ESCARAMUJO
Mi madre zurció nuestra historia doméstica, en moño del cantar de niñas.
Sus ojos se escabullían al final de la calle, esperando mi regreso a casa
para meterme a la cama puntualmente a las ocho, como llamada a misa
e incluyó legumbres en mi dieta, la balanza para una figura gimnástica
Ella me hizo ocultar el rostro tras los libros, partió mi cabeza con trenzas.
Aunque hallara refugio en las columnas, estaban mis marcas de estatura
con esas uñas corrigiendo la gracia desgarbada y los modales en la mesa.
Apartada de la algarabía de los juegos, vio prepararme para mi vida adulta
Ahora, madre querida,
en mi celo se esconde y se divierte un raro perfume
Escucho un chiflido y los rubores de mujer se anuncian en mis mejillas,
como no poder evitar que el corazón se me derrumbe
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