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martes, febrero 01, 2011

Manuel Salinas y Carlos García: Las ciudades de Woody Allen

Las ciudades de Woody Allen
En Crímenes y pecados, Clifford(Woody Allen)
le regala a su sobrina un libro de fotografías
antiguas de Nueva York, y le señala algunas
 fotos de lugares emblemáticos como las tabernas
clandestinas, el edificio Flatiron, el antiguo
Madison Square Garden.
Por Manuel Salinas y Carlos García
Veracruz/Guadalajara

La ciudad de Nueva York como el máximo desarrollo urbano representativo del capitalismo industrial avanzado occidental, representa muchas ciudades correspondientes al microcosmos e imaginario de cada ser humano que la habita, de los grupos a que pertenece, la comunidad cosmopolita que lo envuelve, este cuerpo urbano es un personaje que ocupa diversos planos y roles en cada una de las películas de la filmografía de Woody Allen; antagonista, espacio heroico, símbolo del capitalismo industrializado postmoderno, hábitat de las utopías y distopías individuales y colectivas, pero especialmente es una creación recreación de este cineasta que nos lleva a reflexionar  sobre nuestras propias construcciones del espacio que ocupamos y el futuro de nuestra existencia como urbanitas y de modos de vida que nos incluyen y nos excluyen.
Se ocupa de la ciudad, a través de la trama, para conquistarla total o parcialmente, crear su espacio individual e identidad, para hacerla motivo o parte de su discurso, manifestarle amor u odio, para disfrutarla o sufrirla.
Allen funda sus propias ciudades para declarar sus esperanzas y desesperanzas, certezas e incertidumbres, en no pocas películas el desenlace es desesperanzador, una rebelión contra la soledad y la infelicidad, las promesas urbanas no cumplidas. No hay un afán comunitario, tampoco elitista, pero sí el desarrollo de la vida en contextos sociales muy definidos por factores como la cultura, el arte, las relaciones humanas, los valores, haciendo énfasis en los que acompañan al ejercicio del amor, el erotismo y la ternura, en el cruce complejo de los sentimientos y la sexualidad.
Clifford a su sobrina:
“No quiero que seas una actriz.
Ve a la Corte Suprema o sé una doctora.
El negocio del espectáculo es muy duro.
Nadie te contesta las llamadas.”

La ciudad de Nueva York de Allen no se modifica de manera sustancial en su obra cinematográfica, al contrario es el espacio de la civilización avanzada que vive problemas específicos en los que no se disimula el vínculo económico como condicionante, el estatus social, los códigos de relación social que se transgreden en los límites de la ley evitando que signifique una ruptura o rebelión contra el establecimiento.
Además de la conquista Allen cumple diversas funciones, el de fundador de ciudades, de mundos alternos que su imaginación reclama para vivir mejor en el sentido humano, ya que las necesidades más inmediatas y aún las superfluas parecen satisfechas, no así el desarrollo de la personalidad, el encuentro consigo mismo.
“Un segundo. Es humillante.
Heme aquí filmando un
comercial de desodorantes.
Gané dos Óscares.
Aquí necesitan cornamentas.”
Val en El ciego.
Parte siempre de la premisa implícita de que todo ser humano lleva una utopía o distopía urbana en sus entrañas, que expresa en diálogo consigo mismo mientras transita por las arterías de ese cuerpo que con frecuencia le recuerda su soledad irrenunciable, condición a la que puede resignarse, aceptar por convicción o en el mejor de los casos transformar, acompañado del mejor ser humano que puede conocerse, uno mismo.

“Él era rudo y romántico como la ciudad que amaba. Detrás de sus lentes de armazón negro vivía el poder sexual de un felino. Nueva York era su ciudad. Y siempre lo sería”

Tal parece que los peores conflictos en Allen se dan en espacios cerrados (Interiores, Septiembre, La otra mujer; los casos muy notorios), allí el sufrimiento y la sensación de ahogo se suscribe a paredes, a habitaciones que simulan la gran casa que cerca al alma y la aprisiona y la lleva al límite de su humanidad, no siendo así la ciudad- por fuera, a través de sus calles, en rincones y senderos preferidos del Central Park, se dan los procesos purificadores, las epifanías, el amor en todas sus dimensiones y categorías- porque la urbanidad juega un papel definitivo en la obra de Woody, personajes de toda calaña se igualan en sus calles, incluso se permiten una relación temporal de amistad, de confrontación, de aplaque a la ansiedad, de terapia esperanzadora social mucho más efectiva que la que se da en las sesiones psiquiátricas a puerta cerrada en gran cantidad de sus películas, de melancolías por el cambio del tiempo y la arquitectura de la ciudad.
“¿Y si la hacemos en blanco y negro?
¿Porqué?
-Nueva York es blanca y negra.”
Val en El Ciego
Al trayecto por las calles de Nueva York, se pueden ver mujeres enfrentando decisiones apremiantes de su vida, reencontrándose con el pasado y resolviendo su futuro (La otra mujer, Hanna y sus hermanas, Alice) hombres descubriendo otra clase de verdades distintas a las convencionales (Hana y sus hermanas, Broadway Danny Rose, Annie Hall, Manhattan, etc.) matones y escritores transformándose el uno al otro (Balas sobre Broadway) yendo al pasado a resolver los problemas de identidad temporal, a intercambiar las realidades, a mirar con otros ojos (La Rosa purpura del Cairo, Días de radio) incluso reinventando la realidad, parangonándola con una forma de teatro griego que incluye coros y personajes de obras famosas como Edipo Rey (Misteriosa Afrodita).
Los dramas o comedias se dan en todo tiempo, la única constante es Nueva York. La ciudad más cosmopolita del país, de América continental quizá, diría Facundo Cabral, donde se juntan lo peor y lo mejor del mundo. Cuna de movimientos plásticos contemporáneos, artes alternativos en cualquier madriguera, el fashion. Por eso sea que la mayoría de las películas de Allen parezcan siempre pretensiosas, intelectuales, afectadas; y no es cierto, aquí no hay ganadores, aquí no hay top fashion, muchos de los protagonistas son intelectuales outsiders, perdedorcillos de poca monta, idealistas fracasados, bebedores, perversos polimorfos, hipocondriacos, deprimidos… lo que Woody amablemente nos señala es “ven, ni el artista ni el filosofo se salvan, todos cojeamos del mismo pie; sólo la ciudad se salva, vale la pena filmar la ciudad con sus conflictos inherentes”
Y si uno se fija detrás de cada mascarada de infelicidad; los personajes recuperan algo de la dignidad que el urbanismo les quita para devolvérselos luego, a través del recorrido de sus avenidas, en parques y puertos, a la salida de los departamentos, en centros comerciales; Nueva York todavía se permite hacer sentir algo de esperanza a sus marginales habitantes que bien podrían todos ser protagonistas de una película de Woody Allen.       
Woody Allen, al final se harta de no hallar ecos en su ciudad, y huye a Londres a vivir y filmar, filma también en España, y finalmente regresa en 2009 a grabar What ever Works y se nota que busca reconciliarse, que a final de cuentas el neoyorkino se las compone como puede y si la cosa funciona, quizá también él encuentre arreglo a la siempre cambiante Nueva York.      

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