acobarden.

9.-no me quise postular para nada, porque nada de sus maravillas me interesan, tengo mucho quehacer en el estado como bien dices desde hace más de diez años. Veinte en realidad.

10.-y sí, me sale lo Bolaños. No soy ni tolerante, ni populista ante tanta ignorancia de su parte en Promotoría y Gestoría. Inclusive de los términos. Y ante la discapacidad de moderar una junta, y el servilismo de un tal Cerda, (Dios sabrá de dónde sale) que me ataca en tu blog.

11.-también los quiero. Te pido que no mezcles con esto alusiones personales porque yo sí los conozco, de sus treinte, veinte y etc de años de trayectoria.

12.- así como te exaltas y replicas me gustaría ver este comentario publicado en tu acertada página virtual.

Recibe un abrazo y parabienes en este dos mil ocho que inicia. Atte. Andrés Bolaños.

viernes, diciembre 28, 2007

DE ULTIMA HORA



CREAN LA SECRETARÍA DE CULTURA

El día de ayer Gobierno del Estado de Veracruz confirmó a los diversos medios veracruzanos lo que ya venía siendo desde hace más o menos una semana tan sólo un rumor tras bambalinas. Una mera especulación que, no obstante, circulaba ya no vaga sino muy vivamente dentro del ámbito de la cultura: la creación de una Secretaría de la Cultura para este flamante 2008.
Y, según las estimaciones que nos hicieron llegar las autoridades encargadas del proyecto, aproximadamente para finales de este ya más que cercano mes de enero, estaría conformado dicho gabinete, al que consideraríamos, desde luego, fruto de una acción gubernamental de primerísimo nivel, puesto que será de suma importancia no únicamente para el medio cultural sino para toda la comunidad. Mas, por otro lado, nos nos debe extrañar que así sea dado el actual esquema de gobierno, con cambios en un sentido de constante renovación; mismo esquema que se halla, por cierto, nutrido primordialmente de roja sangre joven.
Se entenderá, entonces, que se trata en realidad –así lo concluimos—de una nueva época para la citada dependencia, toda vez que –recordémoslo, ésta antes funcionaba de manera independiente, es decir, previo a fusionarse de modo más que desafortunado a la Secretaría de Turismo. Vendría así pues a cumplir con su nueva etapa, una de mayor libertad de acción.
Se informa asimismo, a través del boletín que hemos recibido, esto que a continuación transcribimos: “Primero. El actual titular de la Secretaría de Turismo continuará al frente de la misma. Segundo. Se integrará inmediatamente una terna con los nombres de todas aquellas personas que en nuestro estado reúnan el perfil profesional requerido para el puesto de Secretario al que aquí se hace referencia”.
Y continúa más adelante con un breve discurso que intenta inflamar el ánimo del público a favor del mejor candidato, del mejor prospecto jarocho para ocupar el cargo; uno que tenga que ver con el buen profesional, sí, pero abordado también como el ser ejemplar, probo, integral; en suma , el personaje idóneo: “Nada de gente que esté alejada de la razón de ser del arte y la cultura. Se necesita hoy más que nunca de personas que se encuentren estrechamente relacionadas con todas las actividades prácticamente de tiempo completo. Gente conocedora a profundidad de sus motivos; de las raíces forjadoras de nuestra identidad. Gente, en resumidas cuentas, que no tenga nada que ver con la política; o sea, de gente que trabajará por y para la cultura veracruzana, pensando siempre a favor de nuestro futuro como comunidad, ya que es rica en tradiciones en el mundo global contemporáneo.
La actual administración estatal está muy atenta a las más variadas voces del pueblo y, fiel a su costumbre, atiende todas sus peticiones y solicitudes. Así, este caso no fue la excepción. Puesto que el gobierno sabe escuchar con respeto los reclamos de la gente y sabe, asimismo, dar las soluciones más pertinentes a sus demandas. Porque esta administración reconoce que un buen gobierno es aquel que le hace caso a los señalamientos de la ciudadanía. Nada de palabras huecas, un buen gobierno es el que sabe mirar en toda su dimensión las auténtias inquietudes de la población veracruzana”.
Y hasta aquí el inesperado (y el hasta hace poco impensable) reporte gubernamental. Por nuestra parte, y a reserva de que las cosas salgan bien en los hechos, únicamente diremos, respecto al tal propósito, que reconocemos esta buena acción de gobierno (ello pese a que sigamos pensando a pie juntillas que lo primero que siempre debe de reconocer todo gobierno democrático es el aspecto cultural de su pueblo; no obstante no le hace que ese “rubro” lo haya dejado para lo último ---que no se le considere prioritario, pues—ya que lo que aquí tiene importancia, finalmente, es que así va a hacerse para beneficio del bien común.
Las autoridades están reconociendo así, con toda justicia que sólo se puede impulsar desde el Estado un verdadero y auténtico proyecto de política cultural de esta manera, de frente a la globalización. Igualmente, nos están diciendo que el ámbito cultural tiene que ser visto necesariamente como algo más que una suerte de ejercicio económico y administrativo; que no vale nada espectacularizar un mosaico de culturas, que no basta con un mar de fiestas sin profundizar lo suficiente en las raíces. Que de seguirse en los shows, la cultura veracruzana nada más no va a la latir más fuerte, sino que, más precisamente, no florecerá desde sus propias raíces. (Breviario cultural: una política cultural bien cimentada desde una Secretaría de la Cultura, por ejemplo, no tiene por qué verse en la necesidad de cancelar eventos internacionales, como sucedió este año con el Festival Afrocaribeño)

Advertencia: A los lectores de esta nota se les aclara que toda ésta podrá estar muy bien intencionada, sin embargo, nada de lo anteriormente escrito es verdad (esto para los que no se habían dado cuenta) y entonces, ya nada más aplicamos el dicho que reza así: “Inocente palomita que te has dejado engañar”, hoy por ser 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes.
PD. Concluimos de nuestra parte, y a modo de comentario que bien vale la pena seguir manteniendo viva esta que es una de nuestras tradiciones, de las pocas que todavía cuentan en nuestro México. Y, en este caso, o sea, editorialmente hablando, diremos que esta cualidad mistificadora asumida por el periodismo aquí y allá y acullá, es como se intenta atenuar en el inconsciente colectivo muchas de las avasallantes circunstancias que parten de una realidad que bulle incontenible en derredor de nuestro mundo “moderno” y que laceran de alguna manera. Ojalá y sirva de algo.
¡Extra! ¡Extra! Bendita sea no sólo la libertad de expresión, sino igualmente la, hoy vigente, de prensa..

Enrique Patricio

miércoles, diciembre 26, 2007

Ignacio García: A Andrés le salió lo Bolaños




Andrés Bolaños, poeta y dramaturgo, ha hecho correr por los pasillos del correo electrónico el comentario siguiente:

Lo que les decía, Jaime Velázquez, Manuel Salinas, Nacho García y Carolina Cruz sólo quieren ser "designados como miembros " de un Consejo ciudadano de cultura, que recibe subsidios del IVEC, Ayuntamiento y Conaculta, esa era la urgencia de ser designados y no salidos de las mesas de trabajo. Mucho ojo con esto. Los consejos culturales en otra ciudades del estado han terminado muy mal cuando se amañan desde antes.
Atte. Andrés Bolaños
.

El comentario, al parecer, es la respuesta de Andrés a una invitación hecha por Jaime Velásquez a que si alguien se quiere enterar de la reunión que se tuvo con Jon Rementaería, lo hiciera leyendo mi artículo al respecto AQUÍ

Es extraño que Andrés, quien frecuenta círculos artísticos y ahora intelectuales, no haya aprendido a leer todavía, o lea entre-líneas o definitivamente con las ganas de fregar, lo que deriva de él en conclusiones apresuradas y deducciones que adolecen de la inteligencia más elemental. Pero qué bueno que el dramaturgo haga ahora su teatro, porque es, era evidente que lo que él ventila en lo oscurito, debía ser puesto al “aire” tarde o temprano.


Primero: si algo deja muy clara mi nota y el informe verbal dado a toda la comunidad artística, es que nuestra punta de lanza delante de Jon Rementería fue que no íbamos ni por dádivas, ni por “huesos” u otras prebendas. Nuestra postura fue más que clara en el aspecto crítico y en la de reclamo a un acercamiento a las autoridades municipales sin tener que vender la autonomía que cada grupo o persona pudiesen tener.
Andrés, acostumbrado a dar rondines por los pasillos del IVEC y otras instituciones, debe bien saber que este “Consejo” al que él alude (y del que excluye a Sergio Peregrina, no sabemos si porque no sabe que también es miembro o porque –a pesar de no ser elegido Sergio en “mesa de trabajo”—éste si es “palomeado” por Bolaños por cuestiones de visión muy propias), este “Consejo” decíamos, está formado por personas que curiosamente son (entre muchas otras claro) las que más estabilidad de trabajo poseen, como para andarle mendingando por ahí a los burócratas del estado.
Segundo, que quienes públicamente fuimos elegidos en sesión abierta, somos también los que, incluyendo a Sergio Peregrina, más estamos expuestos a ser “balconeados” en caso de cometer alguna tropelía. Quiero, decir, estamos en la vista de esas autoridades que Andrés quiere poner de dadivosas con nosotros, para que, a la primera falla nuestra conducta de limosneros sea exhibida a ojos de todos. En otras palabras, somos más sensibles a una ética que tal vez Andrés desconoce. Claro, es más fácil adelantar vísperas mediante criterios miserables, que sopesar, hacer un balance de la ética con que quienes él menciona (insisto, incluyo a Peregrina) nos hemos conducido, no durante dos o cinco años, sino muchos más de los que él supone.


Quisiera sólo pedirle a Andrés que muestre (no ande con murmullos propios de señoritas) una sola evidencia del pasado en la que nuestra conducta y manejo de los asuntos artísticos haya sido tocado por la tentación de los 50 mil pesos de Plutarco Elías Calles. En todo caso, ¿qué le corroe a este otro esteta si dicho “Consejo” ha sido elegido por sólo tres meses? Ha sido mucho más generoso que el mismo Fidel Velásquez y decidido que en 90 días puede ser cambiado el personal que lo compone…días en los que dudamos sacarle al IVEC y CONACULTA la mitad de lo que Andrés ha tratado de sacarles en diez años que lleva en sus rondines por esos lugares en busca de a ver qué le cae.


Tercero. Si Andrés considera que vamos en busca de migajas sólo porque nos “amafiamos” para estar en un “Consejo” efímero, es porque el esteta no sabe valorar (ni sabrá, creo) lo que otros han hecho desde una trinchera con sello de independencia absoluta. No lo sé, pero el mismo Andrés debe tener en sus manos un CD con una obra monumental de treinta años, hecha por Manuel Salinas…El CD no costó un solo centavo a quienes lo recibimos. Carolina Cruz (por si alguien no lo sabe aún) no percibe emolumento alguno por realizar la página en IMAGEN; la realiza por su convicción a que haya una voz que se distinga de las demás, y este quehacer se lleva a cabo, muchas veces con sacrificio extremo. ¿Qué se puede decir de la generosidad de Jaime Velásquez quien de su propio bolsillo durante más de veinte años ha patrocinado revistas, libros, eventos sin obtener más beneficio que el de ser una voz respetada por su verticalidad ética y artística? Lo mismo se puede hablar de Sergio Peregrina, de quien nos consta su entusiasmo y entrega a toda prueba a la hora que se trata de dar sin recibir sino el aplauso del público.
Ante esto ¿a qué viene este exabrupto de Andrés Bolaños de quien lo que más causa tristeza es la lógica con la que percibe el asunto del “Consejo”? ¿Por qué cuando públicamente tuvo la oportunidad, no alzó la voz –ahí delante de todos-- para mostrar su malestar, y ahora anda despotricando su descontento por los patios de la vecindad? Bolaños , de pobre lógica, decíamos, cree que si el método de elección hubiera sido distinto, las personas no irían tras las limosnas del IVEC, y que, si la selección se hubiera hecho a su manera, él y Frank Sinatra habrían sido elegidos y las arcas de CONACULTA no correrían peligro alguno de ser saqueadas por “mafias” que a él le son hostiles.


Andrés sabe que, personalmente lo estimo: lo que no equivale a quedarse callado ante sus desvaríos y poses que no corresponden ni hacen honor a la poesía; punto aparte de que lo hace tirando la piedra y escondiendo la mano; una mano que seguramente quiere sustituir a las demás para ir busca de las migajas que nosotros jamás, jamás recogeremos.

John Lichfield: Exhibición erótica en París




Exhiben en París un acervo erótico censurado durante siglos
Una muestra así habría sido impensable hace 20 años, acepta una de los curadores
Se anuncia en una estación del Metro en desuso
La mayor parte de las obras fueron publicadas en secreto, y luego confiscadas o donadas
Es una de las colecciones sobre sexo más grandes del mundo
John Lichfield (The Independent)


El acervo oficial de erotismo y pornografía de Francia, reunido amorosamente por la Biblioteca Nacional a lo largo de 170 años, ha sido abierto a los asombrados ojos del público por vez primera.
Más de 350 libros e impresos de la sección prohibida de la biblioteca estatal –conocida oficialmente como L’Enfer (El Infierno)– se presentarán durante tres meses en una exhibición meticulosa desde el punto de vista académico, pero con frecuencia francamente descarnada.
A menudo el material es de bella ejecución, a veces surrealista, a veces muy gracioso, y en ocasiones brutal. Está imbricado en la historia francesa (y británica). Mucho de él no es apto para los muy jóvenes o los débiles de espíritu.
Tanta confianza tienen las autoridades francesas en que la exhibición no ofenderá al público de su país, que han tomado una estación del Metro en desuso para anunciar la muestra. Del 17 de diciembre al 15 de enero, pasajeros de la línea 10, entre Sévres-Babylon y Mabillon, encontrarán la abandonada estación Croix Rouge convertida en un tren fantasma erótico. A través de cortinas corredizas se podrá echar un vistazo a grandes reproducciones de viejos impresos pornográficos.
Se cree que la sección L’Enfer de la Biblioteca Nacional –grabados y fotografías comprados, confiscados o donados durante casi dos siglos– es una de las más grandes y ricas de materiales eróticos y pornográficos del mundo. Se dice que el acervo del Vaticano es aún mayor, pero es de suponerse que jamás se abrirá al público.
Discreción e inteligencia
¿Qué tan fuerte es el material? Dado lo que aparece a diario en Internet, en la televisión por cable y en los puestos de periódicos, ¿será posible espantarse por la exquisita pero explícita pornografía del siglo XVII?
La respuesta es sí. Es una exhibición para abrir grandes los ojos: un cuerno de la abundancia de sadismo, masoquismo, bestialismo, escatología, nalgas, senos y genitales desplegados con discreción e inteligencia, pero también con crudeza. Es también una expedición fascinante y por momentos hermosa a través de los oscuros e intrincados corredores de la sique humana.
Uno se da cuenta aquí de que la erotificación, o pornificación, de la Internet era inevitable. Cada avance tecnológico o literario habido hasta la fecha en la comunicación humana –de la imprenta a la novela, a la litografía, la fotografía y el cine– ha sido tomado por asalto por la compulsión humana (¿o será sobre todo masculina?) de meditar, o babear, sobre nuestra sexualidad.
Incluso escritores o artistas establecidos escribían relatos pornográficos o hacían dibujos sucios con el arte de hacer el amor. En la muestra se exhiben ejemplos del poeta Charles Baudelaire y el pintor surrealista Man Ray.
En la era del dvd y la Internet, la obscenidad y la pornografía están a disposición de todos. La mayor parte del material en exhibición en la Biblioteca François Mitterrand, en la margen izquierda del Sena, se produjo originalmente en secreto, sobre todo para una clientela instruida y adinerada que fingía ante el mundo tener impecables principios.
Imágenes de diverso origen
Hay en la muestra una serie de grabados explícitos, pero graciosos, inocentes bocetos de recibidores o corredores cuyas puertas abren hacia escenas de entusiasta carnalidad.
Pertenecieron alguna vez a Leon Gambetta, muy respetado primer ministro francés del siglo XIX. ¿Típica hipocresía francesa? Pensemos de nuevo: algunos de los grabados de ejecución más bella y estilizada, pero brutalmente explícitos, provienen del Japón del siglo XIX.
La exhibición contiene también una serie de bellas escenas pastorales de principios de ese siglo, con dehesas, campos de maíz y botes de remos. Si se sostienen bajo la luz directa, se ven ansiosas parejas entre el heno y en los demás sitios, en lo que los curadores de la exhibición llaman tímidamente “posiciones ventajosas”. A esta serie la llaman la “colección inglesa”: los grabados fueron creados en la Inglaterra de Jane Austen.
Existe también todo un gabinete dedicado a las “novelas de flagelación”, descritas en el catálogo como una “especialidad inglesa” importada a Francia a finales del siglo XIX.
La mayor parte del material es de origen francés. El Marqués de Sade tiene tres exhibidores para él solo, en uno de los cuales se muestra el manuscrito de Los infortunios de la virtud, realizada cuando estuvo preso en La Bastilla, en 1787.
Hasta ahora, sólo a investigadores académicos de buena fe se les había permitido el acceso a la colección de L’Enfer. La omnipresencia de imágenes eróticas o pornográficas en el mundo moderno ha persuadido a la Biblioteca Nacional de que finalmente es permisible abrir las puertas del infierno.
Mitos y fantasías
“Hace 20 años, una exhibición así habría sido impensable, sobre todo patrocinada por un órgano estatal como la Biblioteca Nacional”, reconoció Marie-Françoise Quignard, una de los dos curadores de la muestra.
“El contenido de L’Enfer ha sido objeto de mitos y fantasías durante años. Muchas personas, por ejemplo periodistas, nos importunaban todo el tiempo para que las dejáramos echar una ojeada. Las actitudes hacia la sexualidad y el erotismo han cambiado. Hay gran interés por las conexiones entre la literatura, el arte y la pornografía. La biblioteca decidió que una exhibición sería aceptable y tendría éxito comercial.”
La muestra explora también la historia de la colección L’Enfer. ¿Por qué una biblioteca estatal reunió tal acervo y luego lo escondió? Ocurre lo mismo en la Biblioteca Británica de San Pancracio, que jamás ha abierto su colección –el Gabinete Privado– al público general.
La Biblioteca Nacional de Francia tiene por mandato recabar todo libro publicado en el país. Sin embargo, el torrente de textos eróticos y pornográficos no se integra a la colección que hoy se exhibe, sino a los estantes abiertos de la biblioteca.
La colección L’Enfer consta en su mayor parte de obras publicadas en secreto de mediados del siglo XVII al siglo XIX. También contiene algunas raras ediciones príncipes de otras obras eróticas, como el clásico sadomasoquista La historia de O, de Pauline Réage, publicado en 1954.
“La colección fue iniciada a mediados del siglo XVIII por los bibliotecarios reales”, explica Raymond-Josué Seckel, el otro curador principal de la exposición. “Creían que una biblioteca nacional tiene el deber de coleccionar todo lo que pueda ser de interés cultural o histórico para los especialistas del futuro”.
La biblioteca real se convirtió en nacional después de la Revolución. En 1830 creó una categoría aparte y restringida para los materiales de sexo explícito; parece que el nombre L’Enfer fue acuñado en algún momento de la década de 1840. Desde el principio, sólo se permitió el acceso a académicos de buena fe que pudiesen demostrar a satisfacción de los administradores que necesitaban ver un grabado o libro en particular. Jamás se permitió buscar entre el acervo.
A salvo de la hoguera
La colección, que consta de mil 700 libros y una cifra mucho mayor de impresos y folletos, fue obtenida en parte mediante incursiones y decomisos. Un lote procede de la biblioteca privada de un opositor al emperador Napoleón III, el cual fue decomisado por la policía, que buscaba material político, en 1866. Lo que encontró fueron cientos de obras antiguas que fueron juzgadas “contrarias a la moral”. Un tribunal ordenó quemarlas, pero el entonces director de la Biblioteca Nacional insistió en que debían salvarse para la posteridad.
La exhibición revela algunas diferencias históricas interesantes en los gustos eróticos. El material más antiguo, de los siglos XVII y XVIII, se refiere a los placeres de la carne como tales. La celebración de los placeres del dolor –impuesto o aceptado voluntariamente– comienza con el Marqués de Sade, a finales del siglo XVIII. La pornografía del periodo revolucionario es en su mayor parte política, en especial acusaciones obscenas sobre el apetito y la imaginación de María Antonieta en cuestiones eróticas.
El siglo XIX se concentra en la incendiaria sexualidad que yacía debajo de una vida doméstica estrictamente conservadora. “No impusimos ninguna censura; por fortuna, en la colección hay poco material que sea, por ejemplo, pedofílico”, indica Marie-Françoise Quignard. “Lo que uno descubre al recorrerla es lo repetitivos que son nuestra imaginación y nuestros intereses sexuales. Se encuentran los mismos temas e imágenes, la misma fijación con los genitales masculinos y femeninos, el mismo interés por formas poco comunes de realizar actos sexuales. Al final, uno se queda abotagado o simplemente ríe.
“Por otro lado, ésta es una biblioteca y, a final de cuentas, una exhibición literaria. Es fascinante ver cuántos escritores, entre ellos algunos muy conocidos de obras convencionales, como Georges Bataille, Guillaume Apollinaire, Pierre Louys, adoptaron distintas formas de abordar la escritura erótica, algunos con desesperada seriedad, otros de manera muy humorística.”
La exhibición L’Enfer de la Bibliotheque, Eros aus secret está abierta en la Biblioteca Nacional François Mitterrand, en el distrito 13, de 10 a 19 horas de martes a domingos, y de 13 a 19 horas los domingos, hasta el 2 de marzo. Costo, siete euros. Prohibida la entrada a menores de 16 años. (Sin embargo, por el precio de un boleto del Metro, cualquiera, incluidos menores, puede echar una ojeada al Infierno desde la línea 10.)
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya

Lourdes Franyuti: De Sevillanas





A mis queridas amigas de siempre: Ana Isabel González, Vanessa Aguirre y Adriana Flores que conocen y gozan de este apasionante baile.

El comentario de la semana: la corrida de toros del 28 de septiembre. Lugar: La Plaza de la Concordia. Los protagonistas: Teodoro Márquez, Benjamín Ramos y el famoso rejoneador español Nicolás Lois.

Triana abre con gran interés la invitación alusiva a tan esperado evento. La Academia de Danza Española que dirige y lleva su nombre ha sido escogida para presentar la variedad y, con ello, divertir a la afición antes de iniciar el encuentro taurino. Era un hecho que Triana bailaría con sus alumnas estrellas: Ana Isabel, Vanessa, y Adriana. Dos parejas para bailar “Sevillanas” era la mejor opción para la apertura de la Fiesta Brava. A la vez que acomoda la invitación en el sobre, Triana recuerda lo vivido cinco meses atrás, en la Feria de Sevilla del mes de abril… Se veía con su vestido rojo a lunares blancos, su cuerpo sumamente estilizado, dos claveles rojos sobre su oreja izquierda, la peineta larga en su cabello recogido; siempre altiva, garbosa, sonriente, restándole atención, sin duda alguna, a la Reina de la Feria, con quien baila un número de Sevillanas.

Lanza un suspiro al escuchar, sólo en sus recuerdos, la voz inconfundible de Nicolás Lois:

“Por el puente Triana
Pasa la Reina
No lleva corona
Tampoco peina”…

Ya con unas copas encima, el rejoneador tomó la pandereta del cantaor y soltó coplas exclusivamente dedicadas a la bella Triana. Ésta, a su vez, se contoneaba al son de cuatro movimientos dentro de su baile: paseíllos, pasadas, careos y el remate final; ejecutando en la última copla, un romántico y provocativo desplante… Se habían convertido en los protagonistas de la romería.

“¡Cinco meses han pasado!”. Se dijo Triana a sí misma. Después de revivir la alegría de aquellos días se dirigió a la Academia para programar los ensayos. Sus alumnas bailaban sin parar, ejecutando los pasos en pareja por compases de tres tiempos.

El día tan esperado por Triana llegó. Los aficionados tomaban sus lugares. Las botas de vino pasaban de mano en mano por toda la plaza. El humo de puro Alférez se respiraba por doquier. Silbidos y más silbidos. Hombres y mujeres aclamaban la presencia de las Sevillanas. Las luces se apagaron y los reflectores apuntaron a las radiantes bailarinas. Se inició el toque de guitarra con palmas, siguiendo el cantaor. El baile había comenzado y. con ello, una bulla desordenada distrajo a los espectadores. Los rumores se escuchaban cada vez más y más fuerte:
“¿Dónde está Triana?, ¿Por qué no baila Triana? ¡Triana! ¡Triana!”.

La incertidumbre de la concurrencia era notable. La chica más talentosa en el arte de la danza folklórica y popular de España, la bella Triana, no aparecía por ningún lado. Las sevillanas bailaron dos números y fueron ovacionadas una vez terminada su actuación.

La corrida inició con Teodoro Márquez. Hizo su aparición con capote en mano y a la voz de ¡Ole!, ganaba los aplausos del público. Siguieron las intensas banderillas. Dio comienzo el tercer tercio, y culminó éste con una impecable estocada que le valió dos orejas al matador. Muy parecido fue el desempeño de Benjamín Ramos, si bien, a diferencia del torero anterior, éste tuvo que recurrir a la puntilla en su segundo astado. Para rematar la jornada, la presencia de Nicolás Lois, el famoso rejoneador español. Sus rasgos delataban a su natal Andalucía. La algarabía era precisa. Las botas de vino volvían a volar de mano en mano.
Nicolás apareció sin anunciarse, rápido, sin hacer aspaviento alguno, con un toque esquivo en su mirada: no era él, cabalgaba distraído, pálido, sin gallardía, sin reflejar en su rostro gesto alguno; ninguna emoción. Los aficionados silbaban y abucheaban. Se notaba el descontento… un ambiente tenso.
Los cuestionamientos, rumores y demás conversaciones tenían que ver con la actuación de Nicolás Lois. Absurda de principio a fin. Algunos pensaban que había enfermado, otros, que se trataba de estrés acumulado.

Sólo existía una explicación a la conducta de Nicolás… Tenía que ver directamente con Triana. Minutos antes de la corrida, Nicolás la había visto ataviada de sevillana; no obstante, ahora lucía diferente: un cuerpo nada estilizado, las caderas anchas y, asomando a escasos centímetros debajo de su cintura, una criatura de cinco meses de gestación. Definitivamente, el cruzar algunas palabras con la bella y maternal Triana, cambiaron en Nicolás su semblante. Si bien La Feria de Sevilla los unió como protagonistas de danza y cante, también los había convertido ahora en los gestores de una nueva vida: la que ahora crece en el vientre de la bella sevillana Triana.

jueves, diciembre 20, 2007

Verónica Gutiérrez: Mamá Pata con (a)


MORADOR DEL RELOJ DE PÉNDULO

Hickory Dickory Dock
el ratón sube al reloj
las campanas tocan la una
y el ratón se da a la fuga
Hickory Dickory Dock

Hickory Dickory Dock
el ratón sube al reloj
las campanas tocan las dos
y el ratón vuelve al rincón
Hickory Dickory Dock

Hickory Dickory Dock
el ratón sube al reloj
las campanas tocan las tres
y el ratón corre otra vez
Hickory Dickory Dock

Hickory Dickory Dock
el ratón sube al reloj
las campanas tocan las cuatro
y el ratón opta por dejar el cuarto
Hickory Dickory Dock

ADIVINANZA DEL SEÑOR HUEVO

Humpty Dumpty subió una pared
Humpty Dumpty terminó por caer
y ni todos los caballos y soldados del Rey
pudieron de una pieza pegarlo otra vez

MARIA Y SU FIEL BORREGO

María tenía un pequeño borrego
de lana tan blanca como la nieve
y al lugar que María caminara luego
ese borrego la seguía donde fuere

TIEMPO Y COMPÁS

Diddle diddle, las notas de ligadura
El gato al violín pasa la garra
La vaca salta por encima de la luna
El perrito ríe de ver alcanzar las grandes alturas
y la vajilla huye con la cuchara

lunes, diciembre 17, 2007

Peniley Ramírez: Calendario



Los poemas aquí publicados forman parte de un poemario cuyo intento es describir cada uno de los 365 días del año a través del sentimiento de la autora. Calendario está dedicado, dice Peniley a:

Carlos Cerdán, estación de luz.


365

El umbral sangra
Gotean la casa y los espejos
caen a gotas los ladrillos
el adiós de esta ciudad sin dios
polvorea gotea sangra.

364

En mis coordenadas de noche
eres la primera nube.

363

Reinvento la realidad y el mundo no lo nota
Cuando la rosa se cansa y decide el suicido
te invento en la rosa.

362

Despedida
Mientras permanezco quieto en la carretera
o en el asfalto gris
la oigo en lo más profundo del corazón.
William B. Yeats

La horca de la isla de Innisfree sabe a niebla
Se me han pegado cristales en los ojos
los rostros sangran
quedo hueca

Vago fuera de mi sedimento
sonámbula entre las paredes de las jaulas
tecleo las venganzas de los pájaros
y robo de los nidos como sombra

He visto un laberinto entre las acacias
he probado su dulce fosa común
he sido muerta corriendo por kilómetros de muertos

Vago sentada en una isla de ruedas
vago coja entre los sonámbulos
soy el sabor a sal de las risas estruendosas
soy la mentira del camino

Y te busco en los regalos navideños
para que devuelvas luz
a los senderos cuarteados por asfalto
en tierras del progreso.

361

Te llevo de equipaje a la histeria
para que me regales la paz de las noches
sin cordura de nombres.

360

Qué haría la cordura con nosotros
A cuál árbol condenaría a la quiebra
cómo nos ensartaría con sus arterias filosas
hasta tumbarnos en las plazas
limpiando el camino a los caciques

¿nos elegiríamos cuerdos nos miraríamos siquiera?

Cuánto soportaría tus ojos de bestia
lanzan la voluntad al precipicio de lo posible
cuánto tus poros con pigmentos salubres
cuánto la soledad del mundo mientras duermes

Qué haría la cordura si supiera que amarte
es la suma del abismo y los lagos cálidos del sur
en cuál fragmento de cordura caben tus lágrimas.

Roberto Blaga: El Otro Alar



Las cosas más cotidianas,
las conviertes en milagro
Hernaldo Zúñiga

Nadie como tú durmió bajo mi tienda. Ni hubo una máscara Cretense que igualara tu memoria. No conseguí leer a Horacio o tener una espada etrusca, pero leí tu libro y me hice de él y dentro de él un Disfraz. ¿Sabes por qué? Sólo para cubrirme, ocultarme a la luz de la luna y no contar cuánto es que te amo; no tener que encontrarme entre arenas de estepa y mar, tratando de describir a cada uno, la mujer que vive dentro de esas hojas, y tener que narrar al primero que pase, que estoy loco por ti.

No decirlo por lo menos en esos dialectos sirios, armenios y árabes, sino en una lengua que nadie entiende; que no es comprensible para quienes tienen como medida el “eso no es posible”, el “no seas tonto”; sino, hablar con un lenguaje distinto: el del corazón lleno de reto y osadía, es decir de pasión única: un decir que te habla y te ama con sílabas y llanto entre-cortados.

Fueron Cioran, y tal vez Mutis y acaso Camus quienes, bajo cabecera y doblez, crearon otro Alar. Uno que ya nació así: adusto para morir y fiel a sí mismo. ¿Lo llegaron a amar? Eso no lo sabe él. Sabe, por uno de sus amados libros, que no ser amado es un poco de mala suerte, pero no saber amar, una verdadera desgracia. Y aquellos y otros dieron vida a este ser lleno de ironía y de llanezas para ver a otras mujeres...Hasta que te vio a ti, y en un solo instante te entregó su vida sin condición.

Un ser con la tendencia a vivir fuera de casa; junto a mares de escolleras antiguas e higueras que le crecen de frente para cubrir lo descarnado de su cuerpo; la herida profunda que le ha causado tu amor ya sin esperanza. Uno que vive sin que se le conozcan los altos amoríos de otros navegantes, mejor dotados, más fuertes, menos medrosos, y con astrolabios que dirigen mejor sus espíritus y son ajenos al destrozo. Uno hecho para encontrarte a ti: mujer Única entre todas. Hallarte no en NY, no en Singapur, en Bulgaria o Malta (donde se compró este cuaderno azul), sino aquí, frente al mar de espuma y sal. Un mar que le hace recordar el día: uno que para él fue su espera de cada día: un instante fulmíneo, un sable al corazón, que se quedó sin pensar, cuando te vio frente a él, leer un pergamino de amor y atar tú esa pasión con el poder de una lágrima.

¿Cómo te llamas realmente? Te llamas Ana y te escondes en otro nombre...Nadie sabe porqué. Sin ser apóstol ni completamente estratega, uno si ha podido adivinar el secreto de tu nombre. Secreto no adquirido en Bizancio o en la tierras donde Cioran el rumano me hablara que, de seguir pensando en ti, este insomnio cuya lucidez es en ocasiones vertiginosa, se me convertiría en tortura en vez de paraíso. No. Fue tal vez por cierta tendencia al amor y al ensueño, el que me concedió el conocer porqué: Otro nombre que no fuera Ana, jamás te hubiera acomodado. Uno escribe y busca, como Novalis en su Shemsamphorash, el nombre que legitime su vida y acaso también su destino. Te llamas Ana. Un nombre que, como tú, se lee al anverso y al reverso; como si un espejo (en un arrebato de dudosa quietud) quisiera desprender de él su Aura, el Aura, L’aura, en francés...
¿Es así? Escribo sin haber estado en Pérgamo, en Tebas o en Siracusa donde se habla de expertos en el pulir de los cristales: Lo escribo porque creo que fuiste hecha para mí, el errabundo, el nunca amado, el que busca en los secretos de los nombres el destino final de su amor y de su muerte.

***
Porque ¿qué explicación puede dar el destino a tanta demora? En tu espera perdí lo no tenido, arrojé la espada y vacié mi pluma. Se cuenta que ese Destino un día me abandonó para ir en busca de la mujer que él mismo ama. ¿Será verdad? Así lo dice Cortázar; y a él hay que creerle todo: incluso que Charlie Praker un día grabó aquel inolvidable Amorous lleno de cannabis y con la certeza de que ese día iba a morir.
O ¿es que mi voluntad puso menos que el deseo de presentarme ante ti, tal y como ahora me conoces: así, rejego, fiel a sus instancias, amante de lo imposible, procurador de lo absurdo y deseador eterno de tus labios; dueño de una espada (ya recogida del suelo) que sólo sabe decir: “No hay destino que no se supere con el desprecio?” ¿Será, amor mío, eso? ¿Será ello lo que me hace caer, Ana Laura, a tus pies?
Ana Laura es capaz de atrapar al menor de los vencidos, al más ausente y al más taciturno de los poetas. Su encanto va más allá de las fronteras de mi pluma, más allá de las órdenes de un corazón ya de por sí desordenado; mucho más lejos de aquel que en el vacío espera verla y, lo que mira, es un ángel, y ese ángel ya ha arrancado (otra vez) la espada de sus manos...
Esto, mi amada Ana Laura (la imposible) provoca en el poeta el daño irreparable de caer en la nada. No sólo eso, sino de aferrarse a vivir lo que de vida le sobra, pensando en Usted, insistiendo en su amor, deseando su cuerpo. Por alguna rara razón (de esas que excusan el porqué no buscarse mejor otra mujer más libre y menos difícil que Usted) ha querido este nuevo Alar, elegir la peligrosa senda de una negación sin límites y de implacables consecuencias: morir con el nombre de Ana Laura en los labios, y proferirlo hasta que los altos cielos se cimbren de amor y de coraje.
Tal vez ella se pregunte por qué tanto insistir en tenerla como guarda de un amor imposible. Por qué insistir si ya nada se puede construir. Por qué no me largo a la Thema de las fronteras persas y revivo allí amores pasados o consigo uno similar a los que ya abandoné. El nuevo Alar no sabe qué decir. Este otro Alar está enviciado de Usted y prefiere los tendajones y cuartuchos donde puede estar solo y meditar con la grandeza que Usted merece. Es un poeta simple; es un hombre descuidado de las estrategias del amor: tímido, callado; que tiene que atarse un listón azul al dedo para no olvidar promesas hechas; ya sea en la travesía de los sueños, en la construcción de sus mundos imaginarios: sean las altas regiones del Bujara, las tierras caladas de Antioquía o la Habana Vieja; tan parecida al Veracruz con edificios infectados por el salitre.

Se trata de un poeta, si bien noble, inseguro de saber si es amado pues (que él sepa, y lo dice sin temor a equivocarse) lo único que hasta ahora conoce es el desamor, el cual, según otro poeta, “es la metáfora de la muerte”. Por lo mismo, no es un individuo del que se pueda esperar algo, y, en tiempos en que la nostalgia llena su cuarto y lo abate, se consuela pensando en que tampoco, por más campañas que realiza en sus sueños ¾y que van desde la cima de los Cárpatos hasta la luminosidad de un jardín borgesiano casi al pie del asfalto citadino¾ la hermosa Ana, insustituible, habrá de darle el favor de sus amores. Alar es un hombre a quien le enseñaron que las derrotas no son amargas, si se evita que éstas se traguen y lleguen al estómago..

El Alar que escribe sufre del desgano riesgoso que rige en el desprendimiento hacia todo lo que signifique poder económico, lujo excesivo, el kitch de las regiones poderosas, la ambición al poder político y aun al lujo de su persona misma. Eso le lleva a obsequiar minucias: brasas ardientes que luego se apagan, un Taj Majal hechos de un papel económico o la simpleza de una copia encontrada al azar con un listón que pende del borde de la hoja, como indicación de un amor eterno hacia esa irremplazable mujer llamada Ana Laura.
Su forma casi monástica de vivir, le llevan al único atractivo de poseer vestigios: conchas de mar, un caleidoscopio de los Zares, un batracio traído de los mercados de Damasco y cosas menores que ahora sería ocioso nombrar aquí. No obstante esa su forma de ser, ésta le otorga también la osadía de amar a Ana Laura hasta la muerte. Le concede el valor de rechazar los pisos lujos y el motor 6 cilindros de un BMW con asientos de antílope. Cualquiera que supiera su historia, es decir, el mantenerse en un amor imposible como el de Ana Laura, a cambio del rechazo de una enorme cama y un cuerpo nada despreciable de otra mujer hermosa, se diría que este otro Alar padece de insanidad y que su amor por Ana Laura ya rebasó los límites de la locura.
Cuando escucha esto, el otro Alar, sólo ríe. Recuerda sus días en las tabernas --ya no sabe si en una de Turquía, en los desabastos de vino en Bulgaria, o en la cantina aquella de Puerto Banderas-- donde oyó alguna vez decir a alguien: “Si la mujer ama a un hombre, no hay casamiento; si es el hombre el que ama, hay boda: pero si ambos se aman ¿para qué entonces hace falta la liturgia y la bendición de la Emperatriz?” Esto lo rememora el Alar a solas; entre el olor de las magnolias y huele-de-noche; los viejos aromas ya familiares del molusco hacinado entre el escollo y los goterones que curvan el ángulo de láminas en los techos; y también, cuando toma el libro y brinca páginas y llega a ese instante en que Ana Laura deja ceñirse de la cintura, y algo más que un simple amor, o la sumisión a la Despoina o el qué dirá su corazón mismo, se deja llevar por el oleaje del mar, ahora ya convertido en una masa de estrellas que, lo único que sabe, es eso: Si hay amor entre ambos ¿entonces para qué los permisos de los jerarcas que, desde Constantinopla y Roma, suelen vigilar lo que desconocen?

Debe decirse de este otro Alar, que halló la extraña manía de desear a Ana Laura sin pedir nada a cambio. Cayó a sus pies --aquella tarde, ya contada del pergamino, y en él un poema a su belleza-- y desde entonces, sin que el corazón o su investidura de hombre y guía de ciertos clásicos de la literatura le dieran ventaja alguna, se propuso amarla sin pedirle nada a cambio. Sólo su silencio. Su enamoramiento por Ana Laura lo llevó a extrañas distracciones, al desorden de sus libros, a olvidar en los ríos el lavado de sus ropas encargado a mujeres de la ribera. Su mente sólo era para Ana Laura. Un trabajo que cualquier macedonio hubiera hecho en sólo tres días, le llevó a este otro Alar, casi una semana. Los amigos, nada extraños a la sospecha y el chisme, no dejaron de darse cuenta del ahora severo cambio en la conducta del Alar.

Si bien, otras mujeres jamás le habían hecho cambiar el combate y el honor como stratigoi; esta vez ni siquiera la intención de una de ellas --que le ofreció su mansión a cambio de tu tienda clavada entre el pedregal del río-- logró mellar en el Alar su amor por Ana Laura. Un amor, le dijeron, por demás imposible. Su solitaria e interior lejanía, eran el desayuno de quienes le miraban, ahora, con un brillo distinto en los ojos y –los más avezados—la identidad de ese carácter del Alar cuando se enfrentaba a lo absurdo e imposible.

En la imaginación ya cada vez menos lúcida de este otro Alar, ya no cabe saber porqué ama a Ana Laura con la pasión que lo hace: sólo sabe que ya no hay posibilidad alguna de romper con eso que él se impuso desde que se enamoró de ella. Ya no cabe saber tampoco si se trata de una Alesi que él rescató (en su pensamiento perdido) de los barberiscos. Este otro Alar sólo conoce de su desgarramiento por ella. De su demencia por Ana Laura. De su deseo terrible de tenerla entre sus brazos y que sus manos suaves y tibias (contrario a lo que ella misma alguna vez le dijo) abracen su cuerpo y midan en él –si penetrar es posible a las fibras del alma-- el tamaño del amor que el Alar siente por ella.

De vez en cuando. En tardes cuando el norte muestra su feroz dentellada y bate los techos de paja y zumba por la tienda donde este otro Alar cuida de sus libros, suele también echarse a soñar; y en el sueño simular que fue él quien (a base de más garabatos que poemas) describió, sin ningún temor, el día en que conoció a la mujer que daría a sus últimos días una profunda y nueva felicidad, y a su muerte una particular intención y sentido.

Fue así que su mente quedó atrapada para siempre en la belleza inigualable de Ana Laura. Verla lejana, indiferente, hermosa hasta la saciedad y llena de una ternura más allá de cualquier frontera que él hubiera podido conocer y conquistar, le fascinaron los gestos y bondad de ella, y –más que eso aún— convirtieron a este otro Alar en un adicto, en un necesitado, un esclavo de los que el mucho conocía: un ser inescapable a la hermosura y forma irremplazable de Ana Laura. Sin complicar para nada su mente, pronto dejó que su espíritu amara sin condición a esta mujer capaz de enloquecer lo poco que de cuerdo le queda, y quitar de su mano una espada para cambiarla por un amor cuyo doble filo parece tener serios límites. Se dice, --entre las otras mujeres que conocen al Alar y por puro decir aluden a su antigua imagen-- que es así como él, aplicando con rigor su fidelidad a ese amor imposible, consigue poner cada día en orden el tumultuoso y caótico latido de su sangre. Nadie ha comprobado nunca si aquellas mujeres tienen razón.

Para finalizar, se debe decir que una sola cosa se le critica a este otro Alar. El haber comenzado a amar a Ana Laura con la firme convicción de no pedir nada a cambio, pero ahora despertar bajo cielos tachonados de estrellas, deseando que esa mujer despierte a su lado. Es entonces cuando se levanta. Se acuerda que esas madrugadas están hechas sólo para los que sueñan. Tiene el Alar la oportunidad de apagar los fuegos de su corazón con tragos de buen vino traídos de remotas regiones o, mejor: pedir que una de las mujeres que hurgan a veces entre las cosas de su tienda, venga a saciar la voluntad de éxtasis que todo cuerpo humano demanda. Pero él se mantiene firme. No quiere a mujer alguna. Ama (¡Dios lo ampare!) lo imposible, lo improbable, lo absurdo. Que su deseo sea tener a Ana Laura en sus brazos, y que los labios de ella consuman los suyos, no le impide una (ya se ha dicho) rara virtud en él como hombre: su fidelidad a sí mismo. Y con ello, demostrar el amor inaudito que siente por su Ana Laura. Cuando piensa en ella y la obediencia que su amor le reporta, junto con la belleza traída por los sueños y de vez en cuando presencias reales gozadas en aquellos jardines borgesianos, una gran tranquilidad le visita y cada episodio de su rutina de poeta, de escritor, de estratega, se le ofrecen con una luz nueva y reveladora de insospechadas fuentes de vida. El amor por Ana Laura le impide ya buscar detrás de cada cosa significados remotos o improbables. Trata más bien de rescatar de ella esa presencia que le dé la razón para vivir cada día. Y esa razón, y esa improbabilidad no ponen a este Alar en el camino de nadie ni nadie atraviesa su senda sino sólo esa mujer por la que daría su vida entera. Escribe porque la ama con locura, pero lo hace sin esperanza. Habla, porque desea que Ana Laura se mantenga lo más posible cercana a él, regresándole sus, a veces, cartas absurdas, y antes de que el silencio pernicioso termine por poner punto final a lo único que él ama.

Consciente de que un día Ana Laura ya no tendrá de él memoria; este otro Alar libra cada día la ultima de sus batallas: es y no es, ama y desama, rompe y recompone; y en medio de todo este soñar en otro destino, de imaginar que tiene que ver con el qué hubiera sido si Ana Laura no hubiera visto en él el bárbaro inadvertido en el que ahora ya poco a poco se convierte al desear de ella su boca (cosa que, ya se dijo, se le critica); lo único que hace ahora este otro Alar es inventar que sueña mientras sueña: toma a Ana Laura de la mano, le entrega estrellas en la onda de su vestido levantado; le habla del mar y su potencia y se lo promete por puro esconder de él el coraje que siente cuando despierta y todo lo que lo inunda es su jerga destemplada y su forma de dormir sola y rabiosa.

El otro Alar. Este que escribe, ama a Ana Laura con la ternura que aprendió de los poetas griegos, con la dureza y el incendio que le proveyeron tirios y troyanos; y más que nada, con un corazón tan noble que si alguien lo adivinara, inmediatamente retiraría de su pecho la insigne de estratega que algún día le fue otorgada bajo juramento.
***
Finalmente. Debe decirse que este otro estratega ya no te dejará de amar (¡cuántas veces ya te lo habrá escrito!) Él no sabe por qué. Es su sangre la que se lo dicta...Es ella la que, después de tanto trajinar por el mundo, le ha indicado que eres tú su mujer ideal. Que no haya esperanza, le da igual. Que no lo ames; batallas y heridas no lo amaron jamás. Este otro Alar es uno de esos últimos herederos que saben amar de forma inmortal. Una manera única que da al hombre, a él, a este otro Alar, la respuesta que siempre buscó para el amor y que una mujer de nombre Ana Laura le vino a conceder. Creo en mi función de poeta, de hombre sensible y sencillo corazón y la cumplo cabalmente, conociendo de antemano que no es mucho lo que se puede hacer, pero que el no hacerlo sería peor que morir.

Y si eso sucede ¿qué más que hacerlo con tu nombre en los labios? Como el último estertor de una vida que tuvo sentido sólo cuando se te pudo amar a ti.

...................................................................FIN

Carolina Cruz: Y en esta esquinaaaaaaa


Llegué a la Fototeca el pasado viernes, esperando encontrarme el ring y los luchadores que formaban parte del performance que acompañaba a la obra fotográfica de
Lourdes Grobet “Espectacular de lucha libre” quien se ha dedicado con meticulosa pasión a fotografiar ese divertimento tan mexicano que es la lucha libre y tan antiguo que existe constancia documental de que la primera que se celebró fue en el año 23 A.C., y del cual aún persiste en ciertos medios la polémica de si es deporte o espectáculo. Lo que si es verídico es que en la antigua Grecia, la lucha libre tuvo un lugar prominente en obras legendarias y literarias
Me voy encontrando con la sorpresa de que no había ring, luchadores y no habría por supuesto performance. ¿¡Pero cómo?! Pregunto con asombro si precisamente por eso vine, estaba anunciado que así sería, le digo a Pati Marín. Pequeña y aparentemente frágil, con su vocecita me va relatando la historia. Por supuesto que no lo podía creer. La lucha libre es un espectáculo en el que el teatro, las coreografías y la extravagancia de las vestimentas se mezclan con la tradición y el folklor nacional.
Mi azoro iba creciendo conforme escuchaba, porque una sentida decepción se iba formando en mi interior: No es posible que el abogado Villasana haya prohibido un performance, con el argumento de que es una actividad privativa del Instituto del deporte.
Dice Roland Barthes es su fundamental ensayo “El mundo del catch” que la lucha libre (Catch) “es el más inteligible de los espectáculos” y páginas antes la compara con los grandes espectáculos solares, el teatro griego y la corrida de toros. Aunque la lucha libre es un híbrido, Barthes afirma que “no es un deporte, es un espectáculo” y lo ubica en la tradición del teatro griego y en las luchas grecorromanas.
Ahora bien, esta exposición “Espectacular de lucha libre”, montada en España, Francia, Argentina y en México en el Museo del Chopo, en el Auditorio Nacional y en el Metro del DF, se hizo siempre con su complemento: el performance. Traer la exposición cuesta 200 mil pesos (derechos que cobra la editorial Trilce, depositaria de la obra de Grobet), Paty Marín logró traerla a Veracruz gratuitamente, con la única condición que pone la Grobet: que vaya acompañada del performance. Para esta inauguración, la directora de a Fototeca de la ciudad, gestionó el patrocinio de Editorial TRILCE, Difusión Cultural UNAM, Empresa EXOTIMEX y TENARIS-TAMSA, quienes entendidos de la cultura, no tenían reparo alguno en que se acompañara del performance de los luchadores, vaya, ni el PAN, que tan santificado es, puso reparos ya que otorgó el permiso para que el ring se instalara en los bajos del Ayuntamiento.
Pero una atención de Villasana echó todas las gestiones para abajo, desde su cuadrilátero, inició el combate contra el espectáculo y en una posición de agarre ordenado (clinch), derribó frontalmente a su oponente, una joven artista que estudió Artes Visuales en la UV y ha seguido cursos de perfeccionamiento artístico en la École Nationale Supérieure des Arts Décoratifs, en París, y de arte-terapia aplicada a grupos marginados en la Universidad Complutense de Madrid.
Ya no me extrañó la ausencia del ring ni del espectáculo, lo que me desconcertó fue la actitud del abogado, que no queriendo la lucha libre adoptó una postura de jugador, y desde su esquina, arremetió con una puesta a tierra a la directora de la Fototeca.
Abogado, por Dios, déselas de buenas que la prohibición no tuvo mayores alcances, nacionales, pues la Grobet, es todo un personaje y pudiera haberse desatado un escándalo a nivel nacional. Reconocemos la mesura de Paty, por no evidenciar a Veracruz.
En pláticas y conversaciones sostenidas con Sergio Villasana, ha quedado claro que si bien no es un experto en disciplinas artísticas y cultura en todas las acepciones de la palabra; si es un hombre prudente, negociador, juicioso y respetuoso de las expresiones artísticas, que evidentemente nunca supo que Carlos Monsiváis reafirmó que la lucha libre es la cultura "del teatro de la teología a topes". (Definición acuñada por la propia Lourdes Grobet y aceptada por el medio artístico nacional).
Una exposición similar, titulada “Quiero ver sangre”, se presentó hace poco en el primer piso de las salas de exposiciones del Exconvento del Carmen, en el DF., en donde el aforo fue de 700 personas entre niños, jóvenes y adultos, algunos portando la máscara de su luchador predilecto y al grito de ¡que vivan los rudos!, se divirtieron admirando más de cien obras de escultura, fotografía y cartel realizados por el colectivo ArtGotch, donde participaron artistas como Carlos Maldonado, Sergio Harat y Jors, acompañados de personajes como El Asesino Negro, América Salvaje, Luzbel, Relámpago tapatío y Águila Guerrera, entre otros.
Esta exposición de Grobet se presentó en la galería del Auditorio Nacional, y fue sumamente concurrida, a decir de la prensa “no cabía un alma en el lobby del auditorio donde se montó un ring para disfrutar de tres luchas de exhibición, con luchadores de La Comisión Mexicana de Lucha Libre (CMLL), como El Valiente, Nosferatu, Euforia, La sombra, Lady Apache, Blue Demon Jr., La Parca, El Matemático, El Rayo de Jalisco Jr. entre otros.
¿Estamos extrañados, por qué abogado Villasana cometió usted este acto en contra de la libertad expresiva artística y diversidad cultural? ¿Alguien lo mal asesoró? No hubo alguien que le dijera que la lucha libre “sustenta su originalidad en todos los excesos que la hacen un espectáculo y no un deporte”, como tal vez se lo hubiera susurrado al oído Barthes si se hubiera enterado del atropello que iba a cometer. ¿No sabe que la cultura no tiene límites en sus expresiones? Más que aquellos que les marcan precisamente los funcionarios no bien enterados.
Ahora, en el ring, tenemos en esta esquinaaaaaaaa al rudo identificado por aquel que no respeta las reglas: da golpes prohibidos, hace llaves que no se valen y los buenos o técnicos que a contrapartida en esta otra esquinaaaaaaa respetan las reglas establecidas, en este caso, por las personas que autorizaron que la exposición viajara a Veracruz y se presentara en su totalidad, con el performance incluido.
Por lo pronto, seguimos con la convicción, junto con Roland Barthes, de que “nadie le pide al catch más verdad que al teatro”. Y le recordamos: quizá para el público, el performance, lo hubiera divertido mas que una obra de Moliere, porque como espectáculo es más teatro que el mismo teatro y más auténtico pues no requiere ensayos. Y de ninguna manera es privativo del Instituto del Deporte. ¿En qué momento el Instituto del Deporte se adjudico tal prerrogativa?
Ojalá este combate sea solo a dos encuentros, sin descalificación, penalización o amonestación y sí una levantada, porque al fin de cuentas no hay que olvidar que en cualquier juego ambos contendientes no dejan de ser leales entre sí. Y Paty es una magnífica colaboradora, que le resuelve muy bien las actividades de un recinto que se ha distinguido por la calidad de las exposiciones presentadas, muchas de ellas procedentes de varios países, con performance o sin él… pero siempre con chelas y música por favor.




Carolina Cruz: Las opiniones



Ante las declaraciones de Melgarejo a "Imagen del Golfo", Carolina Cruz se dedicó a recoger la opinión de algunos artistas plásticos porteños; he aquí el resultado.

Los artistas plásticos y algunos promotores culturales responden a las lamentables declaraciones vertidas por el encargado de Las Atarazas, Reynel Melgarejo, respecto de la situación que priva en el medio cultural de Veracruz y específicamente de un boicot del cual se dice víctima. Esta página, crítica como es, no podía permanecer ajena ante semejantes afirmaciones. Y aquí la opinión de los artistas plásticos.

Bernardo González Peña (artista plástico)
Como sabes, Carolina, el pasado lunes varios artistas plásticos sostuvimos una conversación con el gobernador Fidel Herrera, y muy al contrario a las declaraciones del señor Melgarejo, el gobernador manifestó su mejor disposición por apoyar por primera vez en la historia del puerto de Veracruz a los artistas locales y a los que viven en la ciudad haciendo arte. Manifestó su apertura a todos los proyectos que propongamos: En este contexto las declaraciones que hace Melgarejo acerca de que somos unos ignorantes contradice a lo expresado por el gobernador. Eso lo dirá él, que es el desconocido que vino a hacerse cargo de un espacio donde no cubre el perfil y él lo sabe y nosotros los sabemos.
Cuando llegó como director mandó hacer invitaciones con tiquets como si se tratara de un festejo de 15 años, por supuesto nosotros nos moríamos de la risa porque Las Atararazanas es un centro cultura no un salón de fashion week y para un comparar, tenemos gente con trayectoria, con perfil, como es Alejandro Schwartz, respetado y reconocido, imposible que pudiéramos comprara a Melgarejo con la maestría y educación de Schwartz, porque el primero carece de presencia y legitimidad.
Está equivocado porque nuestra molestia no es por el nombramiento de la Sala Leticia Tarragó, artista a la que todos respetamos, esa es la única buena idea que ha tenido, sino porque él esta desprovisto de toda autoridad para opinar de la cultura porteña, a la que desconoce pues como él mismo lo dice ni siquiera nos conoce. Y no somos nosotros los que tenemos que acercarnos a él, es al contrario pues es un servidor público, que ahora está atacando a quienes debería apoyar.

Enrique Delon (artista plástico)
El tipo está equivocado en sus actitudes, o tiene algún problema de personalidad. El problema no es el nombre de la sala sino que él hace las cosas a escondidas, sin consultar a nadie. ¿Por qué no se abre para el público porteño? El problema es la forma en que ha venido haciendo las cosas, con arbitrariedad y un aires de superioridad. Yo le preguntaría al tipo qué le pasa, por qué se maneja así.

Milburgo Treviño (artista plástico)
Allá este señor que nadie conoce, ni conoce a los pintores veracruzanos. No necesitamos en lo absoluto su reconocimiento. Ni siquiera conoce nuestros nombres. El se dirá un gran intelectual pero nosotros apenas lo empezamos a conocer. A mi como artista no me interesa su opinión; sus expresiones me tienen sin cuidado por no es un conocedor. No me interesa en lo absoluto de donde venga ni a donde vaya. Si reclamé alguna vez porque le puso el nombre de Leticia Tarragó, también fue un problema ocasionado por su desconocimiento. A estas alturas sigue sin saber quienes somos. Su función pasará sin pena ni gloria, aunque él dice que viene de la gran cultura de Xalapa, le aclaro que son culturas diferentes, los veracruzanos somos calor, pasión, piratas, crecimos con los nortes y ciclones, esa es la cultura de Veracruz y nuestra sangre es negra, lo que nos hace diferentes a los de otras latitudes como Xalapa.

Andrés Bolaños (artista plástico)
Me parece y textualmente lo digo, que los cargos públicos ya no pueden estar en manos de recomendados, de peinadores o maquillistas, porque en el estado de Veracruz existe una generación de gestores y promotores culturales calificados que son quienes deberían hacerse cargo de los recintos públicos culturales. Es una persona que no tiene la menor idea de lo que es la gestión cultual, por eso llega a imponer una visión pueblerina y absolutamente ridícula en nuestros espacios culturales. Sus actitudes y posiciones absurdas proviene definitivamente de alguien que no sólo no tiene el nivel sino que ha inventado protocolos caricaturescos y además su estancia daña el prestigio de un espacio cultural que ha costado mucho trabajo rescatar, promover y mantenerlo, como para que cualquiera venga a dañar su reputación.

Elisa Galvan (artista plástico, ceramista)
Me parece que cuando uno llega a un lugar lo primero que debe hacer es conocer el territorio, hacerse de un directorio, entrar en contacto con las personas con las cuales va a trabajar. Nosotros nunca recibimos un acercamiento de su parte. Ahora adopta esta actitud diciendo que somos retrógrados ¿Pues no dice por otro lado que ni nos conoce? Para su conocimiento somos personas pensantes con un grado de educación y cultura que él parece no poseer y estamos dispuestos a colaborar pero si la actitud de funcionario público es soberbia, no lo permite. El llegó cerrado con una postura de superioridad, como si nos menosprecia. El no puede hablar de nosotros porque no nos conoce ni siquiera de vista, muchos menos a nuestra obra. No es quien para calificar.

Margarita Cházaro
Me parecen muy graves esas declaraciones, sobre todo porque él no llegó con la necesaria apertura de criterio, incluyente, ahora que no se queje. Llegó e hizo lo que se le pegó la gana sin ser abierto y acercarse. Podría toparse con en la calle con algunos de los artistas y ni nos reconocería.
Debería haber convocado a participar en el espacio con una actitud distinta. No “ya llegué y hago lo que se me pega la gana”. Creo que no es la manera, ahora que no se queje si la gente no participa porque él fue el que ocasionó este problema y esta es la consecuencia de no haber tenido una apertura que él mismo reconoce. Es lamentable que a su actitud, ahora agregue estas declaraciones donde nos tacha de ignorantes y retrógrados.


Daniel Domínguez Cuenca (dramaturgo, director de teatro)
Fue una terrible falta de sensibilidad. Para ser una persona que vino de fuera lo primero que debió hacer fue haberse dado un tiempo para conocer e interrelacionarse. Conocer la problemática y el sentir que se vive en el puerto de Veracruz, no se trata de Xalapa o Veracruz, eso debe estar superado; se trata de las opciones de intercambio ente ambas ciudades, que se deben intensificar, lo cual implica que los Veracruz vayan a exponer a Xalapa, algo que pudiera haber promovido en lugar de estar entrando en pleitos y chismes con la comunidad. No lo hace por su falta de conocimiento de las artes plásticas y visuales. Es más recomendable guardar silencio y reflexionar sobre lo que ocurre y por qué se dio.

Carlos A. Corona (dramaturgo, director de teatro)
Esto deriva de la generosidad del gobernador, que cualquier pelagatos que se le acerca a pedirle trabajo, por quedar bien se lo da. Tenemos el caso de varias perronas que fueron a hablar con él y les dieron a su cargo lugares que no pueden manejar y desde los cuales solo han buscado la enemistad de todos y se ha cerrado a la buena disposición de la gente de Veracruz. Él se ha marginado solo, que siga así, que haga su cultura con los piojos, las chinches y las hormigas porque no necesitamos gente con esa prepotencia. Porque Veracruz destaca a nivel cultural no sólo nacional sino internacionalmente. Que siga solo, se hundirá solito hasta donde quiera caerse. Lo que necesitamos, y los hemos dicho, a través de ti, es gente incluyente y capacitada que quiera compartir lo mucho o lo poco con el todo de Veracruz.

Loló Navarro (primera actriz, directora de teatro).
Estoy muy en desacuerdo en cómo se entregan los cargos de los puestos culturales, solo porque alguien llega y los solicita. Hay veces que hay gente con talento pero en el puerto también tenemos gente valiosa. Dice la doctrina Monroe América para los americanos y Veracruz para los veracruzanos. Hay gente que se pasa de agudeza y pretender hacer creer que son de primer nivel cuando con su actitud demuestran que no tiene educación. El principal rasgo de calidad se demuestra con talento y trabajo y no vociferando estupideces.


























Ignacio García: Hechos no Palabras



Respuesta a las opiniones vertidas por Reynel Melgarejo a "Imagen del Golfo" en el sentido de que los artistas plásticos son "retrógradas".

El esteta, coreógrafo para quinceañeras y actual director del Centro Cultural Atarazanas, Reynel Melgajero “rompe” (como si algo hubiera que romper) el (su) silencio y en entrevista realizada por Jorge A. González para Imagen del Golfo, llama retrógrada la postura del artistas plásticos porteños que han decido vetar su veleidad y no acudir a los “festejos” que el dicho esteta celebra.
El diccionario, por si Melgarejo no lo sabe, define “retrógrada” como la “pérdida de memoria acerca de hechos que ocurrieron antes de la acción de un agente etiológico”.
Dudamos, sinceramente, que el término utilizado por él, se ajuste a lo que de verdad quiere expresar en su tardía defensa; el susodicho director de Atarazanas confunde el término y lo utiliza para auto-quejarse y despotricar en contra de los artistas que rechazan su actuar carente de sensibilidad artística, y se comporta “firme, seguro y desafiante” ante el consciente denuesto en que ha caído.
Melgarejo quiere que el artista porteño no sea retrógrada (seguro, confunde el término con lo bárbaro, lo inconsciente y lo rijoso) y trata también de “ignorantes” a quienes no conocen su trayectoria. La pregunta es ¿de cuándo acá una “trayectoria” (así sea la de un genio del arte) debe ser avalada, soportada y hecha cómplice cuando lo que se muestra de ese trayecto es la total insensibilidad de quien presume currículum y apoyos políticos para promover no el arte sino su ego y, de refilón, la imagen gubernamental que lo mantiene en el sitio dónde se halla? ¿Qué gana el artista local o cualquier otra persona con saber que Melgarejo tiene 30 años haciendo lo mismo nada más que en “medios artísticos de Xalapa”? Esto lo presume como si vivir treinta años cerca de una cantina hicieran al sujeto un experto catador de vinos. Por otro lado, que pobreza de apología intenta el treintañero, cuando avala que “ese fue motivo para que se fijaran en mí...” Había que interrogar a otros encargados de cultura acerca de sus méritos, y se vería que la mayoría los tiene ganados por “dedazo”, por aproximación política al “ahí se va”, y el pago de favores y recomendaciones.
Melgarejo intenta a la vez, tapar el hoyo de su incompetencia, haciendo del rechazo una victoria a su gestión..La misma lógica seguida por personajes cuya lesión emocional les impide ver (se le llama en psicología, “negación”) que la repulsión a su labor no es gratuita, no se trata de algo pasajero, sino que es un acto con base en lo que ha demostrado en su alicaída gestión y no se va a re-componer sólo porque “ya aprendió” e intenta hacer ahora lo que no hizo (por desdén al artista local) a pesar de su tan susodicha experiencia en los ámbitos del arte. Dice Melgarejo “poco a poco se van a ir acercando...” ¿Quién? Nos preguntamos. Ya que es tan valiente para romper silencios, demandamos nos diga nombres de quiénes son esos que poco a poco se le van a acercar, No puede. Y no puede porque desconoce totalmente al gremio al que jamás trató de ganarse bajo ese impulso xalapeño tan insulso de creerse el conquistador de la tierra nativa.
Como todo asunto para Melgarejo tiene un argumento “retrógrado” (que, insisto, nadie está obligado a abolir sólo para “recordar” lo que él ha hecho en otras partes), ahora pone como pilar de ese, su trago amargo, el hecho de haber bautizado una salilla del recinto que dirige, con el nombre de Leticia Tarragó. Resulta ahora que ella –-por cierto con todos los méritos de por medio para ser honrada de esa y mayores formas—tiene la culpa de la desgracia de Melgarejo. Pena debería de darle a él (no sé que piense la pintora Tarragó) el no haber buscado una sala más ad hoc a la gran maestría y talento de Leticia. Pero eso no importa. La burocracia estilo Melgarejo cree que poner y/o quitar nombres que honren a otros es una de sus tareas...Como se enreda en lo retrógrada, baraja nombres para pintarlos en sus salitas, y hace un juego de baraja en donde Raúl Guerrero “a lo mejor podría ser...”; pero no desde la óptica Xalapeña, la Atenas “por eso a sí le llama”, porque Guerrero es “nativo”...a pesar de ser un ejemplo porteño de disciplina y calidad artística. Si la política de Melgarejo es que “debemos aceptar” que, como sea, Xalapa es la mandona en esto de los intereses del arte..¿Por qué mejor no nos vamos a México, D.F. o a París o las ruinas griegas y elegimos mejor y con más sentido de competencia que la que establece este pobre esteta que funge como director de un espacio artístico porteño?
Finalmente, debemos de reconocer en Melgarejo su actitud, ésta sí, en el término psicológico adecuado, de retrógrada. Olvida, dado su agente etiológico usurpado por la soberbia suya (“yo no voy a buscar a los artistas”), que nadie busca su puesto y que debe saber que no se trata sólo de “dos personas” las que reprueban su (¿cómo llamarle?) gestión como funcionario de una cultura que va de pique gracias a personas como él; sino que se trata de casi todo el gremio, artistas e intelectuales, quienes no miran en él un personaje de altura para conducir los destinos de un espacio como el de Las Atarazanas. A toda su apología vertida en la entrevista ya mencionada, habría que decirle que omitió mencionar las barbaridades cometidas, que superan en número sus aciertos de actividades quinceañeras. Ya no recuerda (por ese espíritu retrógrada que lo acompaña) que bajo su mandato derribó el mural del artista venezolano Gotopo; que el artista hizo circular las fotografías por toda la red como señal del barbarismo ya mencionado, y que eso quedará en su expediente como un estigma, mucho más grande que las ganas que él posee para congraciarse con quienes jamás ha querido tener contacto alguno. Vaya un saludo retrógrada de este que escribe, para quien se niega a entender que los hechos hablan más que las palabras.

Ignacio García: Jon, Tarea de Romanos



El pasado martes 6 de diciembre, el grupo formado por Carolina Cruz, Lourdes Azpiri, Jaime G. Velásquez, y quien esto escribe, en representación de casi 70 artistas e intelectuales de este puerto, se entrevistaron con el Dr. Jon Rementería, próximo alcalde del Puerto de Veracruz. En dicha plática estuvieron asimismo el Lic. Antonio Vázquez Figueroa, en representación del Lic. Villasana Delfín, actual director del IVEC.
El encuentro se llevó a cabo después de cuatro sesiones que, por separado, sostuvieron artistas e intelectuales, y en las que se sintetizó lo presentado al Dr. Rementería; a saber: apoyo al movimiento artístico como distintivo de la gestión municipal, valorar y rescatar la producción y personal porteños, definición de un proyecto editorial de parte del ayuntamiento, la remodelación y equipamiento de los recintos culturales que dependen del H. Ayuntamiento, la recuperación del Teatro Clavijero (hoy en manos privadas), la formación de una compañía de teatro porteño y un inmueble digno que albergue la escuela de Artes Plásticas, entre otros importantes puntos.

Debe anotarse que el Dr. Rementería llego puntual a su cita, acompañado de su joven asesor cultural Luis Fernando Ruz Barros, y que escuchó con atención a cada una de las propuestas emitidas, comprometiéndose a analizar cada una de ellas en conjunto con el mismo IVEC y otras instancias lo es la posible formación de un Consejo Ciudadano de la Cultura.
Hasta ahí todo bien. Incluso, la conciencia (y sonrisa del próximo alcalde) cuando se le hizo notar el destrozo cultural que causó el paso de cuatro trienios panistas municipales recientes, y la “labor” de esos mercaderes de la política al lograr lo que nada pudo hacer antes: unirnos para realizar planteamientos serios que tienen que ver con el arte y la cultura del Puerto.

Ahora sólo esperamos que esa disponibilidad manifiesta del Dr. Rementería, no se convierta en una acción más de “escucha y omite”, al clásico estilo de los políticos en turno. Sabemos que las prioridades que establece un alcalde electo para sus encuentros con la comunidad van desde los que el mismo gobernador le obliga a atender, hasta aquellos en los que se deben pagar favores a quienes impulsaron su campaña, y ahora rondan al electo en busca de algún “hueso” de esos que la vieja usanza priísta aún reparte a discreción. Por ello, fue necesario recordar a Jon que no íbamos a pedir nada en lo absoluto, sino sólo a abrirnos para colaborar en su tarea en pro de la cultura veracruzana.

La comunidad de artistas e intelectuales ha planteado asimismo al doctor Rementería no repetir el fracaso de panista, en el que la cultura como tal se desvieló totalmente al ser asignada a gente con nulo conocimiento, arraigo y capacidad para la tarea: en otras palabras, no convierta en doctrina la línea de El Yunque panista de incrustar en lo cultural a gente improvisada, mal educada y con un nivel de funcionario de la cultura equivalente a menos cero.

Esperamos que esta junta, aparte de cordial, resulte fructífera en todos los sentidos. Que esa labor que el doctor Rementería llama de “romanos”, vaya acompañada de su buena dosis de sabiduría griega, y no sea (como alguien en la mesa dijo), “una tarea de villanos”. Ojalá y esa buena disposición mostrada a unos días de asumir su puesto, no la convierta de doctor (ya instalado en su gobierno) en la vieja práctica de la burocracia priísta: “vayan con X para que le diga a Y y luego venga con Z para ver qué quieren aquellos”. De él depende que esa unión que El Yunque logró en el medio artístico reprobando su gestión hasta el hartazgo, se convierta en su aliado o lo haga a un lado y sea (ya sin poder desunirlo) la piedra que ande molestando su sandalia romana.

Carolina Cruz: Jon, tranquilo, transparente, homogéneo



El indiscutible que el PAN en su emblemático menosprecio a la cultura heredó a Jon Rementería una zona de desastre en el puerto de Veracruz. De meses atrás viene la inquietud de la comunidad artística por conocer, primero los programas de cultura que planteaban los candidatos. Durante la multitudinaria (fehaciente muestra del interés y de la existencia de creadores porteños), reunión efectuada el pasado 23 de agosto en las instalaciones de esta Casa Editorial, nos dimos cuenta de que “no tenían”, estaban “improvisando”. Por supuesto, el asunto era serio y fue motivo más de preocupación.
Como dicen por ahí, el PAN logró lo que entre nosotros no habíamos podido: unirnos. Los diferentes gremios se las arreglaron como pudieron mientras veíamos literalmente caerse los recintos culturales. Algunas heroínas por ahí, siguieron con sus propios recursos en muchas ocasiones tratando de conservar programas de interés público, como Paty Gómez, encargada de cultura popular.
Cada gremio buscó sus espacios. Pero nunca dejó de ser crítico. La vida siguió. La llegada del PRI, con mayor apertura a las expresiones artísticas revivió la esperanza
(ojalá no digamos dentro de tres años como Joaquín Sabina: “No hay nada peor que lo que no se ha tenido”); de que mejoraría la atención y el presupuesto para un programa cultural digno que se vaya preparando para el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución.
Así la situación, después de varias reuniones entre los más que se pudieron convocar y asistieron, efectuamos mesas de trabajo con algunos integrantes de las diferentes disciplinas: artes visuales, artes escénicas y literatura, principalmente, para armar un listado de “pendientes”. Luego de buscar (me sentí como si estuviera rogando, cuando era un derecho como toda ciudadana) una reunión con el próximo alcalde Jon Rementería Gurutz (me encanta ese segundo apellido), nos encontramos con la sorpresa de que su candidato a Director de cultura, era un abogado (todo lo contrario a lo que esperábamos), además de 26 años. Qué susto. El joven Luis Fernando Ruz Barros, pronto se hizo valer, demostró que tiene si no la experiencia y el necesario bagaje, sí el interés y la voluntad. Preferible a una mujer u hombre amafiada y con compromisos hasta el cuello con medio Veracruz, cuya “disposición” de promotor cultural se percibe más por los posibles y buscados ingresos que por esa sentida inclinación natural, que se trae en la sangre.
La reunión con Jon Rementería se llevó a cabo el 6 de diciembre, con limitaciones: no más de tres o cuatro, con el tiempo contado. Y una actitud de displicencia, que nos dejó la sensación de “ay, sí, pobrecitos loquitos bohemios, vamos a darles chance”. Pues estos pobrecitos bohemios, la mayoría abstemios (que paradójico), le entregaron el resultado del consenso efectuado en los anteriores encuentros: remodelación y equipamiento de los recintos culturales dependientes del cuatro veces H. Ayuntamiento; recuperación y remodelamiento (se esta cayendo a pedazos) de la Casa Salvador Díaz Mirón para uso exclusivo de creación literaria; definir un proyecto editorial del H Ayuntamiento; otorgar a la Escuela de Artes Plásticas un inmueble digno; revisar la situación del teatro Clavijero; contar con una Compañía municipal de Teatro digna, apoyada, con recursos; convertir a los parques Zamora, Zaragoza, Ciriaco Vázquez y el callejón de Miranda en corredores culturales; designar a personal capacitado con experiencia comprobable en la Dirección de Cultura y en los recintos culturales dependientes del Ayuntamiento, de preferencia una persona de lo localidad con el conocimiento de la producción porteña y la visión global de los movimientos artísticos contemporáneos y ofrecimos apoyarlo en el “paquetote” de los programas del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución que le tocarán.
Como temas importantes pendientes fuera de la tarjeta quedaron: el rescate de los conventos, la rehabilitación y fortalecimiento del Archivo y Biblioteca Históricos Municipal (que es una vergüenza siendo nosotros el primer ayuntamiento de América, deberíamos tener los mejores tesoros documentales), y el Parque Zamora. Antes se aclaró muy bien que nos buscábamos ninguna confrontación, ni ninguna compensación, que como veracruzanos lo hacíamos por amor a nuestra ciudad, que el único ánimo que nos motivaba era proponerle nuestro apoyo en algunos puntos que consideramos de elevada trascendencia, aparte del programa cultural del trienio y los festejos del Bicentenario y Centenario.
¿Por qué ofrecernos a asesorar y apoyar, a hacerle su programa, inclusive gratuitamente? Porque el alcalde no tiene la obligación de ser experto, porque la mayoría de nosotros nacimos o hemos desarrollado parte de nuestra obra aquí y nos interesa Veracruz.
El próximo alcalde se la pasó sonriendo: tranquilo, trasparente y homogéneo. Como buen político (eso sí que rápido lo aprendió), no dijo nada. Se limitó a escuchar.
Se llevó la tarjeta de tarea, dijo.
Claro, nosotros nos quedamos con otra tarea más: sabemos cómo apoyarlo entre todos… pero… ¿Existe la voluntad política? A eso no contestó. La historia no termina aquí, somos un gremio unido (gracias PAN), y así como tenemos preguntas, humildemente tenemos propuestas.

































domingo, diciembre 16, 2007

Lucía Deblock: No podemos seguir así


Este cuento forma parte del libro Algo me dice tu silencio que la autora presentó el pasado jueves 6 de diciembre, 2007 en el CEVART Veracruz

De pronto estaban sentadas frente a frente. Natalia entretenía sus dedos rugosos con las líneas del mantel de cuadrillé azul; por su parte, la mujer buscaba partículas de polvo inexistentes sobre el brazo de la silla. El sol se enmarañó en el piso, formando incongruentes figuras de luz y sombra; el pesado silencio absorbía de inmediato las risas de los niños en la calle. Natalia supuso que ambas esperaban con la misma ansiedad el sonido de la tetera sobre la estufa.
Ninguna alcanzaba a descifrar qué descubriría más allá del silencio. Se mantenían quietas, atenidas a los segundos que con puntual insistencia parpadeaban en algún sitio oculto. El comedor, sobrio y de un color oscuro aún bajo la luz directa del sol, estimulaba la incomodidad con sus formas rectas. Al fondo del pasillo se veían las fotografías enmarcadas en la pared. La mujer se volvió a la derecha, fue como rasgar el silencio con los pliegues de su camisa blanca y desviar la atención de una espera tensa e impaciente. Fue entonces cuando vio la bolsa maltrecha y abotagada, pendida del perchero; Natalia trató de adivinar los vestigios envueltos en su capullo de lona.
El sol se ocultó un instante y borró el camino de enredijos que se bifurcaban sobre el suelo. Natalia respiró hondo y detrás del aroma a tallos partidos del jardín, percibió el olor profundo del aceite de cereza que se añejaba sobre la superficie de los muebles.
Temía moverse en la silla tiesa y la nariz empezaba a picarle. Hubiera querido acabar con ese cosquilleo, borrarlo como la última conversación con Luciano, que se fue justo después de susurrar con cansancio aquellas palabras. Siempre era así con el cosquilleo, volvía cuando le daba la gana, cuando estaba nerviosa. Se vio a sí misma tres meses atrás, con la impaciencia desgastada y la mano rota, llorando en la banca del parque como una niña que de pronto, se descubre perdida. Mientras se revolvía incómoda en la silla, recordó las preocupaciones comunes: su decisión de esperar a Luciano, posponiendo siempre el límite de tiempo, la urgencia por verlo en los días de lluvia, el enojo inasible que amanecía con ella algunos fines de semana, la necesidad de dormir abrazada a su pecho. No podía quejarse gran cosa, pero la última frase era distinta. Natalia llegó de la oficina una tarde encapotada para oírlo murmurar desde el centro de la cocina: “No podemos seguir así”. Tristemente, permaneció en la puerta con los tacones punzándole en los pies, reconociendo el terreno cenagoso por el que resbalaba la conversación, incapaz de entender la inercia de los acontecimientos.
Aquel día del parque, cuando tenía la mano rota, Natalia supo que esa demora tenía el viso de un mal presentimiento: Luciano nunca llegaba retrasado a sus citas. Al tiempo que miraba la resbaladilla amarilla y los columpios vacíos, lo imaginó en un pueblo con olor a agua estancada, en espera de un atardecer idílico, dejando caer al azar las caricias que ese día no pudo repartir por su piel.
—Al menos ya sabes que no cuentas con él— le dijo Elizabetta mientras le firmaba el yeso con letras redondas y anchas, propias de una mujer que ha enseñado a demasiados niños.
Fue mientras leyó las palabras de Elizabetta cuando en realidad decidió seguir adelante sin Luciano. Cuarenta y dos años y ninguna relación estable, pensó. Casi podía imaginar los comentarios de sus amigas cuando se enteraran de la separación: “Te lo dije...” “No vale la pena...”. Sara Fernández, la directora del colegio, le habló desde la experiencia que dejan cinco matrimonios arruinados, que la convirtieron en una mujer rica y flemática.
—Aprende a deshacerte de él.
No soportó la idea de convertirse en una necia más; no toleró verse como una mujer inútil que con su ingenuidad engrosaba la fila de las engañadas, se negaba a aceptar que había corrido en contra de la historia por el lado oculto del camino. En ese momento se sentía como la mujer fantasma que se esconde a lo largo de los años y de pronto, aparece olvidada en un rincón desierto.
Eligió una retirada discreta, sin escándalos ni discusiones. Intentó olvidar tres años de vivir juntos, seis propuestas de matrimonio —casi siempre cuando estaba borracho—, tardes de comida casera y memorables noches de tequila; también ignoró sus intentos por mantener el rostro radiante, aún sin el halo mágico de la maternidad y un hogar cálido sin la perturbación de las fiestas infantiles; a fin de cuentas, pensaba, estuvo allí para hacer sonreír a Luciano con la paciencia de un buen amigo y la creatividad de una buena amante, todo para que en otro pueblo, otra mujer, que disfrutaba de una fingida alegría algunos fines de semana, se quedara con todo.

La mañana pesada apretujaba las ramas de los árboles contra el cielo bajo; detrás de la ventana, de vez en cuando escuchaba los pasos de personas que caminaban por la calle, pero que ella no podía ver por la espesura del jardín. Percibió el olor a vegetales cocidos y segundos después, el agudo silbido de la tetera la obligó a reacomodarse en la silla; la mujer se levantó con su camisa blanquísima y se perdió en la cocina. Pensó en Olivia, en su voz atiplada, siempre molesta y equívoca; ella fue la primera en hablarle de San Cayetano, un oculto enclave a las márgenes del río, donde el silencio apaciguaba las sorpresas; dijo que visitó a una tía enferma y durante los pequeños sorbos alternandos entre té de limón y jarabe para la tos, escuchó los detalles del accidente.
Después de una gris relación de dos meses con un ingeniero alto e indeciso, Natalia volvió a la desganada soltería de las dos de la tarde; acompañada de Olivia y Elizabetta, comía sushi y finas rebanadas de pescado crudo cuando apareció el rostro de sonrisa torcida, visto en una marquesina de la fototeca, junto al colegio. Era el autor de la exposición inaugurada días atrás. Fue el contraste entre la tosquedad de sus manos y la delicadeza con que manejaba los palillos de madera lo primero que notó de Luciano. Natalia pensaba que su vida consistía en una sucesión de imprecisiones tortuosas, ideales lánguidos y búsquedas inútiles, y le sorprendió la pericia y prontitud con que Luciano moldeó esa vacuidad hasta darle la vigorosa forma de su presencia; le conmovió el distinto significado que adquirieron los silencios a su lado. También comprendió que por amor, se acepta todo.

Le asqueaba el olor de sus manos, a fierro, a suciedad; huella del autobús de piso metálico y ventanas rotas que la dejó despeinada y sumida en la tolvanera a la orilla del camino. Por primera vez veía San Cayetano, no se parecía en nada a lo que imaginó; ese nombre sin apellido le recordaba a un bastardo con olor a agua estancada que le robó lo que ella más quería, pero en realidad, sólo era de un pueblo ribereño de casitas blancas y azules que descendían en fila; un rectángulo sin ortografía y mal pintado le señaló las oficinas del síndico y los arcos rojizos, carcomidos por la humedad y abandonados en una esquina de pasto crecido, la cancha de futbol. Se rascó, la picazón volvió a morder su nariz. Echó a andar por el camino hasta los caseríos de los que colgaban anuncios de Coca Cola y papas fritas, donde alguien le dijo que para conocer mejor el pueblo, debía recorrerlo por la ribera. Se lavó las manos y fue al embarcadero. El río era pardo y cansado; al margen, chapoteaban insignificantes ondulaciones de agua. Desde la lancha, San Cayetano era un pueblo sin sonidos, increíblemente apacible, donde las malas noticias se mitigaban y la complejidad de los símbolos se escondía en la orilla fétida y fangosa. Comió pequeños camarones frescos en una choza de madera y piso de arena apelmazada, y después regresó al embarcadero. No quiso visitar las cascadas ni las pozas, se concentró en la parte trasera de las casas, buscando en el paisaje alguna incongruencia que le delatara la forma de lo que había ido a encontrar.
No fue la única vez que visitó San Cayetano, otras veces se metía entre las callejas de lodo y piedras y buscaba. Buscaba entre los rostros, en los ojos de los niños una mirada inquisitiva, ávida; un rostro anguloso con la sonrisa torcida, la curvatura en la nariz, un gesto conocido que limpiara de sombras la búsqueda. Indagaba en las muecas de las mujeres algún indicio de rechazo, un tono de conocimiento levemente despreciativo, pero todas las veces terminaba al borde del río, en silencio, bajo la luz ámbar, intentando precisar el lugar exacto que evocaba la imagen de otra tarde amarilla, inmóvil en la puerta de su refrigerador.
Entre semana, las ocupaciones triviales y los silencios de las tardes aislaban a Natalia de sus persistentes y secretas búsquedas. Se decía que el tiempo de una mujer abandonada estaba conformado por infinitas horas perdidas buscando respuestas, y minutos, tratando de integrar a la cotidianidad las sobras que quedaban de una misma. En ocasiones, superar la costumbre de la espera, era más arduo que tolerar la ausencia. La casa le venía grande, sobraban espacios que se volvían huecos fríos e inhabitables, imaginaba que por eso volvía a San Cayetano, para encontrar significados en la forma de una sonrisa torcida, del lugar exacto de una fotografía, de una mujer que suponía peor que ella. En su vida, el futuro se anudó con el siguiente viaje a San Cayetano.

Recordaba a Luciano con la cámara siempre al alcance de la mano, mirando la vida con avidez, como una constante sucesión de imágenes, obsesionado con la relación entre el complicado manejo de la luz y la perfección de la fotografía; lo había visto en silencio, sumido en la peculiaridad de un recuerdo o atravesando las horas con rumbo indescifrable, tras una idea. Natalia contestó a Luciano en la barra de sushi por la manera compleja como elaboraba sus preguntas, por lo inusual que le resultaba el trato con extraños, y por una razón tan caprichosa como que le habían gustado sus fotografías. Luciano era un hombre de hablar ligero y le delataba el carácter una sonrisa dispareja que se le escurría por un lado, obligándolo a guiñar el ojo; era honesto y asimilaba las cosas con rapidez; cada vez que tomaba una decisión, todo adquiría una urgencia final y definitiva. Así fue como se enteró que Luciano tenía mujer e hijo en un pueblo cercano y casi con sorpresa, le confesó que deseaba vivir con ella. A partir de entonces, Luciano alteró el mundo de Natalia con su impaciencia y sus imperfecciones; se convirtió en alguien capaz de amarla con angustiosa intensidad y de aceptar todos sus defectos. Desperdigó sus sonrisas torcidas, ropa, algunos libros y equipo fotográfico por toda la casa y comenzó a hablar en plural; se entregó a sus propios ritos y dejaba que ella, desde alguna esquina, los reconociera lentamente, intentando comprender el orden inequívoco de sus pasos; desde entonces, Natalia se sintió rodeada de tibieza. Sólo algunos fines de semana, cuando Luciano iba a visitar a su familia, la voz se le tornaba resignada y lejana, y en vez de un beso de despedida, se volvía para rascar la inquietud que hormigueaba en su nariz.

Fue en junio cuando el cielo estalló en aguaceros y un vapor denso lo abrazaba todo, un día de esos, Olivia le contó del accidente: el camión que iba a San Cayetano cayó en un barranco; fue una tragedia. Desde entonces, Natalia vivía con la conciencia de algo viejo y deslavado que de un modo extraño justificaba la ausencia de Luciano en el parque, el día de su última cita, cuando él pretendía explicarle el significado de la frase entonada con una morosidad fatigada a lo largo de tres complicados años de ambivalencias: “No podemos seguir así”. De una forma compleja, recuperó la dignidad de quien descubre que no fue engañado, y así, en medio de aquel equilibrio abstracto, de esa soledad impregnada de pérdida que sugiere la viudez, mujer y luto compartieron un tiempo arcano en esa ciudad de tierra hirviente y aire húmedo, que ajaba su piel con sol y sal, donde todo lo demás quedaba excluido.
Natalia escondió el esqueleto de yeso con sus letras redondas, las fotografías en blanco y negro y algunos libros en la parte más alta del armario. El resto de las pertenencias de Luciano las almacenó en cajas y sin saber qué hacer con ellas, las dejó al centro de la cocina, en una pila irregular y desganada, personificando la última imagen de Luciano, como si estuviera a punto de pronunciar una frase preñada de ambigüedad en cuyos ecos vibraba la verdad de una historia inacabada. Durante las apesadumbradas tardes en su casa y los ajetreados viajes a San Cayetano, se preguntaba si en realidad era una viuda legítima, si acaso su dolor estaba deformado por la clandestinidad o si tenía algún derecho para disponer de los recuerdos compartidos con Luciano.

La mujer había regresado de la cocina con el servicio de té en una charola de madera. Las servilletas de cuadrillé azul, a juego con el mantel, le advirtieron la forma como engañaba la incertidumbre y el aburrimiento de la espera. No se parecía al adefesio de sus pesadillas; era morena, delgada y de una hermosura sencilla, con una camisa blanca que resplandecía a cada roce de sol.
—¿Cuántas? —preguntó la mujer con la cuchara suspendida en el aire.
—Lo tomo sin azúcar, gracias.
Le entregó la taza, se sentó y por primera vez la miró de frente. Era una mirada suave que a Natalia la hizo consciente de las arrugas que acordonaban sus ojos sin maquillar. Sonrió apenas. La casa era más o menos como la imaginó, quizá no tan pulcra y ordenada, faltaba el rastro inquieto de Luciano o el barullo del niño; además, el jardín del frente era ampuloso y grande. Descubrió sobre la mesa lateral una fotografía donde Luciano abrazaba a un niño de más o menos seis años. Efectivamente, tenían la misma sonrisa torcida que buscó entre las callejas del pueblo.
—La tomó él mismo, el año pasado.
Natalia despegó la mirada rápidamente, como si hubiera violentado un secreto de familia. Nerviosa, se rascó la nariz y dio un sorbo a su té.
—Me imagino que usted lo conoció muy bien —dijo con un tono de voz franco; sin doble intención, agregó—Ya sabe como era él, muy reservado.
Natalia negó con la cabeza. En realidad no lo conoció bien, ese era el motivo por el que estaba sentada en esa mesa con mantel de cuadrillé azul, así lo dijo.
Luciano le habló algunas veces de la mujer, de la casa y cuando lo veía abstraído, con la sonrisa torcida inmóvil en el rostro, lo suponía recordando a su hijo. Pero todo aquello formaba parte de un universo colmado de especulaciones, al que Natalia no tenía acceso, un mundo privado y secreto al que le estuvo negada la entrada.
—Sí, era difícil de entender —contestó.
Las figuras que perfilaba el sol sobre la camisa blanca parecían crecer a cada movimiento. Natalia la miró con ojos tibios. Era más joven de lo que imaginó, se notaba una mujer sencilla, que no necesitaba nada; su mirada era sincera y por algún motivo, estaba segura que no le sorprendía su presencia. Natalia volvió a mirar la maltratada bolsa de lona, que indiferente y henchida, pendía del perchero.
—Fue lo único que se recuperó del accidente —y añadió sin violencia en la voz— No venía a quedarse.
Algo de aquella frase contenía un significado que retozó en el estómago de Natalia. Se volvió a mirar a la mujer, pero no encontró ningún signo de vehemencia o desilusión; ella divagaba por sus pensamientos con una tranquilidad lejana a la vergüenza o al entusiasmo, sin resentimientos.
—Usted se preguntará qué hago aquí, en San Cayetano
—No. En realidad, me lo imagino.
Natalia no supo a qué se refería, pero se revolvió en la severidad de la silla y se rascó la nariz. Con la mirada recorrió el espacio abierto de la sala, los muebles de madera sombría y las pringas de sol enredadas en el piso. Imaginó a Luciano desordenando las líneas rectas y limpias de la casa y con sus papeles, rumores e inquietud dándole sentido a los más oscuros rincones. La mujer se levantó con suavidad y dejó sobre la mesa la bolsa de Luciano.
—Usted debería tener esto —murmuró y regresó a su lugar.
Con la torpeza de una mano recién liberada de la trampa de yeso, Natalia se atrevió a palpar la consistencia rugosa de la lona; debajo de la caricia, percibió las irregulares formas del contenido. La mujer escondió la cara detrás de la taza de té y momentos después se disculpó, contaba con poco tiempo antes de ir por el niño al catecismo. Con la inflexión apresurada por la proximidad del adiós, Natalia pidió permiso para ver de cerca la fotografía de la mesa, ella asintió.
—Era extraño verlo reírse, así —dijo en un tono que no quería lastimar.
Natalia estuvo de acuerdo. La sonrisa era plena y franca. Regresó a la mesa y tomó la bolsa de lona con sumo cuidado, escuchó un ligero tintineo y sintió caer el peso hasta el fondo.
—Adentro —dijo señalando la bolsa— vienen unas fotos de usted, están un poco maltratadas. Tenía una mano enyesada.
Natalia caminó hasta la puerta y antes de cerrar la reja, se volvió a mirar a la mujer parada bajo el marco de la puerta, con la camisa blanca destellando de sol y su profundo aroma a cereza y murmuró un adiós desarticulado. Navegando río abajo, vislumbró una panorámica insólita de San Cayetano: resurgía, nítido y claro, entre el horizonte despejado y la espesura del follaje. Pasó de largo por la parte trasera de las casitas enfiladas y después de desembarcar, con la bolsa colgada en la espalda, caminó estrepitosamente, como si deseara que todo el pueblo se enterara que se marchaba de ahí. En la cancha de futbol esperó el autobús que la llevaría de regreso hasta el centro de su cocina, donde una embarnecida pila de certezas y recuerdos, aguardaba por un lugar en su propia historia.
Sonrió y mientras la luz resbalaba con holgura, celebrando el culto del verano, Natalia se reconoció al fin, oronda, con su bolsa de lona y la mano torpe, habitando la primer mañana de otro tiempo.