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viernes, abril 29, 2011

Ivonne Moreno Uscanga: Loló, una querida y polémica nana...

Loló, una querida y polémica nana...

 Ivonne Moreno Uscanga

Relatar como se relaciona uno con personajes peculiares, es un acción mental grata.
Hace un par de décadas conocí a Loló Navarro y a pesar de frecuentarnos poco, nos teníamos especial aprecio, sentimiento mezclado con pasiones comunes como el amor al arte y  las charlas picantes.
Loló fue un singular  ser humano, de todos es sabido y su historia de vida empieza y termina en el puerto de Veracruz, a pesar de haber nacido en Guadalajara, Jalisco.
 Frente del mar nació su pasión por el teatro y junto al mar abanicó sus amores y  cuitas de mujer dividida entre el deseo de ser una procaz fémina, en el sentido picaresco y burlón  y a la vez un personaje.
Loló se construyó a sí misma en  ambos sentidos, con el afán primordial de difundir su más alto valor profesional, el teatro.
Caminó y bregó por las aguas turbulentas del mundo de la tramoya y las luces, pregonando como una pitonisa, las cruentas fraguas entre el histrón y su mundo.
Loló Navarro cierra un círculo de la historia de la promotoría cultural en Veracruz. Tareas y faenas hincadas con su entrañable amigo Juan Vicente Melo, a muros y extramuros del Museo de la Ciudad.
Loló también referenciada como La Nana Goya, tuvo innumerables historias en el baúl de su memoria, acercarse a Loló era mover el testimonio oral de una
Vacante del Trópico.
Un grato sabor de recuerdo, nos deja Loló, a quienes la tuvimos próxima. No ceso en recordar sus abiertas expresiones cuando me veía aparecer en el sitio donde ella se encontraba, siempre con la risa dulce y maliciosa y corroborando: “disfruta la vida mana, mientras puedas”
Cerramos como porteños, no el fin a un ciclo de vida, sino el renacer de una leyenda nuestra, mujer- personaje, similar a los ecos literarios de  Sergio Galindo, de su cómplice Melo, de  Hugo Argüelles, de Héctor Azar, capaz de  arrostrar los embates de la existencia, con valentía, pues en cada una de las esquinas de nuestro centro histórico, vamos a sentir, el pasar de esa gruesa silueta con un pañuelo en la cabeza, cansada de sostenerse en pie, pero ligera en agudeza, para atrapar a la fortuna y ponerla entre telones.


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