La tristeza de los cítricos
I
Ocre tormenta
bajo el hielo de la tarde
naranjo agrio
naranjo dulce tu enemigo
los hijos de la linfa
corren por sus venas
la caída de las hojas los denuncia
hembra áptera estival
macho con alas
sorben del otoño las semillas
así
llega el invierno
en él destilan lana
cera
suave melaza
enredadora
cochinilla del limonero
tu hueco corazón
cilindro que respira en doble aire
negra estirpe que trilla los senderos
enfrenta escudos
con hábito de brizna
y el filo de la pólvora
en los tibios cuerpos yace
irremediablemente
siempre
por sorpresa
II
Busco a las diosas
a Hachepsut
a la oculta Reina Roja
escondida entre los árboles
custodio
celo
desvelan las nocturnas mariposas
abandonan su esperanza
en pagodas orientales
Shwedagon
Central Park
y la Amazonia
crecen oscuras las cigarras
preparan nuestra cárcel fugitiva
de Londres a París
se llega a Normandía
cruzo mar abierto
canta sangre de Cruzados
mientras mis hermanos gritan
ellos
los que por honor y gloria
lapidara un día
aquel nuestro Gran abuelo
En las calles de Yangon
I
Los soldados
gases
golpes
invaden monasterios
el pueblo de Burnese
vencido
buscó a Myanmar eterna
Sung San Suu Kyi
Señora de la Paz
emparedada dentro de su casa
II
En la pagoda Sule
corazón de Birmania
el ejército esperó
a los santos de azafrán
que salieron a las calles en silencio
dejaron Rangún desamparado
entonces vidrios rotos
la foto del prior extirpada
en el piso de Ngwekyaryan
el rostro fragmentado
que nos guía
sólo algunos han vuelto
con el alba
alambres son de espino
de cardo
y de ceniza
bonzos una vez han sido
esos
renunciaron para siempre
a sus tumbas terrenales
Los Señores de la guerra
Luz que se desliza
por el barro curvo de esta tierra
esconde palmeras decembrinas
la cúpula brumosa
podrida de metalde acacias ancestrales
apunta hacia el vacío invoca aire
fuegointercambia mercancías
con su espanto miracome entrañas y sonríe sé que ignora
su última tragedia
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