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viernes, junio 11, 2010

Emily Dickinson: Cinco Poemas




Emily Elizabeth Dickinson (Amherst, Massachusetts, Estados Unidos, 10 de diciembre de 1830 - íd., 15 de mayo de 1886) poetisa estadounidense, cuya poesía apasionada, la ha colocado en el reducido panteón de poetas norteamericanos de renombre, al lado de Edgar Allan Poe, Ralph Waldo Emerson y Walt Whitman. Emily Dickinson pasó gran parte de su vida recluida en una habitación de la casa de su padre en Amherst, y, excepto cinco poemas (tres de ellos publicados sin su firma y otro sin que la autora lo supiera), su ingente obra permaneció inédita y oculta hasta después de su muerte.



I

Blandió sus hermosas palabras como Filos-
Que relucientes brillaron-
Y cada una descubría un Nervio
O perversas llegaban al Hueso-
Ella nunca consideró -que así hería-
Eso -no era Cuestión de Aceros-
Un mordisco vulgar en la Carne-
Cuánto dolor soporta el Ser Humano-
Quejarse es de humanos -no es educado-
Una visión sobre el ojo
La vieja Costumbre de la Mortalidad-
Esperando -Morir-





II
Llegó un Día en el reinado del Verano-
Todo para mí-
Pensé que eso era sólo para los Santos,
Cuando la Resurrección -llega-
El Sol, como de costumbre, siguió de viaje,
Las flores, de siempre, volaron,
Como si el alma no fuera al solsticio
Para crear todas las cosas de nuevo-
El tiempo fue apenas profanado, por discursos-
El símbolo de una palabra
Innecesario, como en los Sacramentos,
El Sagrario -de Nuestro Señor-
Uno a uno El Sellado Templo,
Permitió la comunión ésta -del tiempo-
Menos aún nuestra torpeza
En la Cena del Cordero.
Las horas se deslizaron rápido -como siempre-
Aglutinadas fuertemente, por manos ávidas-
Así los rostros en dos andenes, se miraron,
limitados por llanuras opuestas-
De modo que cuando todo el tiempo se licuó,
Sin ningún sonido externo
Cada uno reverenció el Crucifijo del Otro-
Sin hacer ningún otro comentario-
Suficiente fe, para elevarnos
Atestiguó -al fin, la Tumba-
A esa nueva Boda,
Justificada-tras Calvarios de Amor.





III
Cuando ansiaba, Recuerdo
Justo en el lugar donde me paro-
Detrás de la Ventana que da al Oeste-
Al Agreste Aire -eso era bueno-
Ninguna nevada pudo morderme-
Ninguna helada pudo enfriarme-
Deseo fue lo que me mantuvo caliente-
No un chal de lana Merino-
Cuando temí -Recuerdo-
Era Justo el Día-
Los Mundos yacían al Sol-
De Todos modos la Naturaleza helaba-
Hielos punzantes sobre mi alma
Pesares Azules y Fríos-
El Pájaro cantó alabanzas por doquier
Sólo yo -permanecí inmóvil-
Y el Día en que desesperé-
Esto -si lo olvido-
La Naturaleza hará -que sea NocheLibrodot
Después de la puesta del Sol-
La Oscuridad partirá su rostro-
Y le quitará su mirada-
La Naturaleza dudará -ante
La Memoria y Yo-





IV
Mi vida concluyó dos veces antes de terminar-
Aún queda por ver
Si la Inmortalidad revela
Un tercer evento para mí.
Tan grande, tan imposible de concebir
Como ésos que dos veces acontecieron
Partir es todo lo que conocemos del cielo,
Y todo lo que necesitamos del infierno.





V
¡Yo no soy nadie! ¿Quién eres tú?
¿Eres -nadie- Acaso?
¿De modo que ya somos un par?
¡No lo digas! lo divulgarían -¡ya lo sabes!
¡Qué aburrido-ser-Alguien!
Tan impúdico -Como un sapo-
Oír tu nombre- durante todo Junio-
¡Para que te admire un pantano!

1 comentario:

cristina caballero dijo...

qué magnífica poesía, y qué ironía -volviendo al tema de estar o no en libros, encuentro, etc. del poeta-, se dice de ella que ahí permaneció en su cuarto y que lo que escribía fue publicado apenas, a pesar de ella misma y hela aquí, sus palabras majestuosas, surcando el tiempo, para dejarme un cálido aliento en este junio porteño