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martes, enero 27, 2009

Valerio Magrelli: Perfil / Entrevista / Poemas


Valerio Magrelli, un poeta claro y vertiginoso
RAFAEL VARGAS



El poeta italiano Valerio Magrelli estuvo en México como invitado de honor en la vigésima segunda edición de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, celebrada del 28 de noviembre al 6 de diciembre pasados.


En nuestro tiempo, los poetas no tienen el mismo renombre que los novelistas ni venden el mismo número de libros, pero con el solo propósito de establecer un parangón, digamos en términos puramente literarios, Magrelli es tan importante como un narrador cuya ausencia en la FIL muchos lamentaron: Alessandro Baricco.


En México, el poeta italiano cuenta, de tiempo atrás, con la atención de un creciente grupo de lectores, y por ello vale la pena resaltar su estadía en nuestro país.


Magrelli nació en Roma en 1957, donde estudió filosofía, literatura alemana y música. Más tarde, en París, estudió literatura francesa y hoy es reconocido como uno de los principales conocedores de las obras de Stephane Mallarmé y Marcel Proust.


Profesor de literatura francesa en la Universidad de Cassino y de traducción en la Escuela Europea de Traducción Literaria en Florencia, Magrelli ha sido colaborador de revistas y periódicos desde mediados de los años 80, y algunos de sus artículos más recientes pueden leerse en la página electrónica del Corriere della Sera, el mismo diario en el que durante años colaboró Eugenio Montale.


En un artículo publicado el pasado 30 de junio, bajo el nombre "Abusos y protección. La antigua Appia padece el síndrome de Gomorra", el escritor lamenta los ataques y violaciones que sufre el patrimonio histórico de Roma, entre ellas la Via Appia, la calzada más antigua de esa ciudad (trazada hace más de 2,300 años) y uno de sus principales emblemas.


Señala en su texto:"¿Podríamos imaginar un abuso semejante en medio de las Pirámides o de los monumentos aztecas? En cambio, algo que nadie se atrevería a hacer en Egipto o en México es realizable en Italia, en el corazón mismo de la capital." Autor de seis libros de poemas, escritos durante 21 años --el más reciente es la compilación Disturbi del sistema binario--, Magrelli también ha publicado tres ensayos (sobre Joseph Joubert, el dadaísmo y Paul Valéry), seis ejemplares de narrativa y prosa diversa y dos obras de teatro, además de traducciones de autores franceses y numerosos ensayos sobre literatura francesa, todas ellas publicadas en revistas europeas.


Su nombre empezó a resonar en México en 1980, a raíz de la publicación de la breve antología 4 poetas jóvenes italianos, presentada en la FIL por Guillermo Fernández, quien exactamente diez años después entregó una selección bastante más amplia bajo el sencillo título de Poemas, publicada por la editorial El Tucán de Virginia.También en 1990, la colección Visor lanzó el primer libro de Magrelli, Ora serrata retinae, una edición que suscitó una gran atención en España, pues la autora en versión castellana era Carmen Montero, en ese momento esposa del presidente Felipe González.


A lo largo de esa década, tanto en España como en México y Argentina se tradujo con frecuencia la poesía de Magrelli. En nuestro país, la revista Vuelta dio a conocer diversos poemas y textos en prosa en versiones de Aurelio Asiain, Fabio Morábito y Ernesto Hernández Busto.En 1994, para contribuir a la edición conmemorativa por los 80 años de Octavio Paz, Las palabras son puentes, el italiano envió un hermoso poema denominado "Carta sobre la invasión de los dinosaurios."Poco tiempo antes, Paz había hecho un elogio de la obra de Magrelli, que llamó la atención de muchos lectores hispanoparlantes.


Lo dijo así:"Valerio Magrelli pertenece a la generación de poetas europeos posterior a la gran explosión de 1968. Tal vez como reacción al estrépito y al fulgor de esos años, más ricos en gestos que en obras, su poesía es un soliloquio escrito con lápiz en un pequeño cuaderno a las horas más altas y silenciosas de la noche. Poesía clara como el agua en el vaso de vidrio y, como ella, vertiginosa: en su claridad se ahogan las miradas. Poesía en la que el pensamiento se mira pensar y, al pensarse, se desvanece."Si bien durante su estadía en nuestro país no hubo oportunidad de escuchar a Magrelli en la Ciudad de México, es posible leer uno de sus cuentos: "El condominio de carne," incluido en la antología Cuento italiano del siglo XX, recientemente editada por la UNAM en traducción de Guillermo Fernández

ENTREVISTA


Por Liceo Humberto / Traducción de Karina Falcón

Profesor Magrelli, ¿porqué escribir poesía? ¿Qué lo llevó a escribir y sobre todo, cuál es el objetivo de su poesía?



No es fácil de responder esto. Sin embargo, después de escuchar tus palabras y los nombres que mencionas, el custodio del siglo que apenas pasa, la pregunta de Heidegger entorno a los poetas, y la reflexión de Rilke de cómo la poesía está entretejida con la vida, la única respuesta posible, al menos para mí, ahora y frente a la cámara, es que en un espacio diverso, artificial, particular, y puede ser más una sugerencia: lo importante es regresar a la propia materialidad del hecho poético. Acercarse a la poesía para saber cuál es el contenido de una palabra, el pegamento entre una experiencia y otra transportadas en la palabra. La poesía es como intentar romper un huevo. Aquí hay una imagen muy bella, nacida en la imaginación del poeta italiano Giancarlo Maiorino, imagina que habla del corazón de la poesía como si fuese una yema de huevo. Me parece bello. Otros poetas hablan de un núcleo, de un centro que es la expresión del hecho poético. Pero la yema, como metáfora, es algo distinto, porque es algo vivo, un núcleo sí, pero un núcleo vivo. Por este motivo, insisto en el hecho de ver a la poesía de la misma forma en que veríamos a la yema de un huevo, tal vez, como querer adivinar si el contenido que saldrá adquirirá el color blanco de la clara o uno rojizo. Para comenzar a hablar de poesía (sobretodo a la sombra de los argumentos mencionados) creo oportuno retornar justo a lo elemental. A un gran poeta francés, Stephan Mallarmé, alguna vez un pintor le dijo “Tengo un gran saco de ideas, que podría escribir poesía”, a lo que el poeta respondió “La poesía no se hace con las ideas, sino con las palabras”. Yo añadiría a la frase de Mallarmé que: también con las sílabas, el juego verbal y toda la sustancia literal posible.
¿Entonces la poesía puede hablar de cualquier cosa, o existe algún objeto privilegiado? Si fuera así o no, ¿Cuál es la diferencia entre narrativa y poesía?


Agradezco tu pregunta, porque es crucial. La poesía puede hablar de cualquier cosa. Muchos refieren la poesía como un juego lingüístico, ésta es una definición con la cual concuerdo. Aquí es pertinente mencionar otro nombre fundamental para la reflexión lingüística y estética del siglo XX, el filósofo Ludwig Wittgenstein. La idea de la poesía como juego lingüístico es correcta, pero debemos decir también que cada juego poético es distinto de cualquier otro. Teniendo en cuenta esta analogía, no debemos pensar que cada poesía es una variante interna de un único juego lingüístico. Cada texto es al mismo tiempo su propio juego y las reglas de su juego. Entonces, la poesía del siglo XX es Rilke sí, pero también Gozzano, también Sandro Pen, también la inventiva de Dario Bellezza, también la pornografía nacida en la expresividad de muchos poetas, la apertura y “cancelación” de Sgró. La poesía es algo que en verdad varía, es como ponerse a pensar en la variedad de especies animales que existen. Éste es un aspecto importante de mencionar, porque de otra manera se piensa a la poesía como un algo determinado a partir de una inscripción tipológica. Y a mí, siempre me ha parecido un placer este aspecto de la “mezcla” en la poesía, a tal grado de combinar el fluir del río y el ocaso con un autobús o el tráfico. Aquí, la poesía tiene que ver con la realidad, no considerada desde su capacidad de reflexión, sino de su invención, de su negación que abriga y puede abrigar todo el ámbito de lo real. No deberíamos pensar a la poesía como similitud, pero desgraciadamente la televisión se ha encargado de presentarla como si fuese una carta de amor en medio de un fondo musical de violines. La poesía representa de verdad, un giro del lenguaje a 360 grados. Y no quiero extenderme tanto, para concluir te digo, gran parte del arte del siglo XX se ha atrevido a hablar del cuerpo, de las heces, del excremento, haciéndolos motivos en la poesía y narrativa, por ejemplo el Ulises de James Joyce, es decir, de cualquier cosa se puede hablar en la poesía. Con respecto a la otra pregunta, de la diferencia entre poesía y narrativa, por ahora pospondré mi respuesta, pues ahora mismo sería inexacta.


Yo creo que en estos tiempos la poesía permanece un tanto en abandono ¿crees que algo pudiera llegar a sustituirla?



Concuerdo con las palabras en la tarjeta introductoria, cuando se dice que la poesía nunca ha sido un lenguaje de masas. Aunque en las civilizaciones antiguas, el poeta solía cantar el himno de las olimpiadas, como si hoy un poeta cantara el himno en algún campeonato de soccer. Además, poetas italianos lo han hecho, y bien. Pienso en Roberto Mussapi que ha escrito un poema en honor a Mark Tardello, una especie de decreto, obviamente. Se puede hacer todo, aunque sí es de una manera marginal, pero el lenguaje fue creado para ser usado. Quien se contiene en su lenguaje, en vez de usarlo, quien se va de pesca y en vez de tirar de la cuerda para sacar al pez se queda contemplando la caña, evidentemente está destinado a hacer partícipes de su pasión a muy pocas personas… La poesía es esencialmente una manía. Hay quienes tienen la manía del ajedrez, de coleccionar estampillas, hasta quienes coleccionan los sobrecitos donde viene el azúcar o las cajetillas de cigarrillos. Son manías, mas o menos significativas, en menor o mayor grado de complejidad (…)


POEMAS


Versiones de Martha Canfield


Una antigua leyenda cuenta que el rey Midas persiguió mucho tiempo al sabio Sileno, partidario de Dionisos, sin lograr atraparlo. Cuando por fin lo tuvo entre sus manos, el rey le preguntó cuál era la suerte mejor y más deseable para el hombre. F. NIETZSCHE


CAÍA YA LA NOCHE sobre la tierra,


en el caos y en el dolor,


cuando de improviso me llegó tu voz


mientras subías las escaleras.


Entonces, pegado a la mirilla de la puerta,


desde adentro, esperé


para verte aparecer distorsionada,


pupila y pescadito,


perdida en el acuario de la lente.


Y mientras todo se derrumba sin sentido,


tú subes las escaleras como si me dijeras:


«Vive por mí».


Vuelves del voleibol,


pero en la mochila me traes el antídoto,


tú misma, ampolla, antídoto del mal.
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MIRANDO LOS RESTOS DE UN CASETE EN LA PAUSA DE UN VIAJE DE VERANO AL BORDE de la autopista oscila


y brilla oscura la cabellera de una cinta magnética.


Todos los autos que pasan cerca la acarician


con el viento de los neumáticos


peinándola despacio contra la baranda de protección.


Una medusa muda que las ondas


empujan hacia la orilla fluctuando,


objeto canoro muerto, alga de nostalgia.


Si miro fijo ese fetiche musical, una esponja desecada de voces, es para preguntarme


dónde puede evaporarse un sonido,


qué nube futura detendrá sus notas


para preparar, mañana,


la lluvia.


DE UN PAISAJE DE MILENA BARBERIS


VISTO A TRAVÉS DEL «PULPO» DE APOLLINAIRE
Hacia los cielos arroja su tinta, chupa la sangre de lo que ama,


lo considera un bálsamo.


Este monstruo, con mi propio nombre se llama.

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ESE NEGRO que sube desde lo bajo


no está en el cuadro sino en quien observa.


Soy yo la sepia que embadurna


de negro la imagen del autor,


yo el pecador y al mismo tiempo el retratista


que hace de cada pintura su propio espejo.


Soy yo el artista que lleva


a la obra una mirada manchada


y haciendo esto firma


el cheque en blanco de su propio pecado.




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La tierra del sueño en verano se alarga.


Sus aguas reflejanen lentas olas cada gesto.


En las orillas susurran palabras


igual que hierbas, mientras más arriba


pasan las constelaciones de nuestros difuntos.


Gira la mente en el eje nocturno;


en el espíritu crece el recuerdo


como en los troncos de árbol los anillos.

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Se introduce a veces en el pensamiento,


como en el agua, un reflejo


que lo atraviesa y mide su hondura.


Es un ojo que se abre


dentro de las olas lúcidas, y se hunde.


La línea se distiende y la luz


al descender se calma.


La mente vuelve entonces a cerrarse


en el esfuerzo vertical y profundo


del remolino y la herida.

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No tengo un vaso de agua


junto a mi cama:


tengo esta libreta.


A veces trazo palabras en la oscuridad,


Y el día siguiente las halla


calladas, deformadas por la luz.


Son cosas nocturnas,


puestas a secar,


que al sol se resquebrajan y revientan.


Quedan pedazos sueltos,


pobres cerámicas del sueño,


que llenan la página.


El cementerio de los pensamientos


que recojo con mis manos.

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