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martes, febrero 10, 2009

Luz del Alba Velasco: Miradas Fotográficas en el México Decimonónico



MIRADAS FOTOGRÁFICAS EN EL MEXICO DECIMONÓNICO


Las simbolizaciones de género
de Héctor P. Serrano Barquín

Prólogo: Luz del Alba Velasco


MARTES 24 de FEBRERO de 2009
Facultad de Arquitectura y Diseño UAEM Universidad Autonoma del Estado, Auditorio Arq. Vicente Mendiola, Toluca Estado de México.

“La imagen no es más que la lectura que hacemos de ella: no existe mirada inocente”
Serge Tisseron

El atisbo en la imagen nos conduce momentos en que transcurren los recuerdos. La evocación nos trae así fotografías vistas a través de un lente empañado por el tiempo y plasmado en nitratos de plata; en rostros, gestos y circunstancias de la mujer del siglo XIX. Pathos generalizados en significados y valoraciones sociales que permitió a Héctor Serrano Barquín utilizar para referirse al vínculo que la fotografía decimonónica mantiene con la nostalgia, el paso del tiempo, la exclusión y la confrontación de los patrones sociales. En el presente estudio, el corpus de su investigación de más de 600 imágenes tomadas durante el periodo especificado, incluyendo algunos daguerrotipos tardíos es en sí misma una fascinante obra de detección histórica, que con visión inspiradora lo interpreta psicológica y socialmente en torno al fenómeno de la vida cotidiana de estas mujeres mexicanas retratadas. El autor arroja mucha luz sobre la historia de la sexualidad sumida en estereotipos, que nos dicen algo importante del carácter de la cultura de esos días y también del proceso por el cual se construye su identidad social.




En él recopila considerables puntos de vista de la sociedad retratada de la época, fijándose en las mujeres de clase media y alta, de los sacerdotes y el énfasis de la omisión del caso de homosexuales dentro de ese periodo de total androcentrismo. Desmenuza y bordea la estrecha frontera existente respecto al estereotipo del hombre viril y firme y el foco de orden social en donde la fémina queda caracterizada en una barrera de silencio de apariencia estoica e impasible ante ese sistema patriarcal común durante el siglo XIX.


Se ha dicho que la evolución visual de la fotografía radica en dos grandes aptitudes, la sumisión y la subversión en la que los fotógrafos han orientado su actitud psicológica a la vez que la constante en el desarrollo técnico de la foto. Así pues, la fotografía se convierte en una ética visual en la medida en que indica lo que merece la pena ser visto, es en sí misma el principio corolario de la designación de la foto, el la cual Serrano señala: “las imágenes fotográficas de la actualidad no necesariamente evidencian —con la claridad e ingenuidad de la fotografía decimonónica— que se haya disminuido en la tendencia a rivalizar a los géneros. El contexto cultural, la teatralización de las poses y la actuación de los modelos de acuerdo a su género se ha transformado; sin embargo, la confrontación de los géneros y el concepto binario no ha sufrido correcciones mayores en la actualidad”. La cámara de los fotógrafos de entonces, resulta así, de un inconsciente activo. No hay una “conciencia” trascendental que ellos se propusieran, sino como mucha una “inconciencia” que trascendió, o lo que es lo mismo, una consciencia sólo inmanente así misma. No hay –como diría Sartre-nunca una “posicionalidad” de la consciencia. Sino más bien un estar ahí que capturo y refracto, reflejo y comunico. En cuanto al retrato decimonónico no precisamente se caracterizó por la espontaneidad y el instante decisivo de Cartier-Breson sino, residía la manipulación principalmente de la atmósfera, la pose la expresión gestual, que genera una imagen a decir por Héctor Serrano:“inducida y producida desde la subjetividad masculina decimonónica, fotografías producidas entre 1860 y 1910 o a código visual de género para que evidencie ese inconciente”Así, notaremos una amalgama de estímulos que dispara para la reflexión sobre el “corpus fotográfico signado por el género” y por un discurso en el que él investigador, toma a la subyugación y dominación del género femenino y nos deja una gran evidencia por reinterpretar en la foto tomada en esa época.




En este análisis que propone Serrano, y fundamenta no solo los modos de ser y las preferencias, sino un arduo y disciplinario trabajo analítico en donde incluye autores en distintos campos sociales, antropológicos, semióticos y de arte dándonos así, un eficaz punto de vista de este inconciente óptico del México Porfirista y en la que la cámara oscura con sus maravillas de esquematización hace mermar a la conciencia que identifica a fondo la subjetividad de un hombre-fotógrafo ante el encuadre y ambientación de la mujer decimonónica.


El hombre como Homo-Faber afirma Bergson, contiene esa mismidad que lo separa del signo al cual pertenece, es como cuando hace un instrumento perfecto este lo toma como parte de sí mismo y lo identifica, le da ese fuerte significado signal. El autor de esta indagación de amplio alcance, establece pues, una estrecha relación entre imágenes características del siglo XIX y nos da a entender como se da una sociedad de poder en un contexto ideológico del género. Hace énfasis constante a “lo femenino” con una perspectiva más amplia para análisis de diversos problemas que derivan de desigualdades sociales agudizadas en sectores más desprotegidos, da ahí el consecuente interés de este libro por disminuir la inequidad genérica entre otros propósitos inaplazables para la sociedad contemporánea. Héctor Serrano, inserta una parte de su estudio a la representación social de los roles e identidades sexuales, que en este caso se entiende- o malentienden- como una permanente confrontación de la masculinidad con la feminidad, mediante históricos códigos visuales, relativamente precisos, y como diría Tisseron “imágenes que cumplen la función de favorecer la asimilación de sensaciones, sentimientos y estados del cuerpo cuya percepción activa o cuya memoria reactiva… ocurre con muchas fotos de familia.”




Visiblemente persuasivo el autor nos introduce al encanto de la reconstrucción simbólica en la que denota la reconstrucción cultural del ojo fotográfico decimonónico que condicionó el escenario principal para designar a la mujer en un papel de dominación masculina.Pero, además, podemos hallar otra faceta de la ética en esta búsqueda, yendo un poco más allá: la referente a la responsabilidad del fotógrafo como consolidador de un modelo psicoanalítico masculino que construye una antítesis femenina y niega así la validez del anterior. Ese legado androcentrista del monopolio fotográfico de la época será en esta lectura clave para entender la postura de su autor que deja una puerta entreabierta al diálogo entre sexos sobre sexos, este fenómeno social en que Serrano enfrenta el propósito mismo de la desconstrucción para proponer una construcción alternativa del orden binario preestablecido, lejos de ese foco euro-céntrico que teoriza y sueña mundos mejores, señalándonos lo que hay, la “circunstancia” a voz de Ortega y Gasset. El caso de las mujeres “desconstructoras” (la fotografiada) por haber adoptado un modelo creado por el hombre. La mujer como “modelo” discursivo desconstructor que continuaba siento una mujer “generalizada” y objeto de un doble desplazamiento: primero por el tradicional patriarcado y después por la desconstrucción masculina. Planteado así, el horizonte discursivo se enriquece y Serrano menciona: “La mujer fue representada en numerosas imágenes en las consabidas actitudes de debilidad, de sometimiento, mostrando “sus” valores morales y la función social de la reproducción de la familia. Otros atributos visuales femeninos, fueron las ataduras e identificación con el espacio interior; el uso constante de la horizontalidad y numerosas curvaturas, desde las formas propias del arreglo femenino, los objetos que acompañan a las mujeres, hasta las maneras de enmarcar las fotografías; así también, todas las formas de expresión y proyección del concepto virtud femenina.” La proliferación del discurso constituye pues, un factor importante de conocimiento para análisis sobre la “otredad” femenina .No me cabe duda de que la publicación de este libro constituye una valiosa contribución tanto a la historia de las mujeres mexicanas como a la historia visual estereotipada del siglo XIX, es estimulante y original la aportación del mismo. El discurso verbal es un medio óptimo para explicar mediante concatenaciones o causalidades de acontecimientos. Por su parte, la imagen, lleva a una compresión que va más allá del aspecto digital del lenguaje. La comprensión en este caso se apoya en contenidos analógicos de recreación de larealidad.




El discurso incluido en esta exposición alrededor de la dominación y subyugación del género femenino, deja innumerables evidencias para reinterpretar todo un momento del México nacionalista, cuya problemática social todavía resulta insuficientemente categorizada y tratada, sin embargo en este México decimonónico de Serrano nos da un meticuloso estudio de esta etapa y sus repercusiones socioculturales en cuanto al lazo imagen-conocimiento, dándonos así una perspectiva de género en la fotografía entonces tomada.




Tiene una capacidad apasionada para reflexionar sobre algunas de las cuestiones más interesantes de nuestra sociedad. Como ya dije, es inevitable verse contagiado de su entusiasmo y valorar, cada una de sus pensamientos. Y lanzarnos a las profundidades de la experiencia del Eros griego: divinidad que comunica a la oscuridad con la luz, la materia con el espíritu, al sexo con la idea, al aquí con el más allá. Quizás resida ahí la clave de por qué esta obra resistirá el paso del tiempo y el ritual de despertar conciencia.



ROUEN, FRANCEFEBRERO 2008

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