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viernes, febrero 25, 2011

Reflexiones Zen

1.- SHIDARTA EL BUDA.

Sidharta era un joven indio que hace dos mil quinientos años observó el mundo del sufrimiento en los demás a través de sus enfermedades, miseria, vejez, engaños, guerras, muertes, desilusiones, pérdidas… como las de hoy y se preguntó por qué sufrimos tanto, qué sentido puede tener.
Dedicado desde entonces a la meditación y sintiendo el dolor propio y ajeno, continuó preguntándose cómo debería vivir el Hombre para evitarlo.
Esforzándose durante años en profundizar en la consciencia, el Buda, el que despertó a la lucidez, encontró las claves y las trasmitió a los de su linaje, los pertenecientes a la Orden, directamente, de espíritu a espíritu y de generación
en generación.
Se trataba de realizar nuestra auténtica y Propia Naturaleza sobrepasando y desapegándose de la condición humana egocéntrica, adquirida en la existencia. Vivir era esto, según sus Enseñanzas realizadoras. No es aprender a vivir, sino vivir cada vez que realizamos sus Instrucciones.
Zazen es la vida y la vida es Zazen. Sólo eso, vivir para el Camino y no para uno mismo, es vivir, es encontrarse a uno mismo. Indagar esto, practicándolo, es Caminar, realizar.
No se trata pues, de no tener emociones, proyectos a corto plazo, gustos o pensamientos, sino que no te dominen como otras adicciones y te conviertan en un “ser sintiente”, sufriente. Realizar esa libertad y dedicarse al Camino
rompe los límites de lo mundano y lo de todos los días, lo ordinario, se hace real, ilimitado.

2.- SHIN-DO. EL TORII O LA PUERTA DEL ESPÍRITU.
El arco rojo de la contraportada es el Torii tradicional japonés y nuestra Sanga con vestimenta de verano. El Torii señala la proximidad de un Templo. Es “una puerta al campo” que ni
abre ni cierra nada. Una puerta sin puerta. Representa que la vida está separada de la muerte por una sutil línea, que se pasa de la una a la otra sin verlo. Vivimos y morimos a la vez.
El Torii suele tener dos perros dragones o dos leones. Uno, con la boca abierta y al otro lado, otro con la boca cerrada.

3.- ¿QUIÉN ERES? ¿QUÉ TAL ESTÁS?
Si miramos con tranquilidad esta pregunta, seguramente nos va a parecer una indiscreción. También es cierto que la gente sale del paso por peteneras, con frases hechas y evasivas hasta el abstracto ¡ velai! castellano pasando por ¡ya ves! ¡tirando!, ¡se hace lo que se puede!...demostrando que no quiere saber nada. Es un ritual cívico amistoso y de ascensor. A los conocidos “se les da la mano”.
En Daidoji señalamos otra cosa con esta pregunta y es el nivel de consciencia impersonal (que en el sentido egótico es completamente personal, sobre todo en el caso más afectuoso e interesado que son los allegados, amigos y familiares). El nivel de consciencia impersonal es el nivel de consciencia
natural, del entorno natural, la percepción por los sentidos sin pensamiento. Se trata de un ejercicio de presentización, del Aquí-ahora sentido por los sentidos.

4.- HAZLO TÚ MISMO.
Uno de los aspectos más interesantes, convincentes y  apasionantes del método Budista Zen es que el propio sujeto despertará con sus propios esfuerzos y, claro es, siguiendo las Instrucciones. Es una colaboración íntima con su Propia
Naturaleza.
Uno mismo se hace cargo de sí, después de haber responsabilizado a la familia, la escuela, la sociedad… Ahora le toca a uno mismo coger las riendas, hacerse cargo (cargar con el propio cadáver, decimos en el Zen) de sí. Se trata de un test, un compromiso propio frente a la debilidad y el abandono.
Decimos: “el que se para, separa”, el que se detiene, no pasa. A la Toma de Refugio (ponerse bajo el paraguas del Zen) lo llamamos la Entrada en la Corriente (de la Enseñanza). El trabajo está en remar y remar hacia la otra orilla y una vez allí, abandonar la barca.
Gya te-Gya te ara Gya te… Sowa ka.

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