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lunes, diciembre 17, 2007

Ignacio García: Hechos no Palabras



Respuesta a las opiniones vertidas por Reynel Melgarejo a "Imagen del Golfo" en el sentido de que los artistas plásticos son "retrógradas".

El esteta, coreógrafo para quinceañeras y actual director del Centro Cultural Atarazanas, Reynel Melgajero “rompe” (como si algo hubiera que romper) el (su) silencio y en entrevista realizada por Jorge A. González para Imagen del Golfo, llama retrógrada la postura del artistas plásticos porteños que han decido vetar su veleidad y no acudir a los “festejos” que el dicho esteta celebra.
El diccionario, por si Melgarejo no lo sabe, define “retrógrada” como la “pérdida de memoria acerca de hechos que ocurrieron antes de la acción de un agente etiológico”.
Dudamos, sinceramente, que el término utilizado por él, se ajuste a lo que de verdad quiere expresar en su tardía defensa; el susodicho director de Atarazanas confunde el término y lo utiliza para auto-quejarse y despotricar en contra de los artistas que rechazan su actuar carente de sensibilidad artística, y se comporta “firme, seguro y desafiante” ante el consciente denuesto en que ha caído.
Melgarejo quiere que el artista porteño no sea retrógrada (seguro, confunde el término con lo bárbaro, lo inconsciente y lo rijoso) y trata también de “ignorantes” a quienes no conocen su trayectoria. La pregunta es ¿de cuándo acá una “trayectoria” (así sea la de un genio del arte) debe ser avalada, soportada y hecha cómplice cuando lo que se muestra de ese trayecto es la total insensibilidad de quien presume currículum y apoyos políticos para promover no el arte sino su ego y, de refilón, la imagen gubernamental que lo mantiene en el sitio dónde se halla? ¿Qué gana el artista local o cualquier otra persona con saber que Melgarejo tiene 30 años haciendo lo mismo nada más que en “medios artísticos de Xalapa”? Esto lo presume como si vivir treinta años cerca de una cantina hicieran al sujeto un experto catador de vinos. Por otro lado, que pobreza de apología intenta el treintañero, cuando avala que “ese fue motivo para que se fijaran en mí...” Había que interrogar a otros encargados de cultura acerca de sus méritos, y se vería que la mayoría los tiene ganados por “dedazo”, por aproximación política al “ahí se va”, y el pago de favores y recomendaciones.
Melgarejo intenta a la vez, tapar el hoyo de su incompetencia, haciendo del rechazo una victoria a su gestión..La misma lógica seguida por personajes cuya lesión emocional les impide ver (se le llama en psicología, “negación”) que la repulsión a su labor no es gratuita, no se trata de algo pasajero, sino que es un acto con base en lo que ha demostrado en su alicaída gestión y no se va a re-componer sólo porque “ya aprendió” e intenta hacer ahora lo que no hizo (por desdén al artista local) a pesar de su tan susodicha experiencia en los ámbitos del arte. Dice Melgarejo “poco a poco se van a ir acercando...” ¿Quién? Nos preguntamos. Ya que es tan valiente para romper silencios, demandamos nos diga nombres de quiénes son esos que poco a poco se le van a acercar, No puede. Y no puede porque desconoce totalmente al gremio al que jamás trató de ganarse bajo ese impulso xalapeño tan insulso de creerse el conquistador de la tierra nativa.
Como todo asunto para Melgarejo tiene un argumento “retrógrado” (que, insisto, nadie está obligado a abolir sólo para “recordar” lo que él ha hecho en otras partes), ahora pone como pilar de ese, su trago amargo, el hecho de haber bautizado una salilla del recinto que dirige, con el nombre de Leticia Tarragó. Resulta ahora que ella –-por cierto con todos los méritos de por medio para ser honrada de esa y mayores formas—tiene la culpa de la desgracia de Melgarejo. Pena debería de darle a él (no sé que piense la pintora Tarragó) el no haber buscado una sala más ad hoc a la gran maestría y talento de Leticia. Pero eso no importa. La burocracia estilo Melgarejo cree que poner y/o quitar nombres que honren a otros es una de sus tareas...Como se enreda en lo retrógrada, baraja nombres para pintarlos en sus salitas, y hace un juego de baraja en donde Raúl Guerrero “a lo mejor podría ser...”; pero no desde la óptica Xalapeña, la Atenas “por eso a sí le llama”, porque Guerrero es “nativo”...a pesar de ser un ejemplo porteño de disciplina y calidad artística. Si la política de Melgarejo es que “debemos aceptar” que, como sea, Xalapa es la mandona en esto de los intereses del arte..¿Por qué mejor no nos vamos a México, D.F. o a París o las ruinas griegas y elegimos mejor y con más sentido de competencia que la que establece este pobre esteta que funge como director de un espacio artístico porteño?
Finalmente, debemos de reconocer en Melgarejo su actitud, ésta sí, en el término psicológico adecuado, de retrógrada. Olvida, dado su agente etiológico usurpado por la soberbia suya (“yo no voy a buscar a los artistas”), que nadie busca su puesto y que debe saber que no se trata sólo de “dos personas” las que reprueban su (¿cómo llamarle?) gestión como funcionario de una cultura que va de pique gracias a personas como él; sino que se trata de casi todo el gremio, artistas e intelectuales, quienes no miran en él un personaje de altura para conducir los destinos de un espacio como el de Las Atarazanas. A toda su apología vertida en la entrevista ya mencionada, habría que decirle que omitió mencionar las barbaridades cometidas, que superan en número sus aciertos de actividades quinceañeras. Ya no recuerda (por ese espíritu retrógrada que lo acompaña) que bajo su mandato derribó el mural del artista venezolano Gotopo; que el artista hizo circular las fotografías por toda la red como señal del barbarismo ya mencionado, y que eso quedará en su expediente como un estigma, mucho más grande que las ganas que él posee para congraciarse con quienes jamás ha querido tener contacto alguno. Vaya un saludo retrógrada de este que escribe, para quien se niega a entender que los hechos hablan más que las palabras.

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