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martes, enero 20, 2009

María Concepción Olmedo Aguayo: Los hijos de Bencomer


Encontré en la bitácora médica de un tío bisabuelo, su diario, o mejor dicho algo con la propuesta de una técnica quirúrgica que podría ser descabellada en 1906, pero ahora, en 1960 es posible mejorarla y aprovecharla.

Por lo que leo, quiso ser cirujano plástico, ya que el documento (no sé cómo llamarlo) contiene dibujos de anatomía humana tridimensionales, mostrando los límites perfectos entre el músculo, venas y arterias, así como abordajes reparar piel de quemaduras y heridas desfigurantes.

Parece ser que la naturaleza se unió al egoísmo de la esposa y el desamor de él, porque no tuvieron hijos. Así que yo, que llevo su nombre y apellido Gastón Bencome Deledesma, de una manera fortuita me convertí en su heredero. Mejor dicho, de una manera determinante porque al comprar el vetusto secreté a mi manirroto y holgazán primo, encontré en una parte oculta a simple vista, el grueso cuaderno empastado en piel y hoja de oro que me hizo dueño de un gran secreto y no pocas intimidades.

1º de Julio de 1906.

Un año exacto desde mi boda y un año también que no escribo. Tal es mi decepción y desánimo.
Mi plan de vida era obtener una beca para estudiar en París Cirugía Plástica. No quería pedirlo a mis padres, como hijo de familia. De ellos aprovecharía la relación con el Presidente de la República, el Cuerpo Diplomático, el Ejército y todas las instituciones culturales que frecuentaban. Estaba yo habituado al esplendor de la época y México era una réplica francesa: yo quería vivenciar el verdadero París.

Quería una modesta beca para vivir en un atelier en el corazón de Montmatre, comiendo con frugalidad y reunirme con amigos bohemios en las horas libres. Regresaría con novedosos conocimientos y listo para enamorarme de verdad.

El destino me hizo asistir a una velada literaria con mis padres, allí concertaría una cita con el director de Artes para hablar , con toda dignidad y por mí mismo como todo un hombre, acerca de mi petición.

Después de la hora de escuchar sobre escritores franceses, pasamos al coctel donde las damas ya podrían lucir su arreglo y sus adquisiciones de perfumes y joyería.
Alguien me presentó a un potentado general y a su hija, con quienes conversé sin interés pero sintiendo que debía dar un poco de importancia y atención a una dama tan poco agraciada, de quien la edad no podía calcularse por la gruesa capa de maquillaje que llevaba. Al momento adiviné su mal carácter, pero no me retiré aún.

¿Qué me costaba ser un poco educado y considerado? Claro, al otro día, al reunirnos con mis amigos nos reiríamos de mi atención. Ellos dirían que temí que el General aquel me nadara fusilar si dejaba de atender a su adorada hija. Nos volveríamos a reír y todo se olvidaría.

Esto no puede olvidarse. Se habló, se interrogó, se sugirió, se ofreció, se propuso…y quedé comprometido a visitar a la dama al día siguiente: a los tres meses estaba casado con ella; dueño de una mansión y un lujoso consultorio.
Adquirí un suegro escrutador con quien hablaba lo menos posible; así como una sobre-protectora, sobre-actuada y encimosa suegra que con gran amabilidad nos llevó dos ayudantes de casa y una secretaria, para el consultorio; los tres, de mal ver y trato peor.

21 de junio de 1901

A Esmeralda, la mujer que me compró, le debieron poner otro nombre. Así no resaltaría su falta de brillo , alegría y esperanza.
Sus preocupaciones son el arreglo personal, principalmente los afeites y perfumes, las compras, las fiestas fuera de casa, A nuestra casa sólo asistían los padres a comer todos los viernes y ellos iban a la suya los sábados. Conmigo habla poco; de lo que quiere comprar, de lo prematuro de sus arrugas. No la contradigo. Hago lo que desea y me retiro cuando lo pide…

30 de junio de 1901

Mi esposa leyó un artículo en el periódico donde describen unas operaciones que experimentan en Estados Unidos para rejuvenecer la cara y me hizo explicarle cómo son, cómo hago para reparar a los quemados, cuánto seguro sería una operación así.
En un arranque de sinceridad y honestidad, le platiqué el proyecto que estaba yo elaborando, rogándole que no lo comentara porque lo deseaba presentar en un futuro no muy lejano.
Este procedimiento no requiere de cortes peligrosos… ¡Imagínate, despegar toda la piel de la cara y luego volverla a colocar! “Como desollar un gato “ –terminó ella.
Haciendo orificios en la partes que se deseen jalar o estirar, se introduce una aguja que toma aponeurosis y músculos internos; no sólo la epidermis, y se ata el cuero cabelludo donde no se vea. “Como hacen los tapiceros” –agregó ella.
Se usa anestesia por menos tiempo y el período de recuperación también tendrá que ser más corto. Si se logra no lastimar un vaso importante ni tocar un nervio, el resultado es maravilloso ¿No crees?

24 de agosto de 1901

Es una verdadera tentación acceder a los ruegos de esmeralda. Si lograra yo un gran éxito, todo cambiaría en mi vida; sería un médico reconocido, si bien, rico ya lo soy. Daría conferencias, conocería gente interesante…Tal vez hasta me enamoraría.
Si las cosas salen mal, el padre se encargaría de hacérmelas pagar y entonces ya no habría desilusión, desánimo, nada, nada.

30 de agosto de 1901

Esmeralda se ha convencido. Dirá a sus padres que saldremos de vacaciones por unos días para que no la vean hasta haber superado el malestar de la anestesia, una posible inflamación. Igualmente despediría al servicio por estos días y los dos juraríamos no decir nada sobre la operación hasta no ver resultados positivos.


2 de septiembre de 1906

Al volver de la anestesia, Eesmeralda se miró al espejo y milagrosamente no vomitó ni se mareó como era de esperarse. Observó su cara, un tanto extraña pero bella, lisa, tersa…. Tomó mis manos y las besó.

4 de septiembre

Esmeralda tiene fiebre Las pequeñas incisiones están rojo escarlata e inflamadas. Me pide que ponga tomates asados en sus pies y le dé infusiones de ruda y pelo de elote. La fiebre no cede y yo me muero de miedo.

6 de septiembre

Empeora cada momento. El dolor de cabeza y su cara tumefacta no le permiten moverse ni abrir los ojos. Le ruego que me permita llamar a sus padres. Les quiero confesar todo. Tienen que verla. “Llámalos, Gastón, pero júrame que no les dirás lo que hemos hecho. Mi padre me reconviene tanto por los maquillajes que uso. Dice que además del polvo de arroz, éstos tienen una base de arsénico, y va a pensar que a eso se debe mi mal.”
“A ti te quiero agradecer estos meces de ilusión y esperanza que me diste y la oportunidad que me concedistee de verme, así sea por un momento, bella”

Efectivamente, sus padres atribuyeron el mal a esos pomos egipcios que ella compraba en su desesperación por mejorar su aspecto.

Momentos antes de morir, tomó mis manos y volvió a besarlas. Entonces comprendí mi ceguera al juzgarla de fatua y superflua. Sin querer, pensé en Miguel Ängel, a quien se le juzgó como homosexual por su culto a la belleza del cuerpo humano. Igual ha sido la devoción a mi esposa con respecto a la belleza.
¿Cómo juzgar a un miserable que sientas a tu mesa porque come con voracidad y grosería?

12 de septiembre

Guardaré este cuaderno donde escondí mi primera carta de amor y mi primer cigarro. No lo voy a destruir para quien tenga en suerte encontrarlo y se encargue de escarnecer mi nombre y mi recuerdo. Más aun si fuera alguien de mi sangre; tal vez se conduela y ruegue por mi perdón.

No te preocupes tío. No te juzgo y nadie lo hará. Hubieras ido a la gloria con un poco de antibiótico y, tal vez, con otro tipo de hilos. Nadie sabrá lo que hiciste; ni bueno ni malo. Qué pena.

Quemé el valioso cuaderno, no sin cierto dolor. No era cosa de arriesgarse a que le hablara mal de mi sangre o de que yo perdiera algo de “mi” maravilloso proyecto. Así es que manos a la obra: a preparar mi exposición.

Hoy presenté en el Congreso de Cirugía Plástica mi trabajo. Quedaron maravillados, maestros, compañeros, familiares. Sin embargo, sólo me otorgaron una mención Honorífica, y el primer lugar, las becas, el millón de pesos, se lo dieron a un trabajo muy simple, inferior al mío.

Al llegar al consultorio, no fui a casa; sólo para alargar el momento de la frustración de mi esposa e hijos, todos bellos, todos sanos. También para revisar la Convocatoria que lanzó el Congreso este año….Tenía que encontrar el porqué de tal injusticia,

Entonces terminé de leer el afiche que no había leído completo; tan seguro estaba de ser el ganador.

EL PRIMERO Y ÚNICO PREMIO, SERÁ PARA EL TRABAJO MEJOR SUSTENTADO, CON ANTECEDENTES HISTÓRICOS Y EXPERIMENTALES.

FIN




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