Encuentra a tus autores aquí

viernes, enero 16, 2009

Gabriel Fuster: Errar es humano, levitar divino



ERRAR ES HUMANO, LEVITAR ES DIVINO


Tratándose de publicaciones culturales, una cosa es lo que escribe la comunidad de artistas e intelectuales con riesgo de contar su historia y otra lo que se escribe sobre la comunidad de los artistas e intelectuales a modo de acercamiento con el desarrollo de su obra, ésta última corresponde a los reporteros. Hoy todo el mundo se declara formalista y proclama la autonomía del periodismo cultural. Lo cierto es que toda selección, al final, es subjetiva, y ésta no aspira a ser la excepción ni a dar la última palabra, sino separar los pies del suelo.
¡Oh Tespis, mi musa, mi bendición, mi condena! Al igual que tú, he sido agraciado por los dioses con el don de las artes liberales. Un talento innato con el aguileño perfil de Carlos Fuentes y esta presencia con el paso contoneado y rostro mohíno de un kabuki. Se ha dicho que puedo decir más con el gesto de una ceja levantada que todos los tratados de la nueva hermenéutica en Ernst Fusch. Por otro lado, un parcial sinónimo de la exégesis de cualquier pasado mal recordado la tiene la mayor parte de las taiboleras con el cuerpo entero, pero mente y materia no es asunto de mezclas peligrosas con un tubo de ensayo. Hasta este día, críticos y admiradores de la obra de Alberto Contreras conversan en actitud de espera bajo su trabajo fotográfico que nunca se ha cansado de decirse a sí mismo “soy el centro del mundo”, mientras yo desenmascaro los objetos terribles dentro de los rayos X de su colonoscopia para enderezar un pensamiento de venganza anónima contra las becas de la ideología oficial. Eso es todo lo que sé y no me exigen boleto en la entrada, pues cada uno anda en su terreno. Sin embargo, aceptemos las cosas como son. Dostoyevsky escribió por dinero para mantener su vicio por el juego. Faulkner y Fitzgerald también rentaron su inspiración a la fábrica de los sueños, a cambio de un par de bebidas gratis. En el modernismo mexicano, Salvador Díaz Mirón cedió sus regalías por un escaño político. Apócrifo o no, la emoliente erudición de los genios que temporalmente hipotecan su integridad, transige con las más corruptas exigencias del mercado. Ahora, ya circula un poco del veneno del mundo por mis venas cuando el teléfono suena y se trata de Carolina pidiéndome que haga el trabajo sucio de los filisteos a cambio de la promesa de establecerme como una columna periódica en recompensa a mis actos y estos desasosiegos en ebullición en nuestras respectivas marmitas. La lección enseña que mi ego es sumamente confidente con el striptease en la cadena de las valiosas recomendaciones. No, me siento mejor de este modo. Además, anoche perdí mis lentes de vista cansada en Clímax.

No hay comentarios.: