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martes, noviembre 25, 2008

Gerardo Deniz: POEMAS



POEMA DE LA TOLERANCIA


Que ocupes una mesa frente a sillones obesos,

escribiendo con diez dedos más despacio que yo con cinco,

no es cosa que te perjudique, a decir verdad; tan

estragados estamos

Simplemente, consuma la transustaniación en los ene

pisos del ascensor

para que al llegar a la calle

hayas dilapidado ese tufo penetrante a eufíteusis,

fideicomisos, derechohabientes, cónyuges supér

stites

y el número de hoy del Diario Oficial

--vamos pues; no era para tanto.

Al fin y al cabo mi

poesía no aborda grandes asuntos.

Viéndolo bien, en una hora hay tiempo apenas

para seis botones, un zíper, una hebilla, mientras

maúllas (como si fuese un imperativo del Código de

Procedimientos; v., por si acaso, Fargard 16 y 18

in fine) que anoche alunizaste en el Mare Crisium

y andas tigresa como tú dices.

Prólogo Mientras De Acaba De Entrar El Público


Como un alto vuelo blanco de garzas temprano se convierte

en inferior cometa a ras de lomo

sin grabar las vísceras que aflige la balanza,

así los pensamientos de un día con su noche

(a qué hora comenzará la carne a oír),

flores de dos esmaltes, son religiones hondas donde

dormita el riesgo

al murmurar: amoneda tu rostro y has de amanecer tirano.
¿Caerán estrellas pronto (bastantemente, demasiadamente)

o tan sólo el domingo, soplado de cacao, jugar que defeca

una vez por semana?

Pues ya en las sobremesas entre Abel y Caín

-donde tantas figuras fueron desplumadas-

se habló de cuatro cocoteros heridos de centella y en medio,

necesario, el primer patíbulo.

Junto a los manantiales descubrían ambos hermanos a

doncellas y más doncellas con lágrimas tatuadas

y coronas de cartón caídas al cauce fresco y reciente.

¿Losembaucaron? Poco interesa.

Hoy, un beso entre las clavículas

-palillos de tambor bajoepidermis-,

y a otro tóraz.
(Se ruega no contrar el útero por tan poco, damiselas,

que no estará en letra de médico todo lo que ha de seguir,

palabra de hombre.)

El meridiano, cualquiera lo soba. Y si el paralelo avienta

arena a los ojos,

es por horizontal y cabe defenderse.

Desde la sima de esta cárcel de cuarzo, sé bien lo que

divulgo y lo que abrevio.

He visto a hartas hadas de feria cortando en sectores

-mientras proferían un largo alarido celestino

-su esfera horaria, más petulante que magnolia por la

noche.
Lo he visto y me he indignado.
La luna tras las cumbres, redonda boina tibia

para el cráneo: cómo dudar que le saltarán íncubos por

arriba y súcubos

por puro amor (sin pretender que volverían; más bien

nada prometieron). Lo certificará la madre al contar las

manchas en la sabana

porque se asume inflible, como en el folklore. Y seequivoca:

la piel es y será un estuche de duendes, parézcanos o no.

Rumbo al polo, aquí empezaríamos a devorar los perros de

nuestros trineos.

1 comentario:

cristina caballero dijo...

qué aire fresco sin duda con tal poesía. no conocía al artista, pero bueno, me encanta el modo en que hace metáforas prescindiendo del adorno. me acordé de Max Rojas un poeta que conozco y que en El turno del aullante dice: "descalabrado del lenguaje -y luego, con quién hablar si a nadie le importa mi gritada, y nadie, en fin, se va a dejar caer por estos huecos en que anda mi bramido balbuciendo, y más aún mi lenguaraje en busca de qué decir o cómo y para qué, si al cabo a mí lo de linguar se me quedó una tarde apergollado y dándose de topes contra el suelo, en un lugar adonde para qué volver, si pretender apuntalar mi lengua es tanto o mucho más difícil que pretender, ahora, enseñarle a mascullar palabras, y hoy la hablación me sale a punta de trancazos, y más que hablar lo que me cuaja en la garganta es un aullido y una ardición de las que escaldan la huesera con un desmadre tal que ya no balbucir, sino mover los labios duele, y más acá el palabrerío pugnando por salir -y cómo, si hay una trabazón que ni manera de decir te amo y mucho menos más lo que por dentro saja y a empujonazos quiere hablar diciendo mucho y sólo un dolorón se le amontona a puñetazos en la boca; por lo demás, si a quién le importa un bledo hasta qué vértebras linguales me estoy desvertebrando, ni hasta qué tantos de mi carne me ascua este alarido, mejor me guardo el descalabre entre mi herrumbre, y esculco alrededor por ver si me hablan"