Encuentra a tus autores aquí

lunes, diciembre 01, 2008

Gabriel Fuster & Gabriela Velázquez: Prueba de Rorschach









Se publica este trabajo junto, por voluntad de los autores; uno (visitante distinguido al Taller de Creaci{on Literaria) la otra, alumna que traduce su tarea y desea unirla a la de su compañero visitante...Buena idea.



GABRIEL FUSTER

PRUEBA DE RORSCHACH

Ignacio García nos propone mirar una pintura abstracta que es como ese test de Rorschach. La recuperación de la memoria visual nos hace creer en caras y lugares como se elimina el humor de la observación de las nubes. Si nada existe en el sentido del reloj, excepto en la mente, no tan sólo podemos imaginar lo que queramos, sino que el reto debe ser impecable. El artista es el único capaz de encontrar interesantes formas a partir de una mancha maligna junto a una de sus tetillas.

1. CERO GRADOS

El invierno guarda un secreto. Maakhir no se lo ha contado a nadie. Ni a sus padres ni a sus maestros ni a sus amigos. El tesoro más grande de la Tierra, pues el sigilo artero impide que sea un juguete. Este secreto se refiere a la nieve. Nadie lo imagina, pero Maakhir mira su piel y revela el negativo dentro de su mente. El ampo es el color blanco resplandeciente, se dice preferentemente del blanco de la nieve. Maakhir olvida la comparación con las cenizas, como arranca páginas de una libreta a que venga la primera nevada. La espera en un viento frío, seguro de un baile de pisadas que se hunde en metros, a pesar que todos los días se asoma a las calles de Mogadiscio y estas lucen tan áridas como siempre. Maakhir oye su nombre. Los adultos lo miran soñando despierto, cuando en realidad se halla mirando los remolinos de la ventisca de copos. Los adultos no entienden lo que sucede, pues ¿Cómo es posible explicar una nevada a los pobladores de una ciudad localizada muy cerca del ecuador terrestre? Mogadiscio es la capital de Somalia y se ubica en la costa del Océano Índico. El mar apenas modera las altas temperaturas, que resultan con veranos muy calientes. Maakhir oye su nombre y el cuerpo tiembla antes de salir de su letargo. El Doctor trae el lazo negro de los tambores para examinarlo, pues sus ataques catatónicos son más frecuentes. Ante la curiosidad de sus padres, el médico hace movimientos con el cuerpo del paciente y quedan en una posición. Maakhir halla irritante la flexibilidad de cera. El episodio no es un sueño, es real: la nieve arde haciéndose la cera. Y mientras acepta dos miligramos de lorazepam vía intramuscular, el invierno, su discreta voz, le susurra al oído: “Pronto, Maakhir, muy pronto. Ten paciencia. Yo te contaré algo nuevo en el momento que estemos a solas. Algo de autoconfesión y regreso al útero materno en la siesta de los orígenes. No reveles nuestro secreto”. Maakhir obedece. No obstante, la nieve se derritió por el aire, en la espalda del gran Livingston supongo. Definitivamente, el hijo creció, ayudó al padre. Aprendió su industria, pero los de arriba inventaron nuevos clientes durante la segunda batalla de Mogadiscio. Sí, aquel día no hubo pan ni medicinas en casa, sino el negocio del espejismo. Nadie le da importancia, pero el vendedor de estalactitas se despoja de su atuendo, vertiendo lágrimas en cristales de hielo hasta volverse formas geométricas y agrupadas en copos. Los adopta con sus características fractales entre la gritería de esos hacinamientos humanos. Maakhir teme no encontrarlos en su frazada. A salvo en su cuartucho, levanta sus brazos para recibir la precipitación de nieve. La nieve cae, cubriendo los pocos muebles del lugar cerrado. De pronto, la puerta se abre y la helada desaparece. El padre irrumpe para averiguar el origen de los pasos cotidianos. Allí, el muchacho es una armazón de huesos, pero no tan débil para expulsar al intruso: “¡Abunda tumba!”. Y con este esfuerzo final, el problema es resuelto. Las primeras nieves comienzan en la obscuridad y terminan en la obscuridad. “Es hora”, platica el invierno, “Ha llegado el momento que te contemos la más confidencial y bella historia. Tengo un buen final, sólo nos falta un principio que no sea el ritual de manecillas delirantes. Querido Maakhir, no hay por qué analizar este fenómeno del morir. No es bueno ni malo. Nuestra historia disipa estos temores. En palabras de la primavera, se trata de una avalancha de almas que arrastra a la eternidad, si quieres reencarnar en otro cuerpo. ¿La escuchas? Ahora te vamos a cerrar los ojos y comenzar el ciclo de nuevo”. Así dicho, la obscuridad cubre a Maakhir, en tanto que una brisa glacial, que vendrá de mar fuera, pellizca tenazmente su postrero aliento y las dos orejas en la cima de la almohada para aguardar congeladas.

2. 90 GRADOS

Repulsiva mancha en el mapa geodésico, los ejércitos del Tercer Reich han invadido Polonia y Checoslovaquia y ahora se enfilan hacia la región creciente de los Cárpatos. En la curdela del invierno, el Oberführer al frente de la división SS-Gruppen, Helmut Von Mark, ordena capturar y asegurar un castillo, cuyos reportes de espionaje lo señalan como el cuartel partisano dentro de una sólida resistencia secreta. Más, antes de que hagan su entrada a la fuerza a la barbacana, un bien articulado dignatario les da la bienvenida. El oficial alemán, sospechoso de una trampa, insiste en tratar a su anfitrión y sus sirvientes como otros prisioneros de guerra. No obstante, un banquete es servido en su honor y de los oficiales de alto rango a su mando. Confidente, el amo del lugar toma su propio asiento a la mesa para disipar cualquier sospecha de envenenamiento. Afuera, el desfile de la bandera esvástica se vuelve niebla y los soldados, fantasmas en una fuente espesada por luz dura de fuego fatuo, acampan dentro de los terrenos comarcales y los vasallos se encargan de satisfacer sus necesidades. En la mejor tradición feudal, el castillo encaramado sobre lo alto es la representación del poder y la fuerza. En principio, el anfitrión ilustra a sus invitados sobre la melodía simple de los lobos aullando en la luna llena, cuya seriedad gastada se convierte en amuleto, entonces pasa el único documento falso a otra mano tan pronto el ancestral título de Conde se verifica en sus generosidades. Helmut Von Mark acecha las copas llenas con pupilas de culebra, acusándolo de dirigir una fuerza disidente. El Conde niega estas acusaciones, calificándolas de infundadas. Durante la impulsión de sonrisa a risa, a carcajada colectiva, tiene la mirada puesta en el reloj. Cinco minutos para la medianoche. El aullido de los lobos en la distancia es más persistente y el aire se constituye en el gran rostro satánico besando la tierra, iluminándola como un vitral reparte las llamas del soplete oxhídrico. El General percibe una sensación de peligro que no logra explicar del todo al Oberstrumführer, Kranz Lederer, cuando éste busca completar la orden de ataque, pero es tirado al piso por una sombra probatoria que sale detrás de las cortinas. Helmut Von Mark desenfunda la Luger y dispara contra el erizado hombre lobo devorando a su suboficial, amputado y desfigurado. Otros gritos desgarradores proceden por rápidas inundaciones del exterior.
-Las balas son inútiles, inocuas para nuestras costumbres primitivas –el mal encara al mal, con hostil voz incisiva en el aliento de la criatura derivada –Si fueran de plata, definitivamente quedaría establecida la superioridad de la llamada raza aria.
-Los gitanos nunca sacan la suerte al gitano. Mírate en el espejo.
-Si le sirve de consuelo, Herr Führer, el demonio de la subversión no está en ninguna parte, pero en Transilvania, los Bathory nos alegramos por esta pureza de sangre que corre en sus venas.
La Inteligencia Nazi anticipaba que esta misión terminaría en dolor de cuello, pero no así.

3. 180 GRADOS

Feliciano Ramírez, un comediante de chistes adelantados en el olvido, trabaja con ahínco su desafortunado número de Cantinflas ante un escaso público buscando por lugares marginales, incluyendo la muerte clínica. El mejor aplauso es el acto reflejo que sigue al airado redoble del baterista y el lánguido compás del saxofón, pero el intérprete en vivo es despedido por el dueño del club nocturno y abandonado por su agente artístico, repitiendo la rutina del ladrón autodidacta cuya gracia es sólo de tontos. Sin embargo, la mafia dice que la venganza se ofrece en las esquinas, luego Feliciano conoce a Puttaparti, un gurú que bebe agua mineral contra los humos del cigarro e igualmente padece otra desventura por su cuenta. Si el tipo falla en completar un milagro para antes de la medianoche, entonces se verá deshonrado ante los ojos de su Ashram y perderá sus poderes. El arruinado cómico juega a las cartas sin sentido y solicita al místico hindú que ejecute un milagro en su persona y le otorgue el don de hacer reír a la gente. El atribulado operador de sortilegios hace la advertencia que sus trabajos en el pasado no concluyeron de forma graciosa como fueron planeados, pero Feliciano está dispuesto a correr el riesgo. Entonces, Puttaparti pone las manos un instante en su turbante e informa que está hecho.
-¿Echo dónde, Swami? –pregunta el actor, escéptico.
El cantinero que alcanza a oír el comentario impuro sin una letra, no puede evitar estallar en una carcajada y contagiar su risa histérica al resto de los parroquianos. Feliciano descubre con placer que su deseo se ha cumplido, que su boca conjuga ese verbo que conjura el humor donde menos se les espera, provocando en los asistentes la risa incontrolable al referirles su pronta historia de incesto y parricidio. Todos ríen, excepto Puttaparti que mira desanimado su agua purificante igual que un baño.
-Lo lograste, mi rupia de la suerte –voltea al viajero.
-Me temo que si, Yefendi
Feliciano despunta en un nuevo plateau. Ahora su nombre con letras luminosas sirve de orientación en los grandes casinos de Las Vegas y el Caribe. Llenos se mantienen sus bolsillos, pero Feliciano se aburre dentro de la celda del éxito, asfixiado con risas. El público se desternilla prácticamente ante cualquier cosa que habla. Más, al cultivo de lo que los teólogos llaman appetitus inordinatus propriae excellentiae, la desordenada pasión por la excelencia propia, ahora desea ser tomado en serio, mostrarle su cara sensible. Cumpliendo su deseo, la Compañía del maestro Juan José Gurrola le brinda una oportunidad para estelarizar el drama adaptado “Edipo Alcalde”, pero la audición para ocupar el papel resulta en un desmayo. El productor de la obra, el director y su director de casting ríen hasta mojarse los pantalones cada vez que Feliciano lee sus líneas. El miserable comediante es sacado por mareas de carcajadas del teatro. Coincidentemente, en la calle se topa con Puttaparti. Renegando el anterior favor, Feliciano toma por las solapas al faquir y lo aproxima contra su rostro, amenazando con golpearlo si no le cumple un segundo deseo. Ahora quiere conmover a la gente, hacerlos llorar al referirles su verdad. Entonces, Puttaparti pone las manos un instante en su turbante e informa que está hecho. Feliciano busca a su alrededor donde probar sus poderes y localiza a la vendedora de flores al otro lado de la calle. La salutación es inconsciente, está en la rosa. “¡Señora!”, el gran grito mide la distancia. Sin embargo, Feliciano es atropellado por un taxista y su premio es la muerte al instante. La multitud se arremolina sobre el cuerpo sin vida y la vendedora llora inconsolable, sin poder desprender estas espinas del alma.
-Dios mío, yo atendí su llamado momentos antes.
Y la rosa desprende un dulce aroma a tristeza, también.

4. 360 GRADOS

El test es un método proyectivo de diagnóstico. Elogio del soñador despierto, éste consiste en una serie de láminas blancas que presentan vagos bocetos de tinta, los cuales guardan formas sugerentes. El psicólogo pide al encuestado que dé sentido a las manchas. El ejercicio trata de evaluar la personalidad en las respuestas. Sin embargo, Jacques Bergier, a sus diez años, puede predecir el futuro. Su abuelo lo lleva a la estación de televisión Normandie TV7 para demostrar su pericia a la conductora del programa de variedades “¡C’est Magnifique!”, Melissa Theriau, loca de tanto ignorar el guión donde brota una larga fila de participantes con distintas habilidades. Por ejemplo, un marinero es capaz de hacer un nudo mariposa y masticarlo a convertirlo papillón, pero la mujer no puede disimular su escepticismo durante el primer vaticinio al aire, aunque el abuelo insiste que el margen de error es nulo. El programa es interrumpido por un flash informativo: un terremoto en Perú ha ocurrido, provocando cuatro mil muertos como el pequeño Jacques lo anticipó. Las imágenes frondosas se duplican para formar una colección de visiones y anuncios reverberantes de datos que se van sucediendo los días siguientes, luego Melissa Theriau convence a los productores de firmar un contrato con el niño profeta. Por otro lado, el señor del noticiero encuentra un poco menos duradero el don que logra anticipar desastres ferroviarios, resultados de elecciones, hallazgos científicos y demás augurios que mantienen interesado al auditorio del horario estelar al cabo de seis meses. Durante una entrevista, la doctora Amelie St. Clair le concede la carencia de rigor científico a la novedad y sugiere que el acto voluntario de cambiar el destino puede resultar en un evento traumático para un niño de diez años, que puede alentar un riesgo de suicidio. A modo de réplica, el abuelo Gerard afirma que él y su nieto son devotos católicos y no está en ellos el impedir una catástrofe o gobernar la buenaventura. En todo caso, la bendición halla una limitación: el niño no puede presagiar nada a ocurrir más allá de dos días. Mientras tanto, el pequeño Jaques está presente aquí en la Tierra, intercambiando una hora y un lugar semejantes al horóscopo. Repentinamente, cambia su semblante y sin mayor explicación le dice a su abuelo y a Melissa que no hará el programa. La conductora, con la presión del horario encima, le responde que su conducta no es admisible, que una cosa es ser l’enfant terrible y otra, un niño malcriado. El pequeño Jacques medita un momento con la mirada baja y resuelve continuar, pero anuncia que la predicción que dará esa mañana será distinta a todas las que ha hecho sobre aquellas cartulinas con manchas. Tras el corte comercial, Jacques comunica a su ansioso auditorio que la nueva era está por comenzar, que será un renacimiento entre los hombres basado en el conocimiento, en la paz y en la prosperidad. A partir de mañana, todas las fronteras serán abolidas y será el fin de la guerra, la pobreza, las enfermedades, la hambruna, la contaminación y las quejas en un coro de sones alados desde los primeros padres de los padres de nuestros padres, a partir de mañana y para siempre. Los ojos de Melissa Theriau y el resto del personal en el estudio se humedecen ante el pronóstico, pero las calles de Rio de Janeiro y de Capetown hasta Moscú están de fiesta. Sin embargo, la doctora Amelie St. Clair conserva su recelo. Algo da vueltas en su cabeza, entonces conduce hasta el Hotel que hospeda a los Bergier, para hacerles la siguiente pregunta:
-Dígame, Monsieur Gerard, si este don no permite presagiar nada a ocurrir más allá de dos días ¿Cómo puede su nieto regalarnos un futuro tan edénico?
-Dile
-Yo no sabía de qué otra forma decirlo
-¿Decir qué?
Jacques señala hacia el sol, en el mediodía fuera de su ventana
-Eso. Mañana el sol será distinto. El sol se pondrá más caliente y explotará
-Nova –susurra el abuelo
A ocho minutos luz de probarse la verdad, el futuro hiere cual viento en el triste atardecer de las manchas solares.



GABRIELA VELÁZQUEZ

En sentido del Reloj…

I

El dibujo lo conocen ya, y a quien no conocen es al artista, pero él vio lo que yo vi. Y fue entonces que me dejé guiar. Igual que él por la luz de las luciérnagas.
En este dibujo el artista vibra al sentir el vuelo de la luciérnaga que lo guía a través de la oscuridad del bosque. La luciérnaga, firme, decidida, que se alumbra a sí misma en ese ya mil veces recorrido camino. Y que la lleva a un claro, en el que se ve una luz enorme; no es otra cosa que la cantidad de lucecitas de cada luciérnaga. ¡Ah!, a el circulo más grande somos todos nosotros, que guiados por la curiosidad, las seguimos. Y finalmente nos encontramos.
La algarabía es total, las luces y los sonidos de las alas al revolotear.
El dibujo, nos muestra a la luciérnaga, humilde, independiente, que brilla con su propia luz: nos guía y la seguimos.




II

Polvo de hadas sobre el bailarín. El gran Billy Elliot, parece que vuela, le nace del alma. Pero el arte se lleva en las venas y su firme postura lo dice todo: su furia, sus ganas, su lucha en un Sheffield muerto, industrial, de mineros y bárbaros. Y allí, en medio, él, El gran Billy Elliot.
Lo logró porque era su sueño, su anhelo. Siempre es bueno seguir la luz, como todos aquellos que seguimos a nuestra luciérnaga. Cuando es el momento justo, te encuentras a la orilla del camino. Billy Elliot, apenas de 11 años, lo supo. Y la siguió. No sabemos cómo se nos mostrará, tenemos que descubrir su luz: y la nuestra, la interior.
No importa en dónde estemos, si en medio de nada, o de todos los obstáculos; no importa cuántas veces debamos repetir el viaje.
El gran Billy Elliot salió a escena, y el auditorio guardó un gran silencio. Y la pequeña luz…el salto imposible, los giros en el aire, y la postura: Perfecta.

III




El mariachi, cansado, sudoroso después del concierto. Y la energía que sigue por sus venas. Porque el concierto no termina allí, sigue la felicidad, no hay nada como la música del mariachi, es viva, es eléctrica. Como la adrenalina, sientes pasar ese hilo de electricidad a través de ti. Ese hilo que te jala, que te estira.
El mariachi trae su traje de gala, negro con botonadura de plata, y el sombrero, derecho, bien plantado. Y las botas de punta, el cinturón de hebilla grande.
Sí, antes del concierto está nervioso, no sabe como reaccionará la gente, se empina un tequila, siente el calor. La sangre hierve. La luz del escenario se enciende, la sigue, como seguir un luciérnaga…
Comienzan a salir las notas.
El final es siempre ensordecedor. Los aplausos parecen mil cigarras charlando, un estruendo, y ahí se ve la electricidad, la energía que corre por sus venas, las gotas de sudor, el esfuerzo realizado.
Cierra los ojos. Parece un manojo de nervios; todavía no quiere dejar de sentir…le corre por las venas. Espera para comenzar un encore.

IV




La guerra hace crecer la inventiva del hombre. Les presenta el artista el último modelo: Double- flyer over the island, dispara sólo una vez.
Trabajaron los científicos más destacados, este modelo es único y poco convencional.
No sabemos cuando querrán probarlo.
Hay algunos que dicen que la forma alargada es para poder escapar antes de que comience alzarse el humo.
Entre los científicos hay un pequeño hombre del Japón, él hizo el diseño. Su padre estuvo en Hiroshima, y siempre le pidió que evitara las guerras. Ahora ya esta harto de lo que sucede en todos lados.
Le hubiera gustado poder negarse, tener una esperanza. Ver la bondad en los ojos del más fuerte, y la sabiduría en los ojos del vencido. Pro no la vio.
Y decir que había viajado por todos lados. No encontró humildad en eso. Los países, los pobladores, los de en medio, la gente vive en el miedo. Los poderosos, los que matan, ellos viven con miedo; que alguien descubra lo que están planeando y atacar primero.
El pequeño japonés, se cansó. Esta vez, diseñó el double flyer over the island. Se aseguró que dispare sólo una vez, es potente. Lo único que le preocupa es que no sabe cómo evitar la gigante nube de humo. Se verá más allá de la atmosfera. Superará las expectativas.

No hay comentarios.: