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jueves, abril 11, 2013

Alicia Dorantes: Los tristes colores de la Primavera


Los tristes colores de la primavera
Alicia Dorantes

La primavera es como un espejo, sólo que el mío tiene una esquina rota.

Mario Benedetti

 

Primavera recién nacida, hoy te envuelves en pañales de contaminación.

Hemos salido de viaje. Huimos del turismo que en los días “Sacros” abarrotan Veracruz. Sí, huimos de su mundanal barrullo; de las pilas de basura que nos heredan; de su música estridente; de sus cantinas ambulantes y sus ríos de alcohol; de su violencia in crescendo.  

Tomamos la nueva carretera que conduce a la Capital del país: ayer la Gran Tenochtitlan, hoy la ciudad de México. Sólo que nuestro destino era Tlaxcala. Abandonamos la carretera que cruza Xalapa; y olvidamos también la que serpenteando las cumbres de Maltrata nos pasea por los volcanes mexicanos: el Pico de Orizaba, en náhuatl Citlaltépetl: el cerro de la estrella, la Malinche, el Popocatépetl: “la montaña que humea”, y el Iztaccíhuatl “la novia blanca del Popocatépetl”… el viejo Goyo, el Goyo rezongón. Ahora tomamos una nueva y excelente carretera que se desliza sin sentir, en medio de ambos caminos.

Es una hermosa autopista: nos muestra a la derecha, poblados como Xilotepec, Chiconquiaco, Coacoatzintla y más allá, Naolinco y sus cascadas. El espectáculo es inmejorable… cuando lo percibimos de lejos, porque cuando nos acercamos a él, la vista duele. Duele porque el verde primavera ha mutado al café de la sequía; de la sequía extrema; de la que acerca a la muerte la tierra de hoy, de sus cultivos, de su ganado, pronto, muy pronto. Los verdes pinos que un día vistieron el paisaje, han sido y siguen siendo talados. Desaparecieron… El genio del mal, los arrancó, al igual que los encinos que alimentaron a los ciervos, ayer existentes…

Las milpas antes frondosas coronadas por doradas espigas, son sólo remedos del ayer. Su tamaño se redujo a la mitad, y todas sin excepción, abortaron a sus hijuelos: los deliciosos elotes o el dorado maíz, alimento ancestral de nuestro pueblo.

Los zacatales del camino, primero verdes y floridos, se tornaron solamente verdes, más tarde de color café… Hoy, son negros como el humo, como fuego consumido ¿por qué? Porque sucumbieron a un incendio tras otro.

Sí. Todo lo que ayer fue verde vida, hoy está quemado. Muerto. Sobreviven algunos magueyes, más grises que verdes y de secos cogollos. La faz de la tierra duele. Duele su sequía; sus muchas heridas: las cuarteaduras. Es una tierra agonizante por falta de agua, de cuidado… De amor.

El aire despiadado juega en la planicie formando uno, tres, diez o veinte remolinos con la tierra suelta de la superficie.

En las orilla de la carretera, de vez en vez, nace algún cardo blanquecino ¿Símbolo de esperanza? o quizá una aurea margaritilla remembranza de alegrías pasadas… pero pinos, cipreses, y ocotes… esos… son cada día menos…Cada día más ralos.

Los colores de esta primavera, son diferentes a los colores que tuvieron las primaveras de mi muy remota infancia... cuyos matices eran símbolos de vida

 

Alicia Dorantes

1-lV-2013

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