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martes, mayo 20, 2014



Por: Ignacio García

El autor de SENTADA EN EL FONDO DE UN BAR me ha dicho que este libro está mejor escrito que su anterior obra (NI MODO; ESTA VIDA  NOS TOCÓ VIVIR);  lo que predispone al lector a disfrutar este  nuevo libro  de un modo diferente. Poniéndolo en palabras simples, estamos frente a una novela puntual, bien precisa en sus diálogos, con la alternancia narrativa de una tercera persona y una primera (con monólogos de increíble poesía), además de las diferentes escenas que, a manera de flash back, se desarrollan sin dejar un minuto al lector; se le lee y emociona de forma atrayente. 
Así, sin mucho alarde ni malabarismos,  el autor lo mismo se detiene a describir minuciosamente su vida de infante, que recurre a las elipsis para dar saltos en el tiempo o en la evolución de algún personaje y centrarse en lo que más le interesa contar en ese momento. Las descripciones del pensar y actuar de cada uno de sus protagonistas, son tan transparentes en su quehacer que pareciera al lector estar inmerso en la escena.

En cierto modo SENTADA EN EL FONDO DE UN BAR pareciera ser una suerte de biografía, pero contada de un modo peculiar. En lugar de un narrador de principio a fin y que narra, evoca, juzga, interpreta o tergiversa maliciosamente mientras se ofrece a sí mismo como ojo que todo lo ve (y que de paso oculta y desprecia todo aquello que no le afecta directamente), en esta novela un narrador en primera persona hace las veces de punto de fuga en el que convergen las trayectorias de quienes han sido su entorno social y familiar. Pero la ambición del relato va mucho más allá del mero recuento de las peripecias de unos personajes: se trata de un recuento de los hechos que hacen pensar en la persona del propio autor. 

 El pretexto es  la historia de Pepe, un barcelonés bien adaptado a las entrañas de los territorios centro-americanos, y de Camila, una joven madre que por circunstancias propias de la crueldad humana se ve en manos de la trata de blancas, quien la prostituye. A partir de este hecho (que a decir el propio Joan Carles “no tiene sentido en el contexto del libro”) en el que Pepe se enamora de Camila (a quien más tarde pierde asesinada por un grupo de malandrines), el autor o crea historias paralela  a manera de un cinematógrafo y–ya se ha dicho—con  una pluma precisa,  llena de imágenes y personajes con emociones reales, soledad, fracturas de vida, recuerdos vívidos e incesantes, que para muchos no pasan de la cotidianidad, pero que están ahí, a la vista de todos, esperando manifestarse; y Joan Carles los relata con maestría.
En SENTADA EN EL FONDO DE UN BAR, todo se mezcla y encaja sin necesidad de forzar nada. Ni la historia de amor, ni los flashbacks que nos llevan a la infancia del protagonista o los incidentes de una madre que poco a poco pierde la memoria, salen sobrando. Menos aún la vida de las mujeres quienes se dedican al trabajo más antiguo del mundo y son víctimas de toda una red delictiva; que han  vivido como una auténticas esclavas de nuestros días, como miles y miles de mujeres que son esclavizadas por las organizaciones que se dedican a la trata de seres humanos en connivencia con todos los estamentos de nuestra sociedad. Estamentos políticos, policiales, judiciales y financieros que son indispensables para mantener este fabuloso negocio de la esclavitud.
No falta tampoco la reflexión del orden social que parece tener su raíz en la conciencia del propio autor –un antifranquista desde los 17 años--: en uno de esos flashbacks nos dice: Sin tener los catorce años cumplidos no podía buscar un lugar de trabajo formal, con seguridad social quiero decir. Pasado el verano y cumplidos los catorce encontré mi primer trabajo serio, en El Corte Inglés ¿Te acuerdas? Allí empecé a conocer lo que era la lucha de clases, a ver que unas personas iban a pie y otras a caballo. Que unos tenían muchas cosas, otros menos y demasiados casi nada. También me di cuenta que yo tenía muchas más cosas de las que me tocaban en nuestro escalafón social. No creas que te miento. Todo eso vi recién cumplidos los catorce años.
Cada capítulo del libro es una estampa completa. Pepe,  alter ego de Joan Carles, alterna   el estado de la madre que atacada por el Alzheimer  ya no reconoce,  con las etapas de su niñez, en donde se va otorgando identidad al niño quien revive magistralmente a su terruño  catalán. Contrario a que estos momentos quiten interés a la novela, son el eje central de ella; aquí la acertada narrativa del autor llena de interés el total de ésta. En cada palabra que describe crea una atmósfera que acompaña al lector hasta las últimas instancias de la obra. La meticulosidad de esta pluma, prolija y llena de pequeños detalles, no hace más que enriquecer una historia que per se llama la atención. Es, sin duda alguna, un acierto del autor la entrega dosificada de la información que va proporcionando al lector a medida que se avanza en la esta novela, hasta llegar al centro de ella: la humanidad del niño Pepe en el barrio de unas prostitutas, para él, demasiado familiares, y la declaración, sin tapujos, de que su madre es también una de ellas. Aunque era tan solo un niño, y sin saber porqué, intuía que el oficio de mi madre implicaba cierta inseguridad y la visita al bar se había tornado costumbre. Era una sensación placentera y triste al mismo tiempo; veía a mi madre, pero no me atrevía a entrar y mucho menos a intentar hablar con ella. Lo más que hacía era acariciar con mi minúsculo dedo su imagen tras el cristal, conteniendo las lágrimas que muchas veces conseguían resbalar por mis mejillas.
Para quien espera el desenlace de una sola historia, no la va a encontrar. Se trata de historias circulares en sí mismas. Se está frente a imágenes que caen en cascada y vuelven a subir, ya reunidas forman una suerte de reloj en donde un engrane mueve a otro, y éste a otro más.

En fin, una gran novela que se disfruta hasta  el fondo de ella…

3 comentarios:

Unknown dijo...

Muchas gracias Nacho por esta reseña entrañable.

Anónimo dijo...

Suena muy interesante. Por ahi estaremos, espero que la maestra Ursulita ya esté recuperada para entonces. Isabel Lorenzo

Anónimo dijo...

Maestro Ignacio, espero se encuentre de maravilla.
Quisiera ponerme en contacto con usted.
Asunto: Letras profanas.