DIEGO MACIEL DEL TORO
Ignacio García: sU PALABRA
De entre todos los oficios conocidos, el de poeta es el que menos infraestructura requiere: sillas, escritorios, mesas, minutas, oficios, maquinaria, instrumentación; además de que está exento de los días, horarios, juntas administrativas y todo ese enredo de burocracia kafkiana. Todo lo que el poeta demanda es papel y lápiz, y ese interior donde el Numen se posa y mora, abocando al ser, al vacío, al despojo de todo para hacerle vibrar.
Cuaderno del Escriba de Ignacio García (y si mal no estoy, todas sus otras publicaciones) han sido realizadas de esta forma: de viaje en el camión urbano, en el autobús foráneo, en la proa de un lanchón oxidado, en su lidia con cardúmenes entre índigo y azul, frente al espectáculo más opulento del universo e, incluso, en medio de la charla entre los amigos. No importa la circunstancia, instante o divertimento, el poeta toma lápiz y papel y deja caer los signos que el lector hallará en estas páginas: líneas cercanas al aforismo, el proverbio súbito, la prosa exaltada, el poema de largo arrastre, la síntesis que linda con lo filosófico.
Cuaderno del Escriba es una suerte de ejercicio tautológico: “Se escribe para dar a entender que el poeta no halla la Palabra con la cual dejar escapar y exhibir el más íntimo de sus anhelos”. Y todo este ejercicio lo realiza Ignacio García de una manera primordial, un lenguaje exquisito, frases breves, meditaciones a dos lecturas y oraciones cuyo nudo vuelve a desatarse para dar paso a finales sorprendentes.
Y la Palabra, ese logos en la arena, no es avara y muestra su nobleza: desde lo más profundo de su raíz deja secuestrar letras, sílabas, verbos; oraciones, que ya una vez entretejidas, permiten al lector descubrir que el trabajo de Ignacio García no andaba tan extraviado en eso de la búsqueda de las palabras: de ésta, su-Palabra.
Diego Maciel Del Toro, Santiago de Chile, 2010
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