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viernes, febrero 23, 2007

Gilberto J. Peralta: Cumpleaños



Recuerdo que se acababa de terminar la segunda botella de tequila cuando Carlos empezó a hablar de la chava de la que está enamorado. El pobre buey sigue obstinado con una mujer que nunca le hará caso. Todos le dan consejos y le dicen palabras para animarlo; la verdad yo me abstengo, esa perra nunca lo va a pelar. Seguí tomando tequila mientras veía una pareja manosearse a mi lado. Siempre me gusta ver ese tipo de cosas, y más si las parejas son raras y amorfas, me cago de la risa.


Eran las dos de la mañana, muy tarde para ir a un lugar y muy temprano para legar a casa. Así que juntamos dinero y fuimos a comprar Brava, que es la peor cerveza que se puede tomar; un albañil es más digno y compra caguamas, nosotros no teníamos dinero ni para eso. Fui a comprar las Bravas con El Metralla, le decimos metralla por tartamudo, quien me intentó contar una historia que le había sucedido la semana pasada, pero entenderle algo a ese cabrón es muy difícil y la verdad su tartamudeo me caga de la risa, así que hice lo que siempre hago cuando estoy con él: asentir con la cabeza.


Llegamos a la tienda y había colas impresionantes: en una todos con cervezas en las manos y en la otra una escena muy bonita: chavas haciendo turno para entrar al baño. Se podía ver de todo en ese pequeño espacio: desde fresas impacientes con cara de susto hasta las gatas de las colonias más feas de la ciudad, todos como humanos, con necesidad de mear.


El metralla fue por las Bravas mientras yo observaba, ese tipo de lugares me ponen nervioso, pareciera que los ricos y los pobres fueran amigos, pero en realidad se odian y sentía que en cualquier momento ocurriría una desgracia. Pagamos las cervezas compramos unos cigarros y nos largamos.


Al llegar los demás estaban trepados en la camioneta, dije algo como –qué pedo- y Carlos contestó –nos invitaron a una fiesta, súbete-. Me subí con miedo porque Carlos estaba ebrio, pero confié en sus habilidades para conducir; grave error, estuvimos a punto de chocar varias veces y se subió a tres banquetas. Si existe un dios, en ese momento estuvo con nosotros.
En la fiesta no conocíamos a nadie así que hicimos lo que cualquier persona hace en este caso: lucirnos, caminábamos como en fiebre de sábado por la noche y todos se nos quedaban viendo hasta que Carlos tropezó y tiró la cerveza, lo que causó el abucheo de todos, tras varias mentadas. Parecían una bola de animales, que sacaban en ese momento ese estado de su ser.
Me aterricé en una silla y Carlos me siguió. Los demás se habían perdido, empezó a decirme algo de la chava que le gusta, pero no lo oí, yo estaba en el limbo del estado de ebriedad, me encanta ese momento, todo es lento y lejano, sólo piensas en no dormirte y entonces, mientras contemplaba al vacío fue cuando la vi, ella también me miró. Al darnos cuenta sonreímos coquetamente. ¿Qué diablos hacia una mujer coqueteándome?; y lo peor es que no decidía si ir a ver qué pedo con ella o quedarme sentando y aparte ebrio.


Nunca he sido maricón y menos cuando por el estado etílico me creo galán. Me paré y le pregunté por qué me sonría, dijo algo sobre que le recordaba a un familiar. Le pregunté su nombre pero no lo recuerdo, creo que era Rosa, no estoy seguro, la plática siguió fluyendo y me dijo - ésta es mí casa, ¿no quieres conocer mi cuarto?- esas son las cosas que siempre recuerdas, las que no se olvidan nunca.


Entramos a su casa y olía a casa de clase media-baja, ese olor por algún extraño motivo me gusta. Entramos a su cuarto y tenia pósters de grupos musicales de mierda, había una pequeña tele que me recordó una que tuve hace varios años, y una gran colección de peluches. Odio esos trapos que semejan ser animales, me dan miedo y me ponen nervioso. Miraba su cuarto cuando sentí sus labios juntos a los míos, así que le contesté el beso. Besaba bien, deduje que era una puta, pero en ese momento me valió madre, un buen palo siempre me baja la peda y me alza el ánimo.


Cogía muy bien y disfruté mucho al hacerlo con ella. Cuando acabamos me pidió mi celular y mi nombre, le dije Gerardo e inventé un número. Lo peor que me podía pasar en estos días era que una puta se enamorara de mí. Simplemente mi familia no lo aceptaría.


Salí del cuarto y Carlos estaba vomitando mientras Juan lo ayudaba, eso siempre me da asco así que fui a buscar un cigarro. La vieja me seguía y me quería hacer plática, la ignoré el resto del tiempo que estuve ahí. Espero que eso la haya hecho comprender.
Conseguí mi cigarro, agarre una latita de cerveza y me senté en la banqueta a fumar y a pensar en lo que acababa de hacer, siempre me da ese remordimiento después de hacer algo así, pero con lata se me olvidaba, Carlos se me acercó y me dijo –buey es hora de irnos- le contesté que sí y nos fuimos de ese lugar. Ni siquiera me despedí de ella.


Arrancamos con dirección hacia mi casa porque yo soy el que vive más lejos. Eran ya las cuatro de la mañana pero Juan dijo –muchachos, vamos a un putero- todos dijeron que sí al unísono. Mierda, ahora tenía que ir a huevo a un putero, lo peor es que se suponía que ya nadie tenía dinero, ahora todos tenían dinero.


Fuimos al Dreams, la verdad es un buen lugar, las bailarinas no están tan mal y la bebida no es tan cara, no hay maleantes, sólo maestros y obreros, es decir, el proletariado. Nos estacionamos y todos entramos alegres, había una joven bailando, muy buena, guera, con buen trasero y buenos senos la verdad fui feliz al verla, cuando la vi a la cara, tuve una gran sorpresa, era mi vecina de enfrente. La hermana de unos de mis mejores amigos bailando en un tubo medio encerado y mostrando todos sus atributos, verla fue lo mejor que me pudo haber pasado ese día, ver a la mujer con la que siempre me masturbaba bailando frente a mí, al verme solo pudo hacer algo y la verdad lo comprendo: salir corriendo a los camerinos.


Me quedé tan sorprendido que no dije nada, nos sentamos y pedimos una cubeta, el plan era una cubeta y nos íbamos. Vimos a las chicas bailar, pero no dejé de pensar en mi vecina en todo el resto de la noche. Nos fuimos del Dreams y Carlos dijo –no mames buey me van a meter la verga- eran las 6:30 de la mañana. Arrancamos y me fue a dejar a mi casa.


Al llegar observé la casa de mi vecina y pensé en qué estaría pensando ella. Abrí la puerta de la casa y mis papás no estaban, entré a mi cuarto y me acosté a dormir.
Diablos, cumplir quince años fue lo mejor que me pudo haber pasado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cultura, lenguaje, actitudes en un personaje que son muchos y reales, aunque lo bien narrado, fiel al entorno, no quita lo simbólico y menos aún las virtudes del texto. Una cruda realidad. Manolo.

Anónimo dijo...

Gil:

Creo que este cuento abre una forma de expresión muy a lo irvine welsh y por ahí va muy bien, el lenguaje me encanta. Me parece que aún le puedes sacar mucho jugo a ese personaje tuyo, que somos todos de una vez,

salud, patriota,

peni