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miércoles, noviembre 26, 2008

Roberto Blaga: EDITORIAL, El enmascarado que da lata




EL ENMASCARADO QUE DA LATA


Parece increíble que una sociedad como la norteamericana haya elegido primero (con chapucería al puro estilo panista) , y luego re-elegido, a un presidente como “lo fue” George W. Bush. Por más que uno le da vuelta, cae siempre en la pregunta de si de verdad lo que mueve a ese país, a esa sociedad, es la inteligencia de una cultura política o un robot-consumista que acaba en estos últimos días de darles a probar de las mieles del “American Dream”, arrastrando con él a la mayoría de los países del orbe. Bush es el ejemplo de los nefastos explotadores, junto con sus llamados "aliados", a quien había que desenmascarar…Si bien, él solo ya se encargó de ello.


La misma idea de enmascaramiento se tiene cuando por toda red se difunden fotografías de una Europa esplendorosa, unida bajo el Euro, open-mind, y que parece no romper un vaso del bebedor ajeno por amor a la democracia, cuando, de verdad, en el mero fondo de sus intestinos no son sino culturas cuyo esplendor también se la levantado con mano de obra barata del obrero venido de las "economías emergentes".

Uno puede exagerar y no poseer la agudeza suficiente como para interrogar cómo es que un simio con apariencia humana llegó a la Casa Blanca y otro al Parlamento inglés, o al ministerio alemán. Para equilibrar este punto de vista, existen hombres como Günter Wallraff, quien acaba de estar en México, y posee una opinión aún más severa en contra de los patriota (inversor-petrolero) invasores de Irán y socios de quien ahora se halla en la tabla del peor presidente que hayan tenido los Estados Unidos.

Wallraff, famoso en México por su libro Cabeza de turco, (libro que vendió cerca de cuatro millones de ejemplares en Alemania y dio la vuelta al mundo, traducido a más de 33 lenguas) es un hombre sin reserva de voz. Y no tiene reserva por su papel de enmascarado: el autor primero se hizo turco, con el pelo y los ojos negros, sometido a los trabajos forzados reservados a los inmigrantes, asfixiado por el polvo industrial y por toda clase de vejaciones físicas; hoy escribe y actúa tras las metralletas del poder debido a su postura radical en contra de todo lo que se llame injusticia.


Redacta, evidentemente, en secreto, porque lo que escribe se está llevando a cabo ahora mismo. También está escribiendo una autobiografía, pero quiere convencer a su editor de que no la publique hasta después de su muerte: «No tengo ganas de enfrentarme de nuevo a un montón de enemigos. Y más procesos y más campañas de prensa. Estoy harto de todo eso».
Una enfermedad de los huesos lo deja paralizado, a veces durante días enteros. «Siempre he vivido al límite y a salto de mata. Ya tengo ganas de descansar y apoltronarme en mi sofá», dice. Como si pudiese salir de su máscara...

Wallraff, quien de alguna forma se ha convertido en el portavoz de los sin voz, es consciente de que no ha hecho más que darle una capa de pintura a los muros del infierno: «Por lo que respecta al trabajo negro de los extranjeros, la situación ha más bien ha empeorado. En Berlín, la capital heroica que se están construyendo, uno de cada dos o tres obreros es un extranjero ilegal. En aquella época trabajábamos por ocho marcos a la hora. Hoy, los rumanos son explotados a tres marcos la hora».
Está claro que un perturbador de la raza de Wallraff se ha creado enemigos y problemas para toda la vida. Inmediatamente después de la publicación de Cabeza de turco, al autor le llovió toda una cascada de procesos judiciales (la mayoría ganados por él) y un sinfín de acusaciones. Llegaron a decir incluso que Wallraff había explotado a unos negros para escribir sus libros. Y después de la reunificación, la prensa conservadora le empezó a considerar todavía más pérfido. Según esa prensa, el escritor habría sido un agente de la Stasi, la policía política de la ex RDA, o el agente Wagner, que intentó desestabilizar a la RFA a cuenta de la Stasi. El propio autor reconoce haber utilizado los archivos de la RDA, pero sólo entre 1968 y 1971, para seguir la pista a los antiguos criminales nazis.
Después de haber sido Alí, el turco, Günter Wallraff se disfrazó de un iraní... emigrante en Japón. «Allí, los iraníes son como los turcos aquí, emigrantes explotados y sin derechos». El justiciero alemán imaginó a continuación otros dos grandes papeles en el extranjero. Pero ambos acabaron mal. En Sudáfrica quería vivir en un gueto negro: «Había preparado durante mucho tiempo el proyecto», dice, mostrando una foto suya con la piel negra y el pelo rizado. Pero el apartheid cayó antes de que él llegase a Sudáfrica. El otro proyecto era hacerse pasar por un alemán de origen rumano que decidía volver a su país. Pero la democracia volvió también a Rumanía, sin esperar su ayuda.
Esta necesidad de enmascararse para desenmascarar las injusticias de nuestro mundo, Wallraff la achaca a un traumatismo infantil. «A los cuatro años y medio me colocaron en una guardería en la que me quitaron todos mis vestidos. Una brutal despersonalización. Creo que mi necesidad de meterme en la piel de otros tiene algo que ver con aquel shock. Quiero decidir yo mismo mis roles, en vez de aguantar estoicamente los que otros intenten imponerme».
Tras haber fracasado sus proyectos de enmascaramiento, Wallraff siguió siendo Wallraff. Pero aún así sigue multiplicándose. Cuando la Lufthansa se niega a dejar viajar a su amigo Salman Rushdie por miedo a un atentado, lanza una campaña de anuncios en la prensa alemana, haciendo un llamamiento para boicotear a la compañía nacional.
Galopando de arriba a abajo de su casa, Günter Wallraff trae montones de libros, en pro de los cuales se comprometió estos últimos años: el testimonio de un viejo gitano superviviente de los campos nazis, un libro sobre el comercio de mujeres en Europa... Wallraff abrazó las nuevas causas, sin dejar las antiguas. Desde su experiencia en el Bild Zeitung, el periódico alemán en el que se hizo contratar en 1977 para denunciar sus métodos sensacionalistas, creó una fundación al servicio de «las víctimas del Bild». «Cientos de personas fueron ayudadas y pudieron conseguir indemnizaciones», recuerda.

Ahora Wallraff se encuentra en México, merced al esfuerzo de varias instituciones y personas. Las fundaciones Heinrich Böll y Friederich Ebert, así como el Instituto Goethe, entre ellas, y ha concedido charlar con su público en el Palacio de Bellas Artes. Con su humildad característica decía a la multitud que lo fue a escuchar: “No me vean como un maestro sino como alguien que quiere aprender. De manera que todos ustedes, jóvenes, que están allá afuera en los pasillos, vengan y busquen acomodo aquí. Aprenderemos juntos”.
Reportero en activo a sus 66 años de edad Wallraff sigue cosechando triunfos en nombre de la justicia social y del bien común. En Bellas Artes, después de una emocionante semblanza leída por Jürgen Moritz, el maestro Günter Wallraff dijo:
Me he enterado, a mi llegada, que tan sólo este año han matado a 12 periodistas en México y que ninguno de sus casos ha sido resuelto. Me impresioné, porque eso significa que o el Estado ya se rindió o parte de él está metido en el crimen organizado”.
Cuando alguien le preguntó si tenía miedo debido a su abierta postura en contra de los poderosos, contestó: “He llegado a vencer mis miedos acercándome a los poderosos que les gusta sembrar el miedo, porque los he desenmascarado y los he puesto en ridículo, y porque he descubierto que en realidad son personas inseguras que solamente vencen sus propios temores infundiendo el terror”. Y al responder sobre el tema de Bush, afirmó: “Bush debería ser juzgado por un tribunal internacional de derechos humanos…el capitalismo rabioso o rapaz llegó a su límite y será sustituido por un movimiento democrático de paz, pero que no sea de mayorías empobrecidas intelectualmente”.

Jürgen Moritz recordó hitos importantes en la biografía de Wallraff, por ejemplo, que estuvo muy enfermo, por causa precisamente de los riesgos que enfrentó al infiltrarse a un lugar insalubre, e inclusive tuvo que recurrir al uso de una silla de ruedas. Hoy disfruta del ejercicio físico extremo como el tipo maratón.
También recordó Moritz cuando Wallraff cayó preso en Grecia y fue torturado por el gobierno de ese país. Y cuando impidió un golpe de Estado en Portugal porque se disfrazó de un alto líder de ultraderecha. Y cuando dio asilo a Salman Rushdie en su casa, en Colonia, porque era uno de los momentos más cruentos de asedio por parte de quienes lo tienen amenazado de muerte.

Volvió a tomar la palabra Wallraff: “soy un símbolo de la sociedad que ha comprendido que el mundo no puede seguir como está. En estos momentos de crisis nos hemos dado cuenta de cómo campean la gula y la envidia, y de cómo al aprendiz de mago se le acabaron los trucos. De manera que los jóvenes preguntan y no reciben respuesta”.
Narró más detalles de su inicio en el periodismo encubierto: “yo era bibliotecario y escribía poemas, pero en un momento enrolaron a todos los jóvenes en la guerra y yo tuve un fuerte conflicto de conciencia, no quería aprender a matar, mientras que mis superiores buscaban quebrar mi voluntad. Yo llevaba una bitácora y cuando me descubrieron se espantaron y me ofrecieron que si no publicaba nada de eso me dejarían ir. Respondí que no. Finalmente me lanzaron a la calle con un certificado que decía: ‘no sirve ni para la guerra ni para la paz’, de manera que no pude regresar a mi trabajo de bibliotecario y tuve que disfrazarme. Fue así como empezó este juego de personalidades”.

Fuentes: Cultura, 1-09-98, La Jornada 26-11-08 (Mónica Mateos-Vega)

martes, noviembre 25, 2008

Gerardo Deniz: POEMAS



POEMA DE LA TOLERANCIA


Que ocupes una mesa frente a sillones obesos,

escribiendo con diez dedos más despacio que yo con cinco,

no es cosa que te perjudique, a decir verdad; tan

estragados estamos

Simplemente, consuma la transustaniación en los ene

pisos del ascensor

para que al llegar a la calle

hayas dilapidado ese tufo penetrante a eufíteusis,

fideicomisos, derechohabientes, cónyuges supér

stites

y el número de hoy del Diario Oficial

--vamos pues; no era para tanto.

Al fin y al cabo mi

poesía no aborda grandes asuntos.

Viéndolo bien, en una hora hay tiempo apenas

para seis botones, un zíper, una hebilla, mientras

maúllas (como si fuese un imperativo del Código de

Procedimientos; v., por si acaso, Fargard 16 y 18

in fine) que anoche alunizaste en el Mare Crisium

y andas tigresa como tú dices.

Prólogo Mientras De Acaba De Entrar El Público


Como un alto vuelo blanco de garzas temprano se convierte

en inferior cometa a ras de lomo

sin grabar las vísceras que aflige la balanza,

así los pensamientos de un día con su noche

(a qué hora comenzará la carne a oír),

flores de dos esmaltes, son religiones hondas donde

dormita el riesgo

al murmurar: amoneda tu rostro y has de amanecer tirano.
¿Caerán estrellas pronto (bastantemente, demasiadamente)

o tan sólo el domingo, soplado de cacao, jugar que defeca

una vez por semana?

Pues ya en las sobremesas entre Abel y Caín

-donde tantas figuras fueron desplumadas-

se habló de cuatro cocoteros heridos de centella y en medio,

necesario, el primer patíbulo.

Junto a los manantiales descubrían ambos hermanos a

doncellas y más doncellas con lágrimas tatuadas

y coronas de cartón caídas al cauce fresco y reciente.

¿Losembaucaron? Poco interesa.

Hoy, un beso entre las clavículas

-palillos de tambor bajoepidermis-,

y a otro tóraz.
(Se ruega no contrar el útero por tan poco, damiselas,

que no estará en letra de médico todo lo que ha de seguir,

palabra de hombre.)

El meridiano, cualquiera lo soba. Y si el paralelo avienta

arena a los ojos,

es por horizontal y cabe defenderse.

Desde la sima de esta cárcel de cuarzo, sé bien lo que

divulgo y lo que abrevio.

He visto a hartas hadas de feria cortando en sectores

-mientras proferían un largo alarido celestino

-su esfera horaria, más petulante que magnolia por la

noche.
Lo he visto y me he indignado.
La luna tras las cumbres, redonda boina tibia

para el cráneo: cómo dudar que le saltarán íncubos por

arriba y súcubos

por puro amor (sin pretender que volverían; más bien

nada prometieron). Lo certificará la madre al contar las

manchas en la sabana

porque se asume inflible, como en el folklore. Y seequivoca:

la piel es y será un estuche de duendes, parézcanos o no.

Rumbo al polo, aquí empezaríamos a devorar los perros de

nuestros trineos.

Lourdes Franyuti: La boda de mi mejor amigo




El título de una película protagonizada por Julia Roberts y Cameron Diaz. Dos mujeres suspirando por el amor de un mismo hombre. Jamás pensé que esta historia la estuviera viviendo en carne propia.
Me pregunto porqué el destino me escoge precisamente a mí para tomar el papel de la amiga, la confidente, la consejera. No lo sé… Creo que me tocó perder.

Por más que trato de olvidar lo vivido hace escasas dos horas, mi mente no asimila tanta tristeza y decepción acumulada en mi alma; es más, ni los caballitos de tequila me han ayudado esta vez. Me encuentro sola en el bar del hotel donde me hospedo. Le he pedido al camarero que apague la enorme pantalla que en vez de entretener, me está enloqueciendo. Miro el sobre verde y saco una tarjeta que no me atrevo a leer…

¿En qué momento se enamoró de ella?. Me lo pregunto desde hace tres meses que Oscar me llamó para darme la noticia de su boda. Su llamada fue un monólogo; mientras él hablaba maravillas de su mujer única, hermosa e inteligente, yo tomaba con mi mano temblorosa el celular, tuve que estacionar el auto para no chocar. Se me hizo un nudo en la garganta, y las lágrimas no pudieron esconderse más. Mi mente aturdida pudo captar la última frase: “Tendrá que renunciar en su trabajo. Como tú bien sabes, aquí en mi pueblo no hay campo para que ejerza profesionalmente. Para que te des una idea Inés, le llevo nueve años”.

Hace unas horas, cuando llegué a la fiesta, los novios daban la bienvenida en la entrada. Me presentó como su “mejor amiga”; me abrazó agradeciendo el viaje tan largo que hice para acompañarlos en ése su día. Tengo que reconocer que la novia es muy hermosa, su carisma, seguro la caracteriza de las demás.
Dudé en bailar el vals. Algo dentro de mí me empujó hacia la pista de baile. Me miró y me extendió su mano. Bailamos el vals como tantas veces lo hicimos en bodas de amigos en común. Le pregunté: “¿Cómo es que no soy yo la que está vestida de blanco?”. “Tú mejor que nadie conoces esa respuesta”. Contestó sonriente.

Regresé a sentarme a la mesa que me habían asignado. Estuve platicando con mis compañeros de Generación un buen rato hasta que el tequila me susurró que me fuera. Me despedí de todos, entregué la propina al mesero que nos atendió y él a cambio me entregó un sobre verde.

Lo abro ahora que me tomo otro tequila en el bar, leo una sóla línea: Siempre has sido y serás “mi mejor amiga”. Me pregunto: ¿por qué la amiga de parrandas, la que sabe escuchar, la que comparte a veces su cama, por lo general, no llega al altar vestida de blanco y del brazo de ese amigo?.

No encuentro la respuesta exacta. Será que ciertas mujeres no estamos capacitadas para compartir toda una vida y solo servimos para compartir una noche… No lo sé. De lo que sí estoy segura es que a muchas nos toca actuar el papel de “mejores amigas” en esta película.

Cristina Caballero: AMARYLIS



AMARILYS

Círculo de corazones atrapados
qué beso tan profundo nos desdeña

somos sombras indomables

vértigos de acebo
espinos presurosos

quedémonos allí
en esa Isla de tormentas rutinarias

forjemos las espadas
que rompan nuestros cuerpos

hermano
cantemos jubilosos

escucha
ya viene la danza de la Muerte

su estúpida guadaña
esgrime filos de arco iris

el dorado Reino
está muy cerca

viernes, noviembre 21, 2008

Roberto Blaga: EDITORIAL, El accidente de la verdad



Pues sí, por fin se supo la verdad acerca del avionazo Mouriño. Y La primera verdad es que la inteligencia americana, a través de sus sabuesos gringos, tiene bien infiltrada a sus trace-dogs dentro de la des-inteligencia mexicana, obtienen lo que quieren (basta que les den a oler una corbata de cualquier funcionario corrupto) y se dan el lujo de anunciar esa “verdad” antes que las autoridades mexicanas; dejando en el completo ridículo a Luis Téllez, a quien no le queda otra que repetir como loro lo ya dicho 24 horas antes por Tony Garza, embajador de los Estados Unidos en México.

Con la segunda verdad es realmente para ya no saber si reír, llorar, la-mentar. De acuerdo a todo el aparato de investigación del accidente, la caída del avión donde viajaban Mouriño y otras ocho personas, se debió a un accidente y no a un atentado. Versión oficial que cada quien se come como quiera ante las evidencias y la presunción del gobierno federal de que se llegó “hasta lo último” para conocer la causa certera de lo acontecido en ese avión… Claro, todo pre-balconeado por los expertos gringos y británicos.

Lo que los maestros de la logística, CSI y demás investigadores mexicanos que dan la cara al público a través de los medios no advierten, es que detrás de esa “verdad verdadera” han destapado otro agujero enorme de la incapacidad que tiene este gobierno calderonista dentro de sus filas, y que, lo que se presume de “Inteligencia” mexicana, debería llamarse mejor: “Agencia-Intel” de llamadas telefónicas fuera de área.
Las palabras del secretario de Comunicación no podían ser más elocuentes y balconeadotas que cuando dice: “Se trató de un accidente… POR LA INCAPACIDAD DE QUIEN PILOTEABA LA NAVE…” es decir, le jalan la cobija a Juan para cubrir a Pedro, y dar a entender que, si bien hay accidentes, éstos pueden ser inducidos: lo que le quita al hecho el carácter de casualidad pura: o clara causalidad o intervención divina...

De acuerdo a quienes examinaron la “caja negra” del avión siniestrado, es obvio que quien conducía el vuelo era un inexperto. La caja consigna el apagar y prender de switches, botones y palancas dentro de la cabina, como si alguien estuviera adivinando cuál de todos los aparatitos era el bueno a la hora buena para la realización de una maniobra exitosa. Punto aparte de que, ahora sí, la conversación completa y no a medias como ocurrió la primera vez de su presentación, constata que el piloto ¡desconocía! la mayor parte operativa de la nave y mentaba madres a su misma incapacidad o sorpresa; como diciendo: “Pus dónde diablos me pusieron estos jijos…”.

Y uno entonces se pregunta si el gobierno mexicano debe sentirse orgulloso de esto, o quedan aún muchas respuestas que dar antes de dar carpetazo al asunto. Yo considero que esto no ha terminado si se encamina ahora uno a la teoría del “accidente inducido”. ¿No existe en todo el aparato de seguridad para nuestros gobernantes un grupo, un comité, una sociedad secreta, un club de Tobi que analice, verifique, lleve estadísticas, tenga pro-files de quienes se suben a pilotear una nave que transporta a ciudadanos tan importantes como lo eran para la política mexicana el Secretario de Gobernación y SantiagoVasconcelos? De verdad ¿no existe ese aparato dentro de las deficiencias atroces del gobierno mexicano? Vaya, hasta el ADO tiene una sección auditora de sus chóferes que, al verlos usted, le inspiran confianza y seguridad.

La pregunta es: ¿quién puso a pilotear en el “accidente” a alguien tan accidentalmente torpe, inexperto, desconocedor del aparato y bisoño en el arte de calcular distancias para no ser arrastrados por la turbulencia de otro avión más grande que el suyo? Que se sepa, ya no hay desmentidos, y la lógica se plantea absurda: huboo accidente porque por accidente pusieron al mando de la nave a un piloto sin pericia culpable del accidente


Hermosa y bella explicación de las autoridades mexicanas. Bonito la seguridad diseñada para cuando vuelan los dirigentes de este país. Lo que nos quieren decir Téllez y su bola de loros es que “cualquiera” puede subirse a una nave y pilotearla como Pedro en su columpio. Esta vez, en vez de bombazo se puso mejor un "pambazo" a quien tregaron las llaves de una nave en picada...

Ivonne Moreno Uscanga: Exposición Casa Principal


Casa Principal ha abierto sus puertas a realizadores plásticos, la mayoría de ellos veracruzanos, no sólo con la intención de adornar sus muros, ni de iluminar con distintas vetas de color y formas sus galerías, sino para extender puentes de comunicación con el público. Este, es quién cobija, rechaza, juzga, dirime o juega con la propuesta estética de los creadores y bajo su óptica y perspectiva es como hemos armado códigos de varios lenguajes.

Noviembre 2008 es el marco cronológico de Susana García Ruiz y Estrella Carmona, en el viejo inmueble del siglo XVIII, dos veracruzanas talentosas, pintoras por vocación, artistas por temperamento.

Una nos muestra a los sueños, como la trinchera anímica, para embestir las contrariedades del diario vivir, Susana es el sentir femenino, cuya paleta, simula un reloj de arena, para indicarnos: aún no es tarde... todo puede ser...

Estrella Carmona, hija de una generación de rebeldía, se lanza voraz y crítica, a través de su pintura... nos promueve al arte como salvoconducto, pero debemos antes, pasar por el purgatorio de la duda, la ignominia, la violencia, el caos.... Estrella apela a su nombre, es un cenit en medio de la avasallante competencia mediática y tecnológica.

Dos discursos, dos perfiles, dos seres humanos, ansiosas de poner en el devenir las secuencias y consecuencias de la plástica, al alcance de los sentidos y de los más encontrados deseos...

Raymond Queneau: POEMAS





Gabriel Fuster es, en parte, culpable de que mi memoria fuera hasta Queneau y hallara estos poemas de él que ahora se publican. Escritor francés, nacido en 1903, el escritor resalta por haber sido el fundador del grupo de literatura experimental OULIPO. Entre su obra poética también hallamos: Chêne et chien (1937), Les Ziaux (1943), L'Instant fatal (1946), Petite cosmogonie portative (1950), Cent Mille Milliards de Poèmes (1961), Le Chien à la mandoline (1965), Courir les rues (1967), Battre la campagne (1968), Fendre les flots (1969), Morale élémentaire (1975.



NOVELA EN VERSO

(Fragmentos)

YO nací en El Havre un veintiuno de febrero

En mil novecientos tres

Mi madre era mercera y mi padre mercero:

Se pusieron muy contentos.

Inexplicablemente conocí la injusticia

Y una mañana me llevaron

A casa de una mujer ansiosa y bestial, una nodriza,

Que me tendió su seno.

De esta otra leche con dificultad creo

Que me diera un gran banquete

Apretando con mis labios una especie de pera,

Órgano femenino.

Y cuando llegué a esa edad respetable

De los veinticinco o veintiséis meses,

De nuevo con mis padres, me senté a su mesa

Heredero, hijo y rey

De un dominio excesivo,

Donde unos ángeles caídos ceñidos por corsés

Y unos dolientes diablos

Arrojaban a la basura pájaros disecados,

Donde flores de metal, de papel o de tela

Crecían en los cajones

En ramilletes ya preparados para adornar sombreros,

Espectáculo horrible.

Mi padre despachaba toesas de sedería,

Toneladas de botones,

Kilos de cordoncillos y de cintas

Que se hallaban colocados en anaqueles.

Algunas muchachas le ayudaban en su sosa tarea

Cortando retales

Y subiéndose en la escalera sin ninguna vergüenza

Enseñaban las enaguas.

Mi pobre madre tenía un alma musical

Y tocaba el piano:

Mientras, se vendían sombreretes y encajes

Entre el ruido de sus partituras.

Juana, Enriqueta, Evodia invadían el sótano

Buscando el petrolín,

Una especie de arena aceitosa con que se lavaba

El suelo de la tienda.

Yo ayudaba a barrer aquella materia infecta,

Cuando bajaban las persianas,

a caballo sobre un banco gritaba:

“Hasta siempre” (Comprended: eternidad).

Así crecía yo entre aquellas señoritas,

Oliendo su sudor

Que, fruto del trabajo, perlaba en sus axilas:

Yo nunca tuve hermana.

Hijo único, ejemplo del declinar de Francia,

Chupaba caramelos

Mientras mis padres con sus prósperas finanzas

Acumulaban bonos

De Panamá, del tres por ciento, del empréstito ruso

Y del Crédito Territorial,

Preparando graves consecuencias para la URSS

Y alguna bancarrota.

Mi primo, de más edad que yo, birlaba de la caja

Con mi ayuda

Y entre el personal escogía sus amantes,

Cosa que yo supe un día

Cuando, ya púber, me enseñaron la moral

Y las buenas costumbres;

Yo siempre respeté esta ley familiar

Y conocí los prostíbulos.

Pero debo volver un poco atrás:

Sigo siendo niño,

Dibujo con cuidado largos trenes

Y barcos danzando en medio de grandes olas

Y vuelos de gaviotas alrededor del faro

Y castillos cuadrados provistos de sus veletas,

Y soldados y fortines

(Testigos indiscutibles de mi militarismo -

La revancha se aproxima

Y sólo tengo cinco años),

Unos monigotes que un prisma

Bajo mis dedos deshilachaba

Y que yo reconozco, pero que los demás creen que son

Delgadas arañas.

En la escuela aprendimos palotes, cifras y letras

Hurgándose la nariz.

LA coronación del difunto rey Jorge V

Fue un acontecimiento: mi padre asistió.

De Londres trajo soldados de a caballo de las Indias

(De plomo) y un cigarro largo como un brazo.

Bastantes calamidades, poco después de esta fiesta,

Erizaron el cabello de la mayor parte de la gente:

Robaron la Gioconda, un cuadro maestro,

El Titanic chocó con un iceberg gigante.

Unos dibujos mostraron a ilustres millonarios

Ahogándose en el Atlántico con toda dignidad.

Después se vieron bandidos armados de revólveres

Conduciendo por París automóviles robados.

Así es como se adquiere la afición a los desastres

Y a los titulares sensacionales de los periódicos.

Viendo la desgracia dibujada por los astros,

Se saborea la de los demás como la suya propia.

Yo cambiaba el sentido de los males inevitables,

Pues yo amaba mi dolor, pequeño contratiempo.

De todos los golpes de la suerte supe hacer una fábula.

Lo menos se convierte en lo más: inversión consoladora.

Los niños tullidos se convertían en saltimbanquis.

En Roma se apreciaba el gorjeo de los eunucos.

-Mi padre fue a buscar al banco su dinero

porque un servio había matado allá lejos al archiduque.

El 129 partió para la gran mentira.

En la estación vi embarcarse a mi primo.

A medianoche, para volver, tomamos un coche

Y en el oscuro vehículo yo gritaba: ¡a Berlín!

El soldado belga tenía por fusil una tostada

Y en los puertos normandos reaparecía el inglés.

Los rusos acudían a Berlín en berlina.

Se apreciaba muy poco el eclipse de sol.

El soldado regresó con una herida.

Un gendarme enfundaba de nuevo las banderas

(Delicada alusión al desastre).

Mi familia se marchó en barco a Trouville.

Un geólogo me regaló una anmonita.

El tren conducía grupos de refugiados.

Los prusianos avanzaban prodigiosamente de prisa.

En Rennes apenas se consideraba uno seguro.

Pero el milagro esperado vino a liberar Francia,

Aunque mis queridos padres fuesen muy poco cristianos,

A continuación de esto, volvimos a tener confianza:

Y, de común acuerdo, tomamos de nuevo el tren.

COMO después de dos años escaseara la clientela

Y la tienda marchaba por sí sola sin el dueño,

Mi padre me llevaba con él al Gaumont

A ver multiplicarse las vueltas de manivela.

Íbamos al Pathé, al Kursaal, donde la multitud gritaba,

La multitud de marinos y vagabundos del muelle,

Íbamos al Select donde a veces me dormía

Cuando solemnemente susurraba un violoncelo.

Y mientras los ingleses fracasaban en los Dardanelos,

Mientras los franceses resistían en Verdun,

Mientras los cosacos aplastados por los Hunos

Se alejaban temblando de miedo sobre sus monturas,

Por primera vez vi las ilustres botas De Charlot vagabundo,

boxeador o noctámbulo, Marino, policía, maquinista o ladrón,

Que aplastaba en la pantalla al asfalto de las callejuelas.

(Cuando nos hubimos reído de sus cómicas escenas de mímica,

De la tarta de crema y del bastón encorvado,

Entonces descubrimos el alma de revolucionario

Y aplaudimos a aquel espíritu rebelde).

Mientras unos cow-boys en sus jamelgos

Guardaban, no sin humor, vacas y terneros,

Mientras unos bandidos trabajaban cerebralmente

Robando según los métodos más nuevos,

Mientras unas putas infieles y hermosas

Llevaban a la desesperación a los muchachos elegantes,

Mientras mil desgracias sorprendentes

Les sucedían a millares de rubias doncellas,

Mientras en el rostro ciego de la pantalla

Las olas del océano húmedo se desplegaban,

Mientras por barriles la sangre humana corría

Sin teñir la lona blanca de esta vela,

Yo intentaba volver a ver la imagen palpitante de un niño

Cuya suerte se mantenía en los días antiguos

Pero no conseguía nunca remontar el curso

de un tiempo que dividió la humillante prohibición.



EL HOMBRE DEL TRANVÍA

ESTE hombre que anda por la noche a lo largo del muelle

A lo largo del sena entre Asnières y Corbevoie

Este hombre cuya sombra a cada instante huye

Sigue su camino derecho y su curvada vía

A este hombre le duelen los pies – la miseria

Y el cansancio encorva su espalda

Este hombre baila en cada uno de sus pasos

Largos como noches de invierno

Desde hace una hora el tranvía está detenido

Este hombre mide los kilómetros

Por el espesor de sus suelas

Camina de noche por esta calle

Su amante una muchacha poco respetable le espera

Tirada en el arroyo y de crueldad nutrida

Y su tiempo se mide en su cuarto insaciable

Que aloja ahora al hombre del tranvía

Por la mañana con los ojos muy tristes debe huir

Y volver a tomar el camino hacia el depósito sonoro

Y mientras la muchacha duerme aún en el catre

Él suspira qué dulce es sentirse amado.

UN POEMA ES MUY POCA COSA


UN poema es muy poca cosa

Apenas algo más que un ciclón en las Antilla

Que un tifón en el Mar de la China

Un temblor de tierra en Formosa

Una inundación del Yang Tse Kiang

Que ahoga a cien mil chinos de golpe Zas

No eso no da siquiera tema para un poema


Es muy poca cosa




Nos divertimos mucho en nuestro pequeño pueblo




Vamos a edificar una nueva escuela




Vamos a elegir nuevo alcalde y cambiar los días de mercado




Estamos en el centro del mundo ahora estamos cerca del río




…………océano que corroe el horizonte








Un poema es muy poca cosa.

miércoles, noviembre 19, 2008

Cristina Caballero: Al despertar




AL DESPERTAR
I
Alas de plata
van por estas olas
pétalos se rizan en el agua
respiro sal
y un lascivo jardín de las delicias
el rugido fértil de reinos poderosos

acribilla todas las palabras
mi oficio

laberintos y marismas
pantanos
Casas Grandes
así camino
hoy estoy de vuelta


II



Olores que de pronto
traspasan la memoria
ese edificio
cuyas llaves
tintinean en la puerta

cavilo
mido la distancia
que va del mar
al astro oscuro
las hojas de eucalipto

alivia ya mi piel
sin el calor ahogado
de su cuerpo

nunca más
sobre esta tierra

nardos y cipreses
por el aire
entre las piedras se acarician
desde entonces jugamos a la guerra
hasta que crueles
muden todos los estíos

III

Diminutos caracoles
truecan la marea
se intoxican de aquel Fénix

Tiempo al tiempo
vierten mirra
sobre plumas secas de arco iris

nueve grullas tocan fuego
trenzan sus gemidos
con las nubes


tocas bullen
del altivo
viento cabriolean
frenéticas cabalgan
mienten
se desnudan

OBSERVACIONES
I

Veo enloquecer a los hombres cotidianos
campanas de cristal
suben y bajan para hundirlos
son para ellos mismos
forasteros su voz reverberante
la invisible piel de tibia luna
esa esfera donde
viajan
dura un instante solo
otro
ella
astro moribundo
corazón que vive sin latido
oxígeno
carbono

soy y vuelvo

ya amanece


II
Abro la puerta
en el limbo voces rutinariasl
a bata blanca transgresora
¿qué moral me absuelve?


un día
dirán que fui asesina
carcelera de esos cuerpos
custodia de las sombras

pero a veces
sorprendida
me encuentro
como ellas soy
un reo que murmura
a solas su sentencia
lamento mi destino
sin hijos
sin estatus de casada
pero a veces
perdido el sitio y el camino

astuta escondo mi sonrisa
no quiero ya marcharme

Raúl Hernández Viveros: SOBRE GABRIEL FUSTER




Texto ad hoc que se publica como soporte digno de la presentaciòn del libro de Gabriel Fuster Alicia se aleja del Golfo de Mèxico, y que ocurriré este 26 de noviembre, 2008 a las 20:00 hrs. en el IVEC.
R.B.

Hace varios años, en el "Diccionario Enciclopédico de Veracruz", me sorprendí con mi ficha bibliográfica, porque se me puso como originario del puerto de Veracruz. No obstante, pude sentirme por primera vez, en mi vida orgulloso de ser, imaginariamente, oriundo de la ciudad porteña, a través de la cual penetraron la cruz, la pólvora y las espadas de Toledo. También todavía entonces vivía Juan Vicente Melo, y era yo un apasionado por las obras de José Mancisidor. Hasta la actualidad, no puedo dejar de referirme a dichos impulsores del espacio narrativo, y de mi interés en la literatura. Por aquella época llegaron a mis manos textos narrativos de Gabriel Fuster. No obstante, siempre pensé que se trataba de un seudónimo. Recuerdo que Juan Vicente Melo, en las reuniones que celebrábamos, cada mes, para revisar las colaboraciones que serían publicadas en La Palabra y el Hombre, un día se presentó con un relato de Gabriel Fuster. Por desgracia teníamos demasiado material literario, y el texto lo pusimos en la lista de espera. Me llamó la atención que se trataba de una pieza narrativa de ciencia ficción. Sin embargo, continué con la idea de que era un nombre prestado con la finalidad de pasar desapercibido. De alguien que no buscaba la mínima trascendencia, y tampoco dar a conocer sus trabajos literarios. Apenas el año pasado, en otra reunión fantástica y llena de humor involuntario; en un salón frente a Villa del Mar, se me concedió el reconocimiento del editor del año. Por primera vez descubrí al verdadero veracruzano Gabriel Fuster, porque existió otro Gabriel Fuster Mayans, que tiene una calle en Palma-Mallorca; por supuesto conversamos sobre Juan Vicente Melo. Al ver mi interés, hizo conmigo una excepción, y me entregó un sobre con libros suyos. Después se colocó en las manos un líquido antibacteriano, que extrajo de una botella de plástico, y se limpió las mejillas. No supo que agregar a mis recuerdos de Juan Vicente Melo. Yo reflexioné en el punto de unidad de nuestras vidas solitarias, mientras Gabriel Fuster seguía mirándome con ojos inexpresivos. No permanecí mucho en el puerto de Veracruz, y nos despedimos con un rutinario hasta la próxima vez. Después de muchos meses, recibí su libro Leticia se aleja del Golfo de México, y desde el primer momento supe que iba a formar parte de Ediciones Cultura de VeracruZ. Durante dos noches me entregué a la lectura de cada relato; encontré pocos errores, mínimos gazapos, y hasta olvidos de poner puntos y apartes. Al final reconocí el poderío imaginativo de Gabriel Fuster; sentí fascinación por los indiscutibles excesos de la imaginación y la fuerza expresiva de las palabras. Llegué a la conclusión que era uno de los mejores libros de relatos que Ediciones Cultura de VeracruZ, ha dado a la luz pública. Sus personajes rodearon los límites de la bipolaridad, propia y característica de Gabriel Fuster. Era el descubrimiento de una de las voces narrativas más importantes de las letras veracruzanas. La dimensión de sus textos permitía recordar la reflexión de Raymond Carver: "Pienso que es bueno que en un relato haya un leve aire de amenaza". Gabriel Fuster logró redimirse de su auténtico nombre; enfrentarse al insoportable peso del espacio narrativo, y formó parte de las imágenes en mi cerebro. Cuando escribía mi reflexión sobre la lectura del libro de Gabriel Fuster, volví a recordar la ocasión que conocí a Juan Vicente Melo. Sucedió en los años estudiantiles; Luís Mario Schneider lo invitó a pasar unos días en nuestra ciudad, su figura delgada mostraba la fragilidad de las personas señaladas por el destino a sufrir las desgarraduras del alma. Fue una agradable visita, vino y se unió durante algunos días a las reuniones que se acostumbraban realizar en la casa de Luis Mario Schneider. Gracias a los dos, pude conocer a Daniel Florescano Mayet, con quien compartí lecturas sobre literatura policíaca, y acepté el reto de leer las obras completas de Chester Himes. Creo que significó el nacimiento de mi interés por este género, que años después compartí con Juan Carlos Onetti, Sergio Pitol y Vicente Francisco Torres, considerado como el experto en dicho tipo de literatura. Juan Vicente Melo regresó a la ciudad de México, pero antes logró contagiarme de su pasión por la música. Una década más tarde decidió vivir una temporada en nuestra ciudad, y tuvo a cargo la dirección de La Palabra y el Hombre. Posteriormente sufrió un accidente que lo tuvo mucho tiempo en el hospital; la fractura de la cadera representó su ausencia temporal de nuestras oficinas. A partir de este momento, debido a las intervenciones quirúrgicas quedó rengo y tuvo que caminar acompañado de un bastón. De esta forma, Juan Vicente Melo, volvió a nuestras reuniones, sin perder su fina ironía y tampoco su profundo conocimiento de las letras universales. Para aprovechar su presencia, lo invité a formar parte del Consejo de Redacción de La Palabra y el Hombre, propuso unas notas de comentarios literarios: “Cal y arena, pero con sangre”. Regresó a las juntas que se prolongaban hasta la hora de comer, y Juan Vicente alardeaba de su agilidad en el dominio del bastón. Luego nos íbamos a continuar con las disertaciones sobre sus lecturas favoritas. Anécdotas sobre la publicación de sus libros, y las dedicatorias de sus autores preferidos. Sin embargo, el ron Bacardí empezó a hacer estragos en el débil cuerpo de Juan Vicente Melo, y luego de tomar cuatro vasos dejaba de razonar y perdía la compostura. Durante el homenaje de Juan García Onetti, hubo una comida. Al calor de las copas arrojó el bastón hacia la pista de baile, con el ritmo de la danzonera “Flor del mar”, demostró sus dotes como experto bailarín originario del puerto de Veracruz. En cualquier caso, Juan Vicente Melo gozó, intensamente, sus últimos momentos de lucidez. Con aquellas fuerzas extraordinarias de su memoria, nunca pudo olvidar sus encuentros con Albert Camus, Ferdinand Celine, en los días que estudió en la capital francesa. Siempre creyó que no podía dar un paso hacia atrás y no tuvo la capacidad de oponer la mínima defensa en su autodestrucción. El encuentro con Juan Carlos Onetti, fue como un rito en donde las almas gemelas se reconocieron al mirarse en el interior de sus heridas profundas y dolorosas, involucradas con el consumo fervoroso de bebidas embriagantes. No habría manera de gastar las bromas en estos asuntos etílicos, y de alguna forma demostraban la insistente necedad de abandonar la vida. Herido de muerte, Juan Vicente Melo se fue a pasar los últimos días en el puerto de Veracruz, Gabriel Fuster me contó algunos episodios finales en el desenlace de esta figura literaria. Pero no pudo ocuparse de cuidarlo, porque sus hermanas cumplieron con ayudarlo a no morir solo. Tal vez no fue tan solitaria su despedida, porque lo acompañaron hasta los intentos finales de la despedida, Juan Vicente Melo estaba señalado como uno de los más talentosos autores de su generación. Desde su desaparición física, llevé a cabo la recopilación de sus textos publicados en La Palabra y el Hombre, como parte de una investigación. Pude verificar el hallazgo de algunos fragmentos de su poética. Su principal discípulo, Luís Arturo Ramos hizo un libro de ensayos sobre la narrativa de Juan Vicente Melo. También Jorge Ruffinelli, y Alfredo Pavón escribieron las introducciones o prólogos a sus Obras completas. Por mi parte, desde su muerte, sentí, que en verdad, no pudo irse, desaparecer y borrarse del mapa; puedo asegurar que continúa con nosotros, el eco de sus carcajadas prosigue acompañándome en este presente de incertidumbre. Todavía Juan Vicente Melo, antes de trasladarse a refugiarse en su lugar de origen, me sorprendió con una pequeña obra maestra. Durante varias semanas entregó para su lectura, algunos capítulos de La rueca de Orfalia, Años anteriores a su partida fue objeto de un homenaje en el Congreso Nacional de Novela Mexicana. Su estrella brillaba en el firmamento, pero las dosis puntuales de alcohol degradaban sus pocas fuerzas. Cuando falleció Juan García Ponce, a quien consideraba uno de sus hermanos, prometió escribir sobre los Juanes de México, tomando como base la definición de Alfonso Reyes, se refirió al más grande que era Juan Rulfo, y sonriendo demostraba su amor por Sor Juana. Siempre me gustaba pedirle la repetición de su viaje a Cuba, al principio de la revolución. Fue cuando era demasiado joven, y sin ningún tipo de escrúpulos, desde el primer encuentro se enamoró a primera vista de Fidel Castro. Me confesó, entre risas, que fue el amor de su vida, y en el aeropuerto “José Martí”, a gritos desde la escalerilla, antes de regresar a México, declaró su verdadera pasión y veneración hacia aquella figura legendaria. Aunque intenté darle la razón, al aceptar que Juan Vicente Melo conocía perfectamente la diferencia o frontera entre la realidad, nunca se lo dije. No sé por qué, pero no logré comentarle todo esto, a Gabriel Fuster, y a Jaime Velásquez, hace varios días, en la ocasión que asistimos a un banquete para celebrar la aparición de Leticia se aleja del Golfo de México, cuyo título apenas si me dejó respirar. No obstante, intentamos gastar el tiempo en reconstruir el invento de la felicidad, y sin pensarlo, otra vez, de nuevo, volví a sacar el tema de Juan Vicente Melo. Gabriel Fuster enmudeció ante mi insistencia de recordar al autor de La obediencia nocturna, y prefirió oprimir otra vez la botella de plástico con aquel líquido, que imaginaba era el antídoto contra las bacterias, y en un segundo impreciso de mi memoria, se lavó cada uno de sus dedos, y, en forma particular, mojó sus uñas; luego humedeció la palidez de su cara, y roció intensamente, algunos espacios en su cabeza. Frente a esta inconsolable lucha contra los microbios, intentaba salvar algunos restos de pureza. Sin darme cuenta fue a la caja, y, casi en secreto, realizó la operación de pagar. En la calle, los dos amigos, como un hijo que acompaña a su padre, abordaron la camioneta blanca que los alejó rumbo al Golfo de México. Sin poder explicarlo, algunos recuerdos volvieron a la realidad. Para intentar olvidarlos y borrarlos de mi pensamiento, extraje de las profundidades de mi cerebro la despedida con Juan Vicente Melo. Entonces me regaló una libreta con sus apuntes de experto dermatólogo, junto a otro cuaderno con apuntes de textos dedicados a Víctor Hugo, y una fotostática enmarcada de su título de médico. En un rincón del pergamino artificial, escribió con su letra minúscula: “Con todo el afecto del Santo Niño Doctor de Veracruz”. Desde la lejanía, la sonrisa enorme de Juan Vicente Melo, permitió agregar a su legado hacia mi persona, el anexo de una fotografía en colores, en donde puede contemplarse la figura de un niño vestido de médico, acompañada de su maletín con sus instrumentos de juguete, y del cuello un estetoscopio colgado de su cuello, sentado en su trono, a un costado del interior en la iglesia de Tepeaca, muy cerca de la ciudad de Puebla. Juan Vicente Melo, con bastante seriedad y lejos de la ironía, pudo asegurarme que se trataba de una imagen bendita, un regalo de sus padres, obsequiada desde el día de su graduación. Años más tarde, viajé a dicha ciudad a comer una excelente barbacoa, a saborear las nieves de aguacate, chicharrón y frutas, al regreso se lo conté a Juan Vicente Melo, y me explicó que la cursilería era lo más complicado de la vida, y sentenció que sería muy difícil para mí llegar a experimentar el papel de ser ridículo. Después de su muerte, como un legado, metido en un sobre, en días pasados pude leer su mensaje hecho con su puño y letra: “Oración para todos los días: Postrado ante ti Santo Niño Doctor de los Enfermos, te pido un remedio espiritual para los males de mi cuerpo y de mi alma, si es del agrado de tu Divina Voluntad... Manda un rayo de luz a mi desfallecido espíritu, para examinar mi pasada vida, y saborear, lleno de júbilo, la alegría que experimenta el corazón arrepentido. Líbrame Santo Niño, de todas las enfermedades, de las calumnias, falsos testimonios, muerte repentina y de vivir en pecado mortal, y enciende en mi corazón el Sagrado fuego de tu amor, a tu Santísima Madre, y a su virginal esposo San José. Amén”

sábado, noviembre 15, 2008

Roberto Blaga: EDITORIAL, las 100 mejores voces.




VOCES SON VOCES

La semana pasada se volvió a llevar a cabo el ya aburrido y sedentario rito de la alfombra roja, las luces, los fans semi-idiotizados y la prensa que gana por lo banal y cursi de sus ediciones; me refiero a la entrega de los llamados Grammy; espectáculo en el que el único sobresaliente (y reiteradamente dejado al lado en versiones anteriores) parece ser Fito Páez. De allí en fuera, párale de contar… Lo mismo de siempre: la familia Stephan auto-premiándose a través de Gloria cuya voz ...Pero ¿es que canta? (ya no digamos sentido de creación) tratan de convertir –a fuerza de la repetición goebbelsiana—en “indiscutible” ganadora de una de esas preseas.

Gritos, imitaciones, berridos, interpretaciones ajenas, creaciones propias pero sin contenido alguno (salvo raras excepciones) [1] es lo que se premia en este, que ya va convirtiéndose en un rito mercantil cuyo objetivo es alentar una letanía pegajosa al estilo “vuelo, vuelo me acelero…”, y tratar de convencer a la gente de que eso es música.

Salvo raras ocasiones, se verá que el emporio Stephan premie a verdaderos e íntegros creadores de música, pues por un raro sentido de la misma, los verdaderos artistas se hunden más en los terrenos de la inteligencia y partituras bien estructuradas que en la repetición de frases que nada dicen a la gente… Lo que no conviene a las casas musicales pues, eso no es el tam tam que la gente “acostumbra "oìr”.


Así que, cansado de estos “numeritos sosos” (diría el buen Lalo Sansores) preferí, por recomendación misma de lo deleznable, ir a los interiores de la revista Rolling Stone para ver qué noticias musicales podría suplir al berrido de una Paulina Rubio o al nada entendible "inglés" de la caderona Shakira.

Y valió la pena. Rolling Stone presenta este mes lo que grandes y diversos críticos musicales consideran las 100 mejores voces del pasado siglo XX. Y ahí hay de todo. Incluso, no sorprende que de entre los primeros 10 puestos, ocho sean atribuidos a cantantes de raza negra (se salvan John Lennon y Bob Dylan).
Al darle un repaso a esa lista, algunos repararán en el hecho, por ejemplo, de si realmente Dylan cantaba… O Lennon era mejor que la Janis Joplin en eso de blusear a lo méndigo; o si Jagger de verdad (arriba de Robert Plant) era superior al ex -cantante de Led Zeppelin. Pero bueno.[2]

Sucede que en la apreciación para otorgar lugares, Rolling Stone no sólo mide el aullido del artista, el fusil, la repetición de canciones clásicas cantadas muy por debajo del intérprete original (hablo de Luis Miguel), sino que se valora –y con mucho tino—el total genio del cantante: desde la letra, la línea musical, la interpretación que se fusiona a la esencia del mensaje escrito, la trascendencia de ese discurso cantado, así como la actuación escénica (siempre natural y sin acartonamientos) que el artista ofrece a público abierto y sin play-back de por medio. En fin, todo un acierto el calificar al cantante desde tal óptica.
Claro (ya se dijo), uno tiene sus favoritos y pondría a algunos artistas arriba de otros…Cuestiones personales. He aquí los 12 primeros lugares con las canciones consideradas como promotoras de su permanencia en el gusto del público:

Aretha Franklin (I Never Loved a Man, (The Way I Love You), Chain of Fools, Until You Come Back to Me (That's What I'm Gonna Do)

Ray Charles (I Got a Woman, You Don't Know Me, Georgia On My Mind, Night Time is the Right Time)

Elvis Presley (Suspicious Minds, Can't Help Falling in Love, Jailhouse Rock)
Sam Cooke (Bring It on Home to Me, You Send Me, (What a) Wonderful World
Having a Party)

John Lennon (I Feel Fine, Strawberry Fields Forever, Imagine, Instant Karma, Working Class Hero, I Am the Walrus, Lucy in the Sky With Diamonds, Day in the Life, A Hard Day's Night, Across the Universe)

Marving Gaye (Let's Get It On, I Heard It Through The Grapevine, Sexual Healing, Got to Give It Up, Part 1, Mercy Mercy Me)

Bob Dylan (Like a Rolling Stone, Lay Lady Lay, Visions of Johanna, Hurricane, Knockin' on Heaven's Door, Mr. Tambourine Man, Tangled Up in Blue)

Ottis Redding (These Arms of Mine, Try a Little Tenderness, That's How Strong My Love Is, Respect)

Stevie Wonder (Superstition, Sir Duke, Signed, Sealed, Delivered I'm Yours, Superstition, Isn't She Lovely, You Are the Sunshine of My Life, For Once in My Life)

James Brown (I Got You (I Feel Good), Papa's Got a Bran, New Bag, The Payback, Give It Up or Turnit a Loose, Cold Sweat, Get Up (I Feel Like Being)

Robert Plant (Immigrant Song, Sea of Love, Whole Lotta Love, Since I've Been Loving You, Ramble On)

Mick Jagger (Gimme Shelter, Sympathy For the Devil, Satisfaction, You Can't Always Get What You Want, Paint it Black, Wild Horses)

Bob Marley (No Woman, No Cry, Redemption Song, I Shot the Sheriff, Stir It up, Could You Be Loved

Janis Joplin (Piece of My Heart, Cry Baby, Me and Bobby McGee)

El lector interesado en los comentarios a cada cantante, junto con la piezas mencionadas que pueden ser escuchadas con sólo un botonazo, pueden ir a http://www.rollingstone.com/ Sólo para redimir un poco su tiempo, y en vez de sentarse a ver el soso y aburrido programa donde se premia más al pegoste y al berrido que a la verdadera creación artística, se goce con todo este cúmulo de artistas (si bien no latinos) --que pusieron y siguen poniendo, algunos de ellos-- el corazón y la mente en cada una de sus intervenciones delante de un público que merece todo su respeto…


Ir sólo a mugir, moverse, y hacerle al que se "canta", deberían ser factores determinantes para acabar con esa farsa stephaniana llamada “entrega de los Grammys".


[1] No se niega que existen cantantes (artistas latinos) que merezcan reconocimiento...Pero cuando se opta por la "camisa negra" en vez del azul inteligente, no hay porqué perder el tiempo.

[2] Por ejemplo, personalmente, y si de voces a voces vamos, yo hubiera puesto arriba de los doce a Joe Cocker y su inolvidable interpretación a "With a little help of my friends"; a Neil Damond en "Love inn the rocks", a Rod Steward y su "I don't wanna to talk about it", y al no americano Zucchero en su "Hey Jude" sin respiro alguno... Gustos de cada quien.

Mary carmen Gerardo: La lluvia pertinaz




Para Alberto Ruy Sánchez


Hoy como nunca, se unieron lo que soy y lo que no quiero ser en esta base carnosa, pudiente, cuya risa me perseguirá mañana, cuando los hechos se hayan materializado.
En el puerto no ha dejado de llover, desde la lluvia impertinente, por la cual jamás viviría en Xalapa, hasta la lluvia de esta madrugada, toda violenta, cuya fuerza abrió la puerta del patio y tiro la ropa de la silla.
Ni me moleste en levantarme, en medio de la pesadilla habitual agradecí a la noche llorona haberme despertado. Todos los miedos me persiguen de noche, he terminado por abrazarlos. Podría vivir de día en la noche pero no me agrada que me visiten amantes en la oscuridad, prefiero el día, la hora ocasional del trabajo, para olvidarme de ellos pronto y hundirme en lo importante, descifrar el enigma de las pesadillas, las direcciones de las calles nunca encontradas.
Estaban tomando de mis senos, el deseo que se escapa, cuando el celular empezó a sonar, era demasiado tarde, para detener el movimiento del dedo pulgar, que presuroso construía un monumento dentro de mi cuerpo, el cosquilleo pertinaz pudo haberme ahogado, por eso preferí contestar el teléfono.
El trabajo, siempre el trabajo, me gustaba, sí, pero no era yo, quien era succionaba una verdad de color blanco entre la boca, quien era contemplaba el mar intrigada por el color contaminado del azul, quien era no hacia absolutamente nada, con el problema del mundo exterior, el cual no entiende la nada, al contrario busca siempre llenarla con bullicio, música, estropicio, malas y buenas noticias, pobreza palpable, que a la nada, haragana, poco le importa.
Sólo la poesía entiende y reúne a la que soy, lo que no quiero ser pero ejerzo, practico y gozo. La poesía debiera ser un hombre, un hombre con un dedo pulgar poderoso, una marea inagotable, modelada en barro, capaz de traspasar los pensamientos y dejarlos ir, sin cuestionar, dejando esos pensamientos en otras mentes, capaces de percibirlos.
Hace poco, una amiga entrañable, me decía que no dependiera de nada, tuve ganas de reír, pero me contuve porque vi la verdad de su afirmación y lo lejana que me resulta; ejerciendo la absoluta dependencia en todo, ansió en realidad su ligereza, contemplar un día entero el techo de la pared, buscando la razón y la resolución de tantos enigmas, paradigmas que defienden al hombre, detienen mi poesía y elevan el curso del tiempo, que inclemente continúa, el reloj siempre continúa.
Después de contestar el teléfono y volver al curso idílico del encuentro, me esforcé por ser ligera y cabalgar hacia afuera, pues adentro no hay sino vaguedades, encontrar afuera la razón del color azul del mar y de la niña que presurosa se recuesta en mi hombro, pidiendo mas de lo que no soy, pero ejerzo.

Y el insecto entro en el barro
nada pudo hacer Tarik
para detener el movimiento
El pulgar siguió amasando
el barro
brindando la forma
perfecta
a un cuerpo inexistente
Era la vagina de Jassiba
entregada a un voto eterno
Pronto las cenizas
las huellas de su vello
estarían dentro de la vasija
Acunando la respuesta
esperando las cenizas
del amante
Juntos
Alabarían la dependencia
El placer dentro de la cárcel
Toda la palma entera
guarda secretos
encierra el kamazutra

Deja aflorar
Vierte
Una llovizna pertinaz
en el puerto

viernes, noviembre 14, 2008

Ivonne Moreno Uscanga: Maribel Homs: Negras de ensueño



Todas las propuestas artísticas se relacionan entre sí. Algunas tienen sobre ellas mismas una comunicación más estrecha. La propuesta visual en cuanto a pintura tiene connotaciones históricas, literarias y cinematográficas en un sinnúmero de realizadores plásticos.
Maribel Homs pintora porteña, con la obra, exhibida en el mes de noviembre en Casa Principal, Negras de Ensueño, nos remite a la narrativa donde los negros son protagonistas de extensos relatos y desde luego a la historia de nuestro estado, por la influencia de la negritud en Veracruz.

Al observar los tres perfiles, expuestos en fondo amarillo, pareciéramos ingresar a uno de los capítulos de la rutilante novela de Harriet Beecher Stowne, quién escribe la novela más leída en Estados Unidos durante el siglo XIX, La Cabaña del Tío Tom. Dentro de la mencionada, la tesitura y configuración del mundo de la esclavitud, surte un eje plástico, pluridimensional hacia el cine, pues después, de su aparición, se hizo película y con esto una marcada influencia en otros géneros artísticos de confluencia a su vez para la prosa y desde luego para la pintura.
La negritud tiene abordajes estéticos muy interesantes. Posterior al suceso de elevar su dignidad como personas, la historia los ha señalado en la música, como grandes aportadores y desde luego como protagonistas de leyendas.

Maribel Homs recoge con su pintura el universo de las negras. Plasma con soltura sus voluminosos cuerpos y sus abultados labios. Recupera a través de sus pinceles, sus misteriosos encantos, como la Mulata de Córdoba y en algunas ocasiones la cadencia de las féminas de Miguel Covarrubias.

Maribel Homs vuelve a plantear la confluencia de las artes. Su propuesta nos describe con vivos colores y ágiles siluetas, el mundo de las negras, a ritmo de suculentos bailes o inquietantes féminas al estilo novelístico de Tim Morrinson.

Gabriel Fuster: La lectura está en los ojos del que mira



Su tarjeta de presentación dice: Ignacio Oropeza, Metagrobologista. Aunque la recepcionista tema preguntar, eso significa entusiasta de los crucigramas. Ignacio empieza a resolverlos cuando un periódico cae en sus manos. El teléfono suena.
Por meras ínfulas, el culto del cruciverbalismo inunda diarios y revistas desde su primera aparición dentro del rotativo New York World en 1913. Durante la Segunda Guerra Mundial, el pasatiempo fue un medio estratégico que usaron los aliados para operar códigos secretos a través del The Daily Telegraph, donde se incluyeron los nombres de puntos de desembarco que fueron parte crucial de la Operación Overlord. Ignacio se inicia modestamente en una plantilla con palabras entrecruzadas, incapaz para la filatelia. Enseguida mira poesía francesa, norteamericana, latinoamericana y así al leer las pistas, brinda consejos al indiferente con un vistazo a la frecuencia de letras. Ahora, para el desarrollo del juego, se proponen dos baterías de definiciones, una horizontal y otra vertical. Igualmente la plantilla está dividida en casillas blancas que corresponden a letras individuales y negras que sirven para separar palabras. La definición de los crucigramas resulta en sí una perogrullada. No obstante, su belleza radica en evitar los errores. El pasajero del tranvía le pregunta al compañero de asiento.
-Oye, a ver si tú sabes ésta: "Órgano sexual femenino", con cuatro letras.
-¿Horizontal o vertical?
-Horizontal.-Ah, entonces es "boca".
-Por supuesto, ¿tendrá un borrador?

Envejecido en la esquina de otro verano, el número sesenta y cuatro, sin tiza para inventar el calor, Ignacio Oropeza revisó los semanarios a la venta, decidido a vestir un pañuelo como en sus buenas épocas, antes de sacar a las muchachas a bailar Swing. Algo en el corazón le indica un colmo con este atisbo del croquis verbal sobre la página final. Por ejemplo, palabra que empieza con jota, de cinco seis letras que significa terreno botánico, vergel. En un delirio de concentración, escribe jardín dentro de los cuadros. Enseguida, busca con ansias el regreso a casa para contárselo a sí mismo.
Allá en el rancho grande, las rosas lucen dispuestas a refocilarse con el mundo, los arboles dan frutos para que tus pasos no rompan la hojarasca, cantan las chicharras en tu cabeza. Uno podría pensar que se trata de la natural consecuencia del cambio de estaciones, excepto por el soplo a tres dientes de león que tiene el patio trasero, las lluvias copiosas no podrían restaurarlo. Sin embargo, Lucía entra corriendo a la sala, gritando: Mira, Ignacio, el jardín ha desparecido.
Los dueños de la cerca al lado pierden la sonrisa, el terreno otrora cultivado con flores y plantas había desparecido. Tal vez la erosión guardó un castigo contra la casona vecina, fuera de nuestro conocimiento. En lugar de los senderos arbolados, quedaban fisuras sobre el negro fango como un paisaje lunar. Las raíces perdieron segmentos de su fuerza ante su grieta, con profundidades de varios metros. Los pensiles con savia adolescente cayeron bajo los filos del escarabajo. El crucigrama en todo caso queda resuelto. Justo para establecer las conexiones secreta.
-¿Y bien? ¿No te parece una casualidad?
-Vamos hacia otra etapa. Lo humano ya está terminado
-Yo prefiero hacer el amor de pie para el álbum de familia.
-Yo estoy quieto. O lo estuve muchos años, hasta que las tarifas de la vida me abandonaron
-Imagino que tienes que volver a tomar tu medicina e irte hasta megadosis, si es posible.
-Lo concedo, aunque los restos de café al fondo de una taza permiten al hombre saber por un instante su suerte.
-No puedo creer eso
-Vamos hacia otra etapa. Debo descifrar las casualidades manoseadas, antes de que queden fuera de control.
-Será nuestro secreto
El teléfono suena.
La ciudad le quita la mitad de sus armas, pero nunca el recodo donde las respuestas han perdido las preguntas. Consigue un nuevo crucigrama en TVNovelas, llevando los murmullos en zigzag entre ambas columnas. Trece vertical, palabra hebrea que significa mandamiento. Seis letras, terminando en va. La palabra es mitzva, dice el conferenciante acatarrado. Mitzva es el nombre del periquito australiano de Lucía. Chiquito, con su silbido pone el despertador de la vanidad y alegra los menesteres domésticos. Con todo, lo tapa por la noche. Nuevamente es casualidad la mañana que encontramos a Mitzva muerta en su jaula, entre sus excrementos y varias plumas sueltas. Pobre animal. Todos lo lloran, hasta los sirvientes. Suena el teléfono, mientras recapacito en las enseñanzas del maestro Locke, quien sostiene que si el conocimiento no se elabora a partir de los sentidos, entonces tiene que venir de algún otro sitio. Probablemente, luego dos agentes del FBI detecten y clasifiquen las huellas olvidadas en el suplemento del periódico al fondo de la jaula. Y vendrán las preguntas. Veinte horizontal, función del acto de dormir, cinco letras. Lucía pierde las casillas antes de la hora de la cena. Tú quedas sorprendido. Preguntas si no es la misma voluntad de Dios. Pero al igual que todo artista o genio, no crees en dios. No crees en Dios porque no necesitas sus designios, mientras concibes los accidentes. Así es el credo del artista de simple. No quedan palabras para dar consuelo.
El teléfono insiste
-Alguien conteste el teléfono, por favor
(…)

-¿Bueno?
La respuesta al cabo de la contestación es el tono intermitente de la comunicación interrumpida, pero Erika Contreras supo que estaba en problemas cuando su celular le mordió la oreja. Una dentellada superficial, no tan dura. Apenas un mordisco con pequeño radio de saliva, si acaso. La inmediata reacción es arrojar el aparato lejos de su persona y traer una gota sangre con el dedo a la vista. La tierra deja de moverse, pero la pantalla del teléfono abre y cierra su geometría perfecta con dos filas de dientes y el agudo filo de una diminuta boca de bebé, aunque suficientes para abrir una herida. En el cubículo vecino, Isabel llama.
-¿Qué sucede?
-Mi celular me acaba de morder la oreja
-No entiendo el chiste
-No es chiste, mi celular tiene dientes y me mordió. Mira
Isabel baja la mirada al sitio donde el sueño se tropieza con su realidad y encuentra el vomito del gato que se tragó una seta venenosa por descuido. El aparato telefónico guarda silencio sobre la yerta ignorancia del escritorio, con su extremo orden y todo el peso que soporta.
-Es un modelo viejo, amiga. Siquiera cómprate un bolso que te haga juego.
- Seguro. ¿Vas a cambiar tu número, según me lo marcas?
-Santo cielo, tienes sangre en la oreja. ¿Con que te lastimaste, amiga?
-Mi celular me mordió
-Un accidente querrás decir, linda. Sin querer, pudiste haberte sacado un ojo.
-No fue accidente, el aparato me mordió
-Te creo y me conforta saber que puedo conseguirme una apasionada noche sexo con el horno de microondas también.
- Debo cambiarme el uniforme ahora. Cuida de contestar una llamada de Kaspar.
-No te preocupes. Un celular es igual a un pedo, amiga. El momento que suena, nadie sabe de quién es.

Riing, ya suena una siguiente ocasión y el tono provoca que el corazón se le encoja, aunque resulta mordaz que este celular ha aumentado su tamaño, probablemente debido al cambio de dieta. Ya no se alimentaba de crédito. La frase esponja gris vino a la mente de la usuaria. Erika continuó teniendo sus succiones de sangre en cada llamada. Por otro lado, la calculadora decidió cambiar de religión y adopta el sistema vigesimal prehispánico. El capricho destroza el trabajo de una semana. Los expertos estudian la situación, pero Erika empieza a olvidar las cosas, como la precisa fecha que su novio la abandonó. Aunque cueste creerlo, ella sabía que se había marchado, porque no pudo encontrarlo más en la ciudad. Tampoco podía precisar las circunstancias precisas de su rompimiento. ¿Fueron las peleas? ¿Las libertades ortográficas en el servicio de mensajes cortos? ¿O fueron los gustos distintos de archivos MP3? En todo caso, ya no lo recordaba.
Palidecen luces y neuronas por el comando no encontrado.
La unión libre acaba como dos baterías muertas.
En la tercera mañana del lunes a partir de incidente, el reloj en la pared empieza a hablar por su cuenta. Erika no alcanza a entender una sola palabra que le dice y su tic tac le provoca dolor de cabeza, como si la oficina fuera invadida con tambores de taiko. Por otro lado, el sistema de ventilación requiere largas sesiones de aromaterapia, luego mantenimiento no ha cumplido su palabra. Agobiada, Erika decide regresar al teléfono convencional, pues ahora teme la radiación electromagnética que provoca la contaminación de millones de equipos en uso.
Rápido, pretende que estás al teléfono
Ahora, ¿Qué gesto haces con tu mano? ¿Supones que tu pulgar y tu meñique extendidos son eficaz contraseña para luchar contra las tarifas de larga distancia? Si es así, alto. Estas equivocado. Dicho ademán no tiene sentido. Tu mano no es el teléfono, como tampoco es la cacerola de la cocina por sostener una pluma imaginaria para firmar un papel imaginario delante del mesero, ni los cartuchos de dinamita para indicar la satisfacción de un villano del cine mudo, retorciéndote los dedos bajo el siniestro bigote de la baba.
Alto, ahora inténtalo de nuevo.
En el peor de lo casos, tu mano desprograma la hielera para que se calienten las cervezas.
Raymond Kurzweil, inventor, describe en su obra Spiritual Machines que la actual tecnología dará paso a una época en la que se producirá una inexorable fusión entre máquinas y personas. Lo cierto es que el paradigma amaneció en la plaza desierta de la ciudad como un cuerpo astronómico, para desaparecer de igual modo sobre el vitral de callejones quebradizos.
-Prefiero llamarte Kaspar Hauser
-Alguien dijo que Kaspar Hauser era un incomunicado, cuyo zulo se encontraba bajo tierra y fue desconocido incluso a su captor
-¿Acaso no guardan juntos un asunto de pantomima?
-No, no nací con vocación de frijol.
-Monstruo gótico o semilla, nunca encontraré a alguien como tú
-Por tu bien, espero que no
-Ven, acuéstate, no pienses más en tu buzón de voz. Mi cicatriz se está secando con la ayuda del sol.
-No quiero, Erika. Finalmente, encaro el hecho que somos incompatibles. Pero basta de palabras, voy a demostrártelo.
Erika mira su teléfono móvil hundirse al fondo de la pecera, pequeña piraña. Ella ignora que lo que mal empieza, mal termina, especialmente ante una competencia feroz. Las pulgas del perro están tan bien organizadas, que si llega una nueva, la mandan a la cola. Impotente, ya mira el Motorola DynaTac ahogarse. La actual tecnología dará paso a una época en la que se producirá una inexorable fusión entre máquinas y personas, pero la mano no es el amante.
El asunto de la masturbación ha terminado.
Entonces escucha el chasqueo de labios a sus espaldas. La televisión se pasa la lengua y guiña un ojo. El cuento es ex libris, por ejemplo
(…)

Había una vez una princesa tan atroz
que su cuento termina en el renglón dos.
Primer Acto.
(…)

-¿Su majestad me ha convocado?
-Así es, leal paje, necesito de tus brazos y lomos aptos para vender lo usado
-Ay, tengo un secreto del Capitán y cien soldados conspirando contra su soberano
-Lo sé, pero decido que sobre mi sepulcro no se derrame el llanto
-Milord, yo prometo arrojar su espada en el fondo del lago
-Vamos, no hace falta que me vengas con halagos, me basta con el mago.
-Ay, Dios salve y preserve a la corona, antes de que pierda mi trabajo
-Y yo un caballo, debiendo encerrar el corazón mis propios establos
- En las invernales horas, ya cobijarán los cascos al tropel de los vasallos
-¡Himnos! Las cosas siempre tienen un ser vital: en negro y blanco
-Rey Leonardo, su alteza es un enano. Colorín colorado

Francisco Magaña: Notas para un acercamiento




Sí. Me exalto.
Permítame que me pierda yo también.


Pascal Quingnard, en El Lector

En la escritura se cumplen al menos dos objetivos: por una parte, usar el lenguaje como medio de comunicación, en un primer sentido, pero además, como medio de deslumbramiento; el otro extremo implica un tributo a las miradas interna y externa, esto es, un conocimiento y un reconocimiento alejados de la primera capa superficial. Ambos elementos hacen que el discurso narrativo se distinga desde las primeras líneas, alcance su autonomía, su brillo propio.
El cuento, qué duda cabe, es el vehículo idóneo para destacar escenas, gestos que dicen más que las palabras, ambientes que creíamos olvidados, sueños, recuerdos y premoniciones. También la novela, por supuesto, acepta esas presencias y más, pero mucho más de ellas congrega en sí para cumplirse. Sólo que el cuento actúa siempre contra el tiempo. La descripción ornamental, necesaria en obras de aliento largo, va en demérito de la intensidad, ese requisito imprescindible en el género. Si el autor se demora y regocija en sus hallazgos, corre el riesgo de perder el impulso y la tensión y distraer la atención del lector.
En este su primer libro, Algo me dice tu silencio (Cuadernos del Baluarte, 2007; Instituto Veracruzano de la Cultura; 78 p.), Lucía Deblock (México, 1966) aplica con rigor y destreza estos conceptos bosquejados, y en el que concede lugar de privilegio al acto de narrar y al gozo de hacerlo con una prosa nítida, en un discurso que ha sopesado cada adjetivo y con una visión de establecer una correspondencia plena con el lector. No por ello sus finales, una vez que éste ha llegado hasta allí, le exigen su participación. Si en las líneas que cierran los cuentos se encuentra un planteamiento, es decir, la consideración de un texto pensado, estructurado con ese específico propósito, el arranque de los mismos no desdeña la creencia de García Márquez de que de este instante depende todo.
Y en Algo me dice tu silencio este se cumple con objetividad. Las primeras palabras son testimonio de una reflexión. No puede uno detenerse cuando comienza leyendo: “despierto en medio de la oscuridad. Unos ojos amarillos y luminosos me enfrentan acusadores; señalan las cinco treinta y ocho. Tengo la boca amarga, seca y una sensación opresiva que no se debe a la oscuridad o la noche. Me quedo quieta, paralizada de miedo” (de “Anoche”, página 7); o “Ese día Paulino despertó agitado. Soñó con Jerónimo, el hermano muerto, quien siguiendo el sendero de su madre, se suicidó. Él no creía en los que volvían de la muerte, pero ese sueño lo hizo sentirse menos solo” (de “Mare liberum”, página 22); o “de pronto estaban sentadas frente a frente. Natalia entretenía sus dedos rugosos en la línea del mantel de cuadrillé azul; por su parte, la mujer buscaba partículas de polvo inexistentes sobre el brazo de la silla. El sol se enmarañó en el piso, formando incongruentes figuras de luz y sombra; el pesado silencio absorbía de inmediato las risas de los niños en la calle. Natalia supuso que ambas esperaban con la misma ansiedad el sonido de la tetera sobre la estufa” (de “No podemos seguir así”, página 37).
Si una de las más recientes novelas de Cormac McCarthy se titula Aquí no hay lugar para los viejos, de este libro de Lucía Deblock, integrado por ocho cuentos que se caracterizan y unifican entre otros puntos por su impecable factura, por el equilibrado manejo de la prosa y por la contundencia de sus finales, podemos afirmar que aquí no hay lugar para complacencias. No hay lugar para salidas fáciles, no hay lugar para la improvisación.
Algo me dice tu silencio establece una serie de relaciones entre sus historias, que no es arriesgado decir que se pude leer como un registro de textos que a su vez, presentan los capítulos tenuemente sugeridos de una novela. Aquí, aunque parezca mentira, no hay cuentos: sus historias, crudas como la realidad, se encargan de abrirnos los ojos, de irnos cercando, de dejarnos sin alternativas y con un hálito de tristeza en el cuerpo, de incomodidad, de desaliento, esto es, con la plena sensación de que la autora ha cumplido su cometido. Qué bueno que así sea. Qué bueno que la voz que cuenta no nos dé respiro ni se conceda el dudoso don de callar ciertos hechos que ha logrado asentar con precisión. Creo que fue René Char quien dijo que un libro que no logre enturbiarnos la razón, no merece haber sido escrito. Ello nos asegura que Algo me dice tu silencio es un libro que no ha sido escrito en balde.

miércoles, noviembre 12, 2008

Graciela Carrillo: POEMAS



LA OTRA MITAD

Tantas veces caminamos juntos
que ya mis pies siguen tu destino
La soledad no sabe estar en mis manos
Mis ojos se inundan si no te veo
No sé qué hacer con mi boca
sino sólo pronunciar tu nombre

Mi pecho se expande y mi corazón no cabe
cuando te acercas
No como, no hablo,
no voy a ningún lado:
sólo puedo ser tu mitad



MUJER INDÍGENA

Pies menudos, pasos cortos
Cabellera larga y lisa como la lluvia
Picotea aquí y allá
Lleva en sus manos el sustento
En su espalda, su propia continuación

Mirada negra, afligida
que interroga al mundo
¿Dónde está tu estrella?
¿Dónde tu sino?
¿Dónde tu culpa?

Su patria la ignora:
nosotros también

martes, noviembre 11, 2008

Roberto Blaga: EDITORIAL



El tran(caso) Mouriño

Lamentablemente esta edición no es diaria y las noticias “relevantes” a veces se rezagan. No obstante, esta misma tardanza a veces tiene sus ventajas; permite que el nivel de las aguas baje y la reflexión sea menos agitada.
El avionazo en el que murió el secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño y Santiago Vasconcelos (entre otros) ha exhibido mucho del mecanismo fallido (a todos los niveles) con que se maneja la política mexicana: un trato irreflexivo, nada inteligente, y oscuro; a la vez que confirma esa conducta deleznable de no tasar al ser humano por lo que es, sino por el puesto que ocupa, de arriba para abajo. Veamos:

1) A la confirmación de que en el pasado accidente aéreo se hallaba también Mouriño entre las víctimas, lo “sobresaliente” para la prensa (casi en general) fue que “se trataba de un hombre muy cercano al presidente, su mano, derecha, su querido amigo”. Como si ser amigo de Calderón (mañoso como político y con un buen número de dudas del poder que ostenta) fuese suficiente para conmover a la sociedad por lo extraordinario de esa relación: más influyentismo y nepotismo-tangencial, que virtud política. En todo caso lo mismo sería hablar de que Osama bin Laden se compunge cada vez que le matan a uno de sus hombres, o que Bush llora por la desaparición de uno de sus más íntimos socios petroleros. ¿Cuál es la diferencia en el rasero?

2) Calderón impuso como secretario de Gobernación a un hombre “cercano”, no sin que éste trajera consigo un costo político mayúsculo por la desconfianza de un pasado oscuro y honda reticencia de las diversas fuerzas políticas a tratar con alguien impuesto pero con un nada limpio expediente. A pesar del diverso número de oposiciones, el español-mexicano tomó Bucareli como interlocutor del gobierno; un puesto que, ya de por sí, estaba en duda pues se rumoraba que Calderón lo “aguantaría” hasta enero del 2009 para “plantarlo” como gobernador de Campeche o en una diputación federal.

3) El discurso de Calderón en el hangar presidencial a su llegada de Jalisco, mostró no a un estadista, sino al “brother” que se deshace en elogios para el íntimo, y deja en el olvido, ya no digamos a las otras víctimas, sino a Vasconcelos mismo. ¿o qué no también éste era su colaborador? Parece que sí…nada más que de segunda mano.
Si bien la prensa resalta que el mandatario no se “apresuró” a hablar de “atentado”, sí se inflamó con el discurso ya conocidos por todos: “Se sabrá la verdad…” No dijo cuál verdad, aunque bien sabemos (por Colosio, Ruiz Massieu, Posadas Ocampo, Huerta) que la “verdad” es siempre la que emana de los Pinos, y no la que dicta la lógica, la evidencia y la inteligencia en la comunidad.

Por razones ya propias de quien es político (y no pocas veces de quienes no lo son) se pondera mucho más la muerte del encumbrado (de arriba hacia abajo); se le rinde tributo primario, se le ensalza por sobre la “masa”, el “resto” de las víctimas; algunas con muchos más méritos de honradez y cumplimiento que el propio “héroe” homenajeado como brazo inmóvil del mandatario. ¿Alguien se acuerda ahora mismo del nombre de la aeromoza que viajaba en ese mismo avión? o ¿del hombre trabajador que fue por su esposa al trabajo para luego ir al cine, a cenar, a traer a los niños y murió en la calle sin deberla ni temerla?. A éstos últimos sólo fríamente se les refiere como las “otras víctimas” y se aclara que el “estado se encargará de los gastos funerarios”. ¡Vaya naturaleza humana la de quienes rigen los destinos del país!.

3) La torpeza del secretario de Comunicaciones Luis Téllez quiere ser suplida por lo que en otros países hacen hasta en el Discovery Channel: mostrar las últimas conversaciones entre el piloto y la torre de control. Para que no haya engaño, se muestra asimismo que las partes del avión estaban completas: motor, fuselaje, pedazos de ala. Y se declara que no pudo ser “atentado” pues, “mírense”, las partes no estarían así si hubiera habido una explosión. Corto de mente, el secretario reduce todo a una “explosión” como posibilidad de un atentado, cuando todos sabemos que la tecnología ha avanzado tanto que los explosivos no son la única forma de sabotear una nave en vuelo. O ¿no es acaso Téllez “experto” en esas cosas de la tecnología y la aeronáutica?...No, creo que no..

La ilógica y no la lógica (por apresurados) es lo que priva en todo esto: Si las piezas del avión estaban “intactas” y en buenas condiciones ¿entonces por qué el avión se vino abajo? … Por accidente … ¿Qué tipo de accidente? … Uno que “aclararán” dentro de ¡once meses!


Pero seamos sensatos. Supongamos que se trató de eso, un extraño accidente. En la lógica más aristotélica que se pueda tener, si un avión va en picada, el monitoreo entre torre de control y piloto debería por lo menos consignar el grito de auxilio del conductor: “¡Nos caemos, nos caemos!” Ya no digamos como parte de su manual técnico, sino por puro instinto de sobre-vivencia. Pero no hay nada. Ni siquiera el instintivo y desesperado llamado de auxilio de alguien que sabe, va a perder la vida… ¿Estaba ya muerto el piloto, o como un valiente kamikaze se dejó caer a tierra sin levantar voz alguna?.

4) Cualquiera de sea el resultado, éste acarreará una gran responsabilidad y/o balconeo del gobierno federal. Si el caso resulta en “atentado”, no habrá más que deducir que Vasconcelos era el blanco, en una campaña apresurada, sin estrategia, desorden de por medio por parte de Calderón [1]; enviando, en ocasiones, a combatir al narco con maussers y pistolas antiguas (cuando no con puras macanas), a cambio de la inmensa tecnología y organización con la que cuenta el enemigo.
Si el “veredicto” es que fue accidente, como sea Calderón ganará en credibilidad y confianza, pues por ese punto apostó desde un principio: la “verdad”. Atentado o accidente, el presidente sale con cuota gananciosa. Pero, cuidado, porque si se empeña por descubrir la verdad de lo que le pasó al amigo, entonces tendrá que hacer lo mismo en lo económico y en los demás temas apolíticos que aquejan al país, y, sobre todo, en la forma de legitimar su gobierno, puyando porque las urnas de la votación 2006 (cuyo litigio sigue aún PROCESO) sean abiertas: no puede haber verdades para los amigos y oscuridad para los ciudadanos. Si su dolor por el amigo es real, parece loable que lo extienda a todos aquellos de quienes es representante.
Pero, lo dudamos…Ya el nuevo secretario de Gobernación Fernando Gómez Mont (para halagar a su jefe) ha dicho que “seguiré las pautas de Mouriño” ¡No, por favor!. Como si los once meses que duró el extinto, fueran suficientes para formarse un criterio de su actuación. O a lo mejor sí; cuando, refiriéndose al “brother” caído Calderón decía: “Juan Camilo sabía lo que quería para México…”, nosotros también ya conocíamos lo que deseaba el político impuesto, y sabemos (por experiencia no por adivinanza) hacia dónde el propio mandatario lleva al país.



[1] De perdida ya Calderón le hubiera echado una hojeada a El Arte en la Guerra de Sun Tzu.